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El ser y la vida. Percepción intensional

Alejandro Alvarez Silva
 
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2. Percepción intensional

Nos es grato adentrarnos en la teoría de Manuel Delaflor sobre la "Extensión intensional", porque ella nos ayuda a comprender la relatividad de cuantas ideas parecen asentadas en nuestra cultura científica occidental.

Delaflor se pregunta sobre qué cosa es un significado, un objeto definido por el lenguaje. En su opinión, las palabras son extensiones perceptuales de los objetos, mejor, extensiones sensoriales de los perceptos cuyo carácter es intensional.

Nos dice que las palabras no son las que "expresan", sino que los que expresamos somos nosotros. El lenguaje es acción y "puede interpretarse como patrones específicos de comportamiento motriz y perceptual, que gracias a asociaciones previas en la memoria, son traducidos como extensiones del resultado de otro tipo de conductas motrices y perceptuales, llamadas objetos". Es decir, un "objeto" se toma como un constructo, o entidad formada y mantenida por procesos muy complejos de conductas motrices y perceptuales producidos por la "percepción secundaria".

Delaflor considera que es necesario hacer una revisión del acto de percibir, interpretando la percepción ligada al lenguaje como un acto aprendido. Cree que existen dos tipos de modalidades perceptuales: la percepción instintiva (sin un lenguaje) y la intensional o semántica. Opina que es en esta percepción intensional en donde surge el mundo propiamente humano, con sus divisiones entre sujetos y objetos y los miles de significados. Y es que toma la división "sujeto-objeto" como la base y verdadera divisoria entre lo que considera como percepción instintiva y la percepción intensional, hasta tal punto que considera que esta división "sujeto-objeto" se da exclusivamente por el uso del lenguaje.

Delaflor nos dice que al percibir lo que se hace es reconocer lo que se podría definir como "patrones constantes", o sea, que todo acto perceptual invoca lo que serían dos "entradas" sensoriales. La primera de ellas se realiza por medio de los sentidos, obviamente; la segunda debe provenir de los propios mecanismos perceptuales, por medio de la retroalimentación corporal o memórica. ( O sea, gracias a esta retroalimentación se mantiene la constancia objetal y del mundo perceptual en general).

En opinión de Delaflor, sin esta retroalimentación no habría nada parecido al mundo que conocemos, y todo acto perceptual que de cómo resultado un estado "cognoscente", debe estar basado en la memoria (base para la retroalimentación), en un sistema que denomina "patrón homeostático interno". El patrón neuronal de entrada sensorial en interacción con ese patrón memórico homeostático interno produce una serie de respuestas en diferentes niveles. (Respuestas interpretadas más tarde como "esos objetos de la percepción"). En sentido estricto, pues, no hay más que esa respuesta y no la "representación mental" de nada. O sea, no hay lugar para un modelo, un símbolo o mapa del cerebro de cosas externas, sino diversos tipos de respuestas que se dan entre distintas memorias al interactuar con actividades sensoriales específicas.

Su interpretación es que esas cosas que vemos, que sentimos, son precisamente lo que vemos y sentimos, no una representación mental de un mundo externo a los sentidos.

La idea usual de objetos se transforma en "procesos perceptuales conceptualmente invariantes". La naturaleza de lo "perceptual" estaría siempre acotada por nuestra conducta sensorial, es decir, por el cómo se dan los eventos en la memoria perceptual. El mundo conocido consistiría en procesos o eventos, no en cosas.

Los llamados objetos son procesos siempre cambiantes para la percepción, y su unificación y estabilidad la daría la forma en que trabaja nuestra percepción intensional.

Para Delaflor en la Realidad ("objetiva"), las divisiones entre lo interno y lo externo, o entre observador y lo observado deben ser inexistentes.

Varias conductas motrices y perceptuales se integran en un solo percepto, unificadas por este proceso. A ese patrón unificado es al que se llama "objeto".

A continuación aparecería la memoria "asociativa de alto nivel", que no es ya la asociación entre una conducta motriz y una perceptual, sino entre dos elementos situados ya en este nivel proposicional o intensional. Es lo que sería el lenguaje.

"Antes" de que exista un acto perceptual (no está integrada "la entidad cognitiva") estaría "lo innombrable"; después, patrones constantes de muestreo sensorial crearían una primera etapa de "perceptos físicos". Conforme el contenido de esos perceptos se van volviendo más complejos, la capacidad cerebral aumenta estableciéndose lentamente la "criatura intensional", y en ella las huellas mnemónicas se van volviendo más de tipo asociativo entre ellas mismas que meramente de conductas motrices. Y es en este nivel en donde las palabras, más que "representar" objetos externos, se transforman en verdaderas extensiones perceptuales de conductas perceptuales, no necesitándose ya conductas perceptuales completas, sino que bastan extensiones que se ramifican en extensiones de extensiones, en un entramado complejo, que conformaría el lenguaje. En algún momento de esta etapa "surge" el organismo verdaderamente intensional, produciéndose la escisión entre "el observador" y "lo observado", es decir, creándose la "frontera del mundo".

Así que desde este punto de vista, la conciencia humana es su lenguaje. A este estado de criaturas intensionales, nos dice Delaflor, se le puede denominar "esfera lingüística". Todo lo que el hombre cree, lo que siente, piensa, etc. está dentro de esta esfera, aún lo que "percibe".

Y prosigue: "Una vez establecida la criatura intensional, cada vez que, conscientemente percibe algo, lo hará a través de esa estructura, interpretando lo que ve. Es tan fuerte esta estructura, y está tan ligada a lo que somos (es más, ella es lo que somos) que no podemos pensar más allá de ella."

En su opinión, sin las referencias memórico-lingüísticas, el mundo, como lo conocemos, "deja de existir". No es que la percepción "defina" la realidad, pero sí podría decirse esto del estado del "mundo perceptual". "Sólo aquello a lo que nuestro lenguaje alcance es nuestro conocimiento".

Así que, el mundo tal como lo conocemos es una "creación" conceptual nuestra; en realidad un universo de objetos, espacio y tiempo es sólo una de las posibles "interpretaciones" de la información de los sentidos. Según Delaflor, es muy probable que la manera en que hemos organizado los perceptos tenga su origen en la supervivencia de nuestra especie, es decir, obedezca a fines prácticos. El input sensorial en interacción con el estado homeostático interno produce una serie de respuestas específicas en diferentes niveles, y la relevancia de estas respuestas estriba en que permiten que el organismo tenga mayor probabilidad de supervivencia. Mas, una percepción ligeramente distinta podría dar lugar a interpretaciones de la realidad sorprendentemente distintas (véase la proliferación de culturas diferentes en nuestro planeta).


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Sobre el autor


Alejandro Álvarez ha trabajado como jefe de redacción y como articulista en diversas revistas y publicaciones. Es director de la revista digital "Foro Esencia" y es autor de diversos ensayos.





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