La madera no es el único combustible que escasea en nuestro mundo. Ya vimos anteriormente que la descripción de la Historia se puede realizar, de manera simplificada pero bastante aproximada, en base a estados estacionarios separados por crisis transitorias, evolucionando por impulso de las necesidades energéticas. Pues bien, es un hecho constatable el progresivo acortamiento de tales ciclos, tanto que lleva a la tentación de establecer escenarios futuros más como una sucesión de crisis que como una sucesión de estados estables. Una ojeada al manido tema de las reservas de combustibles fósiles parece alimentar esta tentación.
Las estimaciones para el total mundial de las reservas recuperables de carbón (definidas como el contenido de las capas de más de 30 cm de espesor y situadas a menos de 1.200 m de profundidad) son de unas 700 Gt, que equivalen a 250 años al ritmo de extracción de mediados de la década de 1980 (2,8 Gt/año). Las mismas estimaciones para el petróleo varían entre 2.400 millones de toneladas equivalentes de petróleo (1 TEP = 10 millones de kcal), con una probabilidad de 0'9, y 6.400 millones de tep, con una probabilidad de 0'05, que representan entre 50 y 120 años al ritmo de extracción de mediados de los 80. Es decir, en cualquier caso el ciclo del petróleo será mucho más corto que el de carbón. Y lo mismo ocurre con las reservas de gas, cuyo ciclo será mucho más corto que el del petróleo.
Años atrás | Innovación tecnológica | Impacto | 2.000.000 | Caza | Carne como alimento | 400.000 | Fuego conservado | Ampliación de cazaderos | 10.000 | Fuego encendido | Idem | 6.000 | Agricultura y ganadería | Producción de alimentos | 2.000 | Molino de agua | Energía hidráulica | 1.000 | Herrería hidráulica Molino de viento | Nueva agricultura, basada en el uso extensivo del hierro | 500 | Navegación ultramarina | Ampliación de la zona de explotación | 200 | Carbón de coque Máquinas de vapor | Acceso masivo a los recursos fósiles | 130 | Destilación de keroseno | Incorporación del petróleo | 50 | Fisión controlada | Energía nuclear | 25 | Gasoductos transcontinentales | Incorporación del gas |
Pero el acortamiento de los ciclos no se refiere sólo al tiempo que tarda una fuente de energía en agotarse. También hay que añadir la, ya comentada, progresiva degradación en la eficiencia de conversión de los recursos energéticos en orden para el sistema, que inevitablemente se produce con cada cambio de ciclo.
La conclusión es que el crecimiento de la parte útil extraída de los recursos (es decir, de lo único que cuantifica la economía al uso con parámetros como el Producto Interior Bruto o PIB) va acompañada, también inevitablemente, de un crecimiento mayor tanto del consumo de recursos como de la producción de residuos (entendidos en el sentido más amplio, como la diferencia entre el recurso y la parte útil que se extrae de él). En este sentido, es particularmente revelador comprobar que el crecimiento, por ejemplo, tanto del consumo energético como de las emisiones de CO2 viene siendo persistentemente superior al de la economía. En España, por ejemplo, en los últimos diez años, el consumo de energía final ha crecido un 40,4% mientras que el PIB lo ha hecho en un 29,5% (Declaraciones del Secretario de Estado, Energía y Pymes, el 10 de abril de 2002). Por otro lado, las emisiones españolas de CO2 entre los años 1990 y 2000 han crecido un 33%, mientras que el límite establecido en el Protocolo de Kioto era de sólo el 15%. Aun escapando de alarmismos apriorísticos, las perspectivas del futuro no pueden ser muy halagüeñas.
Y esto del CO2 no es ninguna broma. Al aumentar la manta de dióxido de carbono sobre la superficie de la Tierra se crea el llamado "efecto invernadero": las radiaciones solares no escapan de la atmósfera y se produce un calentamiento, como consecuencia los procesos atmosféricos se desencadenan mucho más rápido, se produce un notable cambio climático y la entropía se dispara. Conociendo esta relación causa-efecto, no es de extrañar que se produzcan grandes inundaciones en medio de períodos de pertinaces sequías. Las plantas sólo alcanzan a reciclar el 2% del dióxido de carbono presente en la atmósfera, y cada vez menos a causa de la deforestación producida por el hombre.
Con todos estos datos en la mano, no es necesario tener una bola de cristal para predecir el futuro de nuestro planeta, basta con enumerar algunos síntomas significativos de su enfermedad:
- El consumo anual de energía primaria de la Humanidad asciende a unos 10.000 millones de tep, que equivalen a las necesidades alimenticias de 60.000 millones de "hombres típicos trabajadores", muy tragones debido a su fuerte gasto energético, o de 120.000 millones de personas normales. Teniendo en cuenta que el planeta está poblado por unos 6.000 millones de seres humanos, el consumo energético actual es unas veinte veces superior a los dictados de la Naturaleza y, por tanto, no puede ser calificado más que como excesivo. Desde esta óptica, lo que suele tildarse de necesidades energéticas puede ser, con toda propiedad, recalificado como "glotonería". El problema energético tiene más de derroche en el consumo que de carencia en la producción.
- Los recursos energéticos están mayoritariamente basados en combustibles fósiles que, por su propia naturaleza, se pueden agotar muy deprisa. Aproximadamente el 80% del consumo mundial de energía primaria está cubierto por los combustibles fósiles: petróleo (35%), carbón (24%) y gas (21%). A pesar de altibajos coyunturales (algunos países productores de petróleo, por ejemplo, bajan a veces los precios no porque tengan mucho, sino más bien porque lo que tiene es mucha necesidad, y buscan dinero urgente para paliarla), el correspondiente agotamiento se traducirá en importantes subidas de precios, en el plazo de una o dos generaciones.
- El agua, fundamento de toda la vida en el planeta, es un recurso cada vez más escaso tanto en los países pobres como en los ricos. De toda el agua que hay en la Tierra, sólo un pequeño porcentaje es dulce, y encima de ésta no toda es potable. A medida que la población siga aumentando imparable este problema se va a ir haciendo cada vez más acuciante, y probablemente será motivo de guerras para asegurar su suministro. Sólo el desarrollo de tecnologías de depuración eficaces puede llegar a salvarnos del desastre.
- La organización del sistema se caracteriza por la desigualdad: el 20% más rico de la población de la Tierra dispone del 80% del total de los recursos energéticos, lo que significa que un rico promedio dispone de tanta energía como 16 pobres promedio. Las cifras de España y Marruecos se corresponden muy aproximadamente con las de tales rico y pobre promedios, respectivamente. Pero las desigualdades puntuales llegan a ser mucho más notables: un habitante promedio de Sierra Leona consume sólo la cuarta parte de uno de Marruecos, es decir, 64 veces menos que un español y 130 veces menos que un canadiense.
- La desigualdad es creciente. Desde la pasada década de los 70 hasta hoy, la diferencia de renta entre el 10% más pobre y el 10% más rico de la Tierra se ha multiplicado por tres. Es verdaderamente increíble, a la vez que vergonzoso, que las 225 personas más ricas del mundo posean tanto como el 47% más pobre de la humanidad. La mayor diferencia de renta del mundo en un espacio restringido se da entre las orillas del Mediterráneo: el PIB per cápita es de 20.000$ en la orilla norte y de sólo 1.500$ en la sur. Sin embargo, las inversiones económicas en la zona sur has decrecido en la pasada década en un 40%. Teniendo en cuenta que la pobreza no es tan sólo carencia de recursos, sino también sentimiento de exclusión, y que éste se establece por comparación de la propia fortuna con la del vecino, esto significa que los pobres son hoy mucho más pobres que hace treinta años, aunque puede que coman lo mismo. Es decir, la pobreza crece mucho, y ello a pesar de los inmumerables planes que, desde las más altas instancias, se anuncian continuamente para combatirla.
- La comida sigue siendo difícil de conseguir para la mayoría de la población mundial, un problema sin resolver que la humanidad arrastra desde el principio de los tiempos. El conflicto entre ricos y pobres es bien patente es este punto: pese a la presencia de millones de personas hambrientas y desnutridas en muchos países, el dominio sobre los alimentos de los más prósperos hace que los cultivos destinados a pienso para ganado desplacen a los de alimentos básicos para los seres humanos más desfavorecidos. Dicho de otro modo: para que los ricos coman carne, los pobres se quedan sin comer nada. Ejemplos: el sorgo para el ganado sustituye al maíz en México, la soja sustituye a las judías en Brasil, se siembra mandioca en lugar de arroz en Tailandia, y así sucesivamente.
- La desigualdad social creciente es causa de erosión para la estabilidad del sistema. Los movidos sucesos en todas las regiones donde hay importantes reservas de petróleo están bastante ligados con otras catástrofes más cercanas en el espacio, como por ejemplo los tremendos atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. La consecuencia es una progresiva militarización, justificada ideológicamente mediante un discurso maniqueo que predica el enfrentamiento entre los integrados en el sistema (y en tal condición, representantes del bien) con los excluidos de él (por antonomasia, representantes del mal).
- Los residuos del sistema están constituidos no sólo por productos químicos contaminantes, sino también por la masa de pobres que constituye la mayoría de la población mundial. En términos sistémicos, el concepto de residuo se aplica con propiedad a todo aquello que se genera como consecuencia de la actividad del sistema y que su organización preferiría que no existiera, por lo que suele tender a cerrar los ojos ante su realidad. Los "pobres útiles" son aquéllos que pueden llegar a integrarse en el sistema y generar entropía negativa en su interior. Sin embargo, los "residuos humanos", aquellos pobres que el sistema preponderante considera como inútiles y molestos, llaman a nuestras puertas todos los días en forma de pateras e inmigración ilegal. Mientras que "el sistema" decide qué hacer con estos pobres no integrables, ellos se dedican a reproducirse a fuerte ritmo, pues sus posibilidades de supervivencia aumentan en relación directa al número de hijos que traigan al mundo y el esfuerzo necesario para mantenerlos es muy inferior al que requieren los hijos de los "ricos". La diferencia entre los que nacen y los que encuentran ocupación se convierte, por tanto, en una consecuencia indeseada de la propia actividad del sistema y, en tal calidad, puede ser calificada de "residuo no reciclable" en terminología termodinámica, aunque suene un poco fuerte en términos humanísticos. Pero este fenómeno no es nuevo en la historia humana, no crean: los europeos blancos también han deambulado por el mundo, mendigando, robando o conquistando, en no pocas ocasiones. Por ejemplo, F. García de Cortázar y J.M. González Vesga, en su "Breve Historia de España", cuentan lo siguiente del siglo XVIII: "Legiones de pobres y vagabundos inundan las ciudades en el último cuarto de la centuria: son hijos de la quiebra social y de la enfermedad crónica del agro. Lanzados desde Valencia, Extremadura y Andalucía, más de 140.000 hombres se agolpan a las puertas de las casas de beneficencia madrileñas. En una sociedad que pregonaba el pleno empleo como fundamento de una economía sana, pronto se alzarían voces contra esa plaga, identificando la pobreza con la vagancia". ¿Les suena de algo?
- Los mecanismos de decisión, de los que dispone actualmente el sistema, incluyen herramientas para considerar el orden que le aporta el flujo energético (los típicos parámetros económicos como el PIB), pero no para considerar ni el agotamiento de los recursos ni el crecimiento de los residuos. El resultado es una notoria incapacidad para integrar los escenarios de catástrofe (es decir, de crisis) en el análisis del futuro. Así que, como siempre, las crisis vendrán por sorpresa.
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