El camino más evidente para el desarrollo del ser, para la autorrealización, es la "quietud" de la mente, pues de esta forma, dicha mente, libre de inútiles tensiones, puede ser capaz de captar verdades de orden superior, de aprender a mirar los fenómenos tal cual son, y en su modo verdadero de ser.
Por consiguiente, la meditación es transcendental. Al fin y al cabo es lo que apuntó ya Buda hace dos mil quinientos años: "Todos los estados encuentran su origen en la mente. La mente es su fundamento y son creaciones de la mente. Si uno habla o actúa con un pensamiento puro, entonces la felicidad le sigue como una sombra que jamás le abandona".
Hay diferentes vías para alcanzar la quietud o la mente serena. Haremos un somero análisis de las más conocidas.
La vía del Yoga.
Nos haremos eco de partes de la sistematización hecha por Patanjali en el siglo II.
"El yoga consiste en suprimir las modificaciones del contenido mental". La tendencia mediante el método del yoga es la unificación de la mente.
"Entonces el contemplador se establece en su propia naturaleza". El silenciar la mente permite la "captación" del propio ser. O sea, el que ve, el contemplador, queda como un testigo inmaculado e inafectado en el Sí -mismo o Yo real, la esencia ontológica.
Si la persona está en sí mismo no está en la mente, aunque utilice la mente durante su vida.
"Se obtiene la supresión de las modificaciones mentales mediante el entrenamiento y el desapego".
"Adquieren su grado más intenso (el desapego) neutralizando la influencia de los gunas (cualidades de la materia) y logrando el conocimiento del Sí -mismo."
"Los otros alcanzan el samadhi mediante la fe, la energía, la atención, la concentración y la Sabiduría".
"El Divino es un espíritu particular no afectado por las contaminaciones ni por las consecuencias, ni por las acumulaciones de las acciones".
"Las cinco contaminaciones son la ignorancia, el egoísmo, el deseo, la aversión y el anhelo de vida".
"La ignorancia consiste en considerar lo transitorio, lo impuro, lo doloroso y el no -yo, como lo eterno, lo puro, lo dichoso y el Yo".
"El egotismo es la identificación del que ve con el objeto de la visión".
"El deseo es el apego al placer".
"Estas contaminaciones pueden ser combatidas cultivando la actitud mental opuesta".
"Los ocho grados del yoga son: Yama (reglas), niyana (preceptos), asana (postura corporal), pranayama (control respiratorio), pratyahara (abstracción de los sentidos), dharana (concentración),dyana (meditación) y samadhi (éxtasis).
"La concentración es la fijación de la mente en un solo punto".
"Cuando el conocimiento sobre el objeto es continuado se obtiene la meditación".
"Cuando las formas son trascendidas y únicamente subsiste la significación del objetivo sobreviene el samadhi".
"La mente y el Sí -mismo alcanzan igual pureza y se conquista la emancipación". El yogui logra una mente pura que es capaz de reflejar el Sí -mismo y ganar la emancipación.
"Las modificaciones de la mente son siempre conocidas por el Sí -mismo, ya que éste, dueño de la mente, no se modifica".
"El Sí -mismo, que no se identifica con los objetos, se torna consciente del propio conocimiento cuando la mente refleja el objeto".
La meditación en el Yoga.
Hemos de tener en cuenta los siguientes principios.
Los pensamientos van y vienen; no hay problema si no te dejas implicar involucrándote; hay que mantenerse al margen, ser contemplador imperturbable.
El método es retrotraer la mente, replegar la consciencia y así viajar hacia adentro, sintiendo paz, pues el ser interior es existencia, consciencia, dicha. Si la mente divaga demasiado, hay que depositarla en cualquier punto interior, y estar más y más en nosotros mismos. Abandonémonos en nuestra interioridad, sintiéndonos inundados por el Ser, sintiendo su existencia, su consciencia, su dicha. El Ser fluye; tu mente se satura del Ser. Los pensamientos se irán callando. Ignóralos, no los persigas, ni reprimas. Ellos no tienen luz propia; el Ser, sí. "Conoce al conocedor de la mente".
Meditación con mantras.
El método es la reabsorción de la mente en el mantra, experimentándose emocionalmente tan intensamente como sea posible.
Hay tres mantas principales:
- AUM (OM). Es el mantra de los mantras, la esencia de la palabra, la fórmula sonora para denominar a la Totalidad, el Absoluto.
- Om Namah Shivaia. Es el mantra de Shiva, el prototipo de los yoguis. Significa: "Me inclino ante Shiva". Shiva aquí es tu propio ser, el ser de todos, la suprema felicidad interior.
- HAMSA. Es el mantra del proceso respiratorio. El practicante al tomar el aire repite mentalmente HAM, y al exhalar SA, alargando una y otra palabra. Se desarrolla la consciencia del ser y el existir, como parte de la totalidad, con el sentimiento lúcido de YO SOY.
La vía del Zen.
La mente ordinaria tiende a fijarse sin cesar y funciona siempre a través de la lógica, con funcionamiento binario, incapaz de escapar a la dinámica de los pares de opuestos.
Una mente pura puede vivir el instante sin divagar, ajena a toda ensoñación. Es muy receptiva y observadora, y es capaz de captar el objeto de percepción tal como es, sin que el estado anímico o los contenidos mentales la adultere.
Hay que pensar por uno mismo, vivir a través de uno mismo, descubrir el universo que reside en nosotros mismos. Así fluirá el inconsciente obsequiándonos con su poder.
El satori es la percepción de la última realidad, desencadenando la consciencia objetiva, incolora, que no depende de los pensamientos y las emociones.
El satori capacita para vivir el "esto -aquí -ahora", con lo que la mente sufre un segundo nacimiento, remontándose a un nivel en la que la dinámica lógica de los opuestos no funciona.
El satori se presenta bruscamente, de súbito. La iluminación se presente de repente; es como un latigazo rápido y fulminante en la consciencia.
La mente despejada y libre de engaño, que busca la autoridad en sí misma, favorece la aparición o irrupción del satori.
Dicha experiencia satórica ha de ser forzada por la meditación y la vida cotidiana. Contemplación y acción son componentes que tienden a desencadenarla.
Según el zen, no vivimos la vida, sino que la pensamos, la ideamos, nos distanciamos de ella por el descontrol de nuestra mente. Ello es por aferrarnos tanto a nuestras concepciones e ideas preestablecidas que se nos escapa al instante, sin vivirla con plenitud.
Hay que activar al máximo la consciencia para vivir la vida plenamente, firmemente cabalgando sobre su fluir. Ello nos proporciona la maduración de cada momento, maduración que nos hará más emancipados, más desprendidos, en suma, más libres.
El zen insiste en la importancia de la vida cotidiana; es la vía para la budeidad y la iluminación.
La vida es un proceso continuo, en el que hay que dejarse llevar con desapasionamiento, para que nos arrastre y destruya, transformándonos en lúcidos y alertas. Así, la enseñanza se encontrará en uno mismo, cuando la mente se vaya despejando.
La vía del Jainismo.
Según el Jainismo, todo ser humano posee la entidad espiritual denominada Jiva, que se asocia temporalmente con la materia (ajiva). Jiva y ajiva son eternas, pero la primera es sabia y consciente y la segunda inconsciente. Sin embargo Jiva, en su asociación con la materia, pierde su sabiduría, que tiene que recuperar posteriormente para obtener su liberación.
La asociación entre Jiva y ajiva está alimentada por la fuerza Kármica. El Karma es de cinco clases: la materia, el movimiento, la inercia, el espacio y el tiempo.
La vía del Samkhya-Yoga.
Según el Samkhya, en el ser humano hay purusha y prakriti.
El cuerpo, el cuerpo energético, las emociones y los pensamientos son prakriti. En el ser humano hay un principio superior al que se denomina purusha o atmán y que puede traducirse por Sí -mismo, Yo o mónada espiritual.
El yogui, para aproximarse a su esencia, debe irse elevando, poco a poco, por encima del cuerpo, las emociones y los pensamientos, para ir logrando la manifestación de Sí -mismo.
El Samkhya -yoga considera que el purusha (Sí -mismo) no tiene apego, puesto que el deseo está en la mente y en las emociones. El purusha es un testigo desapasionado, y está en todo ser humano, aunque pocos logran separarlo de la prakriti. El ser humano en su ignorancia no tiene la lucidez para ser consciente de la oposición entre el elemento espiritual y el material.
La autoindagación, la autoobservación, el estudio de uno mismo, el discernimiento entre el purusha y la prakriti, junto con la meditación permiten la toma de consciencia del Sí -mismo. Debemos ejercitarnos en mantenernos en un plano de libertad e independencia respecto a los centros mental y emocional, para no dejarnos capturar y someter por ellos.
La ignorancia y el deseo mantienen al purusha en el torbellino de la ley de la causalidad.
La prakriti es una, y el purusha múltiple. También es eterna, dinámica y adopta las más variables modalidades.
La actividad de prakriti es cíclica. A cada período evolutivo le sigue un período de disolución, donde todo el cosmos descansa al cesar su actividad y reposando en la matriz universal que es prakriti.
El ser indestructible que habita el cuerpo está encadenado por sattva, rajas y tamas, los tres modos de ser nacidos de la naturaleza.
Sattva es puro, origen de luz; solamente ata por su inclinación al conocimiento de la felicidad.
El rajas es deseo y pasión, producto de la inclinación del alma a los objetos.
Tamas es la perdición de los seres y encadena por la negligencia y la indolencia.
La prakriti, individuada en el ser humano, es su estructura interior, puesto que según el Samkhya incluso pensamientos y emociones son sustancia material.
El conocimiento debe ser purificado. Desarrollando al máximo el conocimiento interior puede conseguirse el conocimiento intuitivo.
La concentración y meditación, el perfeccionamiento del discernimiento, el sometimiento de las pasiones y el desarrollo de la inteligencia posibilitan el acercamiento a la mente supraconsciente, permitiendo la aprehensión de la realidad señalada por todos los iniciados.
Una comprensión intuitiva permite saber con certeza que el purusha es libre e independiente y que la prakriti no va en detrimento de dicha libertad, sino que por el contrario realza con su actividad la grandeza del purusha y le sirve.
La vía del Shiavismo de Cachemira.
No se trata de luchar contra nuestra mente y nuestras emociones para luego volver a Dios, sino de ver a Dios tal como se ha manifestado, asumiendo incluso la forma de nuestro cuerpo, mente y experiencia.
En esta doctrina se diviniza la vida y el mundo, es decir, se realiza la divinidad evidente y manifiesta en el exterior y en el interior.
Lo bueno y lo malo son caras de la misma presencia inmanente, y a través de la vivencia de lo inmanente se puede llegar con facilidad a lo trascendente.
El mundo y yo estamos llenos de la energía divina que se manifiesta en mil formas. La representación del drama del mundo tiene lugar en mi propia mente, que también es conciencia divina.
La vía de la meditación filosófica india.
Sea el Sankhya o el Vaisesika, los sistemas ortodoxos de la India consideran la materia como el límite inferior de una sustancia universal -esencialmente psíquica- Prakriti, cuyas distintas manifestaciones sensibles aparecen tan sólo en cuanto están coordinadas a las facultades sensoriales que se las ponen como objeto (el olor respecto al olfato, etc.). Todo sistema filosófico indio está formulado en relación a una actividad espiritual empapada de voluntad consciente (ejercicio ascético), que se propone apartar aquellos obstáculos que impiden al ser humano realizar en su alma la realidad inefable que es la esencia del Todo, uniéndose a ella.
Las trabas son para los indios la consecuencia de una especie de Ignorancia primordial, mediante la cual el Ser divino, que vive en nuestro interior, se oculta para poderse hallar de nuevo a través de una ascesis individual. Los filósofos indios conciben el conocimiento y la sabiduría íntimamente vinculados a un ejercicio meditativo y psicológico (Yoga), cuya práctica es el medio para alcanzar la Gnosis libertadora.
En la filosofía india, el pensar mismo se revela como el tejido viviente de la realidad universal. El mundo es pensamiento, logos, o palabra viviente, sabda, o conciencia luminosa, prakasa -vimarsa, y este pensar absoluto está presente en todo pensamiento, aunque sumido en tinieblas como un sueño profundo. Según el Vajrayana budista, la luz de la conciencia total, cuya pantalla de actuación es la vacuidad, y que constituye la base del ser, actúa según los siguientes tres grados: kaya, "cuerpo", o el poder de la voluntad que el hombre percibe ilusoriamente invertido en la inmovilidad del mundo mineral; vak, "palabra", por el cual el hombre experimenta el mundo objetivo a través de su sentir; citta, "pensamiento" o "mente", en el que el hombre es plenamente consciente de sí mismo, como entidad individual separada del Todo.
La unificación de los tres grados a través del éxtasis meditativo (samadhi) constituye la Liberación.
La meditación filosófica de la India ha reconocido cuatro condiciones simultáneas de conciencia a las cuales corresponden otros tantos ámbitos de experiencia, que son: la condición de vela o vigilia, por la cual el hombre percibe los objetos del mundo que analiza temporal y espacialmente (ciencia clásica); el estado de conciencia propio del sueño, en el que el "yo" humano experimenta mientras duerme el tejido de fuerzas vitales que sigue su contextura física en armonía con las fuerzas de la naturaleza exterior, volviéndose un ser psíquico -sensitivo, cuya conciencia se apoya en la función respiratoria y circulatoria; el estado de conciencia del sueño profundo, en el que sitúan los procesos de recambio fisiológico, generación y locomoción, actualizándose su proyección en el espacio y el tiempo como se perciben al estado de vela; y el trance cataléptico, en que se experimenta el "vacío" o la "vacuidad" subyacente a la realidad concreta de todas las cosas, el "revés" conceptual de lo determinado y definido en el espacio.
La vía del Tao.
"El Tao oscila en todas las direcciones: hacia la derecha, hacia la izquierda. Todas las cosas encuentran la vida en su origen y él no las rechaza. Realizada su obra no reclama nada para sí. Sostiene y nutre innumerables cosas pero no domina sobre ellas". (Tao Teh King). En el Tao no hay deseo alguno, puesto que la obra está ya realizada. Si ya somos, ¿qué más podemos ser?.. En el intento de ser más es el deseo, error primordial, la fuente de todas las frustraciones. El universo ya es. "Lo posible se puede hacer; hagámoslo. Pero no tratemos de hacer lo imposible".
"El sendero de la no- práctica es el sendero de todos los budas". (Tilopa)
(Es curioso que los chinos dispongan de una sola palabra para expresar el concepto mente y corazón).
La vía del Siddha Yoga.
Sus ideas básicas y propuestas son las siguientes.
Hay que utilizar el poder de la mente, que es consciencia, de una manera creativa. En lugar de estrangular dicha mente, por verla como un problema, intentemos entenderla, porque su poder como expresión de la consciencia puede también liberarnos.
Contemplemos lo que es el ser, no a nivel intelectual, sino emocionalmente, para que lo que permanece oculto empiece a manifestarse con claridad. Cuando la mente comienza a contemplar de esa manera, se expande por sí misma y la mente contenida, en su expansión, se transforma en consciencia ilimitada.
La vía de la mística cristiana.
Mística etimológicamente proviene del verbo griego "myein"o "myeiszai", que significa "cerrar": También de esta palabra provienen: miopía, misterio, etc. que da idea de un cierto aire de secreto u oculto en lo místico, es decir, una vida espiritual secreta y distinta de la ordinaria.
El principal místico cristiano y último es San Juan de la Cruz. Su obra es una ayuda para la llamada "contemplación" mística.
Para Juan de la Cruz, en la contemplación el espíritu humano se "abre" a lo que está más allá de lo racional. Como ejemplo de lo que decimos, a continuación exponemos un párrafo de su obra "Subida al Monte Carmelo":
"De esto la razón es porque la Sabiduría de Dios, en que se ha de unir el entendimiento, ningún medio ni manera tiene, ni cae debajo de algún límite ni inteligencia distinta y particular, porque toda ella es pura y sencilla. Y como quiera, que para juntarse los extremos, cual es el alma y la divina Sabiduría, será necesario que vengan a convenir en cierto modo de semejanza entre sí, de aquí es que también el alma ha de estar pura y sencilla, no limitada ni atenida a ninguna inteligencia particular, ni modificada con algún límite en forma, especie e imagen".
Esta afirmación básica se expresa en toda su obra, en particular en sus "Coplas sobre un éxtasis de harta contemplación":
"Entréme donde no supe,
y quedéme no sabiendo,
toda sciencia trascendiendo".
("La Noche")
Esa "trascensión" de todo límite, "experiencia pura", la llama la Nada, con connotaciones muy distintas del cero matemático o lógico, porque es la designación de una plenitud sin límite.
El fruto del camino de la contemplación o iluminación es la Serenidad.
La "serenidad del alma" sería el resultado de la completa "desnudez de los apetitos" y la "experiencia de la Noche".
Con estas vías clásicas que pueden orientarnos de alguna manera en la búsqueda personal, en ese viaje hacia nuestro interior, imprescindible para empezar a conocer el ser, nuestro tan querida y desconocida esencia, damos por terminado este pequeño tratado de las cosas más básicas y sustanciales que debemos tener presente para iniciar, de una vez por todas, el camino que lleva a instalarnos en el papel, que queramos o no, nos tiene asignado el universo todo: ¡La Providencia!