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Principios generales de la biología. Un punto de vista sobre la evolución
Singularidades y evolución: el camino del azar

Jorge Barragán
 
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"El hombre existe por circunstancias casuales, y si el árbol de la evolución se plantara nuevamente desde su semilla, probablemente no volvería a aparecer"
S.Gould


El modelo de Zeeman

El modelo matemático de Christofer Zeeman, permite describir el proceso evolutivo tal como se lo concibe, siguiendo una rigurosa lógica de razonamiento, pues al traducir las expresiones verbales en expresiones numéricas, se evita que cualquier desviación por imaginería poética vicie las conclusiones.

En realidad, el modelo resulta de la aplicación de la teoría de singularidades - de René Thom, Vladimir Arnold, y John Mather, entre otros- al campo de la evolución, y permite resolver algunas viejas cuestiones como la oposición entre gradualistas y puntualistas. Pero su mayor virtud, es que predice con acierto los fenómenos que se producen durante la evolución, tal como se la entiende hasta el presente. Esto lo convierte en un reflejo bastante fiel, de la concepción que se tiene del proceso evolutivo.

Sin embargo, guardar un orden lógico de razonamiento es una condición necesaria para poder arribar a la verdad, pero no es una condición suficiente. Se debe además, partir de premisas correctas, ya que sin tal condición, por más lógico que sea un razonamiento, pierde todo lazo de unión con la realidad.

El modelo de Zeeman describe con justeza nuestra concepción de la evolución, pero si nuestra concepción teórica fuese errónea, la culpa no será del modelo, sino nuestra. En todo caso, las matemáticas ayudan a poner de manifiesto que el concepto que se tiene de la evolución, puede no ser el que se ajusta a la realidad.

Si se pone la evolución en números, se puede graficar la totalidad de las formas de vida posibles, como un plano llamado "espacio de formas". En el mismo, a cada punto del plano le corresponde una forma de vida, de existencia potencial. Figura IV - 1.

Ahora, si se añade un grado más de libertad en el gráfico, otorgándole una tercera dimensión, se obtiene la representación de la función de adaptación de los seres vivos a su ambiente.

Si se parte de la base de que en el plano, el producto entre dos vectores genera un tercer vector ortogonal a los anteriores, la adaptación de los seres vivos podría estar representando el producto vectorial entre las mutaciones y la variación ambiental, que vendrían a representar los vectores del plano que define al espacio de formas. Con la presencia de la adaptación, el primitivo espacio de formas se alabea y deja de ser un simple plano, para pasar a ser un espacio tridimensional, llamado "espacio de competencia". Figura IV - 2.

Y en este espacio de competencia, los máximos locales son ocupados por los organismos más adaptados, que se encaraman en la cima de las sendas colinas que resultan de la operación. A cada máximo local, le corresponde una especie.

Los valles entre las colinas, en cambio, son ocupados sólo transitoriamente por aquellos seres menos adaptados a su ambiente. Su poca adaptación al medio, los convierte en seres poco viables, y su existencia es corta. Tales organismos, están condenados a una rápida extinción.

El modelo predice que el origen de una nueva especie, no puede basarse sólo en las mutaciones. Se requeriría de una serie muy precisa de mutaciones, o de una alta tasa de mutación, y ello generaría caos antes que una nueva especie. Además, de este modo la especie a partir de la que evoluciona otra, no desaparece. Esto no es lo que frecuentemente se observa en la naturaleza, y por otra parte, resulta en bifurcaciones del árbol evolutivo, lo que tampoco responde a la realidad. Lo más frecuente en el árbol de la evolución, son las multifurcaciones.

Para que se origine una nueva especie, hace falta algo más que las mutaciones. Lo que se requiere, es considerar que la viabilidad de un organismo, depende no sólo de sus condiciones intrínsecas, sino también de su ambiente. La variación ambiental, es fundamental a la hora de considerar la evolución de las especies.

Y la variación ambiental puede presentarse en dos formas:

Un tipo de cambio, es lento y continuo, en el que el nicho ambiental cambia de forma o de sitio, pero sigue siendo el mismo. Entonces, la especie que se encuentra en el nicho puede poner de manifiesto su "estabilidad intrínseca", respondiendo con rapidez, efectuando los cambios adaptativos necesarios para asegurar su supervivencia. Si el ambiente cambia lentamente, la especie también cambia con lentitud, adaptándose a la variación ambiental. Pero el nicho ambiental sigue siendo el mismo, y la especie sigue siendo la misma, manteniendo máximas su competitividad y aptitud para la supervivencia. Figura IV - 3.

El otro tipo de cambio, es súbito y discontinuo, en el que un nicho ambiental colisiona con otro y desaparece, al paso que se genera otro nicho nuevo. La variación ambiental genera un nuevo nicho, desocupado al principio. Pero la especie que se encuentra en el nicho que está a punto de desaparecer, sufre una mutación que le permite ocupar el nuevo nicho, y lo hace.

No sólo un nicho desaparece y es reemplazado por otro nuevo, sino también una especie desaparece al paso que se origina una nueva. Ni el nicho ni la especie son los mismos, el cambio súbito no es una mera versión acelerada del cambio lento, sino que es esencialmente distinto.

Un cambio de estas características, satisface la observación de la desaparición de especies, pero así descripto no sólo no genera multifurcaciones, sino que ni siquiera genera bifurcaciones.

Tan sólo ocurriría que, una especie sería reemplazada por otra. Figura IV - 4.

Pero si se considera que lo que en realidad ocurre es que, la variación ambiental puede generar varios nichos ambientales desocupados a la espera de los organismos capaces de ocuparlos, y los seres vivos pueden sufrir varias mutaciones, este tipo de cambio resulta apto para explicar el origen de las especies.

Así, cualquier forma de criatura en particular, se encuentra rodeada por variaciones aleatorias de dicha forma. Las formas dotadas del mismo nivel de adaptación, se hallarán situadas en la misma curva de nivel, o isocontorno del paisaje competitivo. Es decir, que se trata de seres igualmente aptos y poseedores de la misma tasa de supervivencia. Ladera abajo y hacia el valle, se encuentran las formas menos adaptadas, y por lo tanto menos capaces de sobrevivir.

En caso de que la variación ambiental genere varios nichos nuevos, se crea el potencial ya no para sólo una especie nueva, sino para varias especies nuevas. Y si el conjunto de isoformas constituido por las variaciones aleatorias de cierta forma de vida, que se encuentran en el isocontorno de ésta, puede ocupar los nichos creados por la variación ambiental, se crearán tantas especies nuevas como nichos haya y se puedan ocupar. Desde luego, el nicho ambiental de origen en el que se encontraban las isoformas referidas, desaparece en el curso de la variación ambiental que generó los nuevos.

El enfoque satisface ahora, las multifurcaciones que describe la teoría de la evolución, pues al abrirse como un abanico, el conjunto de isoformas se fragmenta, y cada parte ocupa la cima de colinas vecinas, explicando la especiación múltiple. Figura IV - 5.

Sólo el lento depósito de los sedimentos litogénicos, comprime la escala temporal en que ocurre el proceso, y lo hace de una manera tan eficaz, que modifica la apariencia del árbol evolutivo.

La esencia de la teoría de la evolución reconoce dos fuerzas motrices que son, la variabilidad genética al azar, y la selección natural o supervivencia de los más aptos, que se basa en la variación ambiental. El acople de estas dos fuerzas en un mismo diseño matemático, permite obtener una precisa descripción del proceso evolutivo, y predice para el mismo las siguientes características:

  1. Durante la mayor parte del tiempo, las especies cambian tan lentamente como su entorno ambiental, o bien no cambian en absoluto. Tales cambios son adaptativos, tendientes a mantener la competitividad y aptitud de supervivencia.
  2. Durante los cambios lentos, tanto del entorno ambiental como de las especies que ocupan sus nichos, no ocurre la creación, aparición, o evolución de ninguna especie nueva a partir de aquélla que sufre los cambios. Los nichos ambientales y las especies, son los mismos.
  3. Sólo en ocasiones aisladas y poco frecuentes en relación a la frecuencia de los cambios lentos, tanto las especies como se entorno, sufren cambios rápidos o catastróficos, durante los cuales ocurre la creación de especies nuevas, que ocupan nichos nuevos.
  4. Cuando se producen cambios singulares o catastróficos, tanto en el ambiente como en las especies, es frecuente que ocurra la evolución simultánea de varias especies, lo que explica la especiación múltiple.

Y dado que el modelo predice con justeza lo que en realidad ocurre, se puede concluir que el mismo describe con razonable aproximación, la naturaleza del proceso evolutivo.

Admite además, la coexistencia pacífica entre los cambios lentos y los súbitos, reconociendo que ambos son posibles en el proceso evolutivo, aunque con distinta frecuencia de presentación, y con distinto significado para uno y otro.

Acaba con la lucha entre gradualistas y puntualistas, evidenciando que no existe necesidad lógica de tenerlos como conceptos contrapuestos y en conflicto. Los cambios lentos, defendidos a ultranza por los gradualistas, son con mucho, los más frecuentes. Pero los que explican la aparición de nuevas especies, son los cambios súbitos, tan apreciados por los puntualistas.

Después de todo, una teoría de la evolución no puede sólo explicar la génesis de la diversidad, debida a los esporádicos cambios súbitos, sino también explicar lo que ocurre la mayor parte del tiempo con la mayor parte de las especies. Ambos cambios, son apreciados en su justa medida en el modelo de singularidades aplicado a la evolución. Las variaciones lentas explican lo que ocurre a la mayoría durante la mayor parte del tiempo, y las variaciones rápidas explican lo que ocurre a algunos pocos de tanto en tanto. Pero esto último es importante, porque eso que ocurre a algunos pocos de tanto en tanto, explica el origen de las especies, la esencia de la evolución.


Sus consecuencias

El modelo de catástrofes aplicado al proceso evolutivo, pone de manifiesto de manera contundente e irrefutable, que la evolución es concebida en función de la adaptación. Esto, no significa que se confunda adaptación con evolución, pero es claro que se considera a la evolución en términos del proceso de adaptación, al punto que se la suele llamar "evolución adaptativa".

Como se dijo en el capítulo precedente, este es un error conceptual que deviene de no profundizar en las razones por las que la evolución produce seres con mayor capacidad de adaptación. Este error de interpretación, tenaz, ha contaminado subrepticiamente todos los marcos teóricos que se han construido para explicar el proceso evolutivo, desde las teorías predecesoras a la de Darwin, la misma teoría de Darwin, y todas las concepciones y aportes posteriores a ella.

El modelo de Zeeman arrastra esta falsa interpretación de los hechos, bajo la forma de una condición implícita, como lo es suponer que la evolución consiste en producir nuevas especies, generalmente más adaptadas a su ambiente.

Considerada así, la evolución puede resumirse a un espacio de formas, que se transforma en espacio de competencia por medio de la adaptación. Se puede además, explicar que la adaptación es el resultado de la variación ambiental y las mutaciones aleatorias, lo que constituye en adecuada combinación, la fuente de nuevas especies, la esencia del proceso evolutivo.

Pero hay algunos detalles importantes, que obligan a un profundo replanteo. Y algunos, son sutilmente expuestos por el mismo modelo de Zeeman.

Una consideración de interés, es que la evolución es un proceso no local -universal-, que no depende de las condiciones ambientales que afectan directamente al proceso de adaptación.

El marco de referencia de la adaptación, se encuentra restringido al medio local en el que se desenvuelve el ser vivo. El grado de adaptación a su medio que una cierta forma de vida logre, resulta en parte, de la capacidad de adaptación que intrínsecamente posea esa forma de vida, y en parte de las exigencias del medio local en el que se desarrolla esa forma de vida.

La adaptación depende de condiciones locales, ya que el medio ambiente es particular para cada organismo, y no de valor universal para todos los seres vivos.

La capacidad de adaptación es, en cambio, producto de la evolución, e influye decididamente sobre la adaptación que puede lograr el organismo a su medio. Pero la evolución no genera seres más adaptados, sino seres con mayor capacidad de adaptarse.

Si un nicho ambiental aparece, y es ocupado por seres que ocupaban otro nicho que desaparece, esto no se debe sólo a que debieron mudarse de nicho, sino también a que pudieron hacerlo. Y las mutaciones que se lo permitieron, no tienen obligación de ocurrir a la vez que es está produciendo el cambio de un nicho por otro. El ambiente puede crear un nicho tan exigente que, en cierto momento no existan seres capaces de ocuparlo. De hecho, esto parece ser una situación frecuente en la naturaleza.

Del mismo modo, los seres vivos pueden operar cambios genotípicos que no se traduzcan en cambios fenotípicos, hasta que el medio -entre otros factores- se lo permita.

Cuando la forma de un ser vivo cambia al ocupar un nuevo nicho, ello se debe a que pudo hacerlo, y no sólo a que debió hacerlo.

A veces es el nicho el que espera a que aparezcan los seres vivos capaces de ocuparlo, como lo expresa el modelo al acreditar que la variación ambiental crea el potencial para nuevas especies, siempre y cuando la variación sea súbita, comportando la desaparición de un nicho y la aparición de otros. Pero a veces son los seres vivos los que esperan, sin que quizá tengamos oportunidad de saberlo, a que aparezca la variación ambiental súbita que les permita poner de manifiesto el cambio que son capaces de operar.

La evolución, quizá "pasa" por donde no la vemos. Quizá sólo vemos algunas de sus consecuencias, como la creciente capacidad de adaptación y la creciente organización .

La adaptación en sí, no es un indicador fidedigno de evolución. La capacidad de adaptación, en cambio, sí lo es, porque resulta de la mayor eficiencia, que es la esencia de la evolución.

De hecho, la adaptación puede ocurrir sin necesidad de implicar evolución.

Esto es destacado pocas veces en las expresiones verbales de la teoría de la evolución, pero se hace notable al traducirla a su expresión matemática: La mayor parte del tiempo, las especies cambian poco, adaptándose a los lentos cambios de su ambiente. Durante los cambios lentos no aparecen nuevas especies, ni existe evolución. Pero existe adaptación.

La adaptación, no es una consecuencia de la evolución. Observar la evolución en términos de la adaptación de los seres vivos a su medio, es un tremendo error.

Una bacteria puede desarrollar formas L, un animal puede cambiar su color o aún su sexo, sin que ello implique evolución. Tales cambios significan adaptación, pero no evolución.

Por otra parte, si bien la evolución puede manifestarse en seres más adaptados a su ambiente, también puede ocurrir que, seres más evolucionados no puedan hacer efectiva su mayor capacidad de adaptación. Ello puede resultar de que el medio no cambie, o de que lo haga en una forma tan exigente, que ni aún su gran capacidad de adaptación pueda sortear el escollo.

Otro punto de vital interés, es que tanto conceptual como matemáticamente, en la teoría de

Darwin no existe necesidad lógica de un origen y pasado común para todos los seres vivos.

Si las especies se van a originar por variaciones genéticas aleatorias, y variaciones súbitas y esporádicas del ambiente, generando multifurcaciones que implican la aparición de especies en un número mayor que las que desaparecen, la vida admite un origen diverso, además de la posibilidad de una diversidad creciente durante su evolución.

Que la diversidad es creciente, no ofrece dudas, desde que se generan más especies que las que desaparecen. Pero el posible origen intrínsecamente diverso de la vida, puede requerir de explicación. Si el surgimiento de las formas de vida depende de condiciones locales, expuesta a las variaciones ambientales, la vida puede surgir en tantos sitios como condiciones locales puedan definirse.

Lo importante, no es que la vida pueda surgir en varios sitios, sino que en cada uno de ellos, las condiciones deben ser distintas. De lo contrario hay que suponer que las mismas condiciones locales, se presentan en diferentes sitios. Y de iniciarse sólo en un sitio, se debe concluir que el mismo es un sitio singular y privilegiado, lo que es altamente improbable. En todo caso, si las condiciones fueron las mismas en muchos sitios, es claro que las mismas no son el resultado de la localidad, sino de alguna propiedad común a todos los sitios, con lo que deja de ser una circunstancia local.

De lo contrario, sería válido plantear la misma pregunta que los filósofos de la edad media se hacían con respecto al origen del universo: ¿por qué el universo (la vida en nuestro caso), apareció en el lugar y momento en que lo hizo, y no un poco antes y a la derecha?.

La respuesta es: porque las condiciones que definen su aparición y posterior evolución, son no locales. A lo que se debe agregar que, como las condiciones locales no intervienen, no es posible hallar un sistema de referencia privilegiado. Todos los sitios físicos que reúnen las condiciones generales -no locales- para la aparición de la vida, son equivalentes. La pregunta carece de sentido.

El origen de las especies y el origen de la vida, no son la misma cosa, pero se encuentran vinculados. Cualquier teoría que dependa de condiciones locales para dar cuenta del origen de la vida y el proceso evolutivo, tendrá serias dificultades para satisfacer la necesidad de un antepasado común para todos los seres vivos. No es cuestión de explicar que la vida apareció en un sitio, y luego se diversificó. El marco teórico general no puede admitir un origen diverso.

El enfoque Darwiniano, admite un origen múltiple y diverso de la vida, dada su dependencia de las condiciones locales. Lo único que haría la evolución, es perpetuar esta suerte de multiplicidad y diversidad de origen.

Sin embargo, se dice que la teoría de la evolución implica un pasado común para todos los seres vivos, cuando en realidad ese es un requerimiento que la teoría debe y quiere satisfacer, pero no lo hace.

Existe algo más que una necesidad lógica de considerar un origen y pasado común, lo que existe es una necesidad real. La vida no tiene un origen múltiple y diverso, sino único, como lo atestigua el código genético, desde algunos antepasados prebióticos, hasta las primeras células. La teoría de la evolución satisface la necesidad de explicar el origen de la diversidad de las especies, pero no satisface la necesidad de un antepasado común. Por otra parte, el modelo pone de manifiesto uno de los conceptos esenciales de la teoría en cuanto a la evolución de nuevas especies, y es que la especie "madre" se extingue, dando paso a las especies "hijas" que se originan.

Si bien el hecho es localmente cierto, no invalida que desde un punto de vista no local -universal-, se pueda apreciar por ejemplo, que los peces no dejaron de existir y evolucionar por el hecho de que algunos de ellos conquistaran con éxito la tierra firme. Del mismo modo que los monos no dejaron de existir y evolucionar después de haber aparecido el hombre sobre la tierra.

Quizá lo que más se deba agradecer al modelo matemático, es que pone de manifiesto que el modelo teórico de evolución, asimila la variación ambiental al proceso de selección, de donde deriva una íntima relación entre adaptación y evolución. Los biólogos podemos decir que no confundimos la evolución con la adaptación, y que la selección no equivale a la variación ambiental. Pero la verdad, es que nuestros conceptos no son claros.


Del modelo de Zeeman, a la teoría de Gould

Aún siendo el resultado de una de las aplicaciones de la teoría de catástrofes, el modelo de Zeeman no se aleja de las nociones clásicas tan radicalmente como pretenden algunas otras hipótesis.

Tales hipótesis arrastran también el vicio de describir la evolución en términos de adaptación, pero reniegan casi con ferocidad, de asociar el proceso evolutivo a la noción de algún tipo de progreso.

Para llegar a estas concepciones, hay que partir de la base de que la selección natural no es la única fuerza que modela la evolución. Una gran dosis de azar, también contribuye a generar el proceso. Y en realidad, ello fue admitido desde las tempranas épocas en que

Darwin escribió "El origen de las especies".

El "camino" de la vida se hace tan indefinido, tortuoso e impredecible, que en realidad se carece de toda noción de trayectoria, orientación y sentido. Un cúmulo de circunstancias difícilmente repetibles, da origen a las especies, sin implicar jamás la idea de progreso evolutivo, y la historia de la vida resulta así, extremadamente sensible a las condiciones iniciales (a los cambios).

Bajo esta óptica, cada una de las ramas del frondoso árbol evolutivo, no significa progreso alguno, sino el resultado de las fortuitas circunstancias que le dieron origen. El hombre, o cualquier otra especie, sólo existen por obra y gracia de un conjunto de circunstancias casuales, y si el árbol de la evolución se plantara nuevamente desde su semilla, no volverían a aparecer.

Muchos de los acontecimientos ocurridos, podrían haber tenido lugar de manera diferente, ya que si el primer linaje cordado " Pikaia", un simple e infrecuente nadador Cámbrico no hubiera sobrevivido, o si los primeros peces con aletas lobuladas no hubieran triunfado, jamás se hubiera conquistado, tiempo después, la tierra firme. Del mismo modo, si no hubiera caído un asteroide hace 65 millones de años, quizá los dinosaurios aún dominarían la tierra, y los mamíferos no hubieran podido generar primates, algunos de los cuales abandonaron los árboles para caminar por las sabanas africanas.

Todo pudo haber ocurrido de otra manera, pero el hecho es que ocurrió como ocurrió, y no de otra manera. Y nuestra misión, es explicar cómo es que ocurrió lo que ocurrió, en vez de teorizar sobre cómo pudo no haber ocurrido lo que ocurrió, o cómo pudo haber ocurrido lo que jamás ocurrió.

El enfoque, es una radicalización extrema del papel del azar. Un profundo indeterminismo domina la escena de la evolución, entronizando la casualidad como fuerza motriz. Una visión probabilística a ultranza de la naturaleza, aplicada a la evolución.

Y en realidad, el marco teórico que proponen estas interpretaciones, es esencialmente lógico.

La interpretación que podríamos llamar "clásica" de la evolución por selección, es captada con justeza por el modelo de Zeeman, y el mismo admite la posibilidad de recibir en su seno, las interpretaciones "cuánticas" o "probabilistas" de la evolución.

De todos modos, ambas describen la evolución en función de la adaptación. Y la transición de una a otra interpretación, es sólo una cuestión de simplificación. Clásicamente, si bien el azar interviene en la evolución de nuevas especies, la adaptación encierra la noción de progreso, que se hace conceptualmente extensivo al proceso evolutivo, ya que la evolución produce, según este enfoque, formas de vida cada vez mejor dotadas para adaptarse.

La visión probabilista del fenómeno, simplifica el análisis destacando el carácter local del proceso de selección, y evita acompañarlo de cualquier idea de progreso. No sólo el origen de las nuevas especies se halla signado por el azar, sino también el proceso de adaptación. No hay progreso, ni en la evolución, ni en la adaptación.

Si se aborda el tema despojado de cierta noción intuitiva de asociar la idea de progreso a la evolución, se debe admitir que el enfoque probabilista tiene rigor lógico, aunque se aleje de las concepciones clásicas más arraigadas. Después de todo, la intuición no puede invalidar a la observación.

Pero si se aborda el tema considerando que la evolución es la creciente eficiencia en la administración de la energía y la información, se debe concluir, no sin pesar, que estas son las cosas que pasan cuando se analiza la evolución en función de la adaptación. Hasta las teorías más osadas, encierran parte de la verdad.

La teoría de Gould, reconoce que muchas características de la vida son predecibles por las leyes de la naturaleza, pero considera a estos aspectos demasiado generales como para proporcionar la exactitud que se busca a la hora de validar los resultados de la evolución: chanchos, rosas, personas, etc. Se trata de leyes tan vagas y generales, que no aportan datos que expliquen por qué hay cangrejos, caracoles, u hormigas.

Los conceptos muestran tempranamente, que el vicio de observar la evolución en función de la adaptación, es arrastrado también por esta teoría. La evolución no produce, según el enfoque de quien escribe, monos, perros o seres humanos. Lo que la evolución produce, son seres cada vez más eficientes para administrar la información y la energía. Las formas que estos adquieren, depende luego, de condiciones locales.

Y como muestra de que el vicio de enfoque es llevado aquí demasiado lejos, se destaca que el modo bacteriano de vida es, ha sido y será -según Gould- , el que perdurará por siempre, eternizando esta suerte de "edad de las bacterias".

Se esgrime que por la misma naturaleza física de la autoorganización y la química del origen de la vida, los primeros seres vivos surgieron en el límite inferior de la complejidad retenible, a lo que se denomina "muro izquierdo de la complejidad". Y dado el mínimo espacio entre el muro y el modo bacteriano, sólo cabe una dirección para el futuro incremento, hacia la derecha, hacia un mayor complejidad. Pero esto no es visto como una tendencia general, sino como saltos ocasionales hacia la región de mayor complejidad. Esto es interpretado así, porque se trata de fenómenos raros y episódicos, y los seres que "saltan" no constituyen una serie evolutiva, sino que se trata de taxones lejanamente emparentados. Figura IV - 6.

La vida ha extendido la "cola" de complejidad hacia la derecha, pero el modo bacteriano, lejos de desaparecer o ser reemplazado, ha crecido en altura, persiste y se extiende por doquier. Las bacterias son adaptables, variadas, ampliamente difundidas, y prácticamente indestructibles.

Se sentencia que se está en presencia de una pseudotendencia hacia la complejidad, pero que no existe apoyo paleontológico como para generalizar que exista una tendencia real hacia una creciente complejidad. Idea que también se contrapone con la propuesta de la creciente eficiencia, ya que el registro fósil no aportará datos directos sobre la evolución, sino sobre la adaptación. Otra observación hecha por Gould, es que la vida se las arregló para subsistir unos 3500 millones de años -5/6 de su historia sobre la tierra- con formas unicelulares, y sólo en los últimos 600 millones de años se produjeron todos los multicelulares que conocemos.

¿Si la complejidad es tan buena, por qué se demoró tanto en dar el paso?.

La respuesta es : Simplemente, porque la complejidad no es ni buena ni mala. El asunto, es que sea o no necesaria. Finalmente, el paso se dio. Y no estamos aquí para juzgarlo, sino para explicarlo. La "demora", no es motivo para cuestionar la idea de progreso evolutivo.

Pero además de arrastrar el sesgo del enfoque adaptativo de la evolución, la teoría de Gould encierra otra particularidad: pretende que la senda que se debería conocer de la vida, es absoluta y objetivamente indeterminada. Y los conocimientos que tenemos respecto a ella, son juzgados como demasiado generales e insuficientes para explicar situaciones particulares.

El desdén por las leyes generales que describen el comportamiento global de la vida, es una consecuencia de la filosofía que subyace a la teoría.

Si se tuviera en cuenta que, el proceso de selección obra como amplificación (a nivel fenotípico) de los cambios genotípicos (mutaciones y deriva), se comprendería que las descripciones clásicas (mal tratadas como pertenecientes a "manuales antañones" por Gould) expresan el determinismo de la selección, y que las generalizaciones no son vaguedades, sino la expresión de la amplificación de los cambios genéticos, de naturaleza aleatoria.

Suponer que se puede conocer la senda de la vida punto por punto a nivel de los minuciosos cambios genotípicos, y de la historia de la adaptación, es un error. Error muy bien marcado por Gould, que con notable habilidad esclarece las falencias de la teoría de la selección en este sentido.

Pero pensar que por ello, la vida no tiene un camino conocible y predecible, es también un gran error. Y creer que ello no es válido porque ocurre a un nivel general, es aún peor. El caso se parece al de la mecánica cuántica: "las trayectorias no son observables, entonces se suprimen". La realidad impone que, una cosa es la verdad y otra la demostrabilidad, por lo que no se puede sentenciar que lo que no se puede demostrar, simplemente no es verdad. Nadie que sepa del teorema de incompletitud de Gödel, puede dudarlo ("en toda axiomática no contradictoria que contenga la teoría de números, habrá enunciados verdaderos, aunque indemostrables").

La evolución por selección no es un fenómeno fortuito ni determinístico, sino un proceso bifásico, con el azar (como caos restringido o determinístico) dominando la evolución a nivel del genotipo, y la selección, claramente determinista, dando cuenta de la evolución de los fenotipos. A decir de Sewal Wright, " La interrelación entre un proceso aleatorio y uno selectivo, no es un camino medio entre el puro azar y el determinismo, sino una vía de consecuencias enteramente diferentes de la de ambos ".

La teoría marca también con acierto, que no sólo los cambios externos explican la aparición de nuevas especies, sino que las posibilidades internas de los seres vivos son determinantes en ello.

La gran expansión del período Cámbrico, no tiene importancia por lo que se ve de ella, sino por lo que no se ve de la misma . La explosión de "modelos" de seres vivos, depende en gran medida de la adaptación, pero a ella subyace la capacidad de adaptación, que es el resultado de la evolución. Aunque hay que destacar que durante el Precámbrico ocurrieron dos hechos fundamentales, como la aparición del aparato fotosintético, y posteriormente el nacimiento de las primeras células eucariotas, seguidas de los primeros multicelulares. Las ventajas de la pluricelularidad, proceden de la repetición de la maquinaria celular que conllevan . Así, pueden vivir más tiempo, dejar más descendencia, alcanzar mayor tamaño y estabilidad fisiológica interna, así como construir cuerpos de gran amplio espectro arquitectónico. Además, las células pueden diferenciarse y especializarse, lo que redunda en un aumento de la eficacia funcional.

Y aquí es de destacar que el modelo de largos períodos de éstasis, interrumpidos por súbitos episodios de cambio que establecen nuevos equilibiros, pudiera generalizarse en varias escalas de tiempo y magnitud, para crear una suerte de estructura fractal. Esto es reconocido en el seno de la teoría, que también encierra una robusta explicación de la génesis de la diversidad anatómica.

La máxima diversidad anatómica -no en el número de especies-, se alcanzó en un momento muy temprano de la vida pluricelular. Los períodos posteriores atestiguan que ocurrió la extinción de la mayor parte de los experimentos iniciales, dando paso a un éxito marcado en el rango de las estirpes supervivientes. Este éxito se mide por la proliferación de especies, pero no por el desarrollo de nuevas formas anatómicas. Hay más especies hoy, como nunca hubo, aunque se hallan restringidas a un número reducido de anatomías básicas. Figura IV - 7.

Estas ideas son compartidas por la teoría del autor, y dejan entrever que, la diversidad se creó al azar y en exceso, mientras que la selección restringe la expresión de la diversidad, con cierta orientación y sentido.

La explosión del Cámbrico, evidencia que por aquel entonces, casi cualquier "experimento" encontró su nicho, luchando con éxito por la supervivencia . Por un lado, la situación se explica por la multiplicidad de variaciones ambientales poco exigentes que ocurrieron durante el período. De modo que no era necesario tener una gran capacidad de adaptación para lograr sobrevivir. Tales condiciones favorables para la prolífica radiación que tuvo lugar, no volverían repetirse. Fue una gran ocasión, y la vida no la desaprovechó. Se generó diversidad, al azar y en exceso, tanto como fue posible. Luego vendrían épocas con otras características, en las que el rigor de la selección se acentuó, depurando la diversidad creada, orientando la evolución hacia unos pocos patrones anatómicos bien definidos. Se acotó la diversidad a unos pocos modelos, dirigiendo la aparición de nuevas especies en ese sentido.

La diversidad morfológica alcanzada en un primer momento, no engendró necesariamente grupos reproductívamente aislados, por lo que el número de especies no creció tanto como el de las diversas formas anatómicas aparecidas. Creció más el número de formas anatómicas, que el número de especies. Esto satisface la propuesta de Gould, y su elegante versión del árbol evolutivo, pero no existe necesidad de entrar en colisión con el concepto de evolución en términos de una creciente eficiencia de los organismos para administrar la información y la energía.

Una vez ocurrida la gran explosión de diversidad biológica, la situación cambió radicalmente, ya que el número de especies creció mucho más que el de formas anatómicas, las que se repitieron una y otra vez durante el curso de la evolución.

En todo caso, no se debe olvidar que la selección no es evolución ni adaptación, sino un proceso de amplificación que opera la transición entre el comportamiento aleatorio de los cambios genotípicos -la evolución a pequeña escala-, y el determinismo -de la evolución a gran escala-, que se aprecia en sus fenotipos.

La evolución, vista como una tendencia hacia la creciente eficiencia de los seres vivos, posee rasgos deterministas. Aunque si se insiste en considerarla en función de la adaptación, parece tan aleatoria como las mismas mutaciones que ocurren en el genoma. No se debe cometer ese error.

Por otra parte, las facilidades externas -ambientales- no son la única causa de la gran radiación Cámbrica, ya que por fáciles que fueran las condiciones, y pocas las exigencias para sobrevivir, aún así había que estar vivo y cumplir con esos mínimos requisitos. Los organismos que triunfaron en la lucha por la supervivencia, no lo hicieron sólo porque era fácil hacerlo, sino porque estaban capacitados para ello. El medio puede ser muy favorable, pero si los organismos tienen una paupérrima capacidad de adaptación, no logran sobrevivir a las exigencias ambientales. Del mismo modo, organismos con una gran capacidad de adaptación, pueden verse sobrepasados por las variaciones ambientales, y perecer. Pero las frutos a largo plazo, los dejan quienes con una gran capacidad de adaptación, sobreviven en donde otros mueren.

De igual manera que las grandes extinciones en masa en la historia de la vida pluricelular, como la de fines del Ordovícico, el Devónico tardío, el final del Pérmico, al final del Triásico, y al final del Cretácico, entre otras menores, ayudan a explicar algunos comportamientos interesantes de las especies durante la evolución.

Si las Diatomeas sobrevivieron mejor que otros grupos de Plancton, se debe a que pudieron desarrollar formas quiescentes. Y si los mamíferos sacaron partido de la extinción de los Dinosaurios, fue porque pudieron hacerlo.

Las Diatomeas no debieron exigirse con bruscos cambios al azar, hasta que alguno le permitiera sobrevivir y, al paso que la especie madre desaparece, se originan las que se ramifican de ella, adaptándose a los nuevos nichos. Lo único que tuvieron que hacer, es estar, pues ya gozaban de la capacidad de generar formas quiescentes. Tal característica no era una virtud de privilegio entre el Plancton de la época. Esperaba su turno. Y llegó. Cuando las condiciones ambientales cambiaron, ellas estaban listas para sobrevivir, en un medio en el que muy pocos podrían hacerlo. Entonces fue cuando la propiedad resultó una ventaja, y quienes no la poseían, murieron.

Las Diatomeas son un ejemplo de que, a veces, los cambios en los organismos les otorgan potencialidades que preceden a los cambios ambientales que le permitirán utilizarlos como una ventaja adaptativa. El caso de los Dinosaurios, es también sumamente interesante. Si hubieran estado preparados para soportar las condiciones generadas hace 65 millones de años, lo hubieran hecho. Si no lo hicieron, fue porque no pudieron.

Poco importa ahora pensar en lo que hubiera pasado con los primitivos mamíferos si los grandes saurios no se hubieran extinguido. Lo cierto es que las mismas condiciones que exterminaron a los Dinosaurios, no pudieron acabar con nuestros pequeños y aparentemente frágiles antepasados. Cabe pensar que nuestros antepasados, no eran tan frágiles como nos lo parecen. La fuerza de la vida, no parece estar en la fuerza bruta del tamaño y la potencia física.

Continuación: Capítulo V. Fractales y evolución: el plan de la naturaleza.



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