Antes de comenzar a hablar del valor formativo que posee la música, y de los efectos benéficos que ésta ejerce sobre el individuo, es de suma importancia dejar aclarado a qué tipo de música nos estaremos refiriendo.
En las sociedades primitivas la música formaba parte de las actividades comunitarias. No había autor, no había obra, no había público. Los asistentes eran casi todos participantes, y las reglas de ejecución, selección de instrumentos, ritmos utilizados, etcétera, estaban supeditados a las circunstancias de la vida social y religiosa.
Por muchos siglos la música continuó siendo una manifestación cultural colectiva, pero llegó un momento en que la comunidad comenzó a delegar su práctica a grupos especializados, dándose así la división entre músicos activos y público oyente. Sin embargo, la música seguía siendo accesible a la mayoría de las personas, dado que aún estaba asociada con los rituales y con las tradiciones sociales, por lo que, generalmente, el público era altamente receptivo y manifestaba su placer o su descontento ante el músico bueno y el músico improvisado.
Con el paso del tiempo, el público fue adquiriendo un comportamiento más pasivo debido a las innovaciones cada vez más elaboradas que iban introduciendo los músicos especializados. La actividad musical del resto de la población quedó circunscrita a la ejecución doméstica de música más o menos simplificada y accesible para los aficionados. La música se fue volviendo compleja y terminó convirtiéndose en patrimonio de una minoría selecta, social y culturalmente. Los grandes músicos comenzaron a salir del anonimato, y la forma en que dominaban una técnica elaborada y refinada les fue dando prestigio. El pueblo comenzó a apartarse de la música culta o académica que no oía mas que en las iglesias, y muy eventualmente, en las antecámaras y jardines palaciegos, y empezó a cultivar otro tipo de música transmitida oralmente y adaptada a sus capacidades y necesidades sociales. Se abrió entonces una brecha entre la música culta y la música popular, que jamás volvería a llenarse.
Durante los siglos XVIII y XIX, la música dejó de ser patrimonio exclusivo de monasterios y cortes, y se democratizó relativamente gracias a la multiplicación de los teatros de ópera y de los conciertos públicos. Sin embargo, el ritual asociado a estos sitios disuadía de asistir a una gran parte del público popular.
Ya en el siglo XX, la comercialización de la música estimuló la formación de clases diferenciadas de oyentes, y los públicos se volvieron cada vez menos cultivados. Comenzó a componerse música de diferentes estilos según el público a quien estuviera destinada y según la demanda existente. Dado que es más redituable producir música fácil, que pagar a músicos profesionales ya sea para componer o para interpretar la música de calidad, la industria musical favoreció la aparición de un producto menos elaborado, de contenidos vacuos e insulsos, que resultara más rentable para los intereses comerciales. Esto determinó, por una parte, los mitos que rodean a la música culta: que es elitista, aburrida, incomprensible, cara e inabordable; y por otra, el falso prestigio atribuido a la música comercial, artificialmente creado en razón de las fabulosas cifras que reditúa a las industrias discográficas.
La vida musical, en la actualidad, ha llegado a ser controlada por profanos, por negociantes astutos para quienes la música es, más que un arte, un bien de consumo como cualquier otro. Estos comerciantes han decidido dividir al público musical en dos familias de tamaño desigual: los aficionados a la música culta, y los aficionados a la música comercial. Mientras que el gran público sigue la moda sin ningún discernimiento, el aficionado educado comienza a formar parte de una minoría selecta cada vez más reducida y agredida sonoramente en su cotidianidad.
La industria musical se encuentra en manos de un grupo de controladores que se ha atribuido la facultad de fijar las normas de la "buena música" y de decidir lo que le conviene al público, imponiendo, en nombre de un pensamiento o "gusto superior", lo que la mayoría debe escuchar. Esto ha llevado a que las multitudes estén cada vez menos cultivadas y sean totalmente sumisas a la presión de los medios de comunicación.
Actualmente, la forma de escuchar de la mayoría de los públicos está condicionada por una apatía cultural. Lo que comenzó siendo un alimento para el espíritu de todas las sociedades, el arte de la música, hoy en día se haya limitado a un círculo reducido de audiencia; mientras que la "música" que producen los comerciantes, y que consumen las mayorías, se ha vuelto un excitante, una droga que a mayor volumen, mejor aturde. Su función ha quedado limitada a sonorizar un ambiente y a sobrestimular al público para condicionar sus respuestas a un consumismo inconsciente, inmediato y frenético.
Desde la época de los griegos se sabía que la música podía facilitar la persuasión y la armonía social; pero también, que ciertas composiciones musicales causaban pereza e incitaban a la gente a realizar actos de agresión y desorden. Incluso Platón, en su obra La República, afirma que la música puede mejorar, pero también empeorar a los ciudadanos; por lo que señala la necesidad de desterrar a algunos artistas de su sociedad ideal, afirmando que con sus obras se estimula la inmoralidad.
Ahora, más que nunca antes, existe una clara e infranqueable división entre la música como expresión artística, y la "música" que es fabricada únicamente para ser un producto comercial. Por supuesto, cuando en este trabajo se habla del valor formativo de la música y de los efectos benéficos que ésta proporciona a la vida del ser humano, nos referimos a la música de arte, a aquella que permite al individuo expresar y percibir la verdad y la belleza.
Todos los que de alguna u otra forma nos dedicamos a esta disciplina artística, tenemos la obligación de dar a conocer los beneficios que la música de arte brinda, y así lograr rescatarla y ponerla al alcance de un mayor número de personas; para que, conociéndola, sepan distinguirla, valorarla, gozarla, y disfrutar de sus bondades.
INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS.
Efectos de la música.
En las últimas décadas, la comunidad científica ha mostrado un gran interés por investigar los efectos benéficos que la música ejerce sobre el ser humano; y se ha comprobado que la música es capaz de producir notables cambios fisiológicos en el organismo. Entre los más importantes están los siguientes: acelera o retarda las principales funciones orgánicas (ritmo cerebral, circulación, respiración, digestión y metabolismo); [ Nota 4 ] incrementa o disminuye el tono y la energía muscular; modifica el sistema inmunitario; altera la actividad neuronal en las zonas del cerebro implicadas en la emoción, e incrementa la resistencia para el trabajo y para las actividades de alto rendimiento, entre otros. [ Nota 5 ]
Psicológicamente, la música puede despertar, evocar, estimular, robustecer y desarrollar diversas emociones y sentimientos. Es una fuente de placer, y puede provocar catarsis y sublimaciones. También puede traer a la memoria olores y colores, y modificar el estado de ánimo del oyente y su percepción del espacio y del tiempo. [ Nota 6 ]
La música suscita el placer estético y mueve a la reflexión; incita y favorece la expresión de uno mismo e induce a la colaboración intergrupal y al entendimiento cultural.
Intelectualmente, la música desarrolla la capacidad de atención y favorece la imaginación y la capacidad creadora; estimula la habilidad de concentración y la memoria a corto y largo plazo y desarrolla el sentido del orden y del análisis. Facilita el aprendizaje al mantener en actividad las neuronas cerebrales, y ejercita la inteligencia, ya que favorece el uso de varios razonamientos a la vez al percibir diferenciadamente sus elementos, y sintetizarlos en la captación de un mensaje integrado, lógico y bello. [ Nota 7 ]
Terapéuticamente hablando, la música se utiliza en el tratamiento de dolencias como la hipertensión arterial, estados de ansiedad, depresión y estrés, y alteraciones del sueño. También se emplea en la rehabilitación de pacientes psicóticos, de niños autistas y de adolescentes con trastornos del comportamiento. [ Nota 8 ]
El empleo terapéutico de la música se denomina musicoterapia, ciencia que se ocupa del mantenimiento, la restauración y el acrecentamiento de la salud, tanto física como mental, a través de la música. Mediante técnicas específicas de la musicoterapia, se pueden estimular los neurotransmisores endógenos del cerebro, de tal forma que provoquen reacciones químicas que mejoren, aceleren o favorezcan el aprendizaje. [ Nota 9 ]
Desarrollo cerebral de los músicos.
A nivel cerebral y neurológico, la música brinda innumerables beneficios a quienes la practican regularmente. Las investigaciones realizadas por Richard Frackowiak del Instituto de Neurología de Londres, han comprobado que el cuerpo calloso (conglomerado de fibras nerviosas que conectan los hemisferios cerebrales transfiriendo información de uno a otro) es más grueso y está más desarrollado en los músicos que en otras personas. Esto comprueba que la música incrementa las conexiones neuronales y estimula tanto el aprendizaje -actividad prioritaria del hemisferio izquierdo-, como la creatividad, actividad principalmente desarrollada en el hemisferio derecho.
Este investigador también descubrió que el lóbulo temporal de la corteza cerebral es más pronunciado en los músicos. Al parecer, en esta zona del cerebro que está relacionada con los procesos del lenguaje se "clasifican" los sonidos, lo que sugiere la existencia de un eslabón perceptivo entre el lenguaje oral y el lenguaje de la música. La música estimula una zona del hemisferio izquierdo que también se asocia con el lenguaje, llamada área de Broca, lo que ha llevado a los investigadores a pensar que en esta región se interpretan no solamente los sonidos del lenguaje, sino todos aquellos que, de alguna u otra forma, nos resultan familiares. [ Nota 10 ]
En un artículo aparecido el 23 de abril de 1998 en el Journal Nature, se refiere que investigadores de la Universidad de Münster, Alemania, descubrieron que las lecciones de música en la niñez agrandan el cerebro de quien las recibe. Estos investigadores encontraron que el área cerebral que se ocupa del análisis de las notas musicales, es un 25% más grande en los músicos que en la gente que nunca ha practicado la ejecución de un instrumento. Estos hallazgos sugieren que los músicos, a diferencia del resto de la población -y debido a su entrenamiento-, crean nuevas conexiones neuronales para procesar los sonidos y mejorar su sincronización durante la práctica de un instrumento, lo que ocasiona que el área se vaya agrandado a través de la práctica y la experiencia.
Conjuntando los resultados de un gran número de investigaciones, se ha llegado a la conclusión de que no existe una zona cerebral exclusiva y específica encargada de procesar la información musical, sino que la apreciación y el ejercicio de la música comprometen, y por lo tanto favorecen, la actividad cerebral completa.
Música y conexiones neuronales.
Cuando un bebé viene al mundo, su cerebro está conformado por una gran cantidad de neuronas esperando entrelazarse para encontrar su lugar en la red cerebral. Algunas ya han sido conectadas por los genes hacia circuitos que ordenan la respiración, controlan el ritmo cardíaco, regulan la temperatura y producen reflejos. Sin embargo, la mayoría de las conexiones neuronales o sinapsis están a la espera de ser construidas, lo que significa que éstas no se crearán espontáneamente, sino que necesitarán de una serie de estímulos específicos para establecerse.
Recientes investigaciones muestran que al momento del nacimiento, el cerebro tiene aún un largo camino por recorrer para alcanzar su desarrollo completo, y que este desarrollo dependerá de los estímulos que el niño reciba durante la primera infancia, fase crucial de este proceso. [ Nota 11 ]
Tanto la audición como la práctica de la música favorecen las conexiones neuronales que incrementan la concentración, desarrollan las habilidades matemáticas y facilitan el aprendizaje de idiomas. Cuando el niño es puesto en contacto con la música durante sus tres primeros años de vida, se incrementan sus oportunidades para tener un mejor aprendizaje de las matemáticas y las ciencias en su vida de estudiante. [ Nota 12 ]
Desde muy temprana edad, los niños muestran un marcado interés por los sonidos y en especial por la música, y reconocen espontáneamente diferencias de altura, intensidad y timbre. Estas capacidades, que la mayoría de los niños presentan en forma innata, pueden afinarse y perfeccionarse por medio de la educación musical; pero si estas habilidades natas no se estimulan, tienden a atrofiarse hasta desaparecer. Es alrededor de los once años cuando los circuitos neuronales disminuyen su capacidad para establecer nuevas conexiones, por lo que después de esta edad, los niños que no han tenido música en su educación ya no podrán desarrollar la aptitud para identificar la altura y el ritmo, entre otras habilidades. [ Nota 13 ] Esto significa que el resto de su vida serán funcionalmente sordos ante los verdaderos estímulos musicales y jamás tendrán la oportunidad de disfrutar de toda la riqueza de la música; y, si por azares del destino en algún momento sienten el deseo de acercase a ella, tendrán que vencer muchas dificultades y utilizar otras habilidades intelectuales para sustituir aquellas que previamente no tuvieron la oportunidad de desarrollar.
La teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner [ Nota 14 ] afirma que cada persona tiene por lo menos siete inteligencias o habilidades cognoscitivas que son: la lingüística, la musical, la lógico-matemática, la espacial, la cinestésico-corporal, la interpersonal y la intrapersonal. La mayoría de los individuos tenemos la totalidad de este espectro de inteligencias, cada una desarrollada de modo diferente y en un nivel particular, producto de nuestra dotación biológica propia, de su interacción con el entorno y de la cultura imperante en su momento histórico. Las combinamos y las usamos en diferentes grados, de manera personal y única.
Aquellos en quienes predomina la inteligencia musical, muestran una especial sensibilidad hacia la música y gustan de escucharla; poseen una gran habilidad para ejecutar instrumentos musicales y son entonados para cantar.
Gardner ha comprobado que de todos los dones con que pueden estar dotados los individuos, ninguno surge más temprano que el talento musical. Durante la infancia, los niños normales cantan y balbucean por igual; pueden emitir sonidos únicos, producir patrones ondulantes, e incluso imitar trozos melódicos cantados por otros con algo más que exactitud casual. Los pequeños, desde los dos meses de edad, ya pueden igualar el tono, volumen y contornos melódicos de las canciones de sus madres, y a los cuatro meses pueden también igualar la estructura rítmica. Los niños están predispuestos de manera especial a absorber estos aspectos de la música, y también pueden involucrarse en juegos sonoros que claramente muestran propiedades creativas.
A la mitad del segundo año de vida, los niños naturalmente comienzan a emitir series de sonidos cortos que exploran diversos intervalos. Inventan canciones propias, y poco tiempo después comienzan a reproducir pequeñas secciones de canciones familiares que oyen a su alrededor. Durante cerca de un año se alternan melodías naturales con la reproducción de pequeñas secciones de canciones familiares; pero hacia los 3 ó 4 años ganan las melodías de la cultura dominante y por lo general disminuye, hasta desaparecer, la creación de canciones espontáneas y del juego sonoro exploratorio. [ Nota 15 ]
Tanto más que en el lenguaje, encontramos impresionantes diferencias individuales en los niños pequeños cuando aprenden a cantar. Algunos pueden repetir grandes segmentos de una canción hacia los dos o tres años, mientras que muchos otros, a esta misma edad, difícilmente pueden aproximarse al tono, y aún hacia los cinco o los seis años pueden seguir teniendo dificultad para reproducir contornos melódicos exactos. [ Nota 16 ]
Durante la edad escolar se incrementa el desarrollo musical, permitiendo que los niños puedan cantar las melodías con mayor exactitud y expresividad. Sin embargo, la escuela le da gran importancia a las habilidades lingüísticas, mientras que el desarrollo de las destrezas musicales ocupa un lugar prácticamente inexistente en la cultura, siendo tolerable el "analfabetismo musical".
Esta rápida descripción de la evolución musical en el niño nos muestra, primero, que al nacer disponemos de habilidades innatas que necesitan ser estimuladas para no desaparecer; y segundo, que el ser humano es primordialmente creativo, y que son la influencia familiar en primer lugar, y después la escolar, las que lo van condicionando a absorber las manifestaciones musicales propias de la cultura imperante, llevándolo gradualmente a la pérdida de su creatividad.
Es esta una aseveración tan importante que, si como educadores queremos contrarrestar su realidad, deberemos tener siempre en cuenta. Primero, exigiendo la implantación de la educación musical como asignatura obligatoria dentro del currículo escolar, de tal forma que podamos favorecer en los niños el desarrollo de estas capacidades innatas. Segundo, para que al elaborar el plan de trabajo se incluyan actividades en las cuales los niños puedan expresar sus habilidades propias, y se favorezca el desarrollo de las mismas y la expresión de su creatividad.
EQUIDAD COGNOSCITIVA.
Debido a la herencia, adiestramiento prematuro o, con toda probabilidad, a una interacción constante entre estos dos factores, algunos individuos despliegan determinadas inteligencias en mayor grado que otras; pero toda persona normal debería poder desarrollar cada una de ellas en cierta medida, aunque sólo fuera modestamente. Estas habilidades intelectuales jamás se desarrollan en forma espontánea, sino que son puestas en acción por las actividades que dentro de las diferentes culturas poseen ya un significado y una practicidad especificas. [ Nota 17 ]
En este punto cabría preguntarnos qué porcentaje de las diversas habilidades existentes jamás se desarrollan a causa de los sistemas escolares actuales; cuántos individuos se ven afectados en su desarrollo por estas circunstancias, y cómo influye esto dentro de la sociedad.
Todavía hasta hace muy pocos años, se suponía que la cognición humana era unitaria y que era posible describir en forma adecuada a las personas como poseedoras de una única y cuantificable inteligencia; sin embargo, ahora sabemos que cada ser humano posee en forma innata habilidades diferentes, y que en la medida que las pueda desarrollar y poner en práctica, podrá vivir plenamente y participar dentro de la sociedad desempeñándose con sus talentos propios, específicos y únicos.
Dentro del sistema escolar actual, existen muchos alumnos a quienes se les diagnostica déficit de atención o dificultades en el aprendizaje; difícilmente obtienen logros escolares y les desagrada el estudio. Al analizar los programas de enseñanza, vemos que estos se concentran en el predominio de las inteligencias lingüística y matemática, dando mínima o nula importancia a las otras posibilidades de conocimiento. Esta es la razón de que muchos alumnos no se destaquen en el dominio de las asignaturas académicas tradicionales y que, por lo tanto, no obtengan reconocimiento, diluyéndose así su aporte al ámbito cultural y social. Se piensa que han fracasado, cuando en realidad son los sistemas escolares los que están suprimiendo sus talentos, a cambio de privilegiar una única visión cultural, que hoy en día es la tecnológica. De esta forma la cultura imperante privilegia y valoriza algunas inteligencias en detrimento de otras, favoreciéndose un desarrollo parcial del intelecto que de otra manera podría ser mucho más holístico o completo. [ Nota 18 ]
CIVILIZACIONES ANTIGUAS.
La música tuvo un papel preponderante en las culturas más antiguas de la civilización. China y Grecia la asociaron con la moralidad: era un símbolo de lo bueno que hay en el hombre. Hacia el año 500 a. C. Confucio dijo: "La fuerza moral es la columna vertebral de la cultura humana y la música es la flor de esta fuerza moral". Los chinos consideraban que la música era un elemento para gobernar el corazón de los pueblos; afirmaban que al haber música en el hogar, existe el afecto entre padres e hijos; y que cuando la música es ejecutada en público, crea armonía entre la gente. Los objetos capaces de producir música bajo el arbitrio humano, eran considerados por los chinos como vínculos con lo divino y lo eterno. [ Nota 19 ]
Refiriéndose al aspecto formativo de la música, Confucio insistió: "El carácter de un hombre debe ser despertado por los cantos, establecido por las formas y completado con la música. La música debe ser considerada como uno de los elementos básicos de la educación, y su pérdida o su corrupción es el signo más evidente de la decadencia de los imperios. ¿Queremos saber si un reino está bien gobernado, si las costumbres de sus habitantes son buenas o malas? Examinemos la música vigente". [ Nota 20 ]
En la Grecia clásica, la música gozaba de gran estima. Los griegos designaban a una persona educada y distinguida como "hombre musical", y utilizaban el término "amúsico" para referirse a las personas incultas. La música y la poesía estaban unidas en una sola, y la declamación se acompañaba del canto y a veces de la danza. [ Nota 21 ]
Fueron los griegos los primeros en señalar la importancia de brindar educación musical desde muy temprana edad, debido a las virtudes únicas y esenciales que se le atribuían a la música, y por considerarse un factor esencial en la formación de los individuos. La perfección de la ciudad-estado iba de la mano con una escrupulosa educación musical que se consideraba esencial para la formación de un pueblo disciplinado. Para los griegos, la música consistía en la enseñanza de lo verdadero, para así alcanzar a equilibrar el espíritu del hombre. Sus funciones principales eran formar la inteligencia y el carácter, y propiciar la salud.
Una vez mencionada la apreciación que de la música tenían las antiguas culturas, cabe hacer el siguiente planteamiento. Desde las primeras civilizaciones eran ampliamente conocidos los beneficios que la música brinda al ser humano y la importancia que ésta tiene en la formación integral del individuo. En la actualidad, época de grandes adelantos y descubrimientos científicos, todos estos fenómenos han sido más que comprobados. Sin embargo, la educación musical como asignatura no se incluye dentro del currículo escolar de gran parte de los países latinoamericanos, y no podemos dejar de mencionar que la música de arte, la que aporta todos estos beneficios, día a día pierde más espacios y se vuelve cada vez no sólo más inaccesible para la mayor parte de la población, sino tan desconocida que en algunos casos, especialmente en los medios de comunicación, resulta objeto de rechazo y menosprecio.
¿Acaso las autoridades educativas no están al tanto de los resultados de estas investigaciones? Y si sí lo están, ¿por qué no se ha incluido la educación musical en los planes de estudio...? ¿Por qué las autoridades culturales no defienden los pocos espacios que quedan para la música de arte...? ¿Quiénes son los beneficiarios de que no se tomen decisiones claras en este sentido?
SOCIEDADES ACTUALES.
En algunas culturas contemporáneas se aprecia enormemente la competencia musical. En China, Japón y Hungría, por ejemplo, se espera que los niños logren pericia en el canto y, de ser posible, también en la ejecución de algún instrumento.
En Japón, el músico y pedagogo japonés Shinichi Suzuki ha demostrado que un gran número de personas pueden aprender a tocar instrumentos musicales muy bien y desde edades muy tempranas. Su método se ha centrado en el desarrollo de la inteligencia musical y ha ayudado a muchos individuos a progresar con rapidez dentro de esta habilidad, poniéndola al alcance de una población mucho más amplia. Su objetivo principal no es crear músicos profesionales, sino que los alumnos amen y vivan la música. Esto lo logra a través de potenciar un ser humano completo que, con trabajo y esfuerzo y en un entorno que le anime con amor y paciencia, pueda desarrollar confianza y respeto en sí mismo. El maestro Suzuki busca un sentido de educación global, de educación musical en la que el instrumento es el medio de alcanzarla. [ Nota 22 ]
Es interesante mencionar que la sociedad japonesa se ha percatado de que existe un amplio perfil de inteligencias humanas, mismas que ellos se han ocupado de desarrollar a través de sistemas educativos integrales. Saben que cada individuo, al poseer características distintas, puede contribuir a un óptimo desarrollo de la sociedad, aportando sus capacidades propias y específicas.
Cada cultura apuesta de manera distinta al despliegue de las inteligencias de sus individuos. La existencia de la habilidad para cantar lograda en determinados grupos culturales, y de ejecuciones instrumentales destacadas entre los violinistas judeorrusos o los xilofonistas balineses, indica que el logro musical no es únicamente un reflejo estricto de la habilidad innata, sino que puede favorecerse a través del estímulo y adiestramiento culturales.
Un grupo que se distingue especialmente por favorecer el desarrollo de las habilidades musicales son los Anang de Nigeria. Los bebés de apenas una semana de edad son iniciados en la música y en la danza por sus madres, y los padres fabrican pequeños tambores para sus hijos. Cuando llegan a los dos años, los niños se incorporan a grupos en los que adquieren habilidades culturales básicas, dentro de las que se incluyen cantos, bailes y ejecución de instrumentos. A los cinco años, los pequeños anang pueden entonar cientos de canciones, tocar varios instrumentos de percusión y realizar docenas de intrincados movimientos de danza. Los mencionados anang afirman que todos los individuos están ampliamente capacitados para la música, y los antropólogos que han estudiado a este grupo aseguran que jamás han encontrado en él a ningún miembro "no musical". [ Nota 23 ]
Todas estas culturas mencionadas, son prácticamente las únicas que en la actualidad se preocupan seriamente por cultivar la inteligencia musical, y por lo tanto, las únicas que brindan a sus individuos la oportunidad de desarrollarse ampliamente dentro del ámbito musical.
EL VALOR ESTÉTICO DE LA MÚSICA.
El arte es la disculpa grandiosa que se da el hombre para ser. El crear objetos que signifiquen algo para sí mismo y para la sociedad, es la única gran justificación de la 'vida humana'. El arte es la expresión máxima de esa vida, que provoca el encuentro entre quienes lo hacen y quienes lo gozan.
Michel Romiex
Serafina Poch cita a Michael Polanyi: "Bebés y niños pequeños hasta los dieciocho meses más o menos no son superiores mentalmente a los chimpancés de la misma edad. Sólo cuando empiezan a hablar es cuando se marcará una distancia astronómica con el chimpancé".
Y ella lo complementa: "Pero el habla es sólo un punto de partida. El hombre se va haciendo hombre al progresar desde el nivel del lenguaje articulado al pensamiento abstracto y a la comunicación matemática. Sin embargo, todo ello lo puede realizar una computadora, más o menos. Lo que hace al ser humano verdaderamente tal, es el progresar y entrar de lleno en el mundo de las emociones, los valores (estéticos, religiosos, morales, sociales, etcétera) y los sentimientos. No será ser humano sano y normal sin lograr un desarrollo equilibrado de todos estos valores". [ Nota 24 ]
Por que los sistemas educativos actuales favorecen ampliamente la formación técnica, en la que el hombre no puede quedarse, debemos darle al arte, a la música, un lugar preponderante en su vida para que con ello logre alcanzar su dimensión de ser humano.
El arte es por excelencia un fenómeno de sociabilidad, puesto que está fundado en las leyes de la simpatía y de la transmisión de ideas, emociones, sentimientos y sensaciones. Es el instrumento más poderoso de que el hombre dispone para profundizar, comprender, refinar y sublimar sus emociones y sentimientos. El arte persigue la trascendencia del hombre como último fin. De ahí el enorme valor educacional y terapéutico del arte para contribuir al equilibrio psíquico del ser humano. [ Nota 25 ]
"La música opera en nuestra facultad emocional con mayor intensidad y rapidez que cualquiera de las otras artes. Unas pocas cuerdas pueden llegar a una parte de nuestra mente a la que un poema sólo puede llegar tras larga exposición o una pintura tras prolongada contemplación" La acción del sonido es algo no sólo más inmediato sino también más poderoso y directo. Las otras artes nos persuaden, pero la música nos toma por sorpresa". [ Nota 26 ]
LA FUNCIÓN SOCIAL DE LA MÚSICA
La música es el más elevado mensaje del sentimiento; es el arte que convierte la técnica en un regalo al espíritu para contribuir a que los seres humanos, al admirar la belleza, sean progresivamente mejores.
Pablo Casals
Debido a los avances científicos y tecnológicos, a la gran disponibilidad de grabaciones y a la abundancia de medios de comunicación masiva, la música ha abandonado las salas de concierto para pasar a formar parte de la vida diaria. Estos hechos podrían haber proporcionado grandes beneficios tanto al individuo como a la sociedad; sin embargo, muchas prácticas que eran comunes en épocas pasadas, como el tocar instrumentos o cantar en familia, se han perdido por causa de la televisión, que ha venido a sustituirlas.
La música es de gran utilidad para liberarnos de la tensión y la fatiga, y debería tener un lugar muy importante dentro del círculo familiar. La práctica del canto o de tocar un instrumento puede tener efectos muy positivos para favorecer la autorrealización, aumentar la autoestima, propiciar el conocimiento mutuo y la cohesión familiar. La música, siendo una actividad que frecuentemente se realiza en grupo, contribuye a la integración social; y al ser el desempeño individual de suma importancia para el logro del resultado final, simultáneamente fomenta la responsabilidad y la superación personal.
La vida sensitiva y emocional del ser humano precisa de formación y educación, no sólo para su propio beneficio, sino también para el de la sociedad en la que vive; ya que éste es, ante todo, de naturaleza social. La música, al ser un lenguaje preverbal, prelógico y emocional, contribuye a la formación de la sensibilidad estética en niños y adolescentes, lo cual es de gran importancia para la consecución de una vida emocional sana.
Susan Langer considera que la música puede expresar los sentimientos de mejor manera que cualquiera de las otras artes, por las siguientes cinco razones:
- La música es una forma de lenguaje simbólico de mayor abstracción que las otras artes.
- La música facilita más que otras artes la expresión de los sentimientos y de las emociones.
- La música es una forma simbólica inacabada que permite al ser humano ver proyectados en ella sus estados de ánimo.
- Los sentimientos humanos son expresados con mayor congruencia bajo formas musicales que a través del lenguaje, por lo que la música puede revelar la naturaleza de los sentimientos con más detalle y verdad que éste último.
- La posibilidad de expresar cosas opuestas simultáneamente, confiere a la música la posibilidad más intrincada de expresión y consigue con ello ir mucho más lejos que otras artes. [ Nota 27 ]
Esto nos muestra que tan importante es brindar una educación musical adecuada desde los primeros años de vida, nutriendo la sensibilidad y la emotividad de los niños, enseñándolos a conocer la belleza y a descubrir el placer estético. Es relevante la necesidad del conocimiento de las diferentes corrientes musicales, ya que, en todas y cada una de ellas, existe música de calidad. De esta manera estaremos contribuyendo a la formación de un criterio artístico y estético que permita al educando elegir entre la música que tiene un valor real y artístico, en diferenciación con aquella de baja calidad, que ha sido creada no sólo bajo criterios económicos y comerciales, sino también enajentantes. Así, al llegar a la adolescencia, edad muy vulnerable a la influencia social y al bombardeo de los medios, los jóvenes sabrán elegir lo que verdaderamente les guste, independientemente de lo que la publicidad les dicte a través de los medios de comunicación. Hay que educar a los adolescentes para que no sean víctimas de intereses comerciales, consumiendo lo que otros les ordenan.
A través de una educación musical adecuada en la que se enseñe a los niños y jóvenes a disfrutar de la música de buena calidad, podremos favorecer el desarrollo de la sensibilidad estética y de su vida emotiva. Esto traerá innumerables beneficios para su vida futura, y en consecuencia para la sociedad. Podemos enumerar los siguientes:
- Sabrán elegir la música que verdaderamente les guste, independientemente de lo que la publicidad y los medios de comunicación les dicten. No se convertirán en víctimas de intereses comerciales, adquiriendo lo que otros los induzcan a comprar, y escucharán sólo aquello que responda a sus propios gustos, preferencias personales y necesidades emotivas.
- La música podrá convertirse en su afición.
- Podrá ser un soporte emocional frente a las vicisitudes de su vida.
- Les ayudará a mitigar la soledad o la incomprensión.
- Enriquecerá su vida emocional ayudándoles a profundizar en su sensibilidad y en la de los demás.
- Podrán utilizarla como un sano instrumento de placer y catarsis.
- Podrán encontrar en ella un medio de espiritualidad.
- Les brindará una sana opción entre otras de orden social que menoscaban su integridad (drogas, violencia, pandillerismo, etcétera).
- Finalmente, podría convertirse en una productiva y gratificante profesión.
Mas allá de las innumerables bondades de la música, cabe señalar dos aspectos adversos importantes: primero, que cierto tipo de música puede provocar efectos contrarios a los que ya han sido mencionados; y segundo, que vivimos inmersos en un mundo sonoro que continuamente pone en riesgo la integridad de nuestro sistema auditivo.
MÚSICA COMERCIAL.
Serafina Poch Blasco afirma que la música puede elevarnos hasta lo más sublime, pero que también puede degradar, llevar a la droga, e incluso a determinadas personas conducirlas al suicidio. Todo depende del tipo de música que se escuche, del impacto que ésta ejerza sobre la persona, y de la frecuencia, la duración y el volumen con que sea escuchada. [ Nota 28 ]
La música comercial es un producto industrial que únicamente persigue la complacencia de las demandas del mercado. Si la analizamos, descubriremos que en su mayoría está dirigida a la satisfacción de exigencias inmediatas, transitorias y vulgares; y podemos agregar a esto la inmoralidad que expresan las letras de muchas de las canciones en las que se alaba a delincuentes, narcotraficantes, criminales y alcohólicos; o se hace alarde de expresiones soeces y de doble sentido. La característica general de este producto de consumo masivo es que divierte sin revelar nada nuevo, sino incurriendo en lugares comunes que el público espera ansiosamente oír y repetir, como si fuese un niño feliz que se regodea por enésima vez en un cuento que ya conoce. Todo lo desconocido, por temor a no comprenderse o por pereza mental, resulta insoportable.
La música comercial de consumo masivo es uno de los instrumentos de persuasión oculta más eficiente. Es monótona y con un bajo rítmico acompañado de escasos acordes que se repiten de principio a fin. Sus ritmos perpetuos producen frecuentemente una excitación corporal que puede llegar hasta la embriaguez, provocando un desdoblamiento de la personalidad (sin la validez social que esto aporta a la ritualística). Estos ritmos muchas veces van acompañados por cantos que expresan ideas, sentimientos o estados anímicos negativos, causando desequilibrio nervioso en el estado físico y mental del joven, dando como resultado una verdadera ebriedad, con exaltación de los sentidos y de la imaginación. La personalidad se transforma y se mimetiza con la de los compañeros y la de los espectadores, y en consecuencia, el individuo se convierte en un simple elemento de una entidad colectiva; en una partícula de una multitud en estado de embriaguez. Esta "música" convierte a los oyentes que se prestan a ello, a los jóvenes principalmente, en autómatas, porque en ese momento se paraliza el proceso mental de la conciencia. Llegados a este punto, son fácilmente conducidos al sexo inconsciente e irresponsable, al alcohol, a la droga, etcétera. Si a esto agregamos que la intensidad del sonido que prevalece en los sitios a donde las multitudes acuden a consumir esta "música" se eleva 20 decibeles por encima del límite de tolerancia del oído humano, el resultado es un asalto deliberado y directo hacia la integridad de la persona. El fin perseguido es exaltarla y paralizar su conciencia, sumergiéndola en un océano sonoro; de nuevo, con fines puramente comerciales y enajenantes.
Esta situación sólo puede ser aceptada por individuos sin ningún juicio musical, y sin la sensibilidad educada para apreciar la belleza. Brindando educación musical, y proporcionando a los jóvenes las herramientas para conocer la buena música, no se prestarán tan fácilmente a estos asaltos.
CONTAMINACIÓN SONORA.
Los habitantes de los países industrializados o con cierto nivel de desarrollo, vivimos inmersos en un mundo lleno de ruidos, que parecen ya inseparables de nuestra vida cotidiana. A diferencia de la visión, nuestro sistema auditivo está siempre abierto al mundo, lo que implica una recepción continua de estímulos y de informaciones sonoras de las que no podemos sustraernos.
El progreso técnico, la proliferación de los medios de transporte, el hacinamiento, los hábitos culturales y el crecimiento urbano carente en muchos casos de una planificación adecuada son, entre otros, algunos de los factores que han contribuido en gran medida a la degradación acústica del medio, y al deterioro de las relaciones entre la persona y su entorno.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que el 76% de la población que vive en los grandes centros urbanos sufre un impacto acústico muy superior al recomendable; y científicos y expertos que trabajan en la materia han declarado en forma unánime que el ruido daña seriamente nuestra capacidad auditiva y ejerce una influencia negativa en nuestro organismo, propiciando graves trastornos. Estos perjuicios van desde daños puramente fisiológicos, como la conocida pérdida progresiva de la audición, hasta los psicológicos, al producir una irritación y un cansancio que provocan disfunciones en la vida cotidiana, tanto en el rendimiento laboral como en la relación con los demás. La lista de posibles consecuencias de la contaminación acústica es larga: Individualmente provoca dolor de cabeza, problemas de estómago, alteración de la presión arterial y del ritmo cardíaco; vasoconstricción, depresión del sistema inmunológico y alteración de los niveles de segregación endocrina; irritabilidad, cansancio, estrés y perturbaciones del sueño, que conducen a conductas agresivas, dificultades para la comunicación, problemas mentales y estados depresivos, disminución del rendimiento y de la concentración, etcétera, todo esto con una alta repercusión en el deterioro social y elevados costos en productividad laboral.
El ruido no sólo produce perjuicios directos y acumulativos sobre la salud, sino que además tiene efectos socioculturales, estéticos y económicos: aislamiento social, pérdida de privacidad, desaparición de culturas sonoras, pérdida de señales sonoras alertantes, depreciación económica de la vivienda, etcétera. Con niveles de ruido altos, la tendencia natural de la gente hacia la ayuda mutua disminuye o desaparece, reapareciendo en el momento en que se suprime la presión sonora. [ Nota 29 ]
Los niños cuyas escuelas se ubican en zonas ruidosas, aprenden a leer más tarde, presentan mayor agresividad, fatiga, agitación, peleas y riñas frecuentes; mayor tendencia al aislamiento, y cierta dificultad de relación con los demás. El deterioro del aprendizaje y del desarrollo humano nos comprueba que la contaminación acústica conlleva efectos negativos para las generaciones futuras.
El exceso de automóviles, las obras públicas, la cercanía de los aeropuertos, el ruido social y la actividad nocturna son los principales responsables de la contaminación acústica de las grandes ciudades. Sin embargo, existen otras fuentes de ruido que podríamos controlar con un poco de educación y legislaciones adecuadas.
Desde muy pequeños los niños acuden a fiestas en donde son expuestos a música a gran volumen y son incitados a responder a gritos a las preguntas de los animadores. En el mercado se encuentran sofisticados juguetes que hacen alarde de una fuerte sonoridad, a más de artificial y distorsionada.
El uso excesivo de reproductores de discos compactos y radios con auriculares, y el volumen de la música en las discotecas, provocan cada vez más problemas auditivos entre los jóvenes. El oído tarda más de 36 horas en recuperar la sensibilidad auditiva normal, después de estar sometido una noche a la música atronadora de una discoteca.
La utilización permanente de "música" a impresionantes volúmenes en cines, restaurantes y lugares públicos, origina que muchos de nosotros pensemos dos veces la conveniencia de acudir a estos lugares. Normalmente decidimos no hacerlo. Sólo bajo caso de extrema necesidad nos vemos obligados a exponernos a tantas violaciones a nuestra integridad física. Una legislación en este sentido es urgente.
La consecuencia más preocupante del nivel sonoro elevado es la hipoacusia o pérdida de la capacidad auditiva. Muchos jóvenes de hoy sufrirán trastornos del sentido del oído en un futuro cercano. Lamentablemente el individuo advierte su discapacidad cuando ya es demasiado tarde, dado que la misma se produce por la destrucción irreversible de las delicadas células sensoriales del oído interno. La razón es que el proceso de deterioro es gradual y puede demorar varios años en hacerse patente, ya que se va produciendo una adaptación o acostumbramiento progresivo. [ Nota 30 ]
Los niveles de ruido constantes, aunque no superen los límites máximos permitidos, aceleran el proceso de la disminución auditiva, de tal forma que tenemos un oído mucho más viejo del que correspondería a nuestra edad fisiológica. En otras ocasiones la exposición a ruidos de poca duración, pero de gran intensidad, precipitan este trastorno irreversible y para el que no existe tratamiento alguno. Estos problemas se han incrementado a tal grado, que ya existe el término socioacusia, que se refiere a la disminución auditiva o a la pérdida total del oído debida a causas sociales.
A lo largo de la historia, la música ha sido parte importante de la vida del ser humano; aunque debido al desarrollo de las civilizaciones, y a los avances científicos y tecnológicos, su función -y el disfrute que de ella se tiene- ha sufrido enormes modificaciones. Si comparamos los recursos de que dispuso el hombre en los siglos precedentes, no dejará de admirarnos la superabundancia de medios de comunicación masiva que en la actualidad transmiten música grabada. Sin embargo, esta circunstancia, lejos de beneficiarnos, ha despertado un desmedido interés comercial y económico que nos ha conducido a vivir en medio de una invasión sonora, quitándole a "la Música" su lugar como legítima expresión artística y estética, con todo lo que esto conlleva.
En la sociedad actual se han perdido, como tantos otros valores, el concepto de lo bello y el gusto por lo estético. Todo es válido. Todo... es cultura. En el campo musical se acepta cualquier cosa con tal de que llame la atención. Que perdure no es importante, no es lo que se busca. Al contrario, el objetivo es que no perdure, porque detrás hay grandes intereses económicos que ganan con lo intrascendente; no con lo que permanece, sino con lo que desaparece.
La clave para cambiar favorablemente esta situación se halla en "promover la perennidad y la belleza del arte", con el fin de elevar la moral y el espíritu de los seres humanos, y para hacer frente a las contingencias actuales y superarlas.
Solo desarrollando apropiadamente su espectro emocional, el hombre podrá abrir una nueva fuente de energía moral, cuya necesidad para él y para la sociedad completa es tan apremiante. Se debe trabajar por educar positivamente la vida emotiva de los seres humanos y de esta forma alcanzar un equilibrio entre el plano moral y el progreso técnico.
Es nuestra tarea, como músicos y como educadores, preservar lo que ha permanecido por años..., por siglos..., por milenios. El arte, la música, no es una moda, no podemos permitir que esté sujeta a intereses comerciales y que se pretenda desaparecer una expresión artística producto de la evolución del ser humano. Perder la música es negar nuestra historia, porque lo que ahora somos no es resultado de lo que se inventó para desaparecer, sino de lo que, en la Creación, mereció la naturaleza de trascender.
Hemos presentado detalladamente los efectos benéficos que ejerce la música sobre el ser humano, así como las consecuencias negativas que cierta música puede producir en quienes la escuchan, y es de suma importancia resaltar los resultados que han arrojado las investigaciones en cuanto a los alcances que tiene la música para favorecer el desarrollo cerebral y el aprendizaje. Enfatizamos también sobre las diversas y específicas facultades que tiene cada ser humano, y que debiera ser capaz de desarrollar si el conocimiento de diversos símbolos y formas de aprendizaje fueran puestos a su alcance a través de la educación.
Quedan demostradas las bondades que puede proporcionar la música, tanto al individuo como a la sociedad en general, si la ponemos al alcance de un mayor número de personas. Esto se logrará únicamente a través de una educación musical escolarizada.
Cada uno de los integrantes de la comunidad musical tenemos la obligación moral de defender la forma de expresión que nos es común y de devolverle a todo ser humano el derecho que a la música tiene. Por tanto, una vez establecida la importancia del valor formativo de la música, tenemos las siguientes responsabilidades:
Dar a conocer a las autoridades educativas y de la sociedad en general, las innumerables investigaciones que se han llevado a cabo en relación con los efectos de la música, y sus consiguientes resultados positivos en cuanto a su valor formativo se refiere. Exigir, en el ejercicio de la democracia, espacios equitativos para la difusión de la música de arte en los medios de comunicación masiva. Crear conciencia en el sector salud acerca de los severos daños que está causando en la población el manejo de altas intensidades sonoras en los lugares públicos, y las graves consecuencias que esto tendrá en la futura sociedad; y por tanto Exigir ante las cámaras y las instituciones correspondientes: - la inclusión de la educación musical como asignatura obligatoria dentro del currículo escolar;
- la instauración de reglamentos para la industria de la radio y la televisión que los exhorte a la difusión de las manifestaciones artísticas y culturales propias y universales, y
- la creación de legislaciones adecuadas que protejan la integridad de nuestro sentido del oído, imprescindible para el desempeño de nuestra profesión y para el goce de la belleza y del placer estético que nos brinda la música.
Es seguro que el descuido o la indiferencia que han propiciado la exclusión paulatina de la educación musical de los programas escolares, así como la desaparición de los espacios destinados a la difusión de la música docta y del arte en general, conducen a la sociedad a un severo retroceso evolutivo. La música no es un "artículo superfluo". Una sociedad sin música de arte, será una sociedad mecanizada en la que tendrán cabida únicamente los seres dotados con cierto tipo de inteligencia. Los individuos que la conformen solo necesitarán una mínima parte de su cerebro para funcionar.
La necesidad de casa, vestido y sustento es tan importante como el mandato universal de evolución. Pero mal y poco tiempo podríamos gozar de aquellos bienes, propiciando los grados de violencia y neurosis que puede generar una sociedad cuando se ve privada de cauces bellos, nobles y humanistas para desfogar la carga de sus emociones cotidianas. Y esa evolución, tan necesaria para el Hombre, sufriría un retroceso, ante la incapacidad de experimentar las otras emociones. Ésas tan inéditas, misteriosas e inenarrables hacia donde la música es capaz de arrebatar el alma.
México D.F., 4 de Agosto de 2002.
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