Que la accidentalidad vial es un dramático problema, no precisa de estadísticas ni de concienzudos estudios para saberlo y certificarlo. La sociedad sufre los efectos de esa devastadora plaga, pero, incomprensiblemente no se destina a la investigación del fenómeno los medios proporcionales a sus efectos. Por otra parte, parece aceptada la idea de desayunar los lunes leyendo el número de muertos del fin de semana. Esa pasividad hace que las palabras que pronunció Albert Einstein ante la muerte de un amigo sigan tan vigentes como cuando él las dijo: "...lo malo no es sólo que haya accidentes de tráfico, sino lo poco que sabemos de por qué se producen y lo poco que hacemos para evitarlos...".
En este artículo se muestra: - Que la investigación sobre el origen causal de la accidentalidad se encuentra cargada de subjetivismo, incertidumbre y deficiencias metodológicas para aclarar la realidad, y en consecuencia, incapacitada para construir la seguridad vial con eficacia.
- Que la inseguridad vial no es el efecto de la accidentalidad, sino lo contrario, ésta es la consecuencia de aquella, o lo que es lo mismo, el resultado de un defecto de seguridad vial.
- Que existe un concepto sustancial de seguridad vial, esto es, que se puede aplicar en la realidad siempre que se definan los fundamentos de la metodología para materializarlo.
- Que la inseguridad vial ostenta una mecánica que inevitablemente produce la accidentalidad.
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