Cosas que pasan...
Desde su pupitre Alejandro, alumno de bachillerato, dijo que a él el hombre le parecía una especie superior al resto: ¡el hombre había llegado a la Luna! Con ánimo de sorprenderle y motivar su curiosidad le argumenté que el día 21 de julio de 1969 cuando el hombre pisó la Luna, por primera vez doscientas especies biológicas terrestres participaron del mismo acontecimiento: ¡también llegaron a la Luna!
Sé que Ud. sentirá un impulso razonable de acusarme de inexacto, pero espero que me disculpe en aras de la didáctica; tiene Ud. razón, las 200 especies de bacterias que normalmente habitan nuestro cuerpo no son todos los organismos que van a donde va el hombre, sino que múltiples especies de virus, ciertos hongos y protozoos también llegaron a la Luna. ¡El número es mayor!
La experiencia astronáutica nos ha confirmado algo que ya sabíamos: los microorganismos tienen una enorme capacidad de adaptación. En 1969 los astronautas recuperaron en la Luna varias piezas de la sonda Surveyor 3. En el interior de la cámara de televisión habían sobrevivido durante dos años y medio bacterias de la especie Streptococcus mitis, sin nutrientes y bajo grandes dosis de radiación. Algunos científicos sugirieron la posibilidad de que estos microbios fueran resultado de una contaminación una vez de vuelta en la Tierra; hipótesis deducida pero no confirmada. En la estación Mir se identificaron 250 microorganismos que mediante mutaciones se habían adaptado a la supervivencia en el espacio; Natalia Novikóva, del Instituto de Problemas Biomédicos de Moscú, declaraba que en realidad los dueños de las naves son los microbios y los hombres sus huéspedes.
A pesar de la prudencia necesaria con objeto de garantizar la salud de los astronautas, la desinfeccion de los hombres y de las naves no puede ser total; pensemos que se considera un material esterilizado aquel que posee una millonésima parte de microbios respecto al no esterilizado. Consideremos también que en el intestino de un astronauta hay trillones de microorganismos necesarios para su propia vida.
S. Kargel, investigador del U.S. Geological Survey, se lamenta de que se ha permitido que cientos de miles de microorganismos viables (con capacidad de sobrevivir y reproducirse) pertenecientes a decenas de especies han aterrizado en Marte como pasajeros no deseados de distintas misiones. Algunos de ellos pueden estar ya treinta años habitando el planeta rojo. Quizá en el futuro encontremos allí microbios descendientes de aquellos que un día sembramos involuntariamente.
En una Europa central dominada, a mediados del siglo XIX por la naturalphilosophie, un personaje genial como Mendel se encontraba ante las dificultades típicas de todo genio que quiere hacer cosas distintas a las permitidas por la ortodoxia del momento. La naturalphilosophie asumía que los organismos eran demasiado complejos como para poder explicarlos a partir de unidades demasiado elementales. El caso de Mendel responde a la tipología de Kühn: una clase ortodoxa sabia y dominadora entra en colisión con nuevos científicos menos preparados pero dotados de ideas frescas que chocan con las que están en boga pero que ya poco pueden dar de sí.
Mendel, en su intento de explicar la herencia a partir de unidades discretas llamadas caracteres, tropezó de lleno con especialistas como Karl Von Nageli que, lejos de apreciar sus trabajos, le condujeron a callejones sin salida. Así Mendel terminó dedicándose a las labores de su abadía y abandonando sus investigaciones. Somos así y hacemos esto, tanto en el comienzo del reduccionismo o materialismo mecanicista en el que se sitúa el padre de la genética moderna, o en cualquier frontera en la que colisionen ideas antiguas y modernas. El caso de Mendel situado en los orígenes del mecanicismo es perfectamente aplicable a cualquier personaje que en la actualidad intente traspasar las fronteras reduccionistas y realizar miradas globales u holísticas.
Mendel presentó en 1865 su trabajo "Hibridación de Plantas", que recogía los ocho años de experiencias, en la Sociedad de Brunn para el estudio de las Ciencias Naturales. Se dice que aburrió al público, que sin duda no supo ver el cambio de paradigma que presentaba.
Ser un Sir
En los mismos años en que Mendel intentaba hacer valer sus argumentos Darwin -un prestigioso caballero inglés inmerso en la sociedad victoriana aunque con ideas algo diferentes- era escuchado entre caballeros en la Linnean Society. Su tema era el origen de las especies en el que coincidía con Wallace, una figura no tan aceptable para los círculos en los que Darwin se movía. Para ambos las especies cambian poco a poco empujadas por el azar y seleccionadas por la naturaleza. Así, el mecanismo que explica las variaciones continuas y discretas recibe el nombre de Selección Natural.
Sobre la quinta década del siglo XX, las ideas de un erudito caballero victoriano y un monje benedictino perteneciente a una elite de clérigos científicos fueron transformadas y unidas en el cuerpo teórico del llamado neodarwinismo que, posteriormente, devino en la teoría sintética de la evolución. Realmente ni Darwin ni Mendel decían lo que ahora asumimos con normalidad que decían pero, pragmáticamente, debemos pensar que estamos en el presente y no en el pasado.
La teoría sintética
Sintetizar el pensamiento de Darwin y Mendel y ponerlo al día representó hacer una auténtica teoría mecanicista/reduccionista de la evolución. Las pequeñas unidades discretas -caracteres de Mendel convertidos ya conceptualmente en genes- permitían aproximar las ideas filosófico-biológicas de Darwin a mecanismos concretos que podrían explicar un fenómeno muy complejo como la evolución. El origen de las especies era un ensayo filosófico brillante de un hombre admirable probablemente menos convencido de sus argumentos que muchos abanderados de la teoría sintética que, como suele suceder en los periodos de apogeo de las teorías, han transformado premisas o principios en verdades absolutas ignorando frecuentemente que los principios suelen ser indemostrables.
La teoría sintética asume que el azar es el motor de la evolución. Monod se refiere a este azar como dotado de libertad absoluta y de ceguera. El mecanismo que produciría la evolución, la selección natural, está tomado de Darwin; básicamente consiste en que las especies ya existentes se someten a una selección mediante la lucha, sobreviviendo las fuertes y desapareciendo extintas las débiles. La lucha por los recursos es determinante.
Derivado de la genética mendeliana se asume que los cambios de las especies se producen por variaciones en los genes: las mutaciones. Éstas serían previas a la selección, la cual se produciría sobre individuos que ya hubieran mutado previamente. Esta idea es extraida de las experiencias genéticas con bacterias en las que primero se provocan las mutaciones y luego se someten a la selección mediante agentes exteriores que pongan en evidencia el cambio genético. Por ejemplo, mediante radiaciones se provocan alteraciones en los genes y luego se comprueba si algunos de ellos son capaces de vivir en ausencia de un nutriente que fuera necesario para la bacteria no mutada. La supervivencia en un medio carente del nutriente demostraría el cambio adaptativo e implicaría la existencia de la mutación. Según la selección natural el cambio no lo produce el acto de selección sino el azar previo al acto.
La teoría de la vida embarazada y la reproevolución (VER)
Es el objetivo de este artículo ofrecer reflexiones acerca del neodarwinismo y la teoría sintética de la evolución desde la referencia de mi teoría de la VER.
Desde la perspectiva holística de la teoría VER no es primordial el demostrar que una teoría reduccionista sea cierta o no. A priori es aceptable que el reduccionismo, al asumir el intento de explicar fenómenos complejos a partir de cosas simples, vaya acumulando errores en sus algoritmos lógicos y no llegue a aproximarse correctamente a la explicación de la complejidad del ser. El holismo a su vez puede hacer una aproximación súbita a un fenómeno evidente aunque la explicación de ese fenómeno no sea satisfactoria acerca de las partes de éste. Por ejemplo, el desarrollo embrionario sabemos que existe desde hace siglos pues es globalmente comprobable; los gametos forman un cigoto que origina un ser. Pero aún hoy es imposible explicar satisfactoriamente desde una perspectiva reduccionista este fenómeno.
Basándome en la teoría de sistemas (1), desarrollada para tomar decisiones en situaciones complejas (2) y que busca claves en campos diferentes del saber, postulé la teoría VER. Un reduccionista acusaría a la TGS de mezclar cosas, pero a la teoría de sistemas no le preocupa mezclar cosas, sino que busca comparar los funcionamientos de diferentes mecanismos porque si funcionan similarmente nos ayudan a tomar decisiones. Así, desde el campo de diferentes ciencias como la lingüística, la economía (¿no les suena a Darwin?), la tecnología (muy diferente en la época de Darwin), desde la fisiología de la reproducción, la embriología, la ecología, la paleontología, la genética, la sociología, la economía, la astronomía y astronáutica (grandes ausentes en la evolución darwinista) y, cómo no, desde una visión macroorgánica de la vida, he formulado abiertamente una nueva teoría.
Así, la VER establece holísticamente el intento reproductor del macroorganismo que habita la tierra a partir de una serie de pruebas globales serias, aunque la explicación reduccionista de este fenómeno sea incluso más difícil que la equivalente en el embrión.
Es pues que sea el darwinismo correcto o no, éste es un problema de los darwinistas y, en todo caso, de todos los interesados por estos temas en los que, como es evidente, me encuentro. No deseo ser un especialista mecanicista aunque si que, siguiendo las enseñanzas de mis maestros, intento demostrar que conozco aquello de lo que hablan los demás aunque yo hable de otras cosas diferentes.
Recordaré, para aquellos lectores que no sigan mi obra, lo que digo en la VER:
La Vida Embarazada es una teoría holística sobre la vida terrestre y la evolución biológica que se fundamenta en la existencia de un mecanismo llamado reproevolución. Los seres vivos de la Tierra forman entre todos un macroorganismo que, en la actualidad, está intentando reproducirse. La evolución biológica es el proceso que nosotros observamos mediante el cual el macroorganismo se reproduce. La reproevolución es la evolución para la reproducción: un proceso de desarrollo orgánico programado del macroorganismo comparable, aunque no igual, al desarrollo embrionario en los embriones.
Durante dos mil millones de años la Tierra estuvo habitada exclusivamente por microorganismos primitivos y sencillos, como las bacterias y los virus, que comenzaron un proceso de maduración y evolucionaron para formar las células eucarióticas; éstas, a su vez, se asociaron en seres pluricelulares, unos vegetales, especializados en la captación de energía y otros animales, en el movimiento voluntario. En animales, ligado a la necesidad de atrapar el alimento, aparecen los mecanismos de causalidad debidos al manejo consciente de la masa, el espacio y el tiempo y, en consecuencia, se posibilita la aparición de una especie parcialmente inteligente y tecnológica que construya artefactos para transportar bacterias y virus a otros lugares del espacio. De no conseguirlo, la vida desaparecerá ligada al destino del planeta.
Basándose en la teoría de sistemas, la mujer embarazada parece ser un sistema homomórfico y, por tanto, sirve como modelo del macroorganismo terrestre. Las estirpes animales que deben dar origen a la especie tecnológica surgen prácticamente a la vez durante la explosión cámbrica, como los ovocitos de primer orden en los ovarios. Al igual que unos óvulos se desarrollan antes que otros, unas estirpes se desarrollan antes que otras que deben esperar su turno, como fue el caso de los mamíferos que no se desarrollaron hasta la desaparición de los dinosaurios. El embarazo lleva consigo procesos agresivos contra la mujer embarazada pero favorecedores de la reproducción, tal como sucede con las especies biológicas en la actualidad debido a la acción del hombre, afectadas por el desarrollo de la tecnología. Las menstruaciones femeninas son procesos periódicos de eliminación de estructuras para preparar los órganos genitales para un posible ciclo reproductor posterior. Así, en el macroorganismo, se producen periódicas extinciones masivas para facilitar la aparición de especies nuevas y conseguir en algún momento la especie tecnológica buscada.
Para la teoría VER la evolución es una propiedad del macroorganismo y no de la especie ni de la población. Ni una especie, ni la población son sujetos de la evolución puesto que una especie no se encuentra antes y después de evolucionar, mientras que el macroorganismo sí que lo hace. Pensemos en la siguiente analogía en la que forma equivale a especie y plastilina o masa a macroorgansimo: Tomemos un cubo de plastilina, presionemos con los dedos y démosle forma de esfera. El cubo no se ha transformado en una esfera porque un cubo sólo es un cubo, no una esfera. El cubo no está al final de la transformación. Es la plastilina que tenía forma de cubo la que ha cambiado de forma y ha tomado la forma de una esfera. El cubo sólo está presente en el cambio de tamaño, color o material, por ejemplo. Así la especie no se transforma en otra especie, sino la materia viva que lo forma, el macroorganismo pasa por diferentes formas y evoluciona.
Desde la perspectiva de la teoría general de sistemas (TGS) la evolución es una propiedad emergente que aparece a un determinado nivel de organización y que no puede ser explicada a partir de un nivel de organización inferior (3). Si admitimos esto, el darwinismo, el neutralismo o cualquier teoría que se sitúe a un nivel inferior al macroorgánico jamás explicará la evolución. Fuerte ¿no? Si Ud. cree que la evolución ha sido o está siendo explicada por los 150 años que lleva el darwinismo tras de ella... Ud. se lo cree...(4)
Darwin admitía que la especie (5) no podía explicar la evolución; modernamente se ha sugerido que es la población la que evoluciona. La respuesta VER es la misma. Pongamos otro caso en el que se dan dos superficies aisladas, una con dentículos puntiagudos y otra con dentículos romos; en ambas superficies habita la misma especie de pequeños dodecaedros de plastilina que chocan entre ellos aleatoriamente. El resultado final es que por los choques los dodecaedros se convierten en esferas, pero unos tienen marcas puntiagudas, otros marcas romas, han aparecido dos especies caracterizadas por superficies diferentes en función de haberse adaptado a dos regiones/superficies diferentes. Pero lo que une a ambas especies nuevas con la anterior dodecaédrica es la de pertenecer al mismo macroorganismo, -estar formadas por plastilina-, los dodecaedros-forma-especie que iniciaron a correr por ambas superficies ya no existen.
Objeciones al neodarwinismo versus teoría sintética.
Las principales objeciones al corpus teórico neodarwinista son fundamentalmente y, a mi modo de ver, las siguientes:
1.- Cuál es la naturaleza y el papel del azar.
2.- Cuál es el papel del gen y de la mutación en la especiación o macroevolución (6).
3.- Cómo explicar que la selección natural permita la existencia de especies menos evolucionadas y complejas con otras que, por estar mejor dotadas para la lucha, deberían haberlas extinguido.
4.- La existencia o no del gradualismo (7).
1.- El azar y su naturaleza.
En determinado momento de mi obra he explicado el azar como el conjunto vacío de las causas (8). Así, este conjunto vacío produce efectos pero sin contener en su interior causas. También he dicho que desde una perspectiva racional el azar no explica sino que, en todo caso, ayuda a describir. Las explicaciones humanas siempre relacionan causas con efectos. Nuestra lógica se debe a las necesidades nutritivas de nuestros ancestros animales que, dotados de movimiento voluntario y obligados a capturar el alimento y a no ser capturados, desarrollaron los mecanismos lógicos de causalidad para atrapar el alimento: posición anterior - posición actual - posición posterior y tiempo quedan ligados en el cerebro y, a partir de ahí, se desarrolló la pedante inteligencia que poseemos los humanos.
En esta lógica desarrollada aparecen hechos que no pueden explicarse y de los que decimos que están producidos o causados por el azar que equivale a decir que no tienen causa y que, por tanto, son inexplicables.
Sin duda la referencia al azar en la base del neodarwinismo es su talón de Aquiles porque es calculable la probabilidad de aparición de fenómenos biológicos relativamente sencillos -dentro de la escala de complejidad de la vida- producidos al azar y comparar dicha probabilidad con lo observado en la naturaleza; es decir, contrastar lo esperado con lo observado. Cuando esto difiere sólo podemos buscar otras explicaciones o ignorar las pruebas en contra que, como dice Lakatos, es lo que suelen hacer los científicos.
Dice Hoyle:
"La generación espontánea de la vida en la Tierra habría tenido tantas probabilidades de darse como el ensamblaje de un avión 747 por un tornado a su paso por un depósito de chatarra." Hoyle llega a referirse en otro caso concreto dedicado a las biomoléculas a una probabilidad de 10E-40.000.
Dice Quastler:
"La probabilidad de que la vida se hubiera originado por azar en una de 1.046 ocasiones es de 10E-255. La pequeñez de este número significa que es virtualmente imposible que la vida se haya originado por una asociación planetaria de moléculas. La proposición de que una estructura viviente pudo haber surgido en un único acontecimiento debe ser rechazada."
Denten dice:
"Obtener una célula por azar requeriría por lo menos cien proteínas funcionantes que aparecieran simultáneamente en un lugar (...) lo cual da una probabilidad máxima combinada de 10E-2.000".
Dice Dawkins:
"Cuanto más estadísticamente improbable es una cosa, más nos cuesta creer que sucedió por azar".
A pesar de ello se aduce que, aunque las posibilidades sean escasas, con el tiempo suficiente pueden pasar. Los cálculos no dicen esto sino lo contrario. Por ejemplo, un organismo conformado por cien partes, mutando un sixtillón de veces 10E36 por segundo durante el doble de la edad del universo -30.000 millones de años- tiene una probabilidad de formación de 10E-157.
Borel desarrolló un tipo de matemática que mide la relación entre la probabilidad y la medida. Así las probabilidades inferiores al llamado umbral de Borel o son imposibles o son inobservables. Para un fenómeno a escala cósmica, es decir que sucediera en nuestro universo, una probabilidad inferior a 10E-50 estaría bajo el umbral. Ahora bien, si suponemos solamente el escenario terrestre el umbral de Borel se situa en 10E-15. Todos los casos referidos están inmensamente alejados del umbral, son imposibles de justificar por el azar.
Otra realidad es que, según la psicología de la incertidumbre, estas cantidades no se comprenden bien. Por ejemplo yo soy un ser humano que jamás ha visto más que algunas formaciones astronómicas, algunas estrellas y nebulosas, algunas fotos de galaxias. No creo que fuera capaz de distinguir, porque no puedo observar, el universo completo de su décima parte. Las dos son inmensas cantidades para las que no creo estar preparado. 10E79 es el número estimado de átomos en el Universo; si para Ud es inimaginable el número de estrellas del cosmos, imagine el de átomos. Si restará de 10E79 - 10E78, la resta no sería 10 sino un número 9 veces más grande que la cantidad restada. Quizá Ud es capaz de asegurar que comprende estos números, aunque si reflexionara no lo tendría tan claro. 10E-79 es 1/10E79 esta probabilidad sería la siguiente: un amigo marca un único átomo del Universo sin decirle nada a Ud, después Ud. recorre el Universo y, al azar, señala un átomo. La probabilidad de que acierte el mismo átomo que su compañero es 10E-79. Aquí hemos hablado de 10E-255, de 10E-2000, de 10E-40000, de 10E-157. El umbral de Borel a escala cósmica, como ya hemos dicho, es 10E-50.
A mi entender la conclusión es clara, si restringimos nuestro razonamiento a suponer que el azar es lo que produce estos fenómenos; el azar no es lo que decimos sino otra cosa.
No sería correcto ignorar que asumir el azar como motor tiene una componente ideológica muy fuerte, pues a través de él se pretende eliminar la existencia en el proceso de una inteligencia universal por la que aboga Hoyle, o de inferencias creacionistas. Sin embargo, sí que sería interesante recordar la frase del filósofo Antístenes: "Consulta el ojo de tu enemigo, porque es el primero que ve tus defectos".
Evidentemente, las dudas sobre el azar provocan un choque entre pruebas científicas que apoyan la evolución y pruebas matemáticas, que socaban los principios materialistas reduccionistas que soportan los estudios evolutivos existentes.
2.- Cuál es el papel del gen y de la mutación en la especiación o macroevolución.
2.1.- Genes y tecnología
En 1865 Mendel publica sus trabajos que son redescubiertos en 1902 por Correns, De Vries y Tschermak. En 1902 Bovers y Sutton postulan la teoría cromosómica de la herencia según la cual los caracteres a los que se refiere Mendel estarían contenidos en los cromosomas. En 1916 esta teoría es demostrada por Bridges. Previamente Bateson acuña el término Genética en 1905 y Johams en 1909 propone el término gen para la parte del cromosoma que contiene el carácter. En 1927 Muller se refiere a la mutación del gen como una variación brusca de éste.
En 1941 Beadle y Tatum establecen el concepto de un gen, una enzima (la enzima es una proteína) y así nace la genética bioquímica. Por extensión se establece la relación de un gen con una proteína. En la actualidad se admite que un gen puede determinar diferentes proteínas.
Históricamente se establece un paralelismo entre el DNA y las proteínas, que fueron conocidos simultáneamente a partir de los años 50 gracias al descubrimiento de la estructura del DNA por Watson y Crick y a la secuenciación de la proteína insulina. Una secuencia de nucleótidos implica una secuencia de aminoácidos y de repente desde una base química determinada por unas relaciones entre electrones compartidos por unos átomos aparece una información cifrada en un código genético. Es el paso energía-información que tan sugerente resulta en la biología teórica. El ultradarwinista Dawkins (9) llega a plantear en su teoría del gen egoísta la surgencia de memes o unidades de información sujetas a la selección natural al igual que los organismos.
Por un lado, tendríamos la genética clásica que para estudiar la herencia se basaría en mutaciones naturales, es decir, observaría caracteres en organismos e intentaría seleccionarlos mediante cruces entre ellos, tal como se hizo en la llamada revolución verde gracias a la cual se incremento enormemente la producción de alimentos vegetales y, por otro lado, la genética de las proteínas que deviene en la ingeniería genética y los transgénicos en donde se manejan los genes y sus proteínas, produciendo mutaciones artificiales e importando dichos genes -en muchos casos de especies diferentes- cuyos cruces serían imposibles si nos basamos en el concepto de especie como unidad cerrada sin posible cruce reproductor con otra especie diferente.
Pero, tras todo este cuerpo científico admirable, hay algunas cuestiones realmente interesantes. Queda meridianamente claro que nosotros podemos detectar un gen solamente si somos capaces de conocer una variación de dicho gen, bien sea una manifestación alélica natural o una mutación natural o inducida. Dicho de otro modo, no detectaremos un gen si no somos capaces de observar su alternativa. Pensando en la posible existencia de un macroorganismo de difícil percepción para nosotros, cuyos genes estuvieran contenidos en el genoma celular, es lógico deducir que sus genes específicos, por ser comunes a todos los organismos, serían extraordinariamente difíciles de captar.
Las bacterias poseen un único gran cromosoma pero, además, contienen una serie de pequeños cromosomas llamados plásmidos. Con técnicas relativamente sencillas es posible inocular plásmidos que contienen genes de otros organismos en el interior de las bacterias y conseguir expresar en el interior de ellas proteínas de otras especies como la insulina humana.
A los vegetales podemos producirles una herida superficial e infectarla con virus portadores de genes de otros organismos. Posteriormente las células de dicha herida pueden cultivarse en presencia de hormonas como las auxinas consiguiendo que las células recobren la totipotencia del embrión y se transformen en una nueva planta portadora del gen adquirido previamente mediante la acción del virus transportador.
Sin embargo, en animales la única fase en la que podríamos inocular genes extraños en el DNA del organismo sería en el estado unicelular de la célula huevo. Sus resultados serían siempre inciertos y peligrosos y, desde el punto de vista económico, mucho más caros debido a la necesidad de una tecnología más compleja y puntera.
De este modo, tras las investigaciones científicas en genética molecular ha quedado en evidencia que las bacterias y los vegetales son los organismos más fácilmente transformables por su permisividad a la alteración génica. Parecería así que son ideales para sufrir las transformaciones genéticas de la evolución biológica. Por el contrario, los animales son difícilmente transformables; sirva como ejemplo las terapias génicas que en medicina humana han tenido que ser abandonadas por su peligrosidad e ineficacia, salvo en algún caso como la fibrosis quística en el que se utilizan adenovirus como portadores del gen sano, pero que no se insertan en el DNA de la célula y que, por tanto, al tiempo el tratamiento pierde su eficacia; los retrovirus sí se insertarían pero serían muy peligrosos. El reino animal no debería ser un candidato plausible para sufrir la evolución.
Sin embargo, es justo lo contrario; las bacterias y los vegetales han evolucionado mucho menos que los animales a pesar de que aquellos tienen genotipos muchísimo más tolerantes a las mutaciones. Los organismos que más evolucionan sufriendo mutaciones naturales son los que más se oponen a las mutaciones artificiales. Es como cuando llegamos a las últimas fases de un peligroso lanzamiento espacial en el que la nave se cierra no dejando entrar a ningún otro elemento o cuando un avión alcanza una velocidad en la que la apertura de una puerta y, por consiguiente, la entrada de elementos extraños supondría una catástrofe. A velocidades menores y en situaciones menos dramáticas como durante un viaje en coche con las ventanas abiertas no es tan peligrosa la entrada de elementos extraños; parecería el caso de bacterias y vegetales.
Si admitimos que los animales están más cerrados a influencias exteriores y que, a su vez, son los que más han evolucionado, nos encontramos la posibilidad de que la evolución responda más a un plan interno de desarrollo que a uno externo de control. Una comunidad desarrollada se caracteriza por la progresiva independencia del medio exterior. Si la evolución tiene que ver con el desarrollo de formas "superiores" y mejor adaptadas, menos dependientes del medio externo gracias a propiedades como la homeotermia, inteligencia, etc., seguimos en la línea de considerar que la evolución y el control exterior cada vez son más divergentes.
Es aceptado por la comunidad científica que si la evolución supone un incremento de complejidad jamás hemos obtenido en laboratorio ninguna especie más compleja, ni siquiera hemos atravesado experimentalmente la frontera de la especie. La macroevolución no se ha podido realizar en el laboratorio.
2.2.- ¿Sólo genes?
Aunque es imposible pensar en un desarrollo embrionario sin núcleos celulares, desde una perspectiva embriológica es indiscutible que los genes se manifiestan interaccionando con el citoplasma y que, en consecuencia, el citoplasma también se manifiesta. En las primeras divisiones celulares los genes todavía no se han activado y cuando lo hacen son influenciados por la posición relativa de las células respecto al organismo total, delatando una influencia global sobre el genoma.
Cuando los genes hox actúan lo hacen referentes a su secuencia. Los genes hox se establecen en una cadena en el cromosoma. En las células de la primera parte del organismo se activa el primer hox y forma la zona delantera; en las células de la segunda parte actúa el segundo hox y así sucesivamente. Pero la parte es derivada de los primeros instantes de formación del embrión previos a la activación de los genes hox; es la estructura general la que define y da significado a las partes. Estaríamos ante una influencia holística.
En los huevos heterolecitos, en cuyos blastómeros se acusa una notable diferencia en la cantidad de vitelo, ha sido comprobado que tal factor discrepante ejerce una notable influencia en la estructuración y el desarrollo del embrión.
Los placebos apoyan la existencia de una influencia del organismo sobre los genes. La toma de estas sustancias inocuas hacen que en una proporción interesante de individuos el metabolismo cambie curando la enfermedad. En el caso que estas sustancias sean hormonas, debido a que son proteínas, evidencian la modificación del funcionamiento de los genes.
Incluso la teoría darwinista representa la aceptación de una manifestación de la influencia del medio sobre los genes, produciendo una selección natural de éstos y una transmisión a la descendencia.
Imaginemos, siguiendo una perspectiva holística, la influencia del todo sobre la parte. En una situación de incremento del CO2 atmosférico la mayor disponibilidad de este gas causa, en ausencia de contaminantes, una mayor fotosíntesis que implica mayor productividad vegetal y más células vivas que, a su vez, sumarán entre todas mayor número de genes, produciendo proteínas vegetales que intervienen en el metabolismo fotosintético. Aquí tenemos los genes influidos por el medio.
Pero, además, el medio hace surgir genes nuevos: la inmunidad así lo demuestra; hay genes productores de anticuerpos que no existen cuando nacemos. Al entrar en contacto con los antígenos agresores producimos las proteínas inmunitarias gracias a la aparición de estos genes.
Los neodarwinistas no aceptarían que la evolución responde a un proyecto porque, según ellos, el azar que promueve la evolución es ciego; la selección natural es una teoría indemostrable como dice Popper al respecto de todas las teorías. Oponer otra teoría a la selección natural en la que se exprese con lógica la existencia de un proyecto finalista debería hacernos dudar de la selección natural, al menos en los términos hoy aceptados: la selección natural explica toda la evolución.
En el contexto de este artículo la pregunta no es tanto si el gen es influenciado por el medio, sino si el gen es capaz de explicar por sí solo un proyecto reproductor del macroorganismo. Por un lado, es evidente que sin los genes no existiría la herencia pero, por otro lado, el concepto actual del gen no ha sido postulado para explicar la naturaleza de un sistema superior macroorgánico, sino el funcionamiento de un organismo, aunque autores como Gould y Lewontin (1983) recuerdan que a causa del gen se suele olvidar el concepto de organismo para primar las partes aisladas y, supuestamente, inconexas del ser vivo. Es el reduccionismo que afecta a la genética puesto que incluso en sus métodos se ve obligada a romper el DNA y estudiarlo a trozos separados.
Aunque el reduccionismo tiente a la ciencia a estancar los campos del conocimiento humano -todo lo contrario a la teoría de sistemas que aboga por encontrar factores comunes en todas las áreas del conocimiento- no es posible pensar en un gen independiente del citoplasma, sino que el éxito del gen depende del éxito de la célula, de todos sus componentes y de las interacciones entre ellos.
Deberíamos plantearnos la hipótesis de si existen genes inobservables que determinen el comportamiento biológico del macroorganismo, o si existirían alternativas referentes a otras estructuras que contribuyeran a explicar los fenómenos biológicos globales.
Pero también la influencia del gen no es totalmente determinista, en el sentido de que hay genes que no se manifiestan o que poseen una penetrancia -manifestación- inferior al 100%, debido, en muchos casos, a que las rutas metabólicas influyen sobre la manifestación del gen.
En un escenario en el que la determinación genética no fuera total podríamos concebir otra posibilidad : la estructura del sistema podría determinar unas reglas mínimas cuya aplicación a lo largo del proceso de manifestación de los genes, sus rutas metabólicas, los organismos que están constituidos por dichas partes, etc. produjera como resultado los fenómenos evolutivos observados. ¿Cuáles serían las condiciones mínimas a imponer a un sistema para que al aumentar sus niveles de organización produjera la reproducción de él mismo gracias al vencimiento de la fuerza de gravedad y el escape terrestre?
Seldrake habla de los campos morfogenéticos que serían de naturaleza superior a los genes e influirían sobre ellos coordinando los comportamientos de genes pertenecientes a distintos organismos. Así se explicaría que en la evolución la aparición de un grupo concreto de seres vivos se haya producido a la vez y desde taxones diferentes en más de una ocasión, como parece ser el caso de los mamíferos (Crusafont, Meléndez y Aguirre, 1976), los celomados o los primeros seres pluricelulares.
Pero también la existencia de sistemas puede contribuir a explicar estos fenómenos. Dentro de un sistema ordenado los hechos están parcialmente determinados por la estructura o conjunto de relaciones de las partes; en un ejemplo podemos pensar en un dado de 6 caras en el que jamás saldrá la cara séptima. Al producirse un cambio biológico la existencia del sistema influirá en el proceso de ese cambio y nosotros no podremos predecirlo porque desconocemos la naturaleza del sistema. Sin embargo lo que resultaría extraño es que los cambios realizados fueran eficaces en una alta probabilidad. Así sucede en la genética de la evolución. La experimentación con los genes no se corresponde claramente con la observación de la evolución; este proceso es mucho más eficaz y complejo.
En una experiencia sobre el sistema lingüístico sobre la invención de palabras los resultados que encontramos eran concluyentes. Hicimos a grupos numerosos de individuos que inventaran palabras en español. Primero sin restricciones y luego con la restricción de no poder utilizar los fonemas oclusivos sordos /p/, /t/ y /k/; los inventores sustituyeron mayoritariamente estos fonemas por sus correlatos sonoros /b/, /d/ y /g/ porque la estructura del sistema lingüístico condiciona las respuestas que son al azar pero no al azar "ciego" (10) ¡No hay mayor candidato en el universo a constituir un sistema que la vida!
Lo interesante del sistema lingüístico es que lo hemos desarrollado para explicar el mundo y la vida. ¿Qué es más lógico crear un sistema estructurado para explicar otro sistema estructurado o hacerlo para explicar algo desestructurado?;¿están los átomos, las moléculas, los astros, la vida, la sociedad desestructurados o estructurados?;¿son sistemas?
El reduccionismo aborda la biología sin la previa demostración de que la vida sea o no un sistema estructurado. A pesar de ello ha buscado resultados partiendo del principio no demostrado de que no lo es. Luego, siendo equitativos, es lícito buscar resultados aunque las premisas de las que partes no sean demostrables. La confirmación viene posteriormente por la naturaleza de los resultados obtenidos.
Una de las primeras enseñanzas de la biología es que desconocemos la naturaleza real de la vida, por tanto desconocemos la naturaleza del sistema vivo y nos cuesta comprender nuestras observaciones que tendemos a calificarlas en muchos casos como azar.
3.- Cómo explicar que la selección natural permita la existencia de especies menos evolucionadas y complejas con otras que por estar mejor dotadas para la lucha deberían haberlas extinguido.
La selección natural conduce a considerar que una especie evolucionada se adapta mejor y produce la extinción de otra que, en principio, podría ser de la que procede. Por eso sorprende, por ejemplo, que el homo cromagnon parezca haber coexistido con el homo neandertal (11). La evolución implica que un organismo más complejo parezca estar mejor adaptado que uno simple; luego, según las leyes de la lucha, debería acabar con el sencillo, si no ¿para qué evoluciona? En este mundo biológico los organismos más abundantes son primero los virus, luego las bacterias y luego los organismos eucariotas incluyéndo a los pluricelulares. ¿No cuestiona esto la evolución como triunfo en la lucha? ¿No parece que hay organismos que han triunfado sin evolucionar? Entonces, ¿para qué se ha evolucionado? Podemos contestar que la adaptación es más significativa que la evolución para la vida. Los organismos sencillos no han evolucionado en cuanto a que no se han hecho más complejos, pero sí se han adaptado a la supervivencia; como resultado de esta aseveración la evolución tiene poco sentido.
Para la VER la cuestión no es tanto de supervivencia individual como de perpetuación de la vida a través de la reproducción del macroorganismo. Las bacterias, como seres sencillos que son, no han desaparecido porque son insustituibles en el proceso reproductor al ser las que están dotadas de una mayor capacidad de adaptación. En un hipotético escenario diferente al terrestre son los seres que podrían dar origen por evolución y adaptación a un ecosistema en el que la vida funcionara. Para la VER el proceso de desaparición de las formas más simples no es una consecuencia normal de la lucha por la supervivencia, sino algo necesariamente evitable porque, en muchos casos, en ellas residen algunas potencialidades necesarias al macroorganismo.
Para el darwinismo la lucha por la vida provoca la evolución; los supervivientes son triunfadores, el triunfo supone la existencia de la derrota, el derrotado se extingue. Pero ¿solamente la lucha y su competitividad inherente entre organismos explica la evolución o es necesaria tener en cuenta la cooperación?
La teoría de Lynn Margulis establece que la célula eucariota surgió por endosimbiosis (Margulis y Sagan 1985) entre microorganismos procarióticos que se asociaron en el mutuo beneficio. Las ideas de esta autora compatibilizan el papel de la cooperación y de la lucha. Margulis se declara darwinista, pero no neodarwinista porque considera esta postura extrema.
Novak, May y Sigmund (1995) demuestran mediante experimentos informáticos que la cooperación es más rentable que la explotación para conseguir el objetivo de sobrevivir. Sugieren, incluso, que la cooperación es anterior a la vida misma manifestándose en la evolución prebiótica.
Sin embargo, si aceptamos que la adaptación por sí sola ya garantiza la pervivencia de la vida en el planeta, quizá la evolución sirva para lo mismo pero a otro nivel de naturaleza superior. El macroorganismo que formamos necesita de la evolución para llegar a conformar un ser tecnológico que genere una tecnología para escapar del planeta y sobrevivir a la agonía de la estrella fuente de la energía que da vida al macroorganismo. Jamás una bacteria, un virus, una célula aislada o un organismo pluricelular carente de movimiento podrá generar tecnología alguna. Sin dicha tecnología es improbable que la vida perviva.
Otras alternativas a la VER resultan más increibles. Por ejemplo el choque con un meteorito. Una roca choca con el planeta en un impacto brutal generando calor y presión que debe impulsar a un fragmento de roca que contenga partículas vivas al espacio exterior sin matarlas. Tras atravesar una distancia interplanetaria o interestelar en un tiempo indeterminado dichos seres vivos germinarían en otro lugar del universo.
Otra alternativa es que las biomoléculas lleguen del espacio, siembren la Tierra y se genere la aparición de la vida a partir de la no vida. En oposición a esto son válidos todos los argumentos que afectan al azar en su concepción más ciega. Ahora bien debemos admitir que la vida se originó de alguna manera por primera vez y, en este caso, el camino más lógico es que se produjera a partir de la asociación de moléculas no vivas, sea cual sea su origen.
Pero no le parece que toda la tecnología que nos rodea y que condiciona la vida en cuanto a la contaminación, extinción de especies, etc., es un factor despreciado por lo común a la hora de explicar la evolución, del mismo modo que al mirar despreciamos el aire y sin embargo es fundamental en el paisaje porque afecta a su misma existencia.
El científico sueña que investiga independiente del bien y del mal; sin embargo, eso sólo podría suceder si la ciencia no afectara al interés general. Así pues en la misma importancia que damos a la ciencia reside el carácter comprometido. Además, a riesgo de caer vulgar, de puro sabido, quisiera recordar los versos del poeta Ramón de Campoamor:
"En este mundo traidor,
nada es verdad ni es mentira,
todo es según el color
del cristal con que se mira."
Dicho de otro modo, los principios morales y científicos con los que iniciamos el análisis "tiñen" las conclusiones. En el caso de la evolución suelen despreciarse las objeciones éticas y morales a los resultados científicos obtenidos. Sin embargo, la clave a valorar no es los perjuicios morales de los críticos, sino cómo mis principios morales afectan a mis conclusiones. Para ello es necesario en algunos momentos intentar mirarse a uno mismo desde fuera o al menos escuchar otras culturas y puntos de vista. Los demás no son idiotas.
Desde una visión armónica de la naturaleza, el japones Imanishi acusa al darwinismo de coincidir con los esquemas cristianos a los que ve como belicosos. La élite se reafirma mediante la fuerza y Dios está al lado de los ganadores. Yo todavía recuerdo las tradicionales monedas en las que se citaba al jerarca y se añadía "por la gracia de Dios" .
Ya en 1902 el príncipe anarquista Kropotkin acusaba a Darwin de despreciar la cooperación de los organismos frente a la lucha y abogaba por el papel de la cooperación en la evolución (12). En esta línea múltiples estudios de antropología y primatología indican el aplastante papel de la cooperación en los primitivos homínidos. Kropotkin pretendía demostrar que la solidaridad era preponderante en los hombres y concluir que era posible vivir sin el estado.
Los marxistas como Lysenko contraponían el concepto de especie al de individuo y suponían que la especie influía globalmente sobre el individuo. El problema para este científico fue que los resultados en la selección artificial de variedades agrícolas y ganaderas no eran competitivos con las técnicas capitalistas, pero ello no implica que su razonamiento sobre la selección natural sea equívoco. A Kruschev no le interesaba tanto la selección natural como los resultados económicos de la artificial y, en consecuencia, tuvo que imponer un cambio en la genética soviética que pagó Lysenko con su destitución.
Aunque son escasos los textos islámicos sobre la evolución el siguiente no tiene desperdicio:
"El darwinismo postula la supervivencia del más apto (selección natural). El más apto es el que sobrevive. Por tanto el darwinismo postula la supervivencia del que sobrevive. (...) se trata de una teoría cuyo principal postulado es puramente tautológico (13), que se explica a sí mismo. Se trata de la base mítica del capitalismo, la justificación del hombre occidental para imponerse al otro, implica la superioridad del hombre armado. Si leemos su autobiografía, observamos que la motivación confesada por Darwin era religiosa: no pudiendo conciliar la idea de "Dios bondadoso" con las crueldades que observaba trato de buscar una explicación racional a éstas. Por ello su teoría no puede incluir la belleza, la compasión, el altruismo, el suyo es un universo cruel en el que sólo cuentan el egoísmo y la supervivencia como valores."
En un mundo vivo en el que básicamente todo es un juego de vida y muerte, el darwinismo supone una naturaleza en lucha y justifica la supervivencia por el triunfo y la muerte por la derrota, sostenido por una cultura occidental de base cristiana en la que el poderoso se reafirma por la fuerza y en la que Dios suele estar con los poderosos.
Podemos leer estas palabras en el capítulo 3 de "El Origen de las Especies por la Selección Natural, o la Conservación de las Razas favorecidas en la Lucha por la Vida" publicado el 24 de noviembre de 1859:
"(...) todo ser orgánico (...) tiene que luchar por la vida y sufrir una gran destrucción. Cuando reflexionamos acerca de esta lucha nos podemos consolar con la plena creencia de que la guerra de la naturaleza no es incesante, de que no se siente el miedo, de que la muerte es generalmente pronta y de que los seres vigorosos, saludables y felices sobreviven y se multiplican."
Es cierto, como dice Darwin, que dos especies que utilicen los mismos recursos y coincidan en el hábitat suelen competir entre sí, sobre todo en periodos de carencia de recursos, pero también lo es que las especies no pueden existir sin asociarse en el mutuo beneficio. Las proteínas de los seres vivos no existirían sin la función vital de las bacterias fijadoras de nitrógeno; la energía no entraría en las cadenas tróficas de los seres vivos sin la fotosíntesis de los organismos fotosintéticos, las plantas con flores no se reproducirían sin los insectos. Desde luego cuanto más complejo es un ser vivo más depende de especies asociadas. Puedo imaginar un mundo de microbios con una sola especie que devore un único recurso no biológico, pero no un vertebrado que viva sin estar colonizado de microorganismos que, por ejemplo, le protejan de otros microorganismos, le ayuden a realizar la digestión o que incluso produzcan sustancias que favorezcan la coagulación de su sangre.
No obstante, extrapolando la moral victoriana de Darwin a nuestras vidas humanas estamos vivos porque somos triunfadores; moriremos derrotados y la ayuda que otros individuos nos concedan es irrelevante en nuestras vidas. Muchos de los que lean esto estarán de acuerdo, pero otros dedican su vida a los demás, facilitan su subsistencia, los salvan de la muerte e incluso consideran su propia muerte como un éxito, como una culminación de sus vidas; nunca una derrota.
Según el neodarwinismo, la suma derrota es la muerte y la victoria es la supervivencia y la permanencia. Sin embargo, es posible afirmar cuando hablamos de las relaciones entre seres vivos intra o interespecíficas, que todas son beneficiosas porque consiguen que la vida siga existiendo; los hijos viven gracias a los padres, el mutualista gracias a la mutualidad, el predador gracias a la presa. La vida es una gran triunfadora porque sigue existiendo y si la vida es triunfadora, no ha sido derrotada.
Y Ud. se preguntará qué otro valor puede existir más importante que la supervivencia en la perpetuación de la vida. Imagine un mundo sin reproducción lleno de luchadores supervivientes. La vida desaparece. Imagine otro mundo donde la gente se reproduce y no lucha. Aquí la vida si es posible aunque quede reducida a una hipotética comunidad en la que los organismos coexisten en mutualidades, se alimentan de excesos de frutos y semillas, se nutren de los deshechos de otros, de carroñeros que se aprovechan de cadáveres, de descompositores, etc. La reproducción garantiza más la supervivencia que la lucha. Incluso en un escenario apocalíptico de tipo malthusiano siempre quedarían supervivientes gracias a la mínima cantidad de alimentos que siempre existirían.
De hecho la selección natural, bajo la teoría sintética, llega a definirse como la contribución diferencial de los individuos de una población a la siguiente generación realizando así un sutil cambio de posición hacia la reproducción (Andrés 2004).
La VER prima más la reproducción que la lucha quizá inspirada en que sobrevivir es una banalidad frente al volver a nacer. El darwinismo puede ser interesante a la hora de mejorar una estructura, pero no a la hora de cambiarla. La historia de los seres vivos puede ser la de un héroe corredor que es infalible ejerciendo su función trasladándose sobre caminos montes y senderos tortuosos, atravesando riachuelos, arenales, subiendo cuestas y bajando laderas, pero nuestro héroe llega un momento en que llega a la orilla del mar y para cruzarlo no le sirve la experiencia luchadora de las tierras. Para construir el barco necesario debe recurrir a otras potencialidades que probablemente están más en otras fuentes diferentes a la experiencia luchadora adquirida en el continente. Quizás él no lo sabe pero en sus sueños le surgen intuiciones. Quizás sus botas de corredor necesiten complicarse y situarse sobre una estructura flotadora que le garantice el éxito de la expedición. Cruzar el mar no es sólo la macroevolución, es más todavía, no es únicamente transformarse en otra especie, sino además incrementar la complejidad del proyecto biológico.
4.- La existencia o no del gradualismo
Para Darwin las modificaciones se realizarían poco a poco y existirían las formas intermedias a las que llamó eslabones intermedios. Gould y Eldredge postularon que en el registro fósil faltaban los eslabones y que se constataban cambios bruscos opuestos a los graduales. Era la contraposición entre lo puntual por intermitente y lo continuo y gradual. Lo que en un principio parecía una oposición al darwinismo concluyó en todo lo contrario; era la adaptación a los cambios bruscos del medio lo que producía los cambios bruscos en las especies. Nada nuevo bajo el Sol.
La matemática de la teoría sintética demuestra que en una población un alelo puede imponerse sobre otro de una manera aleatoria durante la transmisión hereditaria de los caracteres. Pero la existencia de un modelo matemático que apoye una teoría no implica que el resto de teorías no posean modelos matemáticos que las apoyen. Así, por ejemplo, existe una demostración matemática gaiana que muestra la coinfluencia de diversos organismos entre ellos y sobre el medio ambiente.
Últimamente las posiciones gaianas se han resituado abandonando la concepción de la Tierra como un macroorganismo (14), pero apuntando a todos los seres vivos como poseedores de una fisiología común. La VER plantea que este macroorganismo formado por todos los seres vivos no está solamente dotado de una fisiología común sino de un comportamiento reproductor que a su vez explica muchos de los acontecimientos que protagonizan los seres vivos.
La concepción holística de Gaia (15) es válida para la VER; por tanto, todas sus aportaciones sobre la bioquímica de la vida y el modelo matemático son asumidos en la VER. Lo que esta teoría aporta a las concepciones gaianas es el comportamiento reproductor del macroorganismo. Desde esta perspectiva ciertas debilidades de la teoría parecen desaparecer.
Desde la perspectiva de la VER no es importante la oposición entre gradualismo y puntualismo. La pregunta es si hay un macroorganismo y existe un proyecto reproductor. Jamás se contestará a esta pregunta desde el reduccionismo porque el reduccionismo no es un método válido para ello. Le puedo asegurar que soy incapaz de explicar desde el reduccionismo cómo hago una paella, ¿cómo voy a explicar la VER a partir de él?
Reduccionismo, holismo y teoría de sistemas.
El reduccionismo sostiene como principio que todo es explicable a partir de sus partes y por ello se acerca mucho a ellas. Como un miope que sólo ve de cerca, se pierde las visiones lejanas y globales, pero ha elaborado un método que lo presume como patrimonio suyo y obliga a todos a que sean miopes porque es la única manera de ver. Ese método al que llama científico da resultados (16). En oposición el holismo considera que en determinados niveles de complejidad son más importantes las relaciones entre las partes que las partes mismas y que surgen propiedades imposibles de explicar desde los niveles inferiores de complejidad; como un hipermétrope que sólo ve de lejos y que naciendo en un mundo de miopes no es comprendido cuando explica cómo ve las cosas, tiene una forma de mirar propia que también ofrece resultados. ¿Cuántas instituciones políticas, sociales y económicas analizan propiedades globales mediante estadísticas y elaboran conclusiones que nos afectan a todos? ¿De dónde sale el mibor, el euribor, las programaciones televisivas, de radio, los discursos de los políticos, las tarifas de los seguros, las inversiones en ciencia y los presupuestos de los estados, la toma de decisiones en las empresas, en los conflictos nacionales e internacionales, etc.? Recuerdo a un catedrático de biotecnología hablando de transgénicos y argumentando que los genes explican todo y luego admitiendo que todo lo que explicaban los genes era inaplicable porque la sociedad rechazaba dichas prácticas. ¿Quizá los genes no explicaban todo y la realidad es más compleja?
Siguiendo la TGS en la VER he prospectado campos diferentes del saber humano y los he relacionado concluyendo una nueva teoría global de la evolución. El darwinismo no está hecho para responder a planificaciones orgánicas sino para explicar cómo las cosas se producen sin planificación; el darwinismo no explica un desarrollo embrionario -a pesar de que en el interior del embrión en desarrollo también hay un medio ambiente-, ni explicaría cualquier programación orgánica.
Tampoco veo que el darwinismo explique aquella macroevolución que supone aumento de complejidad. Quizá sí podría explicar algunas variaciones de picos, cuellos, colores, longitudes y otros aspectos secundarios de las especies, que pueden ser deducidas pero no experimentadas. El neodarwinismo es una traslación de técnicas y sucesos artificiales a la naturaleza sostenido por un pensamiento occidental marcadamente belicoso y por unos resultados económicos de las inferencias artificiales en los organismos que han hecho preponderante al mundo capitalista.
La VER no niega el darwinismo, en cuanto que las fuerzas de competencia influyen en el cambio. Coincido con Margulis, Lovelock y otros en que la cooperación es también un factor importante en el cambio. No obstante, la evolución no es un sumatorio de adaptaciones, ni tampoco cualquier tipo de cambio, es un proceso que busca la reproducción del sistema, una emergencia imposible de explicar desde planteamientos reduccionistas.
A mi modo de ver el papel del darwinismo en la historia de la ciencia será comparable al de Wegener y su teoría de la deriva continental dentro de la teoría global denominada tectónica de placas: puede explicar satisfactoriamente algunos aspectos, pero no todo.
En el futuro existiremos los seres vivos, luchemos o no, siempre y cuando nos reproduzcamos. La reproducción sí es una garantía de vida y todos los procesos ligados a ella son más importantes que la lucha. La reproducción va ligada a desarrollos programados como lo demuestra que todos los seres vivos soportan unos protocolos reproductores y que en los seres más complejos aparecen desarrollos embrionarios que son tanto o más alucinantes que el previsto en la VER.
El Orígen de las especies es un ensayo filosófico de hace 150 años, sus modelos matemáticos son de hace 70 años. Entonces ninguna nave había surgido al espacio exterior. En el 2004 la evolución está en manos de los darwinistas, su gran éxito ha sido demostrar experimentalmente que los organismos cambian, pero que experimentalmente cambian poco. Suponer que explican la macroevolución por lo que demuestran en la microevolución es faltar al método científico porque no lo han demostrado. Por tanto pueden discutir con filosofía pero no con ciencia. Lo que sucede es que a veces la verdad no es lo que objetivamente es cierto, sino aquello sobre lo que el grupo está de acuerdo. Hoy es verdad que la teoría sintética explica la evolución por un acuerdo de mayorías que se premian a si mismas cuando se sigue un método y se está en la línea de lo que sostiene la mayoría. En ningún momento las deducciones de los científicos deben ser sorprendentes y arriesgadas porque ambos adjetivos equivalen a malo.
No debe tardar mucho en que la ciencia en este tema se replantee dar un paso atrás y reflexionar para luego tomar impulso y acometer los retos insospechados que le esperan. Quizá yo mismo no tenga derecho a decir lo que digo simplemente porque se me haya ocurrido una idea sorprendente y arriesgada. Pero nadie es perfecto...
NOTAS
1 Formulada por el biólogo Ludwig von Bertalanffy (1901 - 1972)
2 Aracil (1995), Sarabia (1995), Tormo (1997), Arnold y Osorio (1998)
3 Dicho de otro modo y como norma general de la TGS "Las propiedades inmanentes de los componentes sistémicos no pueden aclarar su emergencia".
4 Si la evolución es una emergencia y la TGS es verdadera, todos los esfuerzos de los científicos evolucionistas reduccionistas por explicarla son vanos. Quizás nos hagan un relato aproximado del hilo de la génesis o filogenia de los seres vivos, pero intentar explicar la evolución a partir de sus partes es imposible e inaccesible a las tentativas del materialismo mecanicista o reduccionismo. Siempre queda la posibilidad de que la TGS sea falsa o la evolución no sea una emergencia.
5 Barbera (1994) realiza una historia del concepto de especie. De su aportación se desprende que no basta un único criterio para definir el concepto especie; por ello precisa hacer una definición evolutiva de la especie como "un linaje filético que evoluciona separadamente de otros". En mi opinión esta definición es un intento voluntarista de admitir un papel de la especie en la evolución, pero que no sirve nada más que para admitir una visión dinámica del cambio evolutivo. ¿Qué es un linaje filético? ¿Dónde están sus límites?
6 En ningún momento se cuestiona en el artículo ni la existencia de la evolución, ni de la especiación, ni por tanto de la macroevolución sino, en todo caso, las relaciones entre darwinismo y macroevolución y dadas las características del artículo las relaciones entre la VER y la macroevolución.
7 Sinceramente, para mí la objeción menos interesante.
8 Vida embarazada y reproevolución. Capítulo 1.
9 En las tesis de Dawkins también transpira la TGS. Por ejemplo, en ¿Tiene sentido la vida fuera de sí misma? (Dawkins 1996) compara las estrategias de fabricación de automóviles con la estrategia de diseño del esqueleto. Falto de la perspectiva del macroorganismo, que sí posee la VER, Dawkins encuentra un sentido en la vida: la perpetuación de los genes. Dicho de otro modo y con analogía: en un universo en el que existen libros escritos, lectores, herramientas, utensilios e infinidad de estructuras, lo más importante son los libros, es el mantenimiento de las bibliotecas lo que da sentido a la "sociedad". Pero la información escrita de los libros o los caracteres de los genes no tienen sentido aisladamente. En su consideración de la vida no encuentra ningún sentido más allá de los genes y al recorrer las estructuras complejas de los seres vivos desde el nivel bioquímico, al celular y pluricelular termina "rebotando" en su búsqueda de sentido hacia el gen. Desde mi perspectiva el sentido de la vida surge con ella misma y no hay ninguna molécula viva (García Casas 2002 capítulo 4: ¿Quién evoluciona?) La vida es una emergencia a un nivel superior al molecular. Un gen sin todo lo que le rodea, no es nada y los genes no sobreviven porque no viven; en todo caso son perpetuados.
10 Léase "Hipótesis sobre la Naturaleza del azar" (García Casas 2004).
11 En el sur de España ambas especies convivieron desde el 40.000 a.C. hasta el 20.000 a.C.
12 Kropotkin publica en 1902 "El apoyo mutuo, un factor de la evolución" ensalzado por el Times londinense como "posiblemente el libro más importante del año".
13 Aunque el mismo Popper llega a esta conclusión (el que se adapta es el que sobrevive porque se adapta, observese el argumento circular/tautológico), sin embargo los defensores de la selección natural argumentan que no es así, porque la aptitud y la eficacia biológica son conceptos diferentes; aunque están correlacionados.
14 Actualmente Lovelock y Margulis prefieren definir a Gaia como el conjunto de todos los ecosistemas de la Tierra.
15 Lovelook (1985), López Tapia (2004).
16 Sin embargo, la teoría de sistemas se basa también en el método científico.
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