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Vida embarazada y reproevolución. Una teoría global sobre la vida terrestre (III)

Miguel García Casas
 
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CAPÍTULO 3. LOS SISTEMAS SUPERIORES Y LOS INFERIORES

Es posible observar la naturaleza como algo más que un conjunto de partes aisladas. Muchas pruebas así nos lo aconsejan. La visión que nos permite obtener este tipo de miradas holísticas es sugerente y no falta de fundamento. Las pruebas a favor son numerosas y en este capítulo se reflexiona sobre un conjunto de ellas que se presentan en diversos ámbitos como pueden ser el astronómico, el físico, el biológico, etc. Asumiendo la posibilidad de que la naturaleza esté formado de sistemas estructurados según sucesivos niveles de complejidad, podemos llegar a plantearnos como sería un sistema superior del que formáramos parte, así como cuál sería nuestra percepción de ese sistema.....

Algo más que un conjunto de partes

Un sistema es una suma de partes que se integran y ganan propiedades que por separado no tenían. La suma de las partes es igual a las partes y algo más. El sistema se transforma en una unidad de categoría superior a sus partes a las que influye. Nuestras células no son inteligentes, sin embargo el cuerpo humano lo es. Cuando decimos que el cuerpo humano es así no nos referimos a una propiedad de ninguna célula en particular, sino de él mismo, de todas sus partes integradas en un todo. La existencia de la inteligencia influye en todas las partes: en su forma de obtener alimentos y energía, en la manera de dirigir su reproducción y sus hábitos higiénicos, en el modo de incrementar las esperanzas de vida del organismo. Es decir las propiedades fundamentales de los seres vivos, metabolismo y reproducción, se ven condicionadas por la aparición de nuevas propiedades en el sistema. Nunca podríamos explicar suficientemente lo que pasa en el interior del sistema si no tomamos en cuenta las propiedades de cada uno de sus componentes, pero tampoco si despreciamos la influencia del sistema sobre sus partes.

La teoría de sistemas refleja un hecho comprobable en el Universo, grados mayores de complicación implican la aparición de propiedades nuevas que las partes no poseían, pero también es cierto que se mantienen a nivel superior las propiedades de las partes. Consideremos las propiedades fundamentales de la vida, el metabolismo y la reproducción, estas propiedades han sido mantenidas a lo largo de toda la evolución biológica, y en los seres unicelulares y en sus descendientes evolutivos pluricelulares se siguen manifestando. Si existiera un sistema vivo de categoría superior al nuestro -del que formáramos parte-, cierto que tendría metabolismo y reproducción. Todos los seres que conocemos, tienen una tendencia a la supervivencia, una estrategia que consiste en generar formas similares a ellos mismos, manifestada también a lo largo de todos los niveles de complejidad, ¿por qué no va a tener dicha estrategia un sistema superior al nuestro del que formáramos parte?. No obstante cada nivel se ocupa de generar niveles de complejidad similares a él mismo, a pesar de partir utilizando niveles de complejidad más sencillos que el mismo. Así, cuando un organismo pluricelular animal se va a reproducir utiliza células aisladas, espermatozoides y óvulos. Estos gametos se ocupan de problemas referentes a su nivel de complejidad, como es contactar entre ellos y luego realizar las reacciones propias de la fecundación; sin embargo el nivel de complejidad superior se ocupa de aproximar en lo debido unas células a las otras. Así por ejemplo en peces se realiza la fecundación externa, puesto que el agua no ofrece peligro de deshidratación para los gametos. Entonces en la proximidad de los huevos el macho suelta los espermatozoides en el agua. Sin embargo los mamíferos terrestres para evitar la deshidratación que el medio aéreo causa, introducen los espermatozoides en una cavidad especial de la hembra en la que la humedad los preserva de la deshidratación. También por ejemplo el hombre se ocupa de procurarse alimentos, para ello utiliza sus propiedades intelectivas y conocimientos, sin embargo el hombre no conoce cómo se realiza la digestión de los alimentos en el interior de las células; en términos técnicos el hombre desconoce cómo se realiza la respiración celular de los nutrientes en el interior de las células, pero las células lo "saben" y lo hacen. De otro modo, si nos pusiéramos a gobernar con nuestra inteligencia el proceso de digestión, moriríamos. Es evidente que cada nivel de complejidad se ocupa de los problemas referentes a él mismo.

Sin embargo la potencialidad de resolver determinados problemas del sistema superior reside en el inferior. Así un hombre no puede reproducirse si no lo hacen sus células, no puede obtener energía para desarrollar las funciones específicas de su nivel superior; si no la obtienen sus células, no podría desarrollar sus cualidades intelectivas si sus células no realizaran la respiración biológica. El comportamiento de las partes es vital para el todo.

No tanto orden

Una de las cuestiones que nos hace difícil percibir que podemos formar parte de un sistema integrado de mayor complejidad es que tenemos el concepto de que nuestro organismo está perfectamente ordenado y ese orden, que concebimos, no lo vemos reflejado en el medio en el que nos desenvolvemos. Sin embargo, la ciencia nos enseña que el orden es más una apariencia final de un proceso que un funcionamiento real. Esto nos enseñan los cuánticos que asumen que, dentro del átomo, cada partícula posee un comportamiento impredecible, pero al ser tantas partículas se manifiestan unas tendencias probabilísticas que producen un comportamiento final de las grandes aglomeraciones de partículas que es totalmente predecible. Para el profano el mundo de las reacciones químicas es perfectamente determinable y ordenado; sin embargo en su realidad más íntima es un proceso azaroso. Desde una perspectiva global podríamos decir que los átomos de hidrógeno se unen entre sí para formar moléculas de hidrógeno, pero si pusiéramos en un recipiente sólo dos átomos de hidrógeno, habría muchas posibilidades de que ambos no se unieran en un cierto tiempo. Por otro lado a nivel biológico sucede lo mismo. Durante la formación del sistema nervioso las neuronas lanzan multitud de prolongaciones dentro de una búsqueda desordenada de conexiones con otras neuronas, las prolongaciones que encuentren conexión sobrevivirán y las que no serán eliminadas. La formación de nuestro sistema nervioso, la cumbre de nuestra perfección, es un proceso desordenado en esencia y ordenado en apariencia. Una experiencia mucho más inmediata a nuestra percepción nos la puede dar la observación de nuestro latido cardiaco del que muchas personas pueden dar testimonio de su irregularidad. El corazón esporádicamente tiene palpitaciones extrañas que manifiestan un cierto desorden.

El azar, como nos ha enseñado la teoría cuántica no impide el orden, ni por tanto las leyes. A pesar de que las partículas atómicas se gobiernen al azar, sus comportamientos globales son totalmente predecibles. Solamente el caos (desorden total) puede impedir que las leyes se presenten. Al estar incluidos y atrapados en un sistema biológico como el terrestre, encontramos notables dificultades para obtener posibles visiones globales. Además el azar observado nos impide percibir causas, y siempre nos deja en la duda sobre si las causas existen o no. Asumimos al azar como un factor que contribuye a la explicación de los fenómenos [ Nota 40 ]. Sin embargo, según nuestras observaciones en el sistema biológico y por ejemplo desde perspectivas evolutivas, la existencia del azar, lejos de desordenar el sistema contribuye a que este alcance mayores niveles de complejidad, imposibles de conseguir sin incrementar el orden. En una "biología cuántica" sería posible transformar la evolución en una ley a partir de tener acceso a una ingente cantidad de sistemas biológicos. Los observaríamos a todos ellos y diseñaríamos estadísticas aplicables al igual como han hecho los cuánticos en el átomo [ Nota 41 ], posteriormente veríamos el ajuste que realizarían los sistemas vivos a estos modelos estadísticos y estableceríamos o no la existencia de leyes. Para nosotros entonces no sería tan importante la existencia del azar, como la frecuencia de comportamientos repetidos en los distintos sistemas biológicos. El azar no nos impediría establecer la existencia de comportamientos direccionales, finalistas, reproductores o de cualquier otro tipo, siempre que se pudieran verificar determinados tipos de ajustes de la realidad a los modelos lógico-matemáticos.

Nuestro problema es que, como dice Sagan, los biólogos estamos limitados al estudio de una sola biología: la terrestre. Sabiendo ciertamente que el azar no impide leyes (fenómenos que se repiten casi siempre), nos vemos limitados al estudio de un único escenario terrestre con lo cual aquello que pueden acometer otros científicos con extraordinaria facilidad y naturalidad al disponer de un gran número de sistemas repetidos como son los átomos, nos es negado en aspectos referentes a la biología.

La información científica que pudieramos conseguir sobre otros sistemas biológicos sería extraordinariamente importante. De hecho la búsqueda de la vida extraterrestre es un proyecto científico mas. Se ensayó en Marte cuando en 1976 las sondas Viking realizaron pruebas químicas [ Nota 42 ] y se intenta con radiotelescopios, en los que se pretende emitir y recibir señales inteligentes de otras partes del Universo. Por otro lado el interés por la vida extraterrestre es notable en la humanidad, así lo muestran la ingente cantidad de libros y publicaciones y los programas de radio y televisión que se ocupan de estos temas.

La parte y el todo. El todo y la parte...

Nuestros modelos de razonamiento suelen estar construidos a partir del análisis de la acción de un objeto sobre otro, de una parte en el todo, pero no en ver el efecto del todo en sus partes. Ejemplos de la acción de un objeto en otro sería la acción de un león sobre una gacela, de un protón sobre un electrón, o de una energía en un instrumento. Ejemplos de modelos de una parte en el todo son, por ejemplo, los genes y su implicación en la vida del organismo, el papel de las partículas atómicas en el comportamiento del átomo. Sin embargo se pasa de soslayo sobre la influencia de un sistema de categoría superior sobre uno de categoría inferior y sin embargo estas interacciones existen.

Ha sido comprobado un tipo de comportamientos que tienden a integrar distintos elementos dentro de un sistema. En febrero de 1.665, el físico Holandés Christian Huygens, inventor del reloj de péndulo, durante una reclusión en casa debida a una enfermedad, quedó mirando a dos relojes construidos por él que colgaban juntos de la pared. Le llamó la curiosidad ver que los dos péndulos oscilaban con perfecta sincronía. Probó más tarde a perturbarlos y al cabo de media hora habían vuelto a coger el paso. Observó también que cuando los separaba mayores distancias dentro de la habitación tendían a retrasarse el uno del otro. Con estas observaciones comenzó la teoría de los osciladores acoplados. Comportamientos de este tipo se pueden observar en los seres vivos en las rías de Malasia, Tailandia y Nueva Guinea, en los árboles de cuyas riberas se reunen cada noche miles de luciernagas macho con objeto de atraer a las hembras. Al principio de la reunión los machos destellan de manera desordenada, pero con el transcurso de la noche las luciernagas empiezan a emitir luz al unísono. También los grillos cantan al unísono, y las ranas croan sincronizadas. No son extraños los mecanismos que tienden a coordinar los comportamientos individuales.

Un ejemplo de la acción del todo sobre la parte a niveles físicos es la influencia de la gravedad en los fenómenos universales. Sabemos que la fuerza gravitatoria se explica por la existencia del todo e influye en la parte. Así Newton calculaba la gravedad a la que estaba sometida la Tierra a partir de las masas del Sol y la Tierra; para calcular la gravedad a la que estaba sometida la Luna introducía la masa de la Tierra y la Luna. Para Einstein la gravedad a la que está sometido un cuerpo en el sistema Solar depende de todas las masas presentes en el sistema, no sólo de dos como para Newton. Posteriormente a Einstein se asume que la gravedad que actúa sobre un cuerpo depende de todas las masas presentes en el Universo.

Podemos concebir una estrella como un plasma, un estado de la materia en la que los núcleos van por una parte y los electrones por otra. La existencia de una gravedad debida a toda la masa de la estrella produce que la masa de este plasma actúe sobre si misma y produzca las reacciones nucleares de fusión y como consecuencia calor, luz y elementos químicos. La gravedad también genera sobre las partes vivas estructuras de sostén, esqueletos para los animales, tejidos leñosos para los árboles. La gravedad debida a todas las masas del Universo influye en las partes que responden ante su influencia con comportamientos fisico-químico-biológicos de distintos tipos.

La fuerza de gravedad es responsable a su nivel del orden cosmológico. Su existencia en la Tierra la dota de energía calorífica, puesto que aproxima los átomos lo suficiente como para que se produzcan reacciones nucleares de fisión, en las que átomos más complejos se rompen en otros más sencillos liberando energía. Este calor produce corrientes de convección que impulsan a la materia sobre la que cabalga la energía calorífica -que en última instancia surge más o menos violentamente por zonas débiles de la corteza terrestre- y genera toda la tectónica de placas y por consiguiente la Tierra cual la conocemos.

Pero además la forma de los seres vivos, sus esqueletos, su tamaño, viene condicionado por la fuerza de gravedad. La gravedad causa que para sostener los cuerpos en el aire tengan que tener esqueletos más poderosos que en el agua, que los árboles deban tener maderas resistentes que permitan que los troncos se eleven hacia el cielo, cosa que no necesitan las algas que son mantenidas erguidas por el medio líquido [ Nota 43 ].

Otras influencias del todo sobre la parte en los seres vivos son más comunes de lo que pudiéramos pensar a priori. Un ejemplo lo tenemos en la determinación embrionaria. Se llama así a la restricción de la potencialidad futura que equivale a fijar el destino de una parte del embrión. Como escribe Balinsky: "La determinación de las partes del ectodermo no depende de causas inherentes al mismo. La diferenciación de las regiones ectodérmicas [ Nota 44 ] depende de la posición en que se encuentran situadas las células ectodérmicas". Un transplante de un segmento del embrión a otra parte de éste no produce ningún cambio en el embrión si se realiza antes del momento de la determinación, que suele producirse hacia finales de la gastrulación [ Nota 45 ], pero si el injerto es posterior en el tiempo el embrión quedará alterado de tal modo que si transplantáramos la zona de la cabeza a la parte posterior del embrión, la cabeza comenzaría a generarse por dicha parte. Lo importante es que la determinación no depende en origen de las células que se van a determinar puesto que cambios en la posición antes de la determinación no suponen cambios en la estructura del embrión durante su desarrollo, ni por tanto de sus genes, sino de la posición de las células dentro del embrión. Percibimos aquí un efecto del todo sobre la parte.

Junto con Mendel, Thomas H. Morgan está considerado padre de la genética moderna. A él se deben las experimentaciones que acercaron las leyes abstractas de la herencia debidas al primero con los datos de la biología. Morgan está considerado como un mecanicista, es decir, como un individuo que piensa que las partes explican el todo, sin embargo no era un mecanicista rígido tal como lo describe Allen que dice de él "Morgan conocía demasiado bien el proceso de diferenciación embrionaria como para creer que los genes actuaban de forma atomizada, independientemente unos de otros o del ambiente celular global".

Otro ejemplo de la influencia del sistema sobre la parte lo podemos deducir de las palabras de Kennedy y Dehay en su artículo sobre el desarrollo del cerebro en el que hacen referencia a cómo la formación de los circuitos neuronales no son un ejemplo de planificación genética perfecta, sino que influyen en ellos aspectos no contenidos en los genes y pertenecientes a la globalidad del sistema. Así escriben: "A un espíritu cartesiano podría parecerle que la construcción de los circuitos neuronales sólo necesita la puesta en relación ordenada de los axones con sus neuronas objetivo. En realidad, la naturaleza no procede así, como ya comprobaron con sorpresa los neurobiólogos hace mucho tiempo. Sucede como si el programa del desarrollo comenzara por instalar un numero superabundante de conexiones interneuronales, que se trata luego de triar, de seleccionar, eliminando las neuronas y los axones supernumerarios. En efecto, ahora se sabe que, para una población de neuronas dada, el proceso de muerte celular sobreviene a partir del momento en que esta población comienza a establecer conexiones con su estructura objetivo. Si se realiza la ablación de una parte de esta, ello acarrea un aumento de la muerte neuronal entre las células que envían allí axones". Los mismos autores hacen notar que el funcionamiento del sistema nervioso influye en su misma formación, del mismo modo que la existencia de una estructura cerebral que funcione a modo de un órgano del lenguaje se verá condicionada según la primera lengua que aprenda y manifestará su acento e influencia en lenguas aprendidas varios años después. En palabras suyas: " Una vez instalados diferentes elementos del cerebro ¿está este listo para funcionar o necesita un periodo de rodaje durante el cual la actividad nerviosa efectuará un ajuste final de las conexiones?. Numerosos experimentos efectuados estos últimos veinte años han revelado que el mismo funcionamiento de los circuitos nerviosos desempeña un papel en su instalación. Una gran parte de estos experimentos ha sido realizada por T. N. Wiesel y D.H. Hubel en el sistema visual (en 1981 recibieron el premio Nobel por estos trabajos)".

Las palabras de Kennedy y Dehay nos ilustran sobre dos aspectos interesantes dentro del mundo biológico, el primero es sobre cómo el todo influye sobre la formación de la parte, y el segundo nos permite observar los fenómenos biológicos como procesos parcialmente desordenados en su formación pero que no impiden la creación de complejos órganos y la realización de funciones complicadas.

La existencia de sistemas es a mi modo de ver incontestable. Se dan a todos los niveles de la naturaleza. La asociación entre núcleos y electrones hizo aparecer a los átomos y las moléculas; gracias a ellos apareció un mundo químico inexistente hasta entonces, los átomos y moléculas comenzaron a reaccionar entre ellos y plantaron los cimientos del metabolismo y reproducción sin el que los seres vivos nunca hubiéramos podido existir. Las moléculas orgánicas e inorgánicas fueron capaces de formar el sistema celular, gracias a él y mediante un aislamiento selectivo la vida comenzó a éste lado de las membranas celulares. Las células comenzaron a asociarse en organismos pluricelulares, de tal modo que al reproducirse no solamente arrastraban los caracteres de cada célula por separado, sino también del sistema del que formaban parte. ¿Quién puede dudar de que el cuerpo humano forma un todo integrado?, ¿quién puede dudar de que al reproducirse el hombre no lo hacen también sus células, y que al reproducirse éstas lo hace también el hombre?.

Parte o aparte...

¿Constituimos cada ser humano, cada mosca, cada individuo de una especie, el sistema más complejo que puede existir, o formamos parte todos de un sistema de complejidad superior en el que nos encontramos integrados?. Por tanto, ¿forman los seres humanos junto con otros un sistema superior?. Existen multitud de experiencias que demuestran que al menos el hombre está inmerso y conectado con el entorno que le rodea. Mi intención es comentar algunas de ellas.

La misma selección natural es una influencia del todo sobre la parte, la naturaleza selecciona a sus partes. La explicación a partir de las partes de cualquier aparición o extinción de especies biológicas resulta incompleta. Es imposible explicar satisfactoriamente cualquier aspecto natural si no conocemos en concreto que es la naturaleza. ¿Pero es la naturaleza un sistema o una serie de partes no lo suficientemente integrada para formar un sistema [ Nota 46 ]?, ¿cómo reconocer un sistema superior?.

Desde luego, podemos percibir en nuestra realidad inmediata señales sobre la acción del medio exterior sobre nosotros mismos. Si tomamos la cultura como un sistema de comportamientos y frutos de estos comportamientos (obras arquitectónicas, libros, ingenios, etc), es evidente que la cultura incide en el pensamiento, y en el comportamiento de los individuos influenciándolos y condicionándolos. Tenemos un ejemplo en las diversas concepciones de la evolución según las distintas culturas, casos citados de Imanishi, Darwin [ Nota 47 ] y los marxistas. Las culturas son un todo que influye sobre el pensamiento de las partes. Desde cómo un hombre va a concebir el mundo, hasta cómo va a vivirlo está condicionado por la cultura.

Pude ser testigo de una sesión de hipnosis en la que a una persona se le dijo que era el diablo y fue sometida a distintos tópicos como el enseñarle la cruz, echarle agua bendita (que era del grifo) e incluso exorcizarla para que saliera el demonio; el resultado fue que el hipnotizado se comportó según los tópicos culturales: gritaba horrorizado cuando se le enseñaba la cruz y la Biblia, el agua -falsamente bendita- le quemaba. Con toda probabilidad un individuo de otra cultura desconocedora de estas particularidades culturales no hubiera manifestado este comportamiento.

Por otro lado ciertas experiencias de las llamadas al borde de la muerte concluyen en el final de un túnel con una salida fuertemente iluminada en la que encuentran a Cristo [ Nota 48 ] (según testimonios). Mi opinión es que en estas situaciones se manifiesta el inconsciente colectivo postulado por Jung, otra acción del sistema sobre la parte.

En los países pobres la falta de tecnología y otros factores causa la escasez de alimentos, lo que produce que la alimentación sea peor y que los niños crezcan menos que en época de bonanza. El sistema afecta hasta el metabolismo de los individuos que constituyen los pueblos. Por otro lado los hábitos alimentarios de un sistema social influyen sobre la vida de los individuos. Se suele hablar de que la dieta mediterránea alarga la vida y que el abandono de este tipo de dieta por parte de la población española acortaría (estadísticamente) la vida de los españoles, hasta ahora más larga que la del resto de europeos.

Las guerras, las epidemias de hambre, los períodos de euforia colectiva, las depresiones económicas, todo incide sobre el comportamiento de las personas en general, sobre la supervivencia y la alimentación.

Es evidente que la actividad de los organismos viene influenciada por factores astronómicos que causan los períodos día-noche o las estaciones. El metabolismo, el crecimiento, los nacimientos, los períodos reproductores se ven afectados por estos factores.

Los científicos no se ponen de acuerdo, quizá porque no está claro, sobre cuál es el sistema que gobierna el cuerpo de los seres pluricelulares: si el sistema nervioso -que encima muchos organismos [ Nota 49 ] no poseen- o el sistema hormonal; si admitiéramos que es el sistema hormonal, tendríamos que aceptar la influencia de la Luna en determinados comportamientos. Quién puede hoy día negarla en el ciclo menstrual, (ya mencionado con anterioridad), regido por meses lunares de 28 días. Es sabido por la policía que en Luna llena suele haber más percances, más accidentes de automóvil, y que los bares se llenan más, es la conocida como "Luna de los borrachos". Plantar ajos en Luna no adecuada puede producir que éstos se salgan de la Tierra; cortar madera en Luna no adecuada produce que la madera sea más sensible a la carcoma. Los cogedores de setas expertos, que suelen ir a los mismos rodales a cogerlas saben que según en qué luna vayan, van a coger o no. Existen libros de pesca cuyas claves se basan en la Luna. Sabemos que la Luna, -cuya masa comparada con la de la Tierra es proporcionalmente mayor que la de cualquier otro satélite respecto a la de su planeta orbitado, de nuestro sistema Solar-, es capaz, en combinación con el Sol y a través de sus energías gravitatorias, de deformar la Tierra no sólo en su parte líquida -produciendo las mareas- sino también en su parte sólida; esta deformación se calcula en unos 20 cm. Es evidente que la fuerza gravitatoria es capaz de deformar sistemas en estado de gel [ Nota 50 ] como los vivos, produciendo, quizá, diferentes síntomas en los organismos. No obstante no sabemos cómo se produce, de hecho ni siquiera sabemos con seguridad cómo se transmite la energía gravitatoria [ Nota 51 ].

Pieau ha demostrado que el sexo de la tortuga europea depende unicamente de la temperatura de incubación de los huevos. En muchas especies una variación de un grado basta para pasar de un 100% de machos a un 100% de hembras. Fergusson y Joanen concluyen de manera similar para el aligator, si bien en este caso tras incubar los huevos a menos de 32 grados sólo dan hembras y a más de 34 sólo dan machos. En el crustáceo Gammarus duebeni la determinación del sexo resulta de la duración relativa del dia y de la noche. Múltiples serían los ejemplos a aportar en este sentido. Parece ser que el medio ambiente actua como un ajuste de determinantes genéticos y biológicos en ciertos grupos biológicos, si bien parece que en mamíferos y en aves que incuban sus huevos los factores del entorno son poco o nada determinantes en la determinación del sexo.

La conclusión se extendería hacia la admisión de que determinados elementos ajenos a los cuerpos influyen en los aspectos orgánicos.

Una vez admitimos la influencia sobre el hombre y los demás organismos de factores que provienen del entorno, el gran problema es saber si estamos integrados dentro de un sistema superior a nosotros o no existe este sistema y por tanto no constituimos una parte de nada sino solamente un individuo parcialmente integrado en su medio ambiente. La influencia de los sistemas superiores sobre los inferiores es una vieja idea de Platón que suponía que el macrocosmos influía y se reflejaba en el microcosmos. Los hermanos Odum en su Fundamentals of ecology consideran al ecosistema como un organismo vivo de categoría superior a los individuos que lo forman, ya que según ellos no aumenta entre sus distintas partes lo suficiente la entropía (o de otro modo el desorden) como para decir que estamos fuera de un ser vivo. Las relaciones entre los distintos componentes del ecosistema tienden a equilibrar las desviaciones con objeto de mantener la viabilidad del conjunto [ Nota 52 ].

Si realmente formáramos parte de este gran organismo o sistema superior, ¿Cómo tendría que ser este sistema de categoría superior al hombre?. Con seguridad primero debería asumir las propiedades de todos los sistemas de categoría inferior, es decir si Jacob habla de lo chapucero del código genético, esta característica debe ser asumida también. Desde una perspectiva humana es lógico que un ser vivo no sea perfecto, la evolución por tanto puede ser la manifestación de un proceso orgánico dentro del sistema biológico que asumiría las propiedades de sus constituyentes. Debería ser un ser vivo y por tanto debería tener metabolismo, reproducción, un código genético y un mecanismo que garantizara la acción del todo en la parte. Desde luego el sistema podría funcionar a partir del metabolismo y reproducción de cada uno de sus componentes. Su código genético podría ser el mismo que el nuestro, de hecho probablemente todas las células de la biosfera lleven codificados caracteres de este sistema superior.

Por otro lado este sistema debería ser inabordable por parte de cualquier elemento que lo compusiera, su conocimiento y comprensión por parte de sus constituyentes podría llevar a su manipulación, cosa que pudiera llegar a ser peligrosa para la parte y para el todo. Imaginemos que nosotros como sistema pudiéramos ser gobernados por nuestros glóbulos rojos. Su escasa capacidad afectaría negativamente a nuestro organismo al no estar dotado de las suficientes cualidades como para coordinar adecuadamente nuestro cuerpo.

Su viabilidad como ser vivo y la de sus constituyentes va a depender de que su estirpe sobreviva a la desaparición de la Tierra y del sistema solar. Por tanto, a la larga, debe ser capaz de generar una solución que permita llevar una semilla a otro lejano planeta.

Por otro lado no tiene por qué ser inteligente. Pretender que un sistema superior debe asumir la inteligencia es sobrevalorarla. Nuestra razón no nos permite llegar al conocimiento perfecto, ni probablemente nos lo permitirá tal como predicen todos los teoremas limitativos [ Nota 53 ]. Por otro lado, como ya se ha dicho, el conocimiento perfecto representaría debilitar al sistema superior a la vez que negaría desde una perspectiva lógica la existencia del sistema superior, ¿para qué sistemas superiores si ya existen seres perfectos?, ¿cómo iban a ser superiores?.

¡¡Danzad, danzad malditos!!

Asociando la inteligencia a apéndices articulados es posible fabricar artefactos; y esta propiedad de los hombres como seres inteligentes y dotados de manos puede ser de utilidad para fabricar un ingenio con el que llegar a otro lugar lejano.

La inteligencia parece ideal para generar una lucha tecnológica en un marco de competitividad entre grupos, para eso puede ser que existan las distintas lenguas, las distintas culturas, las distintas naciones, los distintos intereses, la competitividad comercial, las armas, la tecnología punta al servicio de los ejércitos, la guerra, etc. El hombre como parte de la naturaleza viva asume sus propiedades. En su conducta como especie es fácil observar unas fuerzas que tienden a diversificarlo frente a otras que tienden a unirlo. La diversificación implica la diferencia y ésta lleva a distintas estrategias en la lucha por los recursos y la energía. Las fuerzas que unen a los grupos permiten potenciar las soluciones del grupo. Si el resultado es la supervivencia se beneficia la vida en general y, caso de existir, el sistema superior.

Sin embargo la inteligencia no da la libertad. Los hombres no somos libres. Como animales sociales estamos sujetos a un orden. Como seres vivos debemos cumplir y cumplimos con las propiedades de éstos, somos poseedores de un metabolismo y de una reproducción: nacemos, crecemos, nos relacionamos, nos reproducimos y morimos. Como animales estamos sujetos al movimiento para conseguir el alimento y no podemos utilizar la luz como fuente energética. Como terrestres estamos preparados para respirar aire y podemos ver el cielo; como hombres hemos desarrollado una tecnología a la que no podemos renunciar. Nuestra supervivencia como especie numerosa no depende tanto de lo que sabemos como de lo que somos capaces de hacer. El poder de las naciones se basa en la tecnología, éstas para conservar el puesto dentro del ranking de naciones poderosas la desarrollan en la medida de sus posibilidades. Las guerras sirven para quitar límites a las inversiones en desarrollo tecnológico. De repente aparece el espacio exterior. Por un lado un frente más donde luchar por el poder, por otro lado un camino no bélico donde rentabilizar inversiones en nuevas tecnologías. Algo incomprensible, 2/3 partes de la humanidad en la indigencia [ Nota 54 ] y los países más poderosos gastando ingentes sumas de dinero enviando sondas a planetas remotos para aumentar los conocimientos sobre ellos, no se sabe bien para qué. De momento un proyecto para el primer cuarto de siglo XXI: llegar a Marte. En él están interesados los estadounidenses y también los ex-soviéticos. Carl Sagan se refiere a éste problema. El capital necesario para llegar el hombre a Marte es de 500.000 millones de dólares a corto plazo. La tecnología necesaria ya está disponible, sin embargo esta cifra contrasta con los 300.000 millones de dólares de presupuesto total de la Nasa para 20 años. Para este autor no es relevante llegar al planeta rojo en el siglo XXI o en el XXII. Existen razones morales para preocuparse de otros problemas relacionados con la situación económica del mundo; planificando bien las investigaciones se puede llegar a la adquisición de la misma tecnología a precios más económicos. Pero parece ser que el mundo no funciona basándose solamente en planteamientos solidarios, incluso me atrevería a decir que el mundo no parece estar hecho para estar arreglado, más bien parece una fuente inagotable de conflictos.

El presupuesto anual de la Nasa, unos 15.000 millones de dólares contrasta con el presupuesto anual de defensa de los EEUU, unos 250.000 millones. Evidentemente la Nasa está en época de restricciones económicas, no obstante la carrera espacial continúa, aunque en fase de mayor cooperación entre las partes. Sin embargo es fácil suponer que en situaciones conflictivas se potencie el desarrollo por separado en aspectos como satélites militares y espías. Queda mucho por mejorar, nuestra tecnología no es la suficiente para evitar ciertos problemas. Un número considerable de las sondas que se han enviado a Marte, o a Júpiter -como la Galileo- han tenido problemas de funcionamiento, cuando no se han perdido. Proyectos caros, de unos 150.000 millones de pesetas, fallan en las conexiones con la Tierra, no se les despliega una antena similar a un paraguas, no se les activa una cámara fotográfica o se construyen telescopios miopes.

El camino del hombre hacia las estrellas va a continuar, a veces con poco presupuesto, a veces con más. Rusia en medio de una terrible crisis mantiene continuamente una estación orbital habitada por astronautas y sigue con sus proyectos de enviar sondas a Marte, etc. Nuestra tecnología de dentro de mil años es impensable, pero marca una dirección múltiple ¡hacia el espacio!.

El hombre no es libre, está condicionado por su origen y sus propiedades, ¿pero también por un sistema más complejo al que pertenece?. Su inteligencia no le libera, sino que está obligado a utilizarla con fines tecnológicos en el camino de la consecución del poder.

El desarrollo tecnológico es explosivo. Del primer computador, más bien una calculadora, que ocupaba más de 100 m2 y se estropeaba cada 10 minutos, al chip que fabrica la empresa Plessy [ Nota 55 ] destinado a equipos militares que incluye 240.000 transistores en un cuadrado de 1,1 cm, han pasado mucho menos de 100 años. ¿Qué será dentro de 1.000 , de 10.000 o de 100.000 años?.

Los problemas de este sistema superior al que pertenecería el hombre serían reproducirse y acceder a la energía sin competencia de otro individuo de un sistema similar. Estas cuestiones son resueltas sin problemas por los árboles, seres que no disponen de inteligencia, pero que de todas formas solucionan todos sus aspectos biológicos satisfactoriamente. Como el árbol, el sistema superior debería poseer unas estrategias internas, que en sincronización con determinados factores externos, activaran las fases de su ciclo vital tal como la reproducción, o el crecimiento.

Este sistema influiría sobre las partes, ¿pero de qué modo?. Si nos fijamos en nosotros mismos, en nuestro organismo, observaremos que a no ser un accidente orgánico, un proceso patológico [ Nota 56 ], nosotros no podemos hacer daño a nuestro propio cuerpo. No disponemos de la libertad de morirnos cuando queramos, de parar nuestro corazón, de dejar de respirar, incluso aunque algunas personas no deseen reproducirse, unos individuos u otros lo hacen en la suficiente medida como para que la especie se perpetúe. Nuestro cuerpo está repleto de actos involuntarios que se niegan al control absoluto del hombre sobre sus células [ Nota 57 ], a la agresión del todo hacia la parte. Del mismo modo podemos deducir que globalmente el sistema superior no posee la capacidad de agredir a sus partes. Ahora bien, puede dirigirlas influenciando y condicionando su desarrollo para el beneficio global en aspectos metabólicos y reproductivos, incluso aunque en alguna parte se produzcan daños. Una mujer embarazada sufre un perjuicio derivado de la toma de nutrientes por parte del feto. El consumo de calcio por parte del hijo produce que muchas mujeres pasen por problemas de descalcificación en los dientes y en los huesos. Las hormonas durante el embarazo también afectan a su circulación y le producen varices. El cuerpo se deforma, etc. Sin embargo el sistema atraviesa por esta fase supeditado a un bien global como es la reproducción.

El sistema superior, aunque no sería accesible al sistema inferior, sin embargo estaría contenido de alguna manera dentro de cada individuo, como un holograma [ Nota 58 ], en donde en cada una de sus partes estaría la información del todo pero sin ser conscientes de ello. Ello permitiría una cierta influencia en las conductas de los seres inferiores. Algunos reflejos podrían ser presentidos en los individuos según el nivel de consciencia. Quizá por ello la universalidad en la creencia en un dios o dioses, que incluso como en el cristianismo se dice existe dentro de todos los hombres, pero no está en ninguna parte, recordando mucho al holograma. En las culturas más insertadas en la naturaleza, indios americanos, cazadores recolectores, se identifica con una intensidad notable al dios con el entorno .

La cuestión es que a la hora de comprender la naturaleza de la parte no podemos percibirla si no comprendemos la naturaleza del sistema superior al que pertenece y en el que se integra. Nunca sabremos bien qué es el hombre si no conocemos adecuadamente el sistema en el que está integrado, pero del mismo modo no podríamos conocer bien al sistema si no captamos adecuadamente la parte. Por otro lado el lenguaje se encarga de que no podamos percibir correctamente a ninguno de los dos. Nos es imposible conocer la naturaleza del todo a partir de la parte y de la parte a partir del todo.



Sobre el autor


Miguel García Casas nace en 1955 en Valencia, España. Es Doctor en Ciencias Biológicas, Master en Gestión Medioambiental y Catedrático de Biología y Geología de enseñanza secundaria. Es persona de formación interdisciplinar y ha publicado libros y artículos en diferentes campos como la Biología, Filosofía, Pedagogía y Lingüística. Ha investigado, desarrollado y publicado -en edición nacional e internacional- juegos didácticos en soporte informático. En 1997 dos de estos juegos obtuvieron el primer premio internacional Innovalingua en la sede de Expolingua en Madrid. Actualmente mantiene la web Jugar y aprender Ciencias Naturales





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