A diferencia del resto de los seres vivos, en el ser humano el orden se presenta con caracteres propios. Para el ser humano, la actividad de ordenar requiere de una preparación a la cual podemos llamar "plan". Entre el plan y su ejecución existe una distancia temporal, es decir, que todo plan para concretarse en la realidad necesita tiempo. El plan puede realizarse completamente en un tiempo mayor o menor, como también puede ejecutarse de manera incompleta o simplemente no realizarse. Todo esto nos resulta muy familiar, pero es curioso comprobar que nadie parece reparar en que esto no es así para ningún otro ser vivo. En la naturaleza, por el contrario, plan y ejecución son dos aspectos de la misma cosa. No hay ningún tipo de separación entre un supuesto plan organizador y su ejecución ni en los animales ni en las plantas (ni en la conducta de sus partes componentes: células, tejidos, etc.).
No es necesario buscar muy lejos la razón de esta diferencia. Sin duda se debe a la presencia únicamente en el ser humano del pensamiento con su capacidad de proyectarse hacia un futuro que todavía no existe, pero que puede ser conjeturado en base al pasado, o sea, al conocimiento adquirido. Los ejemplos de previsión que se dan en el resto de los seres vivos, especialmente en los animales superiores, no contradicen lo anterior. Se trata de manifestaciones del instinto, concepto cuyo sentido es ser una cierta capacidad que se utiliza para explicar aquellas conductas que sirven a la conservación y a la reproducción de la especie.
Precisamente por no ser de naturaleza intelectual, esta capacidad instintiva del ser vivo, aunque se manifieste previsoramente, no expresa variaciones cuando las condiciones del ambiente han cambiado, como si fuera el resultado de un impulso ciego. De nuevo tenemos aquí que plan y ejecución van de la mano, sea o no fructífera su realización concreta.
Podríamos expresar esta diferencia entre el ser humano y el resto de los seres vivos, de la siguiente manera: solamente el ser humano funciona en términos de un futuro virtual. Y de esa forma, el plan de una cierta actividad futura existe ahora sólo en cuanto plan, sin existir todavía su ejecución que es relegada así al futuro incierto.
Por eso nos resulta sumamente difícil entender que en un animal o en un vegetal, o en sus células y tejidos (y en las macromoléculas que las componen), el equivalente al plan -que es cierto tipo de organización- no esté separado de su ejecución.
La consecuencia inmediata de esta diferencia humana es que para realizar el plan se requiere trabajo, tanto en el sentido práctico de este término como en su sentido físico. Por ejemplo, si se desea ordenar un aposento se necesita gastar una cierta cantidad de energía. Esa cantidad de energía gastada es equivalente al grado de orden alcanzado. A mayor grado de orden, mayor es la cantidad de energía requerida. O sea, el realizar o concretar un plan implica usar una determinada cantidad de energía extra.
De lo anterior se deduce que, en el caso de los seres vivos no humanos -y del ser humano en cuanto animal-, su organización, en cualquiera de sus niveles: tanto desde la célula hacia la molécula como hacia la especie, involucra una cierta energía de un tipo especial. La organización se mantiene a base de energía ciertamente, pero lo interesante es que se trata de una energía que no se degrada. La energía que no se degrada es la responsable de la organización aunque esa organización, por supuesto, utiliza energía que sí se degrada.
Es decir, cuando consideramos a la organización como un plan por realizar, surge la necesidad de usar una cierta cantidad de energía para cumplir (en el futuro) con ese trabajo, pero si la organización y la ejecución de esa organización van de la mano (en el presente), entonces no surge ninguna necesidad de una energía extra. La única energía requerida es la necesaria para que esa organización funcione.
Es como la diferencia que existe en el computador entre el hardware y el software, vale decir, se gasta energía (eléctrica) en el uso del programa, pero no en el diseño del programa usado. Ahora, si se rebate diciendo que el software requirió energía en su elaboración, habría que responder que se trata justamente del tipo de energía que surge del uso humano. El plan para elaborar el software está separado de su elaboración concreta propiamente tal, y así va a ser siempre en cada caso de realización del pensamiento humano. Si se diera el caso, ciertamente imposible, de que la elaboración intelectual del software y su elaboración material fueran una sola, tendríamos un ejemplo de lo que sucede en el reino de los seres vivos más allá -o más acá- del pensamiento.
Desde el principio del tiempo, el ser humano se encuentra con las cosas como ya existiendo así como con el movimiento en sus diversas formas, pero se encuentra además -aunque no repare de primera en ello- con el orden. El orden es algo con lo que debe contar al igual que con las cosas y con el movimiento de las cosas.
Entonces, el ser humano imita el orden natural creando un orden propiamente humano, y por tanto con las limitaciones humanas. Un orden que se sobrepone al orden de la naturaleza, con las ventajas -pero también con las desventajas- que tal poder involucra. Al ser humano, en cuanto animal pensante, le cuesta el orden, vale decir, no le es algo gratuito sino que le exige trabajo. Es la lucha del ser humano con la naturaleza.
Diferente es el orden en la naturaleza, incluido el ser humano en cuanto animal, que no requiere de energía para subsistir como orden sino que se mantiene a sí mismo en el tiempo. Pero es imprescindible, para comprenderlo, distinguir entre el problema del origen de la organización (u orden), y el asunto totalmente diferente del uso de esa organización. No hay propiamente un origen del orden -aunque en términos religiosos se pueda atribuir a algún Dios-, ya que el orden simplemente existe. Es como el origen de la energía, ésta simplemente existe.
Ahora, una vez aceptado que el orden lisa y llanamente existe y que se expresa de múltiples formas, como por ejemplo a través de la organización biológica, no representa ninguna dificultad entender que la función de ese orden requiere de energía.
Cuando el orden como organización se expresa mediante alguna función, necesita energía y se constituye de esa manera en un orden activo. En cambio, cuando ese orden carece de energía extra no puede manifestarse y se constituye entonces en un orden pasivo. Lo que importa destacar es lo siguiente: la creencia en que un orden sin energía, o sea, un orden pasivo (o latente), no puede existir -pues todo orden sin aporte externo de energía se degrada-, es falsa. El orden en cuanto orden no necesita de una energía externa porque es en sí mismo energía: es energía no-degradable.
El orden, tanto en cuanto orden activo como pasivo, nunca se degrada, lo cual quiere decir que permanece siempre. Y es este orden auto-mantenido al cual consideramos como Información.
Si la naturaleza fuera como el ser humano pensante, habría desaparecido ya mucho. En el lapso trascurrido entre el plan "pensado" por esa supuesta naturaleza y su ejecución, el orden se degradaría. Y en el lugar del orden estaría el caos.
Veamos ahora algunas implicaciones biológicas de lo dicho. El concepto de Información implica que, para hablar en términos humanos, el plan de organización y su ejecución son dos hechos simultáneos. Sin embargo, desde el punto de vista de la naturaleza se trata de un solo hecho. Luego, una Información activa es, siempre, activamente organizadora. De manera que la Información es más que mero orden, es orden ordenante.
Pues bien, una Información permanece latente solamente cuando su capacidad ejecutiva no puede manifestarse. En el momento mismo en que el ambiente del sistema que contiene a la Información latente, se torna receptivo, dicha Información se hace activa. Y se hace activa mediante una acción organizadora, o sea, que la organización pasa a ser su consecuencia.
De lo anterior se deduce que, entre el sistema considerado y su ambiente, debe existir un tipo especial de relación. La Información del sistema tiende a organizar a su ambiente (en la medida de lo posible) así como el ambiente -que es también Información- tiende a organizar al sistema. Entonces, a mayor tiempo de interacción entre el sistema y su ambiente, mayor es igualmente el grado de semejanza alcanzado entre ambos. Se trata de una relación de organización mutua, es decir, de una relación que no consiste en ser una simple yuxtaposición sino que en ser una relación interactiva organizadora.
Dentro de esta perspectiva, y dado que el sistema vivo no puede dar de sí más que lo que contiene (el conjunto de sus Informaciones), es posible concebir el fenómeno de la mutación como la adquisición por parte del sistema vivo de una nueva Información proveniente del ambiente, ambiente que no se limita al inmediatamente adyacente sino que se puede extender por todo el cosmos.
¿Cómo se explica esto? Se explica por el hecho de que el sistema vivo tiende a asemejarse cada vez más a su ambiente. Una consecuencia de este asemejarse a su ambiente por parte del sistema vivo, es su adaptación a él. Por el contrario, cuando esta adaptación está en peligro, solamente la Información del ambiente de la cual carece puede permitir recuperar la adaptación adecuada. (Por cierto, cuando hablamos de "sistema" nos estamos refiriendo no a un sistema individual y aislado sino que a la "especie" como sistema.)
Por tanto, mientras mayor es la semejanza entre el sistema vivo y su ambiente, mayor es también su grado de adaptación. Pero se trata de semejanza, no de identidad; por eso, la adaptación siempre estará incompleta.
Tenemos, entonces, como un principio biológico de carácter universal, que la Información del sistema (la especie) tiende a especificar a su ambiente, a la vez que el ambiente tiende a generalizar a cada sistema vivo que envuelve.
Cuando la especie ha logrado especificar plenamente a su ambiente, la especie está adaptada. (Podríamos decir que así como el ser humano "humaniza" a su ambiente, el animal lo "animaliza" y el vegetal lo "vegetaliza".) Pero cuando el ambiente ha provocado una desadaptación de algún sistema vivo (de alguna especie), la mutación es el medio a través del cual el sistema vivo considerado puede recuperar la adaptación perdida.
La forma como la mutación puede ayudar a recuperar la adaptación perdida es por medio de la nueva Información aportada por dicha mutación, lo cual permite que el sistema vivo se asemeje más a su ambiente, luego, que se adapte nuevamente a él.
La cantidad de información -que es una medida de la complejidad de la Información- de cualquier sistema vivo que se considere, por complejo que sea, siempre será pequeña en comparación con su ambiente. Por eso, podrá haber semejanza, pero nunca identidad.
El motor de la evolución está precisamente en la tendencia a la generalización que el ambiente provoca sobre cada sistema vivo, vale decir, lo opuesto a la tendencia a la especificación de éstos. El sistema vivo (la especie) responde en la medida en que está adaptado, pero más allá de este punto o se destruye o se adapta por medio de la mutación. De manera que la mutación no es azarosa aunque se produzca por el azar. Desde el punto de vista del individuo es completamente al azar, pero desde el punto de vista de la especie la mutación no es azarosa sino que necesaria.
Cuando decimos que la mutación es necesaria, no queremos decir con esto que sea imposible que no se produzca -lo cual de ser así constituiría una necesidad lógica-, porque existe el hecho biológico evidente de la extinción de especies que lo desmiente. Lo que realmente queremos decir es lo siguiente: la mutación es el fenómeno mediante el cual una Información del ambiente del sistema vivo que sea el caso, pasa a formar parte integrante de este último sistema, porque dicha Información está presente en el ambiente no por azar sino como un constituyente suyo que le pertenece en propiedad.
En otras palabras, si conociéramos exactamente cuál es la Información del ambiente de la cual cierto sistema vivo carece y a la cual no está adaptado, podríamos predecir perfectamente cuál sería la mutación que, dada las condiciones requeridas, debería producirse. Y, por supuesto, lo que en principio se puede predecir no puede ser al azar ni lo que es propiamente al azar se puede predecir.
En nuestro criterio, el concepto de Información es esencial para comprender los fenómenos biológicos, no sólo el fenómeno de la mutación sino que otros muchos. El trabajo por realizar para demostrar la validez de lo que decimos, está recién en sus comienzos.