ISSN: 1579-0223
 
Sentience Research
REDcientífica
· Misión de REDcientífica
· Contacto
· Condiciones de publicación
· Consultar todos los documentos
· Consultar todos los autores
· Acceso usuarios registrados
· English version


PORTADAS
40  41  42  43  44  45  46  47  48  49  50  51  52  53 

BOLETINES
40  41  42  43  44  45  46  47  48  49  50  51  52  53 

TEMAS



ENLACES

La hipótesis limbo (estamos muertos, pero podemos despertar)[1]

Manuel de la Herrán Gascón[2]
http://www.manuherran.com
 
ImprimirEnviar

"Siempre estoy repitiendo el mismo día, una y otra vez... Ahora a esa camarera se le caerá la bandeja con los platos" (Efectivamente, se cae la bandeja que lleva la camarera y el protagonista continúa hablando) "¿Lo ves? Sé todo lo que va a suceder, soy Dios. O tal vez Dios no es Dios, pero le ocurre lo mismo que a mí: lleva tanto tiempo observándonos que sabe todo lo que va a suceder". Tomado de la película "El día de la marmota" ("Atrapado en el tiempo")


 

Nota: Este artículo está contenido dentro del libro Arena Sensible de Manuel de la Herrán Gascón, publicado en Abril de 2005 bajo licencia Creative Commons, y editado por REDcientífica. Pulse aquí para consultar más información sobre el libro.


Introducción

Juguemos: Si tomáramos como hipótesis de partida que ciertas personas pueden acceder al conocimiento de al menos parte del futuro, no mediante el razonamiento y la predicción lógica a la que todos estamos habituados, sino directamente, sabiendo el futuro, como se sabe lo que uno hizo ayer, sería razonable tener en cuenta la hipótesis de que nuestra vida entera está ya escrita y que simplemente estamos releyendo su libro.

Pero dado que el libro fue escrito una vez, y dado que algunas personas demuestran la habilidad de realizar saltos en el proceso lineal de su lectura, ¿Por qué no plantearse encontrar alguna forma de tachar y rescribir algunos párrafos? E incluso, si nuestra vida está ya escrita en un libro, ¿por qué no proponerse dejar de una vez el libro en la estantería y salir a dar una vuelta por el parque?

Este razonamiento, considerado simplemente como metáfora, con independencia de la veracidad de la juguetona hipótesis de partida, aporta nuevos puntos de vista en la reflexión existencial del Hombre: "¿Quién soy?", "¿Dónde estoy?" y "¿A dónde merece la pena ir?".


Algunas incoherencias que admitimos con total naturalidad

"El cerebro es una máquina que se encarga de detectar patrones, regularidades o leyes en el Universo. El cerebro comprime o representa la realidad mediante reglas o leyes. Estas leyes son las que nos permiten prever el futuro, y más concretamente, nos permiten prever las consecuencias de nuestros posibles actos, de forma que podamos elegir la mejor de las alternativas de entre todas las disponibles en cada momento."

El párrafo anterior es aparentemente coherente, pero comete importantes omisiones y es bastante contradictorio. Vamos a rescribirlo con algunos matices, para ser más precisos y después vamos a localizar la contradicción subyacente.

"Un cerebro natural (humano o animal) o artificial es una máquina que entre otras cosas se encarga de detectar patrones, regularidades o leyes en el Universo. El cerebro comprime o representa, mediante reglas o leyes (o mediante alguna cosa análoga), y con un grado de calidad determinado, parte de la realidad a la que puede acceder o percibir (o más bien, la realidad objetiva que cree percibir, es decir, su realidad subjetiva). Estas leyes son las que permiten al cerebro prever el futuro, y más concretamente, prever las consecuencias de sus posibles actos, de forma que pueda elegir la mejor de las alternativas de entre todas las disponibles en cada momento."

La ciencia se propone sistemáticamente explicar fragmentos de la realidad cada vez mayores mediante un conjunto de normas, algoritmos, reglas o fórmulas de cualquier tipo cada vez más pequeño y simple, que faciliten su aplicación para resolver problemas.

Esta intención tropieza al menos con dos obstáculos fundamentales. Uno de ellos es que, obviamente, las regularidades del Universo no se pueden comprimir indefinidamente. El Universo no es completamente heterogéneo (todo azar), pero tampoco completamente homogéneo (como presuntamente lo fue "antes" del Big-Bang).

El otro obstáculo importante es la falta de interés de los gobiernos por la ciencia, que provoca el caos científico en las universidades. No, esto es una broma, estamos hablando de generalidades, casi trivialidades, no nos metamos en política. Además todo el mundo sabe que los científicos, hasta los becarios, están todos muy bien pagados, ya que lo vocacional compensa lo económico. Todo el mundo sabe que cuanto más interesante y satisfactorio es un trabajo, peor pagado está económicamente. Debido a esto, tengamos cuidado con las fuertes vocaciones, ya que pueden producir muerte por inanición. Ocurre a veces que disfrutamos de campañas publicitarias que afirman que la ciencia es divertida, y esto es extraño ya que dado que sólo se anuncia aquello en lo que la gente no cree (la verdad se anuncia sóla, la mentira hay que pagarla) y todos los interesados en la ciencia están de acuerdo en que la ciencia sí es divertida, parece ser que se invierte dinero en publicidad para conseguir nuevas vocaciones para este circo.

El otro obstáculo al que me quiero referir es que frecuentemente la aplicación de las reglas no produce los resultados esperados debido a la propagación de errores con efecto multiplicativo. En este contexto se habla de fenómenos caóticos. La ciencia se encuentra con que lo que aparentemente era una buena simplificación de la realidad, no lo es, y no hay forma de hacerlo mejor.

Por ejemplo, esto ocurre cuando intentamos modelar un sistema económico, social o incluso el juego de billar con varias bandas o rebotes. Por una parte parece que nunca se terminan de incluir suficientes elementos en el modelo. Por otra, cada variable parece necesitar un grado de precisión que tiende a infinito. En definitiva, estos sistemas se resisten a ser representados de forma que su representación sirva para hacer predicciones fiables.

Estos sistemas son no-predecibles, pero por ello no vamos a concluir que posean libre albedrío. Sin duda sería una conclusión precipitada. Un sistema podrá tener libre albedrío o no. Un sistema totalmente predecible no parece tenerlo [ Nota 3 ], pero un sistema, sólo por el hecho de ser impredecible, no debería recibir la etiqueta de "libre".

Esto parece muy sencillo de entender y es aceptado por la mayoría de las personas, pero existe una gran excepción: ¿Qué opinamos del asunto cuando el sistema objeto de estudio es el Hombre?


El improbable libre albedrío tal cual

Parece bastante honesto reconocer que no tenemos muy clara la existencia o no de nuestro libre albedrío. Si justificamos la existencia de nuestro libre albedrío con la capacidad de ser impredecibles, deberíamos reconocer también el libre albedrío de una mesa de billar, y esto no parece muy correcto. Al menos, parece que no estamos hablando de la misma cosa.

En cuanto a la experiencia subjetiva del libre albedrío, por una parte, tenemos la sensación de que tomamos decisiones, y sobre todo tenemos la intuición de que podemos jugar un papel consciente y volitivo significativo en el Universo. Pero por otra parte son innumerables los casos en los que reflexionamos sobre nuestro pasado y observamos abundancia de comportamientos automáticos, maquinales e inconscientes en nuestros actos.

En el párrafo que estamos debatiendo, existe implícita una actitud sesgada, incoherente, paradójica o desequilibrada, que sin embargo es asumida con naturalidad por la mayoría de las personas. Se trata de lo siguiente: El Universo se presupone fundamentalmente predecible y por tanto sin voluntad, sin poder de decisión, sin libertad. En cambio, el cerebro (y por extensión, el ser humano), que también es un objeto del Universo, se presupone fundamentalmente capaz de tomar decisiones, es decir, libre, y por tanto, impredecible.

Sin duda el ser humano es libre, esencialmente impredecible, volitivo; y en cambio los objetos que lo rodean son fundamentalmente predecibles, sin voluntad. Sin embargo, la libertad del ser humano, en mi opinión, no consiste en aquello a lo que comúnmente identificamos con la palabra libertad, sino que se trata de algo mucho más trascendente.

Pienso que aquello que hace al ser humano libre no es su complejísimo cerebro, ni su comportamiento impredecible, sino su capacidad de amar, obtenida gracias a su subjetividad. Los actos de amor son los únicos actos libres.

Si entendemos la palabra libertad según su significado habitual, el ser humano es simplemente otro objeto más del Universo, teóricamente predecible, pero impredecible en la práctica, lo mismo que las bolas de billar.

Para entender el significado auténtico (trascendente) de la palabra libertad, reconozcamos en primer lugar la ausencia de libertad en el sentido habitual de la palabra, y tomemos esta ausencia como una juguetona hipótesis de partida. Olvidémonos por un momento de la subjetividad y de la trascendencia, e intentemos ponernos en un punto de vista no-humano (extraterrestre) y consideremos al ser humano como una maquinaria más del Universo, ajena a nosotros mismos. No es difícil en ese caso presuponer la falta de libre albedrío del hombre. Precisamente, esta presunción es aquello que estamos acostumbrados a hacer como investigadores.


Comienza el juego: Pepe ve retales del futuro

Una vez reconocida la fragilidad del libre albedrío, vamos con el juego y la hipótesis: Pepe ve retales del futuro. No sabemos cómo lo hace, pero de vez en cuando parece conocer por anticipado cosas que van a suceder.

No pretendo convencer al lector de que tengo un amigo llamado Pepe que es capaz de ver el futuro. Lo planteo como quien se compra un billete de lotería. Por lo general, una persona racional que reflexione suficientemente sobre ello no compra un billete de lotería con el objetivo de ganar el dinero del premio. Es lógico: comprar un billete de lotería no hace probable ganar el premio. Pero lo hace posible. Esta posibilidad es un gran aliento para la imaginación y la fantasía, y eso es lo que compramos al comprar lotería: ilusión, o al menos, imaginación y fantasía. Sin duda poseer una gran cantidad de dinero conlleva algunas responsabilidades y preocupaciones que son mucho más fáciles de imaginar comprando un billete de lotería.

Compremos entonces un billete de predicción del futuro, e imaginemos. Pepe ve retales del futuro. No todo el futuro, sólo cosas triviales, y además de una forma incontrolada que impide sacar un provecho "material" de estas predicciones (no, Pepe no predice los números premiados de la lotería). Deberíamos descartar predicciones lógicas, realizadas mediante la razón, aunque sea inconsciente. También deberíamos descartar que Pepe esté mintiendo o que simplemente cree para sí mismo falsos recuerdos de predicciones pasadas de un futuro que ahora es presente. No. Pepe, no sabemos cómo, sabe que ciertas cosas triviales van a suceder, y de hecho, suceden.

De reconocer esto a reconocer que toda nuestra existencia y la del Universo completo esta predestinada hay un pequeño paso. El habitual reduccionismo de interpretar todo el Universo como un enorme sistema formal (matemático, discreto) presupone precisamente esta predestinación.


El probable libre albedrío esencial

Hasta aquí hemos aceptado dos hipótesis. La primera es que el ser humano no es libre en el sentido habitual de la palabra, sino que se comporta como una máquina, al igual que los objetos de su entorno, y que por tanto todo su futuro está predestinado, aunque en la práctica no sea posible calcular ese futuro. La segunda hipótesis que manejamos es que, de todas formas, para algunos, es posible tener conocimiento de los sucesos de ese futuro.

Se podría pensar que si el Universo se comporta como un gran sistema formal, sería posible acceder al futuro simplemente realizando complejos cálculos con los datos del presente. Sin embargo, estos cálculos son realmente complicados. Aunque "teóricamente" se pueda predecir el estado de un sistema formal discreto, esto no quiere decir que "en la práctica" sea posible hacerlo, ni aún poniendo a funcionar todos los computadores del mundo con esta tarea. En la hipótesis que seguimos, Pepe no usa ningún tipo de cálculo ni de lógica o razonamiento para conocer el futuro a partir de los datos del presente. Simplemente, lo conoce.

Una cosa es que la realidad esté predestinada, y otra distinta es que además, sea posible "ver el futuro" como lo hace Pepe, es decir, sea posible realizar saltos en esa secuencia predestinada de la historia. Si la historia predestinada es análoga al movimiento continuo en una línea (una dimensión), mi amigo Pepe es capaz de moverse con cierta libertad no habitual en esa línea, saltar al futuro -al menos como entidad perceptora-, ver lo que hay allí y volver para contarlo (o son los hechos futuros los que viajan al pasado como información para llegar a Pepe como entidad perceptora).

De la analogía de la línea podemos pasar, evidentemente, a la existencia de un plano (dos dimensiones) o incluso muchas más. Todo esto sugiere que, paradójicamente, la predicción del futuro no implica la falta de libre albedrío sino todo lo contrario. Sin duda esto es algo muy confuso, y trataré de aclararlo. De una forma más precisa, podemos decir que la predicción del futuro implica la falta de libre albedrío tal como se entiende normalmente, pero simultáneamente presupone la existencia de otro tipo de libre albedrío. Veámoslo con más detalle.

Muchas personas han experimentado alguna vez ser capaces de predecir, probablemente por casualidad, algún hecho del futuro. En el momento de descubrir que se hace cierta la predicción, es habitual experimentar un estado de shock mental (en sentido metafórico) que detiene el cuerpo y la mente. La sorpresa nos detiene. Este puede ser un indicio de que la libertad va asociada a la inacción. Tal vez sólo seamos libres para no-hacer; tal vez todo lo que hacemos corresponda con la falta de libertad, y sólo seamos libres no-haciendo; no en un sentido literal, sino más bien asociado a lo que comunmente identificamos como voluntad: no deseando egoístamente.

Asumiendo las hipótesis de partida, una explicación es que la historia del Universo esté ya escrita, y que todo suceda, tal como esta predeterminado, de principio a fin, pero una sola vez. Otra posibilidad es que la historia escrita se repase una y otra vez indefinidamente, y que las "visiones" del futuro sean "recuerdos" de las "vidas" anteriores, que por alguna razón, son accesibles desde "algo" que permanece en las sucesivas revisiones de la historia. Esto es negar el libre albedrío "tal cual". Sin embargo:

En cualquier caso, si el libro de la vida fue escrito una vez, y algunas personas demuestran la habilidad de realizar saltos en el proceso lineal de su lectura, debe haber alguna forma de dejar de leerlo, de tachar y rescribir algunos párrafos, e incluso debe existir alguna forma de dejar de una vez el libro en la estantería y salir a dar una vuelta por el parque.

Si por otra parte, estuviéramos atrapados en un bucle, "recordando" una y otra vez nuestra vida pasada, que tal vez sólo vivimos realmente la primera vez, o que tal vez no hemos llegado a vivir realmente nunca, parece más que urgente encontrar alguna vía para salir de esta trampa [ Nota 4 ]. La divertida película "El día de la marmota" ("Atrapado en el tiempo") ilustra con gran acierto esta posibilidad. En la película, sólo el amor permite salir del maldito bucle.


Finalmente: ¿el hombre es libre o no?

En el artículo "¿Qué es el sufismo?", Javad Nurbakhsh dice:

Al inicio del camino espiritual [...] el viajero debe creer en el libre albedrío [...] En efecto, sólo ejercitando su voluntad podrá eliminar sus tendencias pasionales y diabólicas y prepararse para ser adornado con los Atributos Divinos. Sólo podrá alcanzar su objetivo sublime mediante la atracción Divina conjugada con su esfuerzo individual [...] Pero debe señalarse que en las etapas realmente avanzadas de la Senda [...] [el viajero] cree entonces en el determinismo, aunque en el contexto de la absoluta libertad. Esto es porque ahí ya no existe el ego individual, y todo lo que realiza el sufí es por voluntad Divina.

Nurbakhsh da por tanto dos respuestas opuestas al asunto del libre albedrío, planteadas como una ayuda desde el punto de vista práctico, para recorrer el camino espiritual. Yo comparto esta interpretación, que creo que puede aplicarse de forma extendida a todos los hombres, estén o no formalmente en un camino espiritual. Cuando conocí esta respuesta sufí al dilema del libre albedrío, me quedé totalmente impresionado.

En resumen diré que el hombre corriente es, o bien libre para eliminar, poco a poco, sus tendencias negativas, o bien esclavo de estos impulsos pasionales. En cambio, cuando el hombre llega a perder el ego, cuando el hombre se libera de sus ataduras, de su egocentrismo, el hombre como tal ya no existe y sólo queda la amorosa voluntad Divina, que es paradójicamente determinista (todo amor y sólo amor), a la vez que representativa de la más absoluta libertad.


Cómo modificar el presente tal cual

Si vivir es "leer" ¿Qué cosa será "escribir"? Es decir, en la analogía, nuestra realidad la "leemos" o "recordamos" secuencialmente. Cambiar nuestro presente sería: "escribir" en vez de "leer", o: "imaginar" en vez de "recordar". Con la fuerza de la super-imaginación podemos dejar de "recordar" e "imaginar", es decir, hacer algo que a nuestro nivel supone cambiar el curso de los acontecimientos de cualquier forma deseada. La dificultad estriba en que lo que habitualmente llamamos "imaginar" es simplemente "recordar imaginar" (ya que lo que llamamos "vivir" es simplemente "recordar haber vivido").

Si consiguiéramos super-imaginar, dejaríamos de recordar, y crearíamos la realidad.

Tal vez ante tanta capacidad, exista algún "mecanismo de control y seguridad" que impida imaginar realmente (crear realidad) a no ser que uno se encuentre en un estado absoluto de pureza y bondad. El poder incontrolado produce autodestrucción, y al no ser evolutivamente estable, no es probable: si aparece, desaparece rápidamente. Es posible que Dios nos deje crear todo lo que queramos, y que suceda todo cuanto queramos, siempre que seamos absolutamente puros en el momento de desearlo. En caso contrario, sólo nos deja recordar nuestra vida que vivimos una vez o tal vez nunca, y que ahora recordamos infinitas veces.

La fantasiosa posibilidad de "Crear la realidad" tiene una explicación que va mas allá de su aparente imposibilidad. Si aceptamos que la realidad es intrínsecamente subjetiva, modificar la realidad es modificar la percepción subjetiva de la realidad. El concepto de realidad subjetiva, llevado a sus últimas consecuencias, implica que lo que no se percibe no existe y que lo que se percibe existe.

Digamos que hay dos formas de cambiar la realidad (subjetiva, interna): una es, siempre que se pueda, cambiar la realidad objetiva externa; esto es: ir, hacer, manipular, aquello que está a nuestro alcance. El cambio externo producirá el cambio interno. Otra posibilidad es cambiarnos a nosotros mismos, lo que provocará sin duda un cambio en cuanto a nuestra creencia acerca de cómo es la realidad.

Aquí no se propone modificar de la realidad subjetiva interna cuando ésta es referida a objetos externos para "cerrar los ojos a la realidad" y "engañarse a sí mismo". Puede ser un "último recurso" para evitar el dolor, pero la capacidad de modificación de la realidad subjetiva puede utilizarse de una forma mucho más responsable y útil.

La modificación del estado real (subjetivo) puede aplicarse, no respecto de los sucesos externos, sino respecto de los internos, de forma que nuestra actitud interna sea menos egocéntrica, más amorosa, utilizando esta modificación para que el comportamiento externo sea más adecuado.

La naturaleza nos ha programado para sentir placer y dolor. Para ello nos ha dotado de un cerebro que nos permite sentir multitud de sensaciones que no podemos elegir. Es posible que en el futuro la evolución nos libre de este lastre, y podamos ser libres para tener o no ciertas sensaciones, pero por ahora no lo somos. La capacidad de tener estas sensaciones está dentro de nosotros, pero normalmente no podemos controlarlas, y afortunadamente, pues están determinadas para favorecer nuestra supervivencia, que se vería comprometida sin ellas.

Sin embargo, esta en nuestra mano mejorar este auto-control y conseguir una mayor armonía con nuestro entorno. Por ejemplo, el fallecimiento de un ser querido es una realidad externa que produce tristeza, y a veces angustia, desesperación y fuerte depresión. Este hecho, a pesar de su tristeza, puede unirnos aún más con otros seres queridos, o tal vez nos haga separarnos y entristecernos cada vez más.

Perder por unos segundos el metro o el autobús cuando tenemos prisa, es una situación que puede provocar una pequeña impaciencia, cierta excitación, nerviosismo, incluso estrés, angustia y desesperación. Pero también lo absurdo de la situación puede provocar risa y buen humor.

Ante un inconveniente, somos libres de intentar modificar nuestro estado subjetivo interno, ya sea negando la realidad externa, tal vez distrayendo la mente, por ejemplo viendo la televisión, o eliminando de nuestra subjetividad el sufrimiento que consideremos inútil, creando en nosotros una interpretación positiva y constructiva de la sensación.

Sin embargo, ambas opciones son fruto de la voluntad, y paradójicamente, es posible que la libertad auténtica se encuentre en el terreno de la no-voluntad (entendida como no-ego). Dicho de forma alegórica: habitualmente asociamos la idea de libertad con un amplio espacio libre, llegando su máxima expresión en el universo completo rodeado del ancho vacío sideral, y la falta libertad a una cárcel minúscula, un espacio reducido. Sin embargo, con esta visión olvidamos que el universo tal como lo entendemos sólo existe en nuestra cabeza; que aquello que concebimos infinito no es mas que un concepto limitado encerrado en la cárcel de nuestro cráneo, y que en lo más interno de nosotros mismos, en lo más ínfimo, puede estar la llave que abra la puerta a la verdadera realidad interna y externa.


Cómo modificar el presente esencial

De todas formas, desde este planteamiento, cambiar el curso de los acontecimientos de cualquier forma deseada no sería tan importante como los cambios realizados sobre aquella "realidad esencial", ya que, cambiando nuestro entorno, la "realidad" que cambiaríamos sería sólo este sueño, este recuerdo, este libro que nos encontramos leyendo. La realidad auténtica o esencial es aquel lugar donde estamos soñando, o muertos, en una especie de limbo, esperando y esperando...

¿Esperando qué? Esperando una forma de cambiar la realidad esencial. Al igual que en la película ¿será el amor el que nos permitirá salir del maldito bucle?


Notas



[1] Herrán Gascón, M. de la (2002). La hipótesis limbo (estamos muertos, pero podemos despertar). REDcientífica. [ Volver ]



[2] Director de la publicación REDcientífica.com [ Volver ]



[3] Esto no está tal claro como pudiera parecer. ¿Acaso un sistema no podría ser libre y en su libertad, decidir comportarse siempre de la misma forma, y por tanto ser predecible? Este sistema sería "teóricamente" impredecible, pero predecible "en la práctica". [ Volver ]



[4] El mundo es una prisión y nosotros somos los prisioneros:
¡haz un boquete en el muro de la prisión y sal de ella!

Jalal al-Din Rumi. (Masnavi I, 982).

El mundo es como un sueño, pero tú, el durmiente, crees que es real.
Hasta que de pronto la muerte te despierta y te liberas de la noche de las opiniones y la falsedad.
Te echarás a reír ante el sufrimiento de tu existencia terrenal cuando veas tu permanente morada.
Al despertar, tomarás conciencia de todo cuanto hiciste mientras dormías en esta mundanal existencia.
No pienses que tus acciones se considerarán sólo malas acciones cometidas mientras dormías, sin ninguna consecuencia para tí.
Pero en la hora del despertar tus lágrimas de dolor y tus lamentos ¡se transformarán en dicha!

Jalal al-Din Rumi. (Masnavi IV, 3654-3661).

Sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me ví.
¿Qué es la vida? Un frenesí
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

Calderón de la Barca.

[ Volver ]



Documentos relacionados






Sobre el autor


Manuel de la Herrán nació en Bilbao en 1971. Es ingeniero informático y ha trabajado en varias empresas desarrollando tecnología en Internet y dirigiendo sus departamentos técnicos (Okté, Cocotero, EnLaPrensa). Ha escrito un libro en forma de ensayo, así como numerosos artículos sobre Evolución, Computación Evolutiva, Algoritmos Genéticos, Inteligencia Artificial, Datamining y Datawarehouse, OLAP y Bases de Datos Multidimensionales, Bases de datos Oracle y Programación en Internet. Ha sido profesor de la Universidad de Deusto y ha participado en la creación de proyectos como IIEH, Gaia (finalista iBest 2000), y REDcientífica (Premio Nacional Sociedad de la Información).



© Copyright 2002 Manuel de la Herrán Gascón.
© Copyright 2002 REDcientífica.
Todos los derechos reservados.


[Evaluar este artículo]








              Misión de REDcientífica              Condiciones de publicación              E-mail de contacto



  Bookmark and Share