¿Que ocurre en el momento de la muerte de un ser humano? ¿Cuál es el efecto de la muerte cardio-pulmonar sobre la consciencia? ¿Explica esto la experiencia de sentir desfilar ante uno todos sus recuerdos, tal como relatan muchos de los que se han encontrado cercanos a la muerte?
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<Nuno Marques>
Cuando se produce la muerte de un ser humano (no en todos los casos, los más violentos no) llega antes la muerte cardíaca que la cerebral, p.ej. cuando sucede en la cama de un hospital. En esos casos, creo que hay un margen de tiempo (no se si unos segundos o minutos) hasta que el cerebro pierde la irrigación sanguínea y se produce pues la muerte cerebral. ¿Es asi, no?
<N. M.>
Bien, en esos casos, durante esos segundos, ¿Somos conscientes de nuestra muerte? ¿Somos conscientes de que nos estamos muriendo? ¿esa progresiva falta de irrigación y destrucción de tejido cerebral conlleva ese supuesto flash caótico de imagenes?
<Luis Concha>
Al momento en que el corazón deja de bombear sangre hacia el cerebro (muerte cardio-pulmonar), cesa el aporte de oxígeno y nutrientes para las neuronas. Si no es restablecido el flujo sanguíneo, ocurre, tras unos 10 minutos, la muerte de las neuronas, es decir, su incapacidad para producir estímulos eléctricos y para realizar sus funciones celulares básicas.
<L. C.>
Normalmente, en vida, las neuronas guardan en sus extremos distales de sus axones unas pequeñas vesículas repletas de neuro-transmisores. El contener a los neurotransmisores dentro de un compartimiento especial significa gasto de energía, el cual es aportado por el ATP, proveniente de la hidrólisis de la glucosa. Por lo tanto, se necesita glucosa, contenida en el flujo sanguíneo, para que los neurotransmisores no se escapen del axón y estimulen a la neurona contigüa, por lo que al ir disminuyendo la cantidad de energía de las neuronas, los neurotransmisores se escapan y estimulan sin control a sus vecinas, y de esta forma producen un caótico desfile de sensaciones, no solamente visuales,sino de todo tipo; el llamado flash de la vida.
<L. C.>
Si somos o no conscientes de nuestra próxima muerte, creo que es asunto para teólogos o tal vez para obscuristas, y probablemente el cerebro no tenga tanto que ver en ésto como el alma.
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