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Las computadoras personales del próximo milenio

Sergio A. Moriello
https://www.redcientifica.com/aut...
Ingeniero en Electrónica y Periodista Científico
 
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Keila era una típica ejecutiva top, atravesando una de sus ya frecuentes situaciones complicadas. El objetivo de la inesperada reunión junto con sus más cercanos colaboradores era tomar una difícil decisión para el futuro de su empresa. Ya que el tiempo apremiaba y no podía dilatar más su dictamen, llevó a cabo un novedoso experimento: expuso rápidamente el problema a la biocomputadora recientemente anexada a su cerebro, al tiempo que seguía describiendo y discutiendo sus ideas frente a su grupo de trabajo. Al estar directamente enlazada con la máquina, podía acceder a ella con sólo el pensamiento, sin presionar teclas, sin mover dispositivos, sin dar órdenes verbales; en fin, sin ningún tipo de acción física visible que pudiera delatar a su inhumana ayuda. El sistema tomó los datos necesarios de su casi infinita memoria y aprovechó los conocimientos, la sabiduría y la experiencia acumulados por la humanidad durante siglos. Casi de inmediato, y luego de ensayar billones de posibles permutaciones, todas las combinaciones imaginables de las diversas variables, el diminuto artefacto interrumpió súbitamente los tumultuosos pensamientos de Keila con diferentes sensaciones que afectaban sus sentidos, directamente sobre su sistema nervioso. Con inusitada rapidez, ella comprendió que lo que estaba percibiendo no eran más que alucinaciones, meros espejismos de un cerebro que intentaba, casi con desesperación, enfrentarse con algo nuevo e inédito, nunca antes experimentado. Sin mediar pausa alguna en su emotivo diálogo, sin ningún tipo de concentración y en un entorno tridimensional simulado, los valiosos resultados se arremolinaban y emergían con fluidez dentro de su mente...


Esta situación, fácilmente confundible con una página de un cuento de ciencia ficción, se podría convertir en algo común dentro de escasas décadas, gracias al desarrollo de nuevos sistemas computacionales verdaderamente personales. En efecto, lo que se avizora para el futuro son computadoras tan pequeñas, livianas, ergonómicas y eficientes (pero potentes, útiles, baratas y más confiables), que se integrarán totalmente a los objetos y serán "vestidas" por las personas. Contarán con más de un microprocesador (el cerebro de la máquina), serán más intuitivas y fáciles para usar, tan sencillas de instalar y operar como un electrodoméstico y la incorporación de cualquier nuevo periférico se llevará a cabo simple y rápidamente, sin recurrir a manuales de instalación ni programas de configuración.

Dispondrán de grandes bases de conocimiento -por lo que tendrán más "sentido común"- y contarán con modos de comunicación más naturales y familiares: como serán capaces de "percibir" el contexto del usuario y detectar sus estados emocionales (o el de otras personas), podrán entender lo que éste le quiere decir y responderle de una manera más "humana", interactuando y hasta sugiriendo autónomamente información útil. La interfaz con el hombre estará diluída, difuminada, y los usuarios ya no le darán órdenes ni ejercerán un control absoluto sobre la computadora, sino que le delegarán trabajos y supervisarán los resultados.

Vendrán equipadas con videocámaras, micrófonos, pager y teléfono, y proveerán al usuario -en cualquier momento y lugar- con una amplia variedad de información útil, actualizada y multimediática, como textos, gráficos, fotografías, videos y sonidos. A diferencia de lo que ocurre hoy en día, liberarán al usuario del transporte de todos estos equipos independientes, con la ventaja de que el conjunto será más liviano y económico. Siempre encendidas, continuamente accesibles, trabajando, sensando... estas computadoras serán realmente personales, particulares, íntimas. Más que meros componentes, se volverán parte integral de la vida de todos los días. Podrán auto-reconfigurarse, auto-repararse y adaptarse a entornos imprevistos. En suma, estas máquinas se acercarán más a las criaturas vivientes que a los objetos inanimados y se convertirán en auxiliares inseparables de los humanos para complementar, extender, enriquecer y aumentar las habilidades de su intelecto.


Los primeros pasos

Las computadoras son el reflejo de la inteligencia humana, representan la materialización de todos aquellos aspectos del pensamiento que son automáticos, mecánicos, determinísticos. Ellas potencian enormemente las capacidades intelectuales del hombre, simplifican las tareas administrativas, estadísticas y contables, disminuyen las necesidades del trabajo humano y extienden la eficacia de cada persona -por el momento- más amplia y rápidamente que cualquier otra tecnología. Son capaces de realizar cálculos muy complicados en períodos extremadamente breves, manejar volúmenes de información infinitamente superiores a los que la mente humana puede dominar, jugar magistralmente al ajedrez y controlar a la perfección las órbitas de los satélites, los robots de una fábrica de autos o la trayectoria de un misil. Pueden analizar imágenes médicas muy complejas, recordar millones de números telefónicos al mismo tiempo y resolver acertadamente problemas que al ser humano normal le llevaría el trabajo de hasta cientos de años. Pero todavía son incapaces de escuchar a una persona y menos hablarle; es difícil programar una computadora para que reconozca patrones, imágenes, sonidos o aromas; no ofrece su ayuda a menos que uno se lo pida expresamente; y ninguna computadora convencional con programa almacenado es capaz de adaptarse a entornos imprevistos. En síntesis, todavía son muy limitadas.

El abrumador y explosivo éxito de las computadoras reside principalmente en que son máquinas universales -o máquinas de propósito general, según la jerga de los ingenieros-, cuya especialización se efectúa posteriormente a través del software que se le carga. Es decir, no fueron diseñadas para hacer nada en especial, sino para ser capaces de realizar cualquier tarea que pueda reducirse a un conjunto adecuado de instrucciones comprensibles y ejecutables por el microprocesador. Toda la "inteligencia" reside en su programador o equipo de programadores, que deben establecer, organizar y codificar todos los posibles cursos de acción, para que las computadoras hagan lo único que son capaces de hacer: obedecer la secuencia previamente determinada de instrucciones que le fue ordenada, a fin de desarrollar todos aquellos trabajos que para el ser humano se tornan rutinarios, fastidiosos, monótonos, y reiterativos. Si el programa (o sea, el software) funciona exitosamente, es debido a que los informáticos fueron extremadamente cuidadosos y tuvieron en cuenta todas las posibles variantes del problema; si falla, es porque sencillamente la línea de pensamiento de los programadores fue confusa o imprecisa, o porque hubo incoherencias o contradicciones ocultas. Es por eso que detrás de cada paquete de software, por modesto que sea, hay muchas miles de horas de intensa actividad intelectual humana.

El componente principal de una computadora es el microprocesador, un dispositivo electrónico versátil y universal (razón por la cual puede ser producido en masa), capaz de ejecutar cualquier tipo de tarea computacional. En general, es la propia imaginación de los usuarios el único límite para su aplicación, la cual se incrementa progresivamente a medida que aquellos usuarios se multiplican y se familiarizan con los nuevos productos. Desde la invención de los circuitos integrados en 1961, el número de transistores que conforman un único microprocesador se ha incrementado un millón de veces. En la actualidad, se pueden producir chips con alrededor de 10 millones de transistores y en 10 años contendrán cerca de 1.000 millones. Reduciendo el ancho de las pistas, aumentando el área del circuito integrado y apilando múltiples capas de chips, se podrán fabricar en el futuro "cubos" de silicio con 10 billones de transistores, alcanzando quizás el límite de esta tecnología.

Con el incremento del poder y sofisticación de los microprocesadores, pueden integrarse más funciones en la misma área y, por lo tanto, pueden automatizarse tareas cada vez más complejas, llegando a implementar procesos que hasta hace poco tiempo hubieran sido imposible incorporar. Un mejor rendimiento del hardware, un software más elaborado, una reducción del tamaño y un costo más bajo, darán lugar a computadoras cada vez más rápidas, livianas, pequeñas, baratas y fáciles de utilizar que las actuales notebooks, tornando cada vez más relevante su importancia en el mundo del futuro.


Trabajando en conjunto

La industria de software desarrolla casi diariamente aplicaciones más complejas que demandan un poder computacional cada vez mayor. Gracias a los avances del hardware, el rendimiento de los procesadores ha aumentado muchísimo durante los pasados años. Sin embargo, se estima que para el inicio de la próxima década se estará llegando a los límites físicos de velocidad de un procesador. Esto implica una limitación en la capacidad máxima que se puede obtener de una computadora tradicional.

La habilidad para integrar decenas de millones de transistores en un único chip conducirá, en el futuro, a la implementación de sistemas de procesamiento que incluirán varios microprocesadores, pero gobernados y coordinados por un único pero potente sistema operativo. El procesamiento en paralelo permite resolver una tarea específica mediante la cooperación de múltiples procesadores, que dividen y distribuyen equitativamente el trabajo en pequeñas tareas individuales. En lugar de hacer que fuese un único pero sofisticado procesador central el encargado de ejecutar secuencialmente todos y cada uno de los pasos de una tarea, un conjunto de dispositivos más simples y polivalentes trabajan en el mismo problema de forma autónoma -pero simultánea y coordinadamente-, logrando de este modo un considerable incremento en la velocidad. Asimismo, un sistema distribuido puede ser más confiable y capaz de sobrevivir a las fallas. La pérdida de cualquiera de los componentes tiene un mínimo impacto y aquellos que se consideran clave se hacen redundantes para que el sistema rápidamente tome el trabajo luego de la falla.

Así como hoy ya se observan servidores y estaciones de trabajo que contienen desde dos hasta diez microprocesadores, en el futuro podrían existir computadoras escalables que ofrecieran la posibilidad de juntar hasta decenas de ellos, a fin de acelerar la finalización de aquellas tareas complejas o que manejan una gran cantidad de datos. Obviamente, hay que ver si el costo del sistema crece proporcionalmente con el número de procesadores, lo cual no es típicamente el caso cuando se reemplaza un chip con otro de una generación posterior. También es posible escalar memoria, ancho de banda de las interconexiones y capacidades de entrada/salida. De esta forma, a medida que crece la carga, es posible aumentar el rendimiento del sistema en forma gradual, invocando a otros procesadores para que ejecuten nuevas tareas. Pasado un tiempo, sin embargo, todos los dispositivos estarán ocupados y realizarán las tareas secuencialmente.

El inconveniente de este enfoque es que aparecen dificultades de programación considerables, ya que se requiere la sincronización de decenas de elementos de procesamiento para que ejecuten miles de tareas de distinta duración y en diferentes sectores del sistema. Se necesita un sistema operativo especial para aprovechar las bondades de esta arquitectura.

Una importante aplicación de este tipo de computación (llamada paralela) es la visualización científica. En los últimos años, los avances en la tecnología han facilitado la obtención de grandes cantidades de información; no obstante, estos datos por sí solos no son útiles, es necesario que el usuario tenga una forma fácil y eficiente de interpretarlos y analizarlos. La visualización permite ver lo que el ojo humano no puede ver: reconocer patrones de comportamiento en los datos, interpretar en una sola imagen o en una secuencia de imágenes (animación) una gran cantidad de datos, comprender conceptos de tipo abstracto o predecir resultados con elevada precisión. Gracias a ella, las soluciones, con anterioridad obtenidas en incontables hojas impresas repletas de información numérica prácticamente indescifrable, se convierten en una fascinante exhibición de formas, colores y texturas que representan los más variados fenómenos de la naturaleza. Entre ellos, la fractura de los metales, la evolución de las estrellas, el crecimiento fetal o la evolución climática. Como antes el microscopio y el telescopio, abren a los investigadores dominios completamente nuevos, merced a la simulación computarizada de casi cualquier cosa: el fluido del aire alrededor de un cuerpo en movimiento, los esfuerzos mecánicos que realizan los componentes de una estructura, el perfil de los compradores, una sequía pronunciada, una duplicación de la población terrestre o la explosión de una supernova. Además, como las imágenes son animadas, es posible la observación evolutiva de los procesos.

Por otro lado, la visualización es muy útil en la ayuda a la toma de decisiones. En efecto, gracias a los modelos es fácil prever las repercusiones futuras de cualquier decisión presente. Mejor informado de las consecuencias previsibles de sus actos, el ser humano podrá actuar más conscientemente, pudiendo elegir la mejor solución entre todas.


Reconfigurando las cosas

Buscando el óptimo balance entre versatilidad, velocidad y costo, los diseñadores de computadoras han desarrollado chips que son capaces de modificar dinámicamente sus propios circuitos internos. La computación reconfigurable representa una nueva idea en la filosofía de la computación, en la cual algunos dispositivos electrónicos de propósito general se diseñan para llevar a cabo una serie de tareas específicas, pero pueden ser reconfigurados por el usuario para ejecutar otras tareas. Estas máquinas se acercarán más a los humanos que a la vieja computadora, aprenderán por sí mismas, se autorrepararán y se autoadaptarán.

"Se pueden construir chips versátiles (aunque relativamente lentos) que realicen muchas funciones, o se pueden fabricar chips con aplicaciones específicas (pero muy rápidos) que ejecuten un conjunto limitado de tareas. Los microprocesadores de propósito general (como el Pentium o el PowerPC) pueden hacer, por medio de operaciones lógicas o matemáticas, todo lo que un programador puede concebir. En contraste, un circuito integrado de aplicación específica se diseña de manera precisa para ejecutar una tarea concreta. A través de un cuidadoso ajuste de cada uno de estos circuitos especiales, el fabricante puede producir un chip más rápido y más pequeño que consume menos potencia que un procesador programable; pero que es incapaz de resolver un problema diferente de aquel para el cual fue diseñado. No obstante, existe una tercer alternativa: los conjuntos de compuertas programables electrónicamente (FPGAs)", explican John Villasenor y William Mangione-Smith, en el ejemplar Scientific American de junio de 1997.

En estos dispositivos, tanto las conexiones internas de los bloques lógicos como las conexiones entre ellos pueden alterarse enviando señales al chip. De esta forma, los bloques lógicos configurables en los FPGAs se pueden reescribir y reprogramar repetidamente, mucho después de que el chip ha dejado la fábrica. Su repertorio, por lo tanto, es variable. Para el inicio del próximo siglo se espera que alcancen el millón de compuertas, abriendo el camino a posibilidades no imaginables hoy en día. Para esa misma época, su velocidad de configuración será de menos de una décima de milisegundo, lo cual permitirá su cambio dinámico: una sola FPGA podrá ejecutar una serie de tareas en rápida sucesión, reconfigurándose a sí misma entre cada una de las preconfiguraciones a fin de optimizar su desempeño. En consecuencia, y guardando un conjunto lo suficientemente extenso de configuraciones en sus bancos de memoria, el chip podría ejecutar un enorme repertorio de tareas, pasando -casi inmediatamente- de una "arquitectura" a otra sin borrar la información procesada parcialmente. "Las FPGAs nunca reemplazarán a los microprocesadores de propósito general, pero la línea entre ellos se volverá más difusa: dentro de 10 años, los dispositivos de computación incluirán una fuerte mezcla de ambos", concluyen los científicos.

"Fue la reutilización del hardware lo que hizo de la computadora una herramienta tan útil y revolucionaria. Irónicamente, actualmente no se puede cambiar la arquitectura básica de ningún microprocesador: tanto los bloques constitutivos, como el número de registros o el juego de instrucciones son fijados por los diseñadores en el momento de la fabricación", explica Federico Faggin, quien lideró el diseño del primer microprocesador, el Intel 4004. La computación reconfigurable, no obstante, permitirá a los futuros programadores crear su propio hardware especializado optimizando sus características funcionales según el trabajo que deban realizar. En el futuro, por lo tanto, se podría concebir el software en dos "niveles": el primero -y más básico-, a fin de especificar la estructura interna óptima para la tarea a ejecutar, y el segundo, para correr el programa -en el sentido tradicional del software- sobre el diseño configurado. Incluso, se podría pensar en un extenso repertorio de "aplicaciones" clásicas en donde existiría software de bajo costo que configuraría el hardware según lo que se necesite: procesamiento de imagen o sonido, funciones de comunicaciones o control, tareas matemáticas u otras; de la misma manera en que actualmente hay software de bajo costo que le dice al hardware fijo qué hacer y cómo hacerlo.


Me saco el saco y me pongo la PC

La computación vestible o para llevar puesta (Wearable Computing o WC) intenta hacer que la computadora sea verdaderamente parte de la vida diaria del ser humano, integrándola en la forma de un accesorio tan cómodo de vestir como un reloj de pulsera y tan fácil de usar como un teléfono móvil. Se trata de un sistema completo que porta el usuario, desde la placa principal (la motherboard) hasta la fuente de alimentación y todos los dispositivos de entrada/salida, y que interactúa con él basado en el contexto de la situación.

"Para integrar la computadora de forma imperceptible con el entorno, no basta con que se la pueda llevar a la playa, a la selva o a un aeropuerto. La computadora de bolsillo más potente seguiría centrando la atención del usuario sobre una caja individual. Uno debería estar dentro de la computadora más bien que frente a ella, debería estar en un entorno inmersivo", dice Nicholas Negroponte, director del MIT Media Lab.

En una configuración convencional, la WC constará de un chaleco lleno de chips y sensores conectado al cinturón-batería, de donde se extraerá la alimentación del equipo. La energía generada por la respiración, el calor corporal, los latidos cardíacos y el movimiento de los brazos y las piernas podrá usarse para alimentar a las baterías. Como dispositivo de interfaz, cuenta con micrófonos y antenas diminutos, así como también con unos anteojos especiales equipado con microcámaras que integran las funciones de cámaras fotográficas, video-cámaras y escáners. A través del sistema de control visual se puede controlar con la vista muchas de las funciones de la máquina. Aquellas principales se descuelgan de la parte interna de los anteojos en forma de menú de múltiple elección y con sólo mirarlas fijas por un período de 2 segundos o con un simple parpadeo el usuario puede elegir una de ellas. Esta elección puede llevar a un segundo menú en el que se esbozan características secundarias, y así sucesivamente hasta que quede convenientemente detallada la operación que se desea realizar. Aunque resulte increíble, a esa distancia del ojo, la imagen percibida sobre la cara interna de los anteojos, es equivalente a la ofrecida por un monitor común situado a varias decenas de centímetros.

"Una vez que la WC esté incorporado al guardarropa y se use frecuentemente, el sistema compartirá nuestra propia percepción y comenzará a tomar el rol de un procesador independiente, algo muy parecido a un segundo cerebro o a un asistente portátil que, a diferencia de las actuales computadoras, no requiere que sea encendida cada vez que la vamos a utilizar", dice Steve Mann, también del MIT. Esto creará una simbiosis íntima entre el hombre y la computadora. La WC responderá a la voz del dueño dándole la información crítica que necesita, en el momento en que la precisa y en cualquier lugar. Por ejemplo, y en el caso de que una persona presencie un hurto, podrá fotografiarlo y enviarlo por Internet ya que, además, uno podrá navegar por la red mientras viaja o camina por cualquier zona del globo. El usuario podrá recibir de manera instantánea aquellas informaciones que particularmente le interesen; podrá enlazarse con la red de posicionamiento global para saber en cualquier momento su ubicación y nunca se olvidará del cumpleaños de ninguno de sus amigos. Asimismo, ofrece la posibilidad para tomar notas y procesarlas en el momento, algo verdaderamente útil ya que evita la sobrecarga de pensamientos y libera a la mente de "recursos" para permitir que surjan nuevas ideas. Incluso, permitirá organizar mejor los pensamientos, ya que recuperará para el usuario todo lo que anteriormente escribió, leyó, vió y escuchó sobre el mismo tema, complementando o aumentando su información.

La principal aplicación de las WC será la adquisición, el almacenamiento y la recuperación de la información, y la idea es que estén "siempre encendidas" en contraste con las computadoras que están "casi siempre apagadas". Podrán usarse para vigilar el rastro de la salud corporal: en el caso de una persona con problemas de presión, serviría para supervisar el nivel de ésta o, para el que está a dieta, seguiría la cantidad de calorías que consume. De igual manera, es posible aumentar la capacidad de las personas para reconocer y recordar gente: al cruzarse o encontrarse con un peatón, aparecería su nombre (como un subtitulado) superpuestos sobre los cristales de los anteojos. Si uno quisiera, también podría saber en qué fecha y a qué hora lo hizo, a qué se dedica esa persona y qué hay que hacer si uno se encuentra con ella: sin que nadie lo note, el sistema sugiere -tanto vocal como textualmente- algunos temas relevantes para iniciar una conversación.

La WC podría ampliar imágenes digitalmente (como un zoom), filtrar detalles para mejorar la visión (para apartar la niebla), o agregar información a la realidad visible. Un motociclista, por ejemplo, vería flechas que le indicarían por qué calle ir, superpuestas directamente sobre la imagen real de la calle o vería una marca roja parpadeando, avisándole del peligro que representa un camión acercándose por detrás. Incluso podrá tener -en despliegue continuo o intermitente- un reporte de problemas del tránsito, el pronóstico meteorológico y el control de fallas de la moto. Asimismo, le permite al motociclista la "capacitación en el momento": en el caso de que su moto se descomponga, por ejemplo, le facilitaría ver sobre ésta las instrucciones de reparación, con la ventaja de mantener sus manos libres. Al mismo tiempo, puede guiar al usuario -con voz digitalizada-, a efectuar las secuencias apropiadas para realizar las diferentes acciones. Para esto, también es útil que la moto tenga su propia computadora que haga su auto-diagnóstico, comunique sus resultados a la WC y decida qué hay que hacer para arreglarla.

La WC permite a los trabajadores móviles acceder a la información y a contactarse con expertos, lo cual es muy útil para el cuidado de la salud en medios rurales o domiciliarios, para el personal de asistencia en los desastres o para el personal de reparación de máquinas. Así, dos o más personas pueden trabajar en conjunto aún si están físicamente apartadas entre sí. Un joven submarinista puede mostrar con su cámara las paredes de una gruta submarina, mientras que el anciano experto, en la sala de control y con la ayuda de bibliografía especializada, puede traducir las inscripciones en tiempo real como así también aconsejarlo en la toma de decisiones. O un médico puede identificar más rápidamente a sus pacientes y a sus necesidades medicinales, al disponer de extensos archivos de datos personales, historiales médicos y datos de seguridad social (aplicación particularmente útil en situaciones de accidentes o cuando el paciente es incapaz de hablar o de comunicarse).

Asimismo, el conocimiento puede compartirse rápidamente con los colegas que uno confía, simplemente permitiendo que la WC responda automáticamente las solicitudes de información enviando el archivo apropiado. Por lo tanto, en vez de interrumpir el trabajo por una llamada telefónica, y actuando como una secretaria personal, la WC podría atender todos los pedidos de información enviados por correo electrónico.


Máquinas muy cariñosas

"La computación afectiva es la computación que se relaciona con, se origina en, o deliberadamente influencia las emociones. Son sistemas que están dotados con la habilidad de sensar, reconocer y entender las emociones humanas, con lo cual se busca fundamentalmente mejorar la interfaz hombre-máquina", explica el profesor Rosalind Picard, otro integrante del MIT Media Lab. La principal aplicación de la computación afectiva será la de informar a las futuras interfaces, las cuales serán capaces de reconocer y responder a los estados emocionales de sus usuarios.

Una vez que ha sensado las bioseñales del usuario y reconocido los patrones propios e inherentes en las señales (por ejemplo, enfado, molestia o frustración al usar el equipo), el sistema consulta al modelo almacenado de experiencia emocional del usuario y comunica información útil acerca de éste a las aplicaciones que pueden requerir tal información. De esta forma, la computadora responderá en una variedad de formas a las cuales el usuario las vería como "intuitivas", como si reconocieran y expresaran afecto: podría estar entrenada para pasar una librería musical, para pronunciar algunas palabras de aliento o para mostrar imágenes fijas o en movimiento, seleccionadas según el estado de ánimo del usuario.

"En vez de tener que aprender a manejar la PC, la máquina aprende cómo el usuario trabaja, evitando el aturdimiento que provocan los interminables interrogatorios y mensajes. Así, en lugar de atestar al usuario con muchas preguntas y opciones, le dice: '¿lo imprimo como siempre?'. Pero todo eso será posible solamente si las PCs conocen al usuario. Por ello, las PCs tendrán 'personalidad' y posiblemente idiosincrasia", dice Negroponte. Las computadoras del futuro serán más fáciles de usar, personalizadas y autoexplicativas, con canales de comunicación más naturales: hablarán con una voz similar a la de los seres humanos y se comportarán como si entendieran muchas de las órdenes verbales, incluso detectando las inflexiones en la voz del usuario. Es que la voz no sólo incluye y transmite la señal, sino también las características emocionales particulares de quien envía el mensaje.

También serán interactivas: el hombre y la computadora se interrogarán mutuamente, pedirán precisiones sobre tal o cual problema y aclaraciones sobre tal o cual información, ayudándose y cooperando entre sí a fin de deducir lo que está pasando. Ya no habrá más un manual de instrucciones, sino que las máquinas tratarán de brindarle su asistencia al usuario, infiriendo sus deseos e intenciones y guiándolo adecuadamente como lo haría un experto. Hasta podrán expresarle su simpatía -produciendo los adecuados tonos y matices del habla- cuando el usuario enfrente frustraciones. "Es la propia máquina quien mejor sabe lo que el usuario está haciendo, lo que acaba de hacer e, incluso, puede adivinar lo que está por hacer. Si se agrega a ese conocimiento cierta información sobre el usuario (si es zurdo, si tiene problemas de audición o si tiene poca paciencia con los elementos mecánicos), la computadora podría ser un auxiliar mucho más eficiente que cualquier instrucción escrita", explica Negroponte.

La idea es mejorar y aumentar sus habilidades sensoriales a fin de que se vuelvan más sensitivas y con mayor entendimiento. Con hardware y software especial, la computadora podrá ver y reconocer gestos faciales, así como detectar pautas vocales y entonaciones del habla, dilatación en las pupilas, cantidad de latidos cardíacos y hasta patrones odoríferos característicos. De esta manera, será capaz de inferir los estados emocionales del usuario o de otros individuos -como temor, ansiedad, nerviosismo o alegría- y actuar en consecuencia. Estas nuevas "habilidades" quizás eliminen la difícil y frustante sensación de no recibir ninguna respuesta emocional por parte de la computadora cuando se interacciona con ella: en el futuro próximo, la computadora parecerá reaccionar ante las necesidades de su usuario a la manera de un organismo vivo, tornando la relación mucho más interesante.

En realidad, la computadora no "ve" la cara o la figura de nadie, como tampoco "escucha" la voz de ninguno, ni "percibe" el olor de nada. Lo único que hace es interpretar las señales visuales, acústicas u odoríferas de acuerdo con unos indicadores previamente incorporados. En todos los casos, existe una infinidad de unidades de información que, con suma exactitud, la computadora se encarga de procesar. Luego la compara con los datos que con anterioridad le han sido suministrado y así ofrece una respuesta.

La mayoría de éstas señales está adecuadamente descripta atendiendo a apenas un par de decenas de las unidades de información anteriormente mencionadas, las cuales no pueden expresarse en palabras existentes, ni pueden ser reducidas a definiciones. Es un asunto de patrones, de "claves matemáticas" descriptivas. En el caso del reconocimiento facial, la computadora "estudia" tanto la forma como la posición de los ojos, orejas, nariz, boca o pómulos, obteniendo geométricamente una "constelación promedio" de la fisonomía, que la compara con cada facción de las pocas caras familiares que tiene almacenadas en su memoria. De este modo, puede reconocer al o los usuarios con independencia de las variaciones en la posición o en la expresión de la cara, cambio de peinado o uso de aditamentos (como anteojos, sombrero, aros o barba).


¿Cuál entonces?

No es tarea sencilla la de predecir el potencial de una nueva tecnología debido a que su éxito no depende únicamente de su valor intrínseco como innovación sino también de un abanico de variables entre las cuales destacan la viabilidad comercial y las necesidades sociales. Últimamente, y cada vez más, es el usuario el que impone como debe ser la máquina que usa.

El estado actual de la computadora personal, lejos de terminada, es todavía "primitivo" y, por lo tanto, susceptible de grandes cambios y modificaciones a futuro. Aún no es un producto de masas totalmente depurado, por lo que su operación continúa siendo, para lo no iniciados, bastante complicada; se necesita un mínimo de capacitación y/o entrenamiento para poder utilizarla. Actualmente, es prioritario contar con mucha más memoria y potencia de cálculo, así como con programas mucho más elaborados, para construir "sistemas amistosos", es decir, para ofrecer más y más facilidades al usuario común a fin de simplificar y mejorar la interfaz hombre-máquina. Un incremento posterior en estas variables conducirá probablemente a novedosas funciones adicionales, como por ejemplo el intercambio de mensajes de video y de audio (de la misma forma que actualmente se intercambia correo electrónico), el modelado de objetos tridimensionales y su animación, la visualización científica y la realidad virtual, o la traducción simultánea y la posibilidad para acceder, procesar y almacenar información de todo el mundo.

Es posible que las computadoras del futuro sean una combinación sinérgica de todas las tecnologías anteriormente vistas, de forma tal que potencien sus ventajas y disminuyan su limitaciones. Quizás dispongan de decenas de poderosos microprocesadores, cuenten con una enorme memoria y sean reconfigurables, con la habilidad para formar diferentes redes internas según la función a realizar: al necesitar más capacidad de procesamiento o de memoria, se activarán más unidades. Probablemente también sean vestibles, cómodas para usar, ergonómicas, livianas, interactivas y con la capacidad para inferir estados emocionales y para entablar una charla "medianamente" inteligente. Tal vez se vuelvan un dispositivo universal que se llevará encima todo el tiempo y que permitirá el acceso a una red de computadoras y a una comunicación instantánea con cualquier otra persona ubicada en un sitio remoto, incluso en cualquier idioma y utilizando casi todos los sentidos (quizás volviendo realidad una versión evolucionada del diminuto dispositivo insignia que portaban en sus pechos los personajes de Star Trek).

La computadora del futuro permitirá al ciudadano común satisfacer su interés creativo, investigador, artístico o científico abriéndole nuevos e insospechados horizontes, ya que podría responder rápidamente a preguntas del tipo ¿qué pasaría si…? Es difícil imaginar el poder de una sociedad en cuanto al manejo de la información cuando sus componentes dispongan de una de estas máquinas. Cada individuo contaría con la sabiduría de los millones de sus ancestros concentrada en la máquina, la cual podría organizar tal cantidad de conocimientos y recuperar en poco tiempo lo necesario. Tal vez intensifiquen la capacidad del ser humano para resolver problemas y lo ayuden a generar nuevas ideas alternativas, a combinarlas de diferentes maneras, a presentar analogías inéditas y a descubrir pautas ocultas; acaso lo liberen de algunas de sus limitaciones... o quizás sean el catalizador para el desarrollo potencial de formas más complejas de pensamiento. Como lo hace notar el futurólogo Alvin Toffler, la computadora puede "sugerir soluciones imaginativas para ciertos problemas al descubrir relaciones nuevas o que hasta entonces habían pasado inadvertidas".

De esta forma, los usuarios podrán interactuar con otros objetos y con otras personas, en muchas formas nuevas e interesantes. Conectados permanentemente a Internet, con la posibilidad de obtener contenidos altamente personalizados y disponiendo de inmensas bases de datos, el potencial comercial, industrial, científico, educativo, artístico y de entretenimiento se ampliará enormemente. Puede transformar por completo el modo de vida humano tanto como lo hizo el descubrimiento del fuego o la invención de la rueda..., o quizás infinitamente más.



Sobre el autor


Sergio A. Moriello trabaja en la actualidad en Telefónica Argentina. Es periodista científico, ingeniero en electrónica y posgraduado en administración empresarial.





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