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El universo sensible
Reseña del libro

Guillermo Agudelo Murguía; Juan Sebastián Agudelo[1]
http://redcientifica.com/autores...
Instituto de Investigación sobre la Evolución Humana, A. C.
 
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El universo sensible es un intento bastante logrado de unificar no sólo las diferentes ramas de la física, sino el conocimiento científico moderno. De hecho el libro discute que si ha de romperse el estancamiento en el cual se encuentran los científicos en su búsqueda de una teoría física final, esto se logrará solamente porque habrán entendido que la evolución -y su balance de conservación, innovación y selección- no sólo es un marco metafórico a través del cual entendemos la historia del universo, sino que es el verdadero agente que organiza las fuerzas fundamentales y les asigna su valor.

Hay algo extremadamente estimulante en nuestro clima intelectual: nunca en la historia de la especie humana han existido tantas respuestas a lo que se consideran las preguntas eternas. Nunca habíamos tenido tantas teorías coherentes explicando fenómenos que eran completamente misteriosos hace sólo cien años: el cerebro, el cosmos, el átomo...

El libro, fuertemente endeudado con Teilhard de Chardin explica sus teorías y la manera de aplicarlas para resolver los enigmas científicos de nuestro tiempo. Con un verdadero espíritu teilhardiano, el libro no se detiene en la mera descripción y concluye argumentando que a menos que las clases directoras de la ciencia adopten el paradigma teilhardiano, la enajenación de la ciencia con la cultura pronto resultará en una catástrofe ecológica peor que la que ya vivimos.


Los científicos suenan como gente que sale con preguntas tontas, preguntas que parecen más apropiadas para juegos de salón que para debates científicos reales. Algunas de estas preguntas han proporcionado resultados increíbles. Einstein descubrió su principio de la relatividad especial fomulándose un experimento hipotético en términos de "Si yo fuera un tren que se desplazara a la velocidad de la luz..."

Lamentablemente, la vida del científico es decepcionante. Para la mayoría de los científicos existen dos posibilidades: o son triunfadores y recordados de forma gloriosa, o fallan y son olvidados. Aunque puedan ofrecer un puñado de divertidas anécdotas, y una docena de ingeniosas o extrañas citas, la vida de casi todos ellos es poco interesante.

La especialización científica ha producido buenos resultados, pero esta actitud llevada al extremo puede llevar a errores y omisiones tremendas, que podrían ser causa de la depresión científica. El filósofo o científico típico actual no es sintético. No intenta hacer conexiones entre cosmología, historia y conocimiento. La desilusión actual, la falta de interés público por la ciencia puede ser consecuencia de la estrechez de pensamiento fruto de la disección moderna.

No olvidemos que la ciencia refleja la hegemonía de la cultura de la época en la que se desarrolla. En nuestro caso, parece que los errores antropocéntricos del pasado están pesando demasiado. El rechazo al dogmatismo está limitando la capacidad de síntesis y el uso del sentido común en la ciencia.

Al evitar colocar la evolución o la cosmología en un contexto más amplio del actual, los científicos han convertido sus disciplinas en una jerga que no tiene relevancia para el ciudadano no especializado. Por eso mucha gente rehusa el interés en agujeros negros o en descubrimientos antropológicos: no encuentra ninguna relación entre estas investigaciones y su propia vida o su concepto de sí mismo.

Las ciencias estan atomizadas, pero es de prever un cambio en esto, una revolución científica sugerida por David Bohm en la que se contextualicen las ramas de la ciencia.

La mayoría de los conocimientos que tenemos del universo desafían el sentido común. Por ejemplo, Bohr sostuvo que el mundo que vemos alrededor de nosotros puede ser lo suficientemente real, pero sus componentes, aquello de lo que está contruido, no es real. La interpretación cuántica de Copenhague defiende la idea de que no existe una realidad profunda, sino fenomenológica o realidad observada.

Paradójicamente, el clima intelectual del trabajo de estos científicos trata de evitar las implicaciones éticas, filosóficas o existenciales de sus descubrimientos. Si bien es cierto que es adecuada y útil la disección del conocimiento, no es menos adecuada y útil su síntesis o contextualización.

En opinión de los autores de este libro, con este cambio de paradigma, es posible que la física cuántica desenmarañe no sólo los misterios del mundo físico, sino también los más profundos relativos a la memoria molecular del ADN, la memoria humana y la conciencia. La interpretación cuántica de variables ocultas, tal como argumenta Thimothy Ferris, apunta a vislumbrar una nueva ciencia. Según la suposición de Bohm, existe una capa subyacente de realidad, un mundo subcuántico que contiene información adicional acerca del mundo. En otras palabras, las variables ocultas de Bohm permiten sostener algun tipo de "conciencia" global, una fuerza que controla y determina el resultado de los eventos.

Esta es la idea central de este libro: desarrollar argumentos a favor de que la vida es algo con significado, que la evolución tiene un propósito. Un punto de referencia fundamental en este sentido es el trabajo de Pierre Teilhard de Chardin.

En esta era de especialización y fragmentación, Pierre Teilhard de Chardin esta definitivamente fuera de lugar. Su propósito era en primer lugar sintético. Intentó unir la cosmología y la física de partículas y lo hizo sin necesidad de una compleja jerga matemática. Su solución es asombrosamente sencilla e intuitiva. Sugirió que lo que liga estas dos ramas de la física es la evolución. Con el riesgo de parecer simplistas, se podría resumir en que Teilhard de Chardin vió la evolución como la manifestación de otra fuerza, al igual que el electromagnetismo o la gravedad, pero más fuerte aún, y cuyo modus operandi determina el comportamiento de las otras fuerzas.

Los críticos de Teilhard de Chardin, que abudan, lo han acusado de toda blasfemia posible contra la ciencia y han visto sus trabajos como "poéticos". También ser le han atribuido diversas profecías, como Internet. Pero en su interpretación, estas "profecías" son algo anecdótico. El fundamento de su trabajo es que el eje principal de la historia universal es la evolución. Como lo fue el campo y la cuarta dimensión en el razonamiento de Einstein sobre el origen de la gravedad en la teoría de la relatividad, Teilhard considera la evolución un fundamento de la realidad.



[1] Guillermo Agudelo es Director, Administrador e Investigador del Instituto de Investigación sobre la evolución humana A. C., y es autor del libro El universo sensible y del artículo La Fuerza Sensible [ Volver ]



Sobre el documento


El libro El Universo Sensible, fué editado en México en marzo de 2002, y pertenece a la colección Hacia el futuro, publicada por el Instituto de Investigación sobre la Evolución Humana, A. C..

Pueden realizarse pedidos del libro en el buzón de correo





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