La especie Homo sapiens es muy joven; surgió como mucho hace 200 mil años, parece ser que en África. Si se compara su edad con los 3 millones de años que por término medio tiene de vida una especie de mamífero, nos damos cuenta que somos una especie recién nacida, como quien dice... Y no obstante, nuestra evolución cultural es tan acelerada, que está totalmente desfasada con la evolución biológica. Además es la única especie terrestre capaz de alterar el medio ambiente de una forma drástica y perjudicial.
¿Qué pautas evolutivas ha seguido la especie humana a partir de sus antepasados primates? ¿Y que senderos evolutivos seguirá nuestra especie en el futuro? La primera pregunta es de más facil contestación. Para contestar a la segunda, se puede especular con varias alternativas.
Pasado
La especie humana es una especie animal del tipo de los Cordados, subtipo Vertebrados, clase Mamíferos, orden Primates, superfamilia Hominoideos, familia Homínidos, género Homo, especie sapiens.
Como se observa es un animal perfectamente clasificado y colocado en los grupos taxonómicos correspondientes según sus características morfológicas y anatómicas.
Tratemos de contestar en primer lugar a lo primero. Las tendencias evolutivas que se observan en los homínidos se engloban dentro del llamado proceso de hominización, que se caracteriza por:
1) Una tendencia al bipedismo o postura erguida, que en la especie humana se alcanza plenamente. Esta tendencia, parece ser se ensayó también en otros primates fósiles de tipo antropomorfo, que vivían en los árboles y se ha conseguido de forma imperfecta en antropomorfos actuales como gorilas y chimpancés. Quizá el cambio de hábitat de nuestros antepasados, es decir el paso de la selva arbolada a la sabana, con grandes espacios abiertos para caminar, como consecuencia, probablemente, de un cambio climático, favoreció esta tendencia bípeda, aunque ya se apuntaba en primates arborícolas. Otra teoría apunta la existencia de una fase acuática o semiacuática del antepasado humano hace unos 5 -6 m.a., nada más separarse de los restantes antropomorfos, al quedar inundadas las tierras africanas al sur de Etiopía por el mar; en este ambiente anfibio, nuestros antepasados adquirirían el bipedismo, la falta de pelo y la mayor capa de grasa respecto a los demás mamíferos de la sabana. Esto explicaría la gran cantidad de grasa de los bebés humanos y su facilidad para moverse sumergidos en el agua. La reducción de la cola es probable que esté relacionada con la adquisición del bipedismo.
2) Una liberación del suelo de las extremidades anteriores, a consecuencia del bipedismo, que se transformaron en superiores. Estas se pudieron utilizar para agarrar y coger alimentos y utensilios, lo que favoreció la construcción de herramientas y contribuyó al desarrollo de la inteligencia. Con el tiempo las manos se fueron haciendo menos toscas y con dedos más finos si las comparamos con las de otros antropomorfos. Además, el pulgar, perfectamente oponible a los restantes 4 dedos, se hizo mas largo en relación con el resto de los dedos. Las uñas tendieron a reducirse y la piel de los dedos, en especial de las yemas, acumuló mayor cantidad de corpúsculos sensitivos, haciéndose fina y delicada, muy sensible.
3) Un cambio en la dieta. Este cambio va ligado al paso de los bosques a la sabanas. En estos espacios más abiertos, el alimento vegetal escasearía más y nuestros antepasados se vieron obligados a complementar su dieta vegetariana con una dieta animal, cazando animales en estos espacios más abiertos y teniendo que desplazarse más para tal fin, lo cual es probable que estimulara un bipedismo cada vez más eficaz. Por otro lado, la incorporación de carne a la dieta aumentó el aporte calórico sin necesidad de comer de forma tan frecuente y abundante, como les ocurre a los animales fitófagos; este hecho, quizás proporcionó más tiempo libre para otras actividades y lo que es más importante, suministró más aporte nutricional y calórico al cerebro, el cual pudo desarrollarse con más facilidad.
4) Un desarrollo progresivo de la capacidad craneana, de 400 c.c. en chimpancés a 1.400 c.c. en la especie humana, con el consiguiente aumento de volumen del encéfalo, en relación con el resto del cuerpo y el consiguiente aumento del número de neuronas. El número de estas células se vio favorecido por otra tendencia paralela de la superficie cerebral que ya aparece en otros mamíferos: el aumento de la superficie cerebral de la corteza al invaginarse ésta y dar lugar a las circunvoluciones cerebrales; con esta estrategia se consigue un gran aumento de superficie con mucho menor aumento de volumen y la naturaleza la ha utilizado en otras estructuras animales como por ejemplo en las vellosidades intestinales, repliegues pulmonares, etc. Con este espectacular aumento de neuronas en la corteza cerebral se consiguió una mayor inteligencia. Se consiguió empaquetar mucha información en un mínimo espacio. Todos los animales con cierta inteligencia, tienen cerebros grandes y con circunvoluciones (en el caso de los mamíferos). El desarrollo de la inteligencia acarreó de forma paralela el desarrollo de un sistema de comunicación complejo: el lenguaje hablado; es el sistema más elaborado de emisión de sonidos en la comunicación animal que se conoce, aunque otros animales, como pájaros, delfines, ballenas, etc., también han desarrollado lenguajes complicados de comunicación, pero éstos aunque puedan ser más potentes en la comunicación a grandes distancias, no tienen la capacidad de expresión de hechos tan diversos como la tiene el lenguaje humano.
5) Una creciente neotenia, es decir los seres humanos conservan de adultos caracteres infantiles. Esta tendencia favorece una mayor plasticidad y totipotencia en las células lo que permite una mayor flexibilidad y adaptabilidad evolutiva respecto a los cambios ambientales.
6) Una progresiva falta de pelo en el cuerpo. Esto parece ser consecuencia de la protección del cuerpo con ropas y pieles, debido a un mayor desarrollo intelectual, o bien debido a la fase acuática del antepasado humano.
7) Una transformación de la cara. La visión binocular y estereoscópica no es exclusiva del hombre, pues esta se alcanza en otros animales y en todos los simios, incluidos los homínidos. Los ojos adoptan una posición en un plano frontal. Se consigue una visión en relieve aunque se pierde campo de visión (se abarca menos espacio visual) y para ver a los lados hay que girar la cabeza. Los arcos mandibulares se hacen más gráciles y pequeños con reducción de dientes. Esta tendencia está relacionada con la evolución de los hábitos alimenticios. El hombre se hace omnívoro, con lo cual los dientes, ya de por si poco especializados en los primates se especializan menos todavía en el hombre. Al preparar y cocinar los alimentos se facilita su desmenuzamiento y los dientes se hacen menos poderosos y se reducen en tamaño y en número (muelas del juicio en regresión). Además, las manos sirven para llevarse los trozos de alimento a la boca y los dientes y mandíbulas no tienen que arrancarlos de sus lugares de origen; esto lo hacen las manos. De esta forma, de caras con ojos pequeños, frentes estrechas y mandíbulas grandes y prognatas se pasa a caras con frentes anchas y despejadas, ojos grandes y mandíbulas reducidas y bocas pequeñas. Las caras pasan de ser anchas por abajo y más estrechas por arriba a lo contrario: anchas y voluminosas por arriba, en la frente y estrechas por abajo, en las mandíbulas y boca.
8) Respecto a los órganos de los sentidos, la especie humana tiene éstos con un desarrollo propio de sus antepasados primates. Los ojos permiten relacionarse con el medio interpretando la energía luminosa visible. Son los órganos de los sentidos de mayor potencia en un medio aéreo, ya que son los de más largo alcance y los más rápidos (la información ambiental a través de la luz viaja a enormes velocidades); por eso se puede decir que son de los más perfectos. Son los ojos los órganos de máximo desarrollo de todos los sentidos en el hombre. Los hombres son animales diurnos y como tales han logrado ver colores. En los mamíferos esto se consigue en primates, algunos carnívoros como perros y gatos, aunque de forma incompleta y más torpemente en rumiantes. Por regla general, los animales que tienen cuerpos y libreas de colores, ven éstos. Aparte de en los mamíferos indicados, la visión de colores está desarrollada en animales diurnos tales como muchas aves (pájaros, rapaces, etc), en determinados reptiles, peces, insectos, etc. También, como primates que son, tienen visión estereoscópica, quizá como una herencia de los primates arborícolas. Sin embargo no han desarrollado una gran agudeza visual ni tampoco una gran visión en la lejanía ni abarcan mucho campo de visión, logros conseguidos por determinadas aves, como las rapaces y otras aves que tienen grandes desplazamientos aéreos. Por otro lado el hombre solo abarca el llamado espectro de luz visible, de frecuencia media, y no ve la luz ultravioleta ni la infrarroja, como sí lo hacen otros animales.El oído permite relacionarse con el medio a través de las ondas sonoras que viajan a través de un medio fluido, por ejemplo la atmósfera o el agua al presionar estos medios. En un medio acuático, es un órgano más eficaz que el de la vista o el del olfato. Esta información viaja a una velocidad más lenta que en el caso de la luz. El oído tiene un desarrollo medio en el hombre. Éste no es capaz de oír sonidos ni muy graves, caso de ballenas, ni muy agudos (ultrasonidos) como hacen los murciélagos. Además su agudeza auditiva (capacidad de distinguir sonidos diferentes) y su potencia auditiva (capacidad de oír sonidos lejanos) está moderadamente desarrollada. La especie humana, al ser un animal visual, y en menor grado auditivo, tiene los otros sentidos menos desarrollados. El olfato, el más primitivo, es relativamente escaso, si lo comparamos con otros mamíferos como los perros, gatos, rumiantes, etc. El tacto es el justo para un animal sobre todo visual, aunque el hombre tiene zonas corporales con un mayor desarrollo táctil, debido al uso. Me refiero a la cara y sobre todo a las manos. El gusto también está discretamente desarrollado aunque es muy versátil como corresponde a un animal omnívoro. En definitiva, el ser humano tiene órganos sensoriales típicos de un animal terrestre, diurno, con antepasados de hábitos arborícolas pero que han pasado a desplazarse en terrenos más abiertos, tipo sabana, y que su inteligencia le ha llevado a colonizar todo tipo de hábitats terrestres.
9) Otra tendencia que se observa es un lento pero gradual incremento en la estatura, quizá como consecuencia de una cada vez mejor alimentación.
Por otro lado hay que considerar la evolución del hombre en el contexto de la evolución de los vertebrados.
Un gran hito evolutivo se produjo en el Devónico, hace unos 370 m.a. (millones de años), cuando poblaciones de peces de aletas lobuladas conquistaron el medio terrestre y se transformaron en los primeros vertebrados terrestres, los anfibios. Posteriormente, en el Carbonífero, hace unos 300 m.a., a partir de poblaciones de anfibios, aparecieron los primeros reptiles, que se diversificaron durante el Mesozoico, originando, entre otros, los dinosaurios y reptiles afines como pterosaurios, que fueron los vertebrados terrestres dominantes de la era.
La evolución de los dinosaurios merece un comentario aparte. Este grupo de reptiles es muy particular. Engloba gran variedad de formas muy diversificadas y adaptadas a prácticamente todos los hábitats terrestres de la época. Su radiación adaptativa se la puede comparar a la de los mamíferos en el Cenozoico. Tuvieron más de 150 m.a. para evolucionar y diversificarse, pues surgieron a comienzos del Triásico, hace unos 230 m.a. y se extinguieron a los 65 m.a., a finales del Cretácico, parece ser que como consecuencia del impacto sobre la Tierra de un gran asteroide. No es de extrañar, por lo tanto, el grado de complejidad y de adaptaciones que alcanzaron. Muchas formas carnívoras alcanzaron la homotermia (igual que las aves y mamíferos posteriores); a diferencia del resto de los reptiles, la mayor parte de los dinosaurios no reptaban, sino ambulaban, es decir levantaban el vientre del suelo al caminar, por lo que estaban provistos de poderosas extremidades organizadas para tal fin. Además, muchas formas, en especial las depredadoras, alcanzaron un especie de postura bípeda, caminando sobre las patas traseras y apoyándose en su fuerte cola, dejando en libertad unas débiles extremidades anteriores, dotadas con poderosas garras, que podrían ser utilizadas para atacar a sus presas, entre otras funciones. Estos dinosaurios carnívoros y bípedos, a diferencia de otros cuadrúpedos y vegetarianos, debieron tener un metabolismo elevado y ser de movimientos rápidos, como la mayoría de los actuales mamíferos y aves. La capacidad visual debió de ser elevada, y es probable que pudieran ver colores, ya que se cree tenían cuerpos cubiertos de vistosos colores, al menos bastantes especies. Muchos tenían hábitos sociales; otros, en cambio, eran solitarios. Algunos paleontólogos creen que si los dinosaurios no se hubiesen extinguido, algunos de ellos, quizá las formas bípedas, carnívoras y ligeras, habrían alcanzado mayor grado de inteligencia... ¿Tuvieron tiempo de alcanzarla algunos?
De formas ligeras de dinosaurios carnívoros y bípedos, surgieron las aves, a finales del Triásico, hacia los 200 m.a. Estos grupos de dinosaurios se lanzaron a la conquista del medio aéreo, para lo cual las cortas extremidades anteriores se fueron transformando gradualmente en alas para volar y las extremidades posteriores se hicieron más delgadas y ligeras, adaptándose a un bipedismo característico de las aves, en el que más que caminar, saltan, salvo los avestruces, que corren. Por otro lado su cuerpo se cubrió de plumas protectoras e impermeables y se fue haciendo gradualmente más pequeño y ligero. Todo su organismo se fue adaptando para vuelos más o menos prolongados.
A finales del Pérmico, hace unos 250 m.a., surgieron los Terápsidos, reptiles ambulátiles, que a semejanza de los dinosaurios, no arrastraban el vientre al caminar; de estos reptiles mamiferoides surgieron, en el Triásico, los mamíferos. Estos lograron una serie de adaptaciones al medio terrestre, más eficaces que las de sus predecesores los reptiles y análogas a las de las aves, tales como la homotermia, la sustitución de las escamas de la piel por pelos, (plumas en las aves) más eficaces para conseguir la homotermia, y una mayor protección para sus crías (placentación y alimento lácteo). Los mamíferos mesozoicos fueron pequeños y su vida en el medio terrestre debió de ser dura, pues tuvieron que competir con el mundo reptiliano que dominaba el medio terrestre, en especial con los dinosaurios. Es probable que fueran de hábitos nocturnos. Con la extinción de los dinosaurios, en la crisis cretácico - paleocena, a finales del Cretácico, los mamíferos aprovecharon su oportunidad y ocuparon los hábitats vacíos dejados por las formas extintas, teniendo una radiación adaptativa similar a la de los gigantes reptilianos, durante todo el Cenozoico.
De esta forma, en cuanto a los vertebrados se refiere, el medio terrestre fue dominado por los mamíferos, mientras el medio aéreo fue dominado por las aves, los más próximos descendientes de los dinosaurios. Si comparamos ambas diversificaciones evolutivas, la de los dinosaurios en el Mesozoico y la de los mamíferos en el Cenozoico, notamos que la primera transcurrió a lo largo de mucho más tiempo que la segunda: 150 m.a. frente a 65 m.a. No obstante los resultados evolutivos de la diversificación de los mamíferos han sido más espectaculares, si cabe, que los de los dinosaurios. El ritmo evolutivo se ha acelerado en esta segunda radiacción, de vertebrados terrestres y las formas resultantes han sido de menor tamaño aunque con adaptaciones similares. Es probable que en estos procesos evolutivos hayan influido cambios climáticos y geológicos: el clima se ha ido haciendo más frío, los continentes se han ido separando, procedentes de la fragmentacion de la Pangea II, a comienzos del Triásico, ha sobrevenido la orogenia alpina, con sus etapas más intensas en el Cenozoico y la consiguiente glaciación cuaternaria, en las postrimerías de esta orogenia. Todos estos factores han determinado la evolución de los seres vivos, en especial de los vertebrados que nos ocupan. No se olvide que los dinosaurios evolucionaron en un periodo, el Mesozoico, relativamente estable desde un punto de vista climático, con climas bastante cálidos y húmedos. También debemos tener en cuenta que los seres vivos evolucionan más deprisa si están sometidos a ciertas presiones de selección que les obligan a cambiar y esto se consigue por ejemplo cuando hay cambios climáticos, geológicos y geográficos que sean lo suficientemente importantes pero no demasiado rápidos ni bruscos, pues entonces los organismos no los resisten y se extinguen.
Y es de un grupo de mamíferos poco especializados, los primates de los que surge el hombre. Su separación de los primates antropomorfos se debió de realizar hace unos 6 - 5 m.a. en África ecuatorial. Los primeros homínidos, los australopitecinos, evolucionaron y se diversificaron en África y fue hace unos 1,5 m.a. cuando el género Homo salió de Africa y se expandió por Eurasia. En la última oleada africana surgió el Homo sapiens, es decir el hombre actual, hace unos 200 mil años. Esta especie tuvo que superar los sucesivos periodos glaciares de la actual glaciación y este hecho contribuyo, sin duda, a marcar su evolución.
Una vez que el Homo sapiens sapiens fue colonizando los diferentes continentes, se fue adaptando a sus peculiaridades climáticas y geográficas y fueron surgiendo las diferentes razas humanas. Esto acaeció a partir de los 40-30 mil años. También sus costumbres y modo de vida fueron cambiando. Los primeros pueblos debieron ser nómadas, cazadores y recolectores de vegetales. El descubrimiento de la agricultura y de la ganadería debió marcar la posterior evolución de las sociedades humanas. Rápidamente, se debieron extender estas prácticas por gran parte del mundo y es probable que surgieran en varias zonas geográficas independientemente, como una consecuencia de la evolución del intelecto humano. Con estas prácticas, las poblaciones humanas se hicieron sedentarias y aparecieron los primeros poblados estables. Estas aldeas se fueron organizando cada vez más, con la consiguiente división de trabajo, se fueron jerarquizando las sociedades que vivían en ellas, fueron aumentando de tamaño y fueron naciendo los pueblos y después las ciudades. Enseguida se inventó el lenguaje escrito y se fueron desarrollando los diferentes campos del saber, como las matemáticas, filosofía, astronomía, etc. Las diferentes religiones también debieron estar ligadas a la especie humana desde muy temprano, marcando un conjunto de normas y valores en la conducta humana y dando un sentido a la existencia del hombre.
Los medios de transporte que los diferentes pueblos tuvieron fueron fundamentales en las interrelaciones e intercambios comerciales de las poblaciones. Los primeros hombres debieron desplazarse caminando y corriendo. Es probable que pronto descubrieran la utilidad de animales como el caballo y otros similares, dependiendo de la zona geográfica, para sus desplazamientos, quizá a la par que la ganadería. La utilización estos animales y también la de carros movidos por ruedas y tirados por animales contribuyó de forma decisiva a los movimientos migratorios de pueblos y a la eficacia de luchas y batallas. Paralelamente, se debieron inventar los primeros barcos, al principio, tablas de madera, luego balsas de maderos y más adelante, canoas de remos; a las dos últimas se les pondrían después velas. De esta forma tuvieron lugar también los primeros desplazamientos a través de los ríos y del mar. Los medios de transporte, aunque se fueron perfeccionando, no sufrieron grandes avances hasta la revolución industrial; se inventó el caballo de vapor en la segunda mitad del siglo XVIII, que pronto se aplicó a los barcos y a los coches, y el motor de combustión, en la segunda mitad del siglo XIX, que revolucionó de forma más decisiva los transportes. Desde entonces los avances tecnológicos han sido imparables y vertiginosos a pesar de los conflictos sociales y bélicos, siendo los siglos XIX y en especial el XX, periodos en los que la cultura tecnológica y científica de la humanidad se ha disparado de forma muy acelerada, con inventos como los submarinos, aviones, cohetes, radio, teléfono, TV, ordenadores... etc.
Futuro
¿Qué nos aguarda en el futuro? ¿Qué derroteros evolutivos seguiremos? Es dificil contestar a estas preguntas pero se puede especular con varias alternativas.
Una de estas alternativas es el hombre espacial ("Homo espacialis"). Hemos visto como la especie humana tiende, como todo ser vivo, a multiplicarse y a expandirse. Surgió en África, conquistó el continente, luego se extendió a Eurasia y por último a las Américas. Actualmente es la especie de vertebrado dominante en toda la Tierra; sus medios de comunicación son tan poderosos, que ya no existen ni distancias, ni barreras geográficas entre las diferentes poblaciones humanas; esto a la larga, traerá cada vez más una mayor uniformidad entre los pueblos, ya que estos se hibridan entre sí y las razas humanas tenderán a uniformarse. En la segunda mitad del siglo XX, el hombre se ha lanzado a la conquista del espacio... La Tierra se le queda pequeña. A finales de los 60 comenzó por ir a la Luna; todavía no ha pisado otros planetas pero ya ha mandado sondas espaciales hasta los planetas más alejados del Sistema Solar y está recogiendo información de éstos y de lugares más alejados del Universo, utilizando telescopios en órbita como el Hubble. Ya se han descubierto más de cincuenta planetas extrasolares (algunos, de un tamaño similar a La Tierra) y se calcula que puede haber con facilidad vida inteligente en nuestra galaxia y por supuesto en otras. (Es probable que la inteligencia sea un proceso evolutivo natural de ciertas formas de vida, siempre y cuando se den las condiciones ambientales necesarias y el tiempo suficiente). El proyecto SETI trata de detectar señales de esta vida. Se está trabajando en fletar estaciones espaciales habitadas y en un futuro no muy lejano se pretende enviar hombres a Marte.Así que es de esperar, que una parte de la población humana colonice el espacio, a más o menos plazo, en estaciones espaciales permanentes, a modo de ciudades orbitales, o bien en planetas del Sistema Solar como Marte, una vez acondicionado o bien satélites como la Luna o de los planetas gigantes como Europa, Ganímedes, Calixto, Titán, etc.; y en un futuro más lejano puede que explore otros sistemas estelares...
Según el profesor Gaetano Rotondo, experto en medicina aeroespacial, "nuestros nietos no tendrán la vida en las estrellas nada fácil: su físico cambiará y tendrán que aprender a desenvolverse sin fuerza de gravedad. Sufrirán por lo tanto una adaptación tan drástica que al regresar a la Tierra su adaptación será difícil. La primera modificación y la más evidente afectará a la distribución de los líquidos corporales. Unos dos litros de sangre se trasladarán de las piernas hacia el tórax y la cara. De manera que la cara será más redondeada y los párpados tenderán a hincharse, confiriendo un aspecto asiático al rostro. Los ojos se enrojecerán y las venas faciales se dilatarán. La nariz estará más congestionada. La frente y el rostro tendrán venas dilatadas. El cerebro será más grande y con una mayor irrigación sanguínea. El cuello, los brazos y las manos también tenderán a aumentar de tamaño, mientras que los músculos de las piernas se hipertrofiarán, al no tener que vencer la fuerza de la gravedad para caminar, con lo que adoptarán el aspecto de patas de gallina. El tórax será más corto, porque el diafragma subirá, empujando al corazón, que será más pequeño, hacia una posición horizontal. El abdomen será menos voluminoso, la espalda perderá las curvas fisiológicas y aumentará el espacio entre la vértebras, con lo que ganaremos un par de centímetros de altura. Desaparecerá la curva de los glúteos y esto, unido a la atrofia de los músculos de las piernas, podrá provocar problemas psicológicos de identidad y adaptación en las mujeres, a causa de la reducción de las diferencias físicas con los hombres. Desaparecerán las arrugas, ya que los tejidos estarán más turgentes; en particular los pechos se mantendrán siempre firmes y no se formarán las venas varicosas. La ausencia de la gravedad provocará también una descalcificación de los huesos, pero la fragilidad ósea se verá presumiblemente compensada por una menor frecuencia de fracturas y lesiones traumáticas por caídas. Se reducirá la masa de glóbulos rojos y de hemoglobina, dando lugar a la llamada anemia espacial."
Por otro lado si una población humana abandona la Tierra para vivir en el espacio, tras un periodo relativamente largo de aislamiento, estos individuos, o al menos buena parte de esta población, tenderán a parecerse mucho entre sí. Será un caso claro de deriva génica y aislamiento geográfico-espacial. Tras un periodo largo de permanencia en el espacio es posible que los genes de los individuos hayan sufrido una cantidad tal de mutaciones, recombinaciones y adaptaciones al medio que surja una nueva especie y estos humanos espaciales no puedan reproducirse de nuevo con terrestres.
Otras alternativas corresponden a la evolución del hombre en la Tierra. Si logramos que el planeta aguante nuestro impacto ambiental y permita que sigamos sobreviviendo en él, pueden ocurrir varias posibilidades:
Vayamos primero con las pesimistas:
La Tierra se vuelve inhóspita para nuestra supervivencia, debido a una serie de factores provocados por la acción humana, como desertización, deforestación, efecto invernadero, disminución de la capa de ozono, lluvias ácidas, contaminaciones de diverso tipo, superpoblación, disminución de la biodiversidad, radiaciones nucleares, etc. Como consecuencia de estas acciones, se producirían grandes catástrofes climáticas, pandemias, hambrunas y guerras y la población humana quedaría bastante diezmada. Los supervivientes tendrían una vida dificil; el agua potable sería un bien muy escaso; las radiaciones UV del Sol podrían ser peligrosas al escasear la capa de ozono y darían lugar a mutaciones perjudiciales y cánceres; durante un tiempo más o menos prolongado, la humanidad superviviente sufriría una regresión cultural ya que tendría que ir superando estas condiciones de vida desfavorables; muchos supervivientes estarían tarados y mutados. Estaríamos ante el "Homo deletereus". Algunas películas futuristas de tipo pesimista nos han mostrado este futuro desalentador que podría acabar con nuestra especie o bien, si el medio ambiente actual consiguiese regenerarse, después de un periodo de tiempo indeterminado de purgatorio humano, surgiría de nuevo una humanidad renacida; también es posible que el medio ambiente no volviera a su situación inicial mas benigna y entonces el hombre, para sobrevivir, tendría que adaptarse al nuevo ambiente contaminado y probablemente iría transformándose en una especie diferente; quizá se refugiase bajo tierra, construyendo ciudades subterráneas. En este caso los individuos serían de tez pálida, sin melanina y con capacidad visual más disminuida, además de ser mas bien raquíticos y con musculatura débil. Sería el "Homo subterraneus".
Es posible que un desastre nuclear acabe con nuestra especie, de forma más o menos rápida, dando más oportunidades a otros animales más resistentes como los insectos. No hay que descartar el impacto de asteroides, como el que acabó con los Dinosaurios.
También se puede especular con posibilidades más optimistas:
La especie humana logra superar los impactos ambientales negativos sobre el medio ambiente, a base de utilizar inventos científicos y tecnológicos. Puede llegar a controlar el clima, reducir la contaminación, replantar bosques, frenar la desertización,controlar la superpoblación, utilizar fuentes de energía limpia (en especial la energía de fusión a partir del hidrógeno, es decir la "energía de las estrellas"), etc, aunque obtener resultados positivos, globales, a corto plazo, es bastante complicado. La evolución del hombre, como la de cualquier otro ser vivo, va a estar condicionada por la evolución ambiental, es decir por los cambios ambientales. Estos van a determinar una mayor o menor presión de selección y por lo tanto la velocidad y el modo en que la especie humana va a evolucionar. Como el hombre es uno de los seres vivos sobre la Tierra que más modifica el medio ambiente, está condicionando su propia evolución, aunque, por desgracia no siempre lo hace conscientemente y de forma positiva; los impactos ambientales provocados por él suelen ser negativos y destructores del medio ambiente, lo cual repercute en la propia salud de la especie humana. Solamente su capacidad científica y tecnológica puede frenar el deterioro ambiental y esa es la gran esperanza humana.
El progresivo desarrollo de la capacidad craneana favorece una inteligencia cada vez mayor; ambos procesos, parece ser, aumentan de forma paralela, tal y como sugieren los restos fósiles. ¿Seguirá esta tendencia en el futuro? Es probable que si, con lo cual el hombre tendrá una cabeza cada vez más voluminosa y tendrá cada vez mayor capacidad mental. ("Homo macrocephalus"). De todas formas, se ha comprobado que el hombre actual solamente utiliza de un 10 a un 20% de su potencial cerebral, lo cual puede significar dos posibilidades: ¿es necesario que esto sea así para el buen funcionamiento del cerebro? o bien éste está infrautilizado por el hombre y mediante técnicas de aprendizaje, quizá se le puede dar un mejor rendimiento. Hay determinadas personas, que por naturaleza, quizá genética, usan su cerebro de forma más completa; son las personas con poderes paranormales. ¿Por qué ocurre esto con el cerebro humano?¿Por qué se desperdicia tal capacidad? La naturaleza suele tener una economía y no suele malgastar energías, es decir no suele conservar materiales inútiles; estos, a la larga, acaban por desaparecer. ¿De donde proviene tal derroche cerebral? Dejemos, por ahora, este dilema.
¿Qué ocurrirá con el resto del cuerpo? No es fácil contestar. La alimentación es un factor importante. El aumento de población de la humanidad es un problema decisivo. Si no se controla, provocará guerras y hambrunas y en definitiva muertes. Para impedir esto, se intentará que los recursos alimenticios aumenten al ritmo del crecimiento de la población. Una alimentación sana y equilibrada mejora la constitución y salud física de las personas; una adecuada nutrición con una dieta variada y con el suficiente aporte vitamínico, unida a una justa práctica de ejercicio físico, es decir práctica de algún deporte con moderación, produce un físico proporcionado y, a la larga un aumento de talla de la población. Si esto se consigue, la raza humana mejorará en su aspecto físico, acercándose al modelo idealizado por los griegos, por ejemplo. ("Homo helenicus"). Pero esta vida saludable, es probable que no la pueda llevar a cabo toda la humanidad. Solamente las clases más o menos adineradas y con cierto nivel cultural, en decir gente de los países ricos. Quizá la utilización de alimentos transgénicos potencie una mayor cantidad de estos y la despensa de la humanidad aumente, con lo cual se pueda aminorar el hambre que actualmente pasan muchas poblaciones subdesarrolladas. Además, hay que tener en cuenta los malos hábitos y costumbres que parece están ligados a la humanidad, como drogas, alcoholismo, gula, lascivia, etc. y que merman y perjudican una evolución sana de la especie. Por lo tanto, no toda la población humana podría evolucionar de forma satisfactoria, sino solamente grupos más o menos aleatorios; y como se produce la natural hibridación y mestizaje, las taras genéticas que a la larga aparecen, de forma todavía no determinada, como consecuencia de unos hábitos de vida insanos, se transmiten de forma azarosa a la población.
Si se acentúa la vida sedentaria, trabajando delante del ordenador, por ejemplo, los músculos del cuerpo, a la larga se pueden ir atrofiando, adquiriendo, entonces los hombres, formas con grandes cabezas y cuerpos más enclenques, ¿delgados o gruesos?y con las extremidades más pequeñas y atrofiadas. Estas figuras recordarían a las de muchos modelos de alienígenas: los verdes y los grises, aunque quizá más altos. Sería el "Homo alienigenus".
Otra posibilidad puede ser la evolución de los hombres hacia androides; es decir la fusión del hombre y la máquina. ("Homo roboticus"). Sería un hombre ideal para colonizar el espacio. Esta imagen futurista es familiar en ciertas películas de ciencia ficción y actualmente se están realizando avances que pueden apuntar hacia ese camino. Por ejemplo ya se están fabricando los primeros neurochips y se construyen microchips cada vez más diminutos; la implantación de éstos en el cerebro no parece un hecho muy lejano... Un primer paso pudiera ser el hombre informático, ("Homo informaticus") con su traje inteligente y lleno de sensores, plagado de miniordenadores portátiles que pueden estar conectados sin cable con ordenadores madre centrales. Un peligro de este camino es que en la fusión del hombre con la máquina, venza esta última y prevalezcan en los androides los potentes poderes del ordenador, esclavizando así a las esenciasbiológicas de tipo humano, tal y como se muestra en algunas películas futuristas como "Matrix"; el hombre es vencido por sus criaturas metálicas, los robots androides, que se apoderan de los genes humanos (biochips) y se rebelan y autonomizan. En este sentido, son inquietantes las declaraciones del físico Stephen Hawking según las cuales es conveniente mejorar la raza humana mediante ingeniería genética, sobre todo en cuanto a la inteligencia se refiere, pues si no en un futuro los ordenadores podrían llegar a superarnos y a controlarnos, dados los avances que se están haciendo en inteligencia artificial. Otra variante es que el hombre llegue a crear robots semejantes a él mismo, con sentimientos y emociones, y que estos, suplanten a la especie humana cuando desaparezca. Sería la sustitución de la especie humana por la máquina robótica por el creada, mucho más capaz y menos destructible (“Roboticus humanus”) (Este tema se trata en la película "Inteligencia Artificial"). Otro aspecto de este mundo informático es la construcción de la realidad virtual que puede dar lugar a una doble vida en el hombre: la real y la virtual. Los hombres enganchados a la realidad virtual podrían adquirir también el tipo de personas cabezonas con cuerpos más atrofiados, al no usar su musculatura. ("Homo virtualis")
También son importantes los logros en medicina y en ingeniería genética. Cada vez tienen más éxito los transplantes de órganos y los implantes de órganos artificiales. Las operaciones se realizan con tecnología cada vez más sofisticada; el bisturí va siendo sustituido por otras herramientas más eficaces como el laser, los ultrasonidos, las microcámaras, tejidos artificiales, etc. Las enfermedades genéticas serán cada vez mejor superadas, gracias a la sustitución de genes defectuosos por genes sanos. Incluso se habla de la mejora de la especie, en este sentido. También, si los métodos de clonación se perfeccionan, se podrían obtener superhombres clónicos, aunque con fines diversos, no siempre positivos. Todos estos avances nos conducirían a la superación de enfermedades y de muchos inconvenientes de la vejez, con lo que la población cada vez tendría una mejor calidad de vida y una edad media más elevada. ("Homo supersanus") Estos avances, positivos, favorecerían un aumento de la población humana, ya de por sí cada vez más elevada, lo cual daría lugar a una competencia cada vez mayor, y a un recrudecimiento de guerras y matanzas. Al final, se podría lograr una población mundial con una alta tecnología, y con una regulación estricta de la natalidad, siempre y cuando el potencial reproductor de la especie humana no se viera mermado por este desarrollo tecnológico, los nuevos hábitos de vida y la contaminación ambiental, tal y como está sucediendo actualmente en muchos países desarrollados.
Hay otros retos todavía más fantásticos. Recordemos la infrautilización del cerebro humano. Se podrían desarrollar los poderes paranormales que actualmente solo unos pocos privilegiados poseen, mediante técnicas adecuadas. ("Superhomo paranormalis") ¿Cuáles son estos poderes paranormales? Son de variado tipo: La telequinesia, es decir mover objetos con la mente; la telepatía, es decir la adivinación del pensamiento; la adivinación de hechos futuros y pasados; la curación de enfermedades por medio de la mente y de las manos; la hipnosis de personas para controlarlas o descubrir hechos que les han sucedido y que no recuerdan; el desdoblamiento de la persona espiritual del cuerpo y viaje más o menos distante respecto al cuerpo de ésta, con regreso al mismo (viaje astral); la visión de fenómenos invisibles para las personas normales, como auras de personas, apariciones, etc.; la capacidad de comunicarse con los espíritus y fantasmas (mediums). Estos poderes, parece ser que los presentan determinadas personas "especiales", aunque normalmente cada una de estas personas especiales es poderosa en uno determinado, no en todos. El ejercicio de estas capacidades tiene el peligro de que se realice con fines negativos, es decir para dañar a otras personas, en lugar de ayudarlas, ya que hay poderes como la hipnosis que pueden tener un doble uso; en cambio otros, como la curación, son beneficiosos y otros son indiferentes. Este es el gran reto en el desarrollo de técnicas para favorecer algunos de estos poderes.
En fin... estas son alternativas posibles, y por supuesto no resueltas, ya que son futuribles, de la evolución humana.
Sobre el documento
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En este artículo se ha intentado dar una visión evolutiva de la aparición de la especie humana desde un punto de vista biológico y se ha especulado sobre las posibles tendencias evolutivas en el futuro.
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Sobre el autor
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Francisco Carrillo nació en Zaragoza en 1952. Es licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente es catedrático de Biología y Geología del Instituto de Enseñanza Secundaria LEGIO VII de León (capital).
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