A la luz de la evidencia y de la aparente situación de desventaja comparativa de estas mujeres en el sector informal, el siguiente estudio comienza con el intento de dar respuesta a una pregunta: ¿Qué relación existe entre la mujer y el sector informal?
En este sentido cabe hacer dos observaciones. Primero, se entiende por economía sumergida aquel espacio laboral y mercantil no registrado. Por tanto, se trata de una economía que se escapa de las normas y de los controles establecidos, sobre los que se basan los índices que conocemos. Por este motivo también se encuentra bajo la acepción de “sector informal”, o en términos de proceso, informalización de la economía. Segundo, sin embargo, desde un enfoque de género la crítica es aun más profunda. Esta crítica proviene de la no consideración de las tareas domésticas como trabajo. Desde esa perspectiva, se supone que la totalidad de la realidad productiva es obviada desde el Estado. Por lo tanto, el trabajo doméstico sería el sector informal por excelencia.
El estudio que aquí se presenta fue posible gracias a una beca de investigación concedida por la Dirección General de la Mujer de Valencia en julio de 1999.
A la luz de la evidencia y de la aparente situación de desventaja comparativa de estas mujeres en el sector informal, el siguiente estudio comienza con el intento de dar respuesta a una pregunta: ¿Qué relación existe entre la mujer y el sector informal?
En este sentido cabe hacer dos observaciones. Primero, se entiende por economía sumergida aquel espacio laboral y mercantil no registrado. Por tanto, se trata de una economía que se escapa de las normas y de los controles establecidos, sobre los que se basan los índices que conocemos. Por este motivo también se encuentra bajo la acepción de “sector informal”, o en términos de proceso, informalización de la economía. Segundo, sin embargo, desde un enfoque de género la crítica es aun más profunda. Esta crítica proviene de la no consideración de las tareas domésticas como trabajo. Desde esa perspectiva, se supone que la totalidad de la realidad productiva es obviada desde el Estado. Por lo tanto, el trabajo doméstico sería el sector informal por excelencia.
Este trabajo pretende encontrar el espacio de interacción de ambas acepciones pero abordado desde las “subjetividades”. Es decir, trata de encontrar las estructuras latentes existentes que vinculan estos dos planos: situación informal y esfera de la reproducción. En consecuencia se dirige a las mujeres que han trabajado o trabajan en condición informal para abordar los conceptos, que son fruto de una socialización, en la que interviene la familia y la sociedad y en la que subyace tanto la cultura como la trayectoria de vida.
En España, la recesión económica que precipitó el aumento del sector informal fue la de los setenta. Sin embargo, puestos a poner un punto de partida, el análisis debe comenzar en 1959 con el Plan de Estabilización como primer intento por abrir el mercado español. La respuesta fue inmediata dentro del sector industrial, sobre todo manufacturero, donde juega el papel de protagonista el Sur de la Comunidad Valenciana. La industria del sur Valenciano, y en concreto de la provincia de Alicante, se definió como espacio industrial no sólo a nivel comunidad sino también en el conjunto nacional. Los sectores que destacaron fueron el Calzado, Juguete y Textil, (Ybarra,1986). La industria albergaba un alto porcentaje de población activa procedente, en su mayoría, de la agricultura. La crisis afectó más a la industria y a la construcción que a los servicios, como ocurrió en el conjunto español. Por tanto, las tasas de paro se dispararon y se mantuvieron altas incluso en periodos de auge, en los que si bien se creó empleo, no se vio reflejado por el aumento de la población activa.
Desde entonces la economía sumergida ha sido objeto de estudio de muchas investigaciones. Algunos otros autores que cabría citar serían: Ávila, Sánchez y Avilés (1997), Sanchís y Miñana (1988), De Miguel (1988) y Barnasco (1983). Incluso entidades organizadas para preservar los derechos de los trabajadores han tratado, desde una perspectiva descriptiva, el fenómeno, tan característico del sur valenciano.
Algunas conclusiones que se pueden extraer de estos estudios son relevantes para la investigación pero se dirigen a esclarecer los mecanismos que intervienen a un nivel meso y macro. Sin embargo, existe una carencia de este tipo de estudios a un nivel micro dirigidos a indagar los conceptos para descubrir las estructuras latentes del discurso formado por las entrevistadas.
En este caso, se entiende por concepto el prisma a través del cual las mujeres que están en esta situación interpretan la realidad. Al fin y al cabo “nuestro conocimiento del mundo es una construcción, no un descubrimiento”(Kabeer,1998:96).
Por ende, se entiende la complejidad del objeto de estudio. Pero también, la comprensión del discurso producido y la detección de los factores que lo explican se consideran necesarios para encontrar respuestas válidas al problema abarcado.
En consecuencia, es incluida la perspectiva producción/ reproducción como marco interpretativo central de este estudio. El enfoque se concreta en la introducción del término ‘reproducción social’ y conforma un eje analítico importante para los estudios centrados en la dimensión del trabajo por género. El eje es importante en tanto que tiene una gran capacidad explicativa. Su capacidad explicativa se debe, en cierto sentido, por la inclusión de muchas de las categorías de análisis que han sido aportadas desde la crítica feminista. Así, acoge conceptos desarrollados por Habermas tales como lo público/ privado y la discusión de los mismos. Ello le obliga a revisar el eje utilizado por otros estudios con enfoque de género. Se expresa en términos marxistas-feministas pero también asume la sexualización. Es decir, por un lado asimila la jerarquía, la dualidad y la teoría del valor. Por otro lado, asume la relación género/ sexo tanto desde una posición macro como de micronivel. Por tanto, integra otras teorías que se asientan en el psicoanálisis y en factores psicosociales.
De esta forma, se adopta una postura por la que se defiende la estrategia integradora de ambos conceptos (producción y reproducción) frente a una postura excluyente. Sin embargo, cabe aclarar que en la lectura económica ‘tradicional’ la producción se encarga de la elaboración de los bienes tangibles o materiales y, la reproducción, de la manutención y reemplazo de la fuerza de trabajo. En consecuencia, la producción queda asociada al empleo o al trabajo remunerado (y a la esfera mercantil) y la reproducción se asociaría con el trabajo doméstico. Desde la crítica feminista se ha reconsiderado esta dicotomía ya no reivindicando la importancia de la reproducción dentro de las sociedades sino derrocando la vinculación del trabajo doméstico con reproducción y empleo o trabajo remunerado con producción. Con todo, atendiendo a esta lectura ‘tradicional’ se podría considerar que el trabajo desarrollado por las mujeres dentro del sector informal estaría dentro de la esfera de la producción. Si así fuera visto por las propias mujeres no existiría un sesgo sexual conceptual. Sin embargo, los resultados son otros.
Finalmente, este estudio queda ubicado, por un lado, dentro de los temas relacionados con el empleo y el trabajo asalariado, concretamente en aquellos que tratan la economía sumergida y, por otro lado, en tanto que persigue una perspectiva de género y establece una comparación entre la dimensión de lo productivo y la dimensión de lo reproductivo también estaría entre los estudios sobre el trabajo.
La propuesta define una investigación de ámbito geográfico comarcal (el bajo Vinalopó), con un alcance temporal sincrónico, de carácter cualitativo y con finalidad explicativa.
Así, se centra en el Bajo Vinalopó por ser una de las comarcas más representativas de este fenómeno en la industria. Elche es la ciudad más significativa. La industria fue, en su momento, foco de atracción de mucha población procedente de pueblos cercanos que veían en Elche una zona con demanda de mano de obra. Sin embargo, en el proceso de investigación, se incluyó también Villena, otro foco industrial que ha tenido menos desarrollo que Elche. Ello implica asegurar la posibilidad de encontrar opiniones y valoraciones distintas por diferencias geográficas, al estar ubicada en el medio Vinalopó.
El universo está formado por mujeres que trabajan o han trabajado en situación de informalidad en la industria. Se incluyeron entrevistas de mujeres jóvenes que trabajaban en la fábrica con la intención de contrastar sus opiniones, motivaciones y expectativas con las más mayores. Se perseguía encontrar cambios o, por el contrario, averiguar si tenían intención de continuar con los mismos pasos que las más veteranas.
La investigación aborda siete objetivos concretos que se pueden resumir en el análisis de la dimensión de la producción, la reproducción, su relación, y las diferencias generacionales. Sin embargo, esta exposición se centrará mayoritariamente en uno de ellos, a saber: “Detectar y analizar los posibles vínculos que existen entre las responsabilidades socialmente adscritas a las mujeres en las tareas de reproducción y las relaciones laborales que se establecen”. Ello obliga a examinar la información recibida de las mujeres más mayores, es decir, aquellas situadas entre 44 y 58 años, tanto de las entrevistas como del grupo de discusión.
La técnica de muestreo utilizada en las entrevistas es la conocida como la de “bola de nieve”, en virtud a la que se localizan unos primeros informantes estratégicos y a partir de ellos se contacta con otras personas susceptibles de ser entrevistadas. El guión de las entrevistas fue elaborado a razón de los objetivos de la investigación y de la información obtenida por revisión bibliográfica. El análisis se llevó a cabo a medida que se iba recogiendo información procedente del trabajo de campo. Así, se optimizó el tiempo propuesto ya que permitió: detectar en qué temas se había llegado al nivel de saturación, dirigir entrevistas hacía temas aún no abordados completamente, y evaluar la necesidad del grupo de discusión. En consecuencia, fueron un total de diecinueve entrevistas. La duración de las entrevistas depende de la cantidad de tiempo que necesita la entrevistada para abordar todos los temas. Así, hay entrevistas de algo más de una hora y otras de veinte minutos. Las que tienen más duración también están entre las primeras efectuadas.
Para el grupo de discusión se siguió el plan de elaboración que le es característico. Esto es, contactar con una persona o entidad que tenga acceso a potenciales participantes de la discusión de grupo. A la luz de la información obtenida por las entrevistas se diseñó un guión para el grupo en el cual figuraban los objetivos que se perseguían. El grupo se formó por diez participantes, mujeres de diferentes edades que vivían en Elche y se llevó a cabo en esta misma localidad. A cada una de las participantes se les entregó una pequeña batería de preguntas al final de la sesión. De esta forma, se procuraba controlar las diferentes variables que podrían estar interviniendo en el discurso y dar mayor claridad al análisis.
Todo el discurso fue trascrito en su totalidad.
La técnica utilizada es el análisis de discurso, que persigue las connotaciones y las estructuras latentes. Con este análisis se intenta encontrar relaciones conceptuales, cambios en las valoraciones, satisfacciones, motivaciones, percepciones a un nivel social. Este análisis responde más fielmente a los objetivos de la investigación; cubre una carencia de este tipo de análisis en el tema elegido en la actualidad; añade variables que en un principio pudieran no parecer interesantes y ayuda a la creación del cuestionario para investigaciones con carácter cuantitativo.
Este análisis implica, como método inicial, considerar los conceptos en los que profundiza (Producción y Reproducción) como dos dimensiones conflictivas. Izquierdo incluye esta misma perspectiva como propuesta para una teoría de la desigualdad en la revisión del concepto de género: “los géneros no se sitúan en un eje que va de lo femenino a lo masculino, sino que son dos categorías contrapuestas y mutuamente excluyentes” (1998:59). Cabe aclarar que se trata de una perspectiva y no de una premisa. Tal y conforme sigue la autora “su carácter conflictivista implica que los desarrollos teóricos que se realicen utilizándolo no dan como solución a la desigualdad entre los géneros la igualdad, sino la desaparición de las diferencias de género, resituando las diferencias en el ámbito de lo individual y no de las clases de sexo”(idem). Este estudio muestra también esta presunción.
El análisis de las entrevistas y grupo de discusión condujo a los siguientes apartados:
Condiciones laborales:
Las mujeres entrevistadas, que se sitúan en la franja de los 44 a los 58 años, sólo comentaban la situación laboral en la que estaban cuando enumeraban, a su criterio, las ventajas y las desventajas que tenían otros trabajos, o intentaban explicar el porqué ellas preferían el trabajo en el domicilio o en un taller que el trabajo en la fábrica.
Las principales características mencionadas fueron:
La flexibilidad. No tener horario, o no tener que responder ante un jefe, les permite organizar su trabajo a razón del horario de los demás miembros de su familia, hijos y marido. La valoración es positiva.
La irregularidad. El trabajo es pagado a razón de la cantidad de producto terminado. El empresario en primer lugar da trabajo a los de la fábrica (que son los que tienen contrato y a los que ellas llaman los “fijos”, concepto que se retomará más adelante) y en el caso de que exista la necesidad de producir más acude a estas mujeres. De esta forma el empresario afronta las fluctuaciones del mercado de tal manera que, cuando existen pocos pedidos del producto o bien no sale trabajo de la fábrica o el trabajo es muy escaso. Así pues existen temporadas en las que estas trabajadoras se pueden encontrar saturadas (y las conduce a trabajar doce y trece horas diarias) y otras temporadas que pueden no tener ingresos. Esta característica la valoran de forma negativa pero lo contrarresta por la concepción que tienen de que “la faena” que ellas hacen (y no el trabajo como se verá más adelante) es una “ayuda” económica para el marido.
La ilegalidad. Obviamente es la característica crucial en términos estadísticos para definir la economía sumergida al no tener ningún tipo de contrato con la fábrica en este caso. Pero esto no lo valoran negativamente siempre y cuando no sea en términos de derechos derivados de la contribución como es el “paro” (o subsidio de desempleo), y sobre todo la jubilación. Ello conlleva a la desprotección.
Las condiciones laborales, entendidas desde un enfoque descriptivo, son idénticas a las características que definen el Mercado Laboral Periférico (irregularidad, inestabilidad, inseguridad, ilegalidad, precariedad y desprotección) frente al Central (regular, estable, seguro, regulado, protegido) en el que históricamente, sobre todo desde la Revolución Industrial, y conceptualmente se sitúa al hombre.
Las mujeres que trabajan en un taller lo prefieren porque lo hacen fuera de casa, así la mantienen limpia, y se pueden relacionar con más personas. Sin embargo, según las entrevistadas, en Villena normalmente se juntan para trabajar, incluso puede ser en una casa que tenga una habitación amplia. Las mujeres que están en casa se organizan el horario a razón de lo que va surgiendo, aunque normalmente quieren seguir con el horario que tenían en la fábrica o en el taller.
Todas ellas afirman tener que compaginar sus horarios con la tareas domésticas.
En cuanto a los motivos que llevan a su inclusión:
En todas las entrevistas se describe un momento crucial para la industria. Muchas empresas cerraron o fueron compradas por capital extranjero. Según el discurso, este hecho se situaría alrededor de los años de la primera crisis del sector. Lógicamente también desanimó a intentar encontrar trabajo en otras empresas, como muchas de ellas expresan sobre todo las que ya estaban casadas. Aun así no es el único factor que influyó en su decisión.
Todas las mujeres de la edad mencionada con anterioridad estaban trabajando en una fábrica antes de estar en un taller o en casa. El cuidado de los hijos es un motivo fundamental que conlleva tanto a dejar de trabajar en la fábrica (o como dicen muchas de ellas, “salirse de trabajar”) como, en el caso de que abandonasen la fábrica antes de tener los hijos e incluso de casarse, de perpetuar su situación. Sin embargo hay mujeres para las que el abandonar la fábrica significó no plantearse hacer ninguna actividad remunerada incluso en el sector informal. Así el cuidado del hogar es un motivo para este abandono, pero no lo es, al menos no el único, para trabajar en el sector informal. Es cierto que las características que definen la economía sumergida les permitían compatibilizar la tarea productiva con las tareas relacionadas con la reproducción. Pero ¿por qué siguieron haciendo faena en su casa?.
Consideración de la aportación económica:
La consideración que tienen de su aportación económica y la de su marido es completamente diferente. El marido cubre los gastos considerados necesarios que en realidad son los básicos para vivir con lo imprescindible, es decir, la factura del agua, la luz, la casa si está hipotecada... son gastos fijos. El marido tiene la obligación de salir y traer dinero mensual para cubrir estas necesidades básicas. El marido debe tener un jornal fijo para que la base de la economía familiar sea estable y segura. Este jornal destinado a asegurar la economía familiar en su base está reconocido y como tal valorado. La aportación económica del trabajo de la mujer a la casa, que ellas llaman “ayuda”, va destinada a gastos considerados como fundamentales para la obtención de una mejor calidad de vida: para arreglar algo de la casa, para comprarse un coche nuevo, para poder disfrutarlo en su tiempo de ocio, etc., pero, sobre todo para los estudios y otras demandas de los hijos. De esta forma contribuye a la movilidad social a través de generaciones y en cierta parte deja vislumbrar sus ambiciones y sus propias aspiraciones, posiblemente aquellas que no consiguieron. Al ser considerada como “ayuda” es reconocido, en la medida que forma parte del jornal de su marido, pero no en sí misma. Aunque en algunos casos “esa ayuda” haya sido el único ingreso que ha entrado a la casa cuando el marido, por ejemplo, se ha quedado en el paro.
Pero, ¿hasta qué punto el motivo de elegir hacer una tarea remunerada en casa es solamente económico?. No cabe duda que existe el motivo económico pero se encuentran declaraciones que llevan a pensar que debajo de lo manifiesto existe una motivación diferente, más personal, ligada en cierta forma con el rol de su marido en cuanto lo toma de referencia como lo opuesto. Es decir, en el sentido contrario al que se quiere dar con la concepción de “ayuda” económica. Parece ser que existe un conflicto interno que se deriva hacia el binomio dependencia/ independencia. Pero para entender esta deducción debemos, en primer lugar, desentrañar el concepto de “trabajo” y ver la relación existente entre la dimensión productiva y reproductora. Esta reflexión será desarrollada con posterioridad.
La faena y el trabajo:
De acuerdo con el discurso cabe destacar las siguientes proposiciones:
La separación entre trabajo de hombre y trabajo de mujer;
La obligación del marido de tener un sueldo fijo;
La responsabilidad reproductora atribuible a la mujer;
La sensación de que la mujer en su trabajo sumergido “está en el aire” y de aportar económicamente a la casa igual que el marido.
Ante una pregunta en la que “cambio de trabajo” puede significar cambio de tarea o de ocupación, se contesta de forma que el significado de “cambio” se ancla en la modificación del lugar y de las condiciones del trabajo y no de la actividad misma. Es decir, la clave está en el trabajo que se hace FUERA de la casa o el de DENTRO de la casa. Por lo tanto se consideran de forma diferente. El significado de “trabajo” cambia a razón del lugar, tomando como referencia el hogar.
De esta manera las piezas claves por las que parece moverse el concepto de trabajo son las siguientes que se encuentran en forma de binomios de opuestos:
Fuera del hogar | Dentro del hogar | Centra | Periférico "en el aire" | Ingresos fijos = seguro | Inseguro | Estable | Inestable | Legal | Ilegal | Regular | Irregular | Protegido | Desprotegido | Incompatible con las tareas domesticas | Compatible con las tareas domesticas | CUADRO 1: Concepto de trabajo
Algunas entrevistas han sido verdaderos jeroglíficos porque parecía que la última actividad remunerada que hicieron se remontaba a cuando estaban trabajando en la fábrica. Muchas de ellas utilizan, como ya hemos adelantado, la expresión “me salí de trabajar” cuando se dejaron la fábrica y se pusieron a hacer la mismafaena en casa. Ello es porque el trabajo de la fábrica al ser fuera de casa y tener contrato responde al término “trabajo” según la columna de la izquierda, (en el cuadro anterior). Por este motivo los llaman los fijos.
El trabajoreconocido socialmente y válido como tal es el trabajo de la columna de la izquierda, el de la derecha es trabajo también pero no está valorado en sí, ello se manifiesta en el significado de la palabra “ayuda”. La relación y la valoración entre el concepto “ayuda” y la “faena” es la misma porque se trata de un mismo concepto que otorga significado al discurso. La “faena” es valorada en tanto que sirve de ayuda económica, o apoyo económico al del hombre. Sin embargo, si ello le llevara a “descuidar” sus tareas domésticas se anularía cualquier valor, aunque pudiéramos enmarcarlo en la columna de la izquierda. Una entrevistada lo demuestra de la siguiente forma:
<<¿Tú quieres que te dé mi opinión?. Que la mujer que quiera trabajar y quiera ser igual que el hombre que no se case y segundo que no tenga hijos. Porque cuando tienen hijos, lo primero que tiene que hacer es cuidar a sus hijos y estar pendiente de sus hijos, y cuando los hijos los tenga ya criaos entonces que se ponga a trabajar. Pero la chica que esté soltera tiene los mismos derechos que el hombre, (...). pero una vez que tienen hijos tiene que ser responsable que ya no son lo mismo que de solteras porque ya se deben a esos hijos para criarlos y cuidarlos>> (nº8)>>
Esta mujer estuvo trabajando en su casa y en un local en la informalidad desde que tuvo su primer hijo momento en que se salió de la fábrica. Obviamente cuando dice “entonces que se ponga a trabajar” se trata de un trabajo fuera de la casa, con contrato. Hoy en día sigue activa pero no dentro de una fábrica y sus hijos ya van a la Universidad (perdura en el sector informal).
Como se observa con el comentario “que quiera trabajar y quiera ser igual que el hombre”, el trabajo valorado por sí mismo no es sólo el definido en la columna de la izquierda sino que está asociado al hombre y al trabajo del hombre posiblemente en tanto que se considera incompatible con las tareas domésticas. Esta incompatibilidad es conceptual y se llega a ella, no por lo que se entiende por “trabajo de hombre”, sino por lo que se entiende por “trabajo de mujer”, puesto que debe ser compatible con las tareas domésticas: responsabilidad de la mujer.
La faena. Desde lo masculino. Desde lo femenino:
El hombre y su trabajo dominan en la dimensión de lo considerado productivo y es la dimensión de lo productivo la que, paradójicamente, se considera la única esfera económica y por tanto válida por ser útil y tangible en tanto que es pública y demostrada.
Se debe recordar que este análisis intenta profundizar hasta los conceptos y en tales persigue situarse y no en los hechos. Esta aclaración es importante pues, por poner un ejemplo, en la Revolución Industrial la mayoría de los trabajadores de ciertos sectores tremendamente importantes (por ejemplo textiles) eran mujeres y por tanto participaban en la dimensión productiva, incluso, en estas actividades, la dominaban. Pero si profundizamos en el análisis se encuentra que la mujer, por el hecho de ser fisiológicamente mujer, quedaba adscrita a unos roles sociales. Se le concedió el dominio de la dimensión de la reproducción, la no considerada económica, no pública, no válida y si cabe, la débil y por débil, la fácil.
Parece ser que las características que definen las tareas implícitas de la reproducción (que no son productivas, no son reconocidas) salpican la tarea que desarrolla la mujer en lo productivo, desde un punto de vista masculino. De esta forma la faena, en la medida que es compatible con las tareas del hogar y se desarrolla en la informalidad, absorbe mucha parte de las atribuciones de la esfera de la reproducción. Sin embargo la existencia de algo tangible, el dinero que la mujer gana, esa ayuda, es el chivato de su producción y de la naturaleza productiva de su tarea. Esto es lo que provoca a la mujer, desde su punto de vista, la sensación o el deseo de aportar económicamente a la casa igual que su marido (pero sin violar el terreno del mismo), de sentirse útil y reconocida.
Por lo tanto parece obvia la existencia de un conflicto interno que estas mujeres sufren y que las condiciones laborales que ofrece la economía sumergida cultivan el mejor ambiente para afrontarlo. Pero, ¿cuáles son los componentes de este conflicto?.
El conflicto: La Producción y la Reproducción:
En primer lugar nos encontramos con las tareas que le han sido asignadas socialmente. Como se ha comentado anteriormente una de las características del trabajo ubicado en la informalidad es la flexibilidad que les permitía adaptar su horario al de los demás miembros de la familia, es decir, les permite no desatenderlos, y por ello la valoran positivamente. Estas mujeres se sienten responsables únicas del cuidado de su familia. Son ellas las que tienen esa función.
La segunda parte del conflicto se encuentra con las tareas productivas que “escogen” llevar a cabo. La cuestión fundamental radica en la contestación de la siguiente pregunta, ¿por qué trabajan?.
Ya se ha visto que el motivo de la necesidad económica es uno de ellos, pero también existen contradicciones en el discurso que nos lleva a argumentar por otro lado. Las mujeres entrevistadas comentaron que querían ganar su propio dinero, incluso una de ellas llegó a afirmar que se sentía mal cuando se quedó sin ninguna actividad que le produjese ganar su dinero. Léanse algunas frases:
<<(...) en el fondo yo creo que lo hacemos por eso, porque te gusta también el dinero que tú aportas, el eso, el que todo el día en la casa, a lo mejor... todos los días te aburrirías (...)>>(nº1)<>(nº3)<>(nº6)<<(...). Si me puedo ganar la vida bien, en cuatro ratos que me pongo y despué gano lo que gano, muy bien que me viene, pero yo matarme no. (...)>>(nº4)<< (...). Pero cuando la otra ya se hizo mayorcica y yo me ví con ganas, porque la mujer toda tenemo ganas de trabajar, la que diga otra cosa miente, queremo nuestro dinero, queremo... yo por lo meno no quiero vivir del jornal de mi marido, ¡no tengo más remedio y tengo que vivir así!, pero a mí no me gusta vivir con el jornal de mi marido>>(nº11)<><< Mal, mal porque tenía que depender de mi marido siempre>>(nº11)<><>(nº13)<><<¿Por qué trabajo?. Pues porque me hacía falta y me gustaba también. (...). Que también viene bien porque siempre viene bien el jornal de la mujer.(...)Y estabas en casa y te ganabas algo y, a parte, pues cuidabas de él>>(nº7)
De esta forma nos encontramos con los siguientes pares de opuestos relacionados con las dos dimensiones producción y reproducción:
Producción | Reproducción | Hombre | Mujer" | Fuera | Dentro | Independencia | Dependencia | Económico | No económico | Válido | No válido | Trabajo | No trabajo | CUADRO 2: Producción/ Reproducción como binomio excluyente
Si se retoma el esquema del concepto del trabajo y el significado de “faena” nos lleva a que el trabajo de la mujer se ubicaría, desde la concepción masculina, en la dimensión de la reproducción.
Por lo tanto, considerando el concepto de trabajo (Cuadro 1), el significado de “faena” y las atribuciones anteriormente mencionadas de las dos dimensiones (Cuadro 2), desde la concepción femenina, el trabajo que elaboran implica un pequeño desplazamiento hacía lo productivo. Así, desde la perspectiva de la mujer, su trabajo no sólo significa satisfacer necesidades económicas sino estar más cerca de la esfera de lo productivo y por tanto estar más cerca de la independencia, del reconocimiento, de la valoración. Llevándo la consideración que tienen las mujeres del trabajo que desarrollan a un sencillo esquema que representa un continuo, la faena se situaría entre el TRABAJO y el NO TRABAJO.
Trabajos de hombre y trabajos de mujer:
Por otro lado, el “trabajo de mujer” con respecto al “trabajo de hombre”, son trabajos que se pueden llevar más a la casa que los de los hombres. Es decir, se sitúan en unos puestos que por sí facilitan que la mujer recurra a la economía sumergida para compatibilizarlo con las tareas del hogar. Es más, al final de una de las entrevistas, en la que participaron una mujer y un hombre, se llegó a la conclusión que los “trabajos de hombre” son los que en un momento del pasado se necesitaba más fuerza (y es el argumento generalizado entre estas mujeres) pero también aquellos que se desarrollaban dentro de la organización de la empresa, por lo tanto, aquellos que tenían la posibilidad de promoción dentro de la empresa. De esta forma se llega a la conclusión que los “trabajos de hombre” dentro de la industria no se diferencia solamente con los de la mujer a un nivel horizontal sino también vertical. La diferencia a un nivel horizontal es que son trabajos con menos posibilidades de caer en la economía sumergida, en tanto que el hombre no lleva el peso de las tareas del hogar. La diferencia en el nivel vertical es que son trabajos con posibilidades de ascender dentro de la organización.
Esta observación se dio de forma generalizada en todas las entrevistas, más jóvenes o menos jóvenes, todas lo comentaron. Sin embargo la diferencia de estas mujeres con las más jóvenes fue la asimilación de estos conceptos, hasta el punto de considerarse no válidas en hacer trabajos destinados a varones.
En términos generales, a la hora de ubicarlos en un contexto teórico, los dos conceptos tendrían significado en la segregación del mercado laboral y en la división sexual del trabajo. Serían eje central en estudios sobre retribución desigual y en los que plantean el binomio “trabajo de igual valor - igual remuneración” susceptible de consideraciones subjetivas, frente a “trabajo igual – igual remuneración” enunciado por la legislación laboral.
En el siguiente esquema se ha hecho un intento por unir todo lo expuesto hasta ahora, con la intención de otorgar una visión global al problema objeto de estudio:
Cuadro 3
Así, existen dos columnas principales encabezadas por el hombre y la mujer. Cada una se proyecta hacía la Producción y la Reproducción respectivamente. Dentro de cada una de las columnas se han introducido las características más destacables que se han ido extrayendo del discurso. Aparece una columna central fruto de la relación que se establece de la faena con el trabajo desde ambas perspectivas. Estaría más cerca de lo reproductivo a medida que se le atribuyen elementos relacionados con esta dimensión pero se ubica en lo productivo. Por tanto, refleja la existencia de varios mercados de trabajo, cada uno con condiciones bien diferenciadas, y en este caso, opuestas. Las flechas con dos cabezas muestran tanto la relación recíproca entre los dos elementos que señalan como la conflictiva. Y las líneas que separan las columnas, la continua representa las barreras que existen para acceder al mercado de trabajo central para la mujer y, la discontinua, la compatibilidad de la “faena” y el “trabajo de mujer” con las tareas asociadas a la reproducción.
En consecuencia, dentro de las explicaciones de macro y mesonivel cabe destacar que el peso de los roles adscritos de las mujeres entrevistadas les imposibilita, sin tener a nadie que le reduzca el peso de las tareas domésticas, trabajar en el sector formal en la industria. Sin embargo, también se ha detectado una motivación interna más profunda que las razones económicas en virtud al reconocimiento del trabajo remunerado y de la independencia.
La asimilación de ciertos roles y la consecución de los mismos como respuesta a un expectativa social implica, en este caso, conflicto, puesto que las consecuencias de este proceso desembocan a desigualdades sexuales evidentes. Los roles socialmente adscritos que expresaron estas mujeres son todos los relacionados con la esfera del cuidado de la familia. Es decir, son roles que se ejecutan dentro del hogar, en privado. Ello conduce a un prototipo de mujer-madre y esposa. No obstante, cabe advertir que al comparar las respuestas de las más veteranas con las más jóvenes resulta que el conflicto no se genera en planos tan profundos, es más manifiesto, lo que puede querer decir que ya no es tan indeseable desde una perspectiva social. Así, tras generaciones reproduce modelos pero también los modifica.
DEBATE:
El debate que subyace en esta investigación es enormemente rico. Las estructuras que han emergido tras el análisis responden a una cosmovisión androcéntrica propia de los países occidentales. Existe aportaciones de la epistemología, historiografía, filología, psicología, sociología, economía y otras disciplinas cuyas contribuciones forman la perspectiva de género. No obstante, dentro de este mismo enfoque también hay pluralidad de respuestas y de puntos de vista. En concreto, una de las mayores preocupaciones ha sido la dimensión del trabajo. Algunos enfoques han sido: las mujeres dentro del mercado laboral, condiciones laborales, trabajo doméstico, cuantificación del trabajo doméstico y consideración de las tareas domésticas desde un prisma no mercantil.
La teoría del género ha dado un gran salto cualitativo en los últimos treinta años. Sin embargo, se enfrenta ante un reto aun mayor, aquel que una estrategia de diversidad e integración genera.
Ávila, A., Sánchez, J. y Avilés, A. (1997). Economía irregular y evasión fiscal: análisis económicos y aplicaciones regionales a la economía española. Málaga: Analistas económicos de Andalucía.
Bagnasco, A. (1983). Descentralización de la producción, economía informal y territorio en la crisis económica. Madrid: Diputación de Madrid.
Borderías, C., Carrasco, C. y Alemany C. (1994). Las mujeres y el trabajo. Rupturas conceptuales. Barcelona: Icaria.
Comas, D. (1995). Trabajo, Género, Cultura. La construcción de desigualdades entre hombres y mujeres. Barcelona: Icaria.
De Miguel, A. (1988). España Oculta: La Economía Sumergida. Madrid: Espasa-Calpe
Dirección General de la Dona. (1999). Informe sobre la situación de la mujer en sectores y profesiones en las cuales está tradicionalmente infrarrepresentada. Serie Informes nº1. València: Consellería de Benestar Social.
Durán, Mª A. (1997). El papel de mujeres y hombres en la economía española. Mujer y Economía (760), 9-29
Durán, P. (1997), “Estado y estado de la mujer”. Nueva Revista de política, cultura y arte. Nº52, 81 Madrid.
Evans, M. (1997) Introducción al pensamiento Feminista Contemporáneo. Madrid: Minerva Ediciones
Frau, Mª. J. (1998). Mujer y trabajo: Entre la Producción y la Reproducción. Alicante: Universidad de Alicante.
Hurtado, J (1996). Implicaciones sociales de la economía sumergida. Una investigación sociológica. Mimeo.
Igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres en la U.E, 1996. Empleo y Asuntos Sociales. Comisión Europea.
Instituto de la Mujer, (1994). El trabajo doméstico y la reproducción social. Madrid: Ministerio de Asuntos Sociales
Izquierdo, Mª. J. (1998). El malestar de la desigualdad. Barcelona: Cátedra.
Kabeer, N.(1998). Realidades trastocadas. La jerarquía de género en el pensamiento del desarrollo. México: Paidós.
Montalba Ocaña, C (1998), Nueva cultura del trabajo: ¿Feminización del empleo flexible?. Mujeres 2: Derecho, Participación, Política y Empleo. Mujeres, Ecología y Paz. Año 2468. Proyecto Now. Valencia: Universitat Jaume I.
Quintana Navarro, B. (1998), “Discriminación retributiva. Diferencias salariales por razón de sexo”. Análisis de la negociación colectiva en la Comunidad Foral de Navarra desde la perspectiva de género. Navarra: Gobierno de Navarra. Departamento del bienestar social, deporte y juventud. Instituto Navarro de la mujer.
Ramírez, Mª M. “El mercado laboral: ¿Integra o margina a las mujeres?” Meridiana nº 11, 20-25. Instituto Andaluz de la Mujer. Junta de Andalucía.
Sanchís, E. Y Miñana, J. (eds) (1988). La otra economía: trabajo negro y sector informal. Valencia: Alfons el Màgnanim
Simón, H. (1997), Trabajo productivo y reproductivo: su incidencia en las relaciones de género. Negociación colectiva y determinación de salarios en la Industria Alicantina. Alicante: Instituto de Cultura Juan Gil-Albert.
Ybarra, J. (1986). La informalización industrial en la economía valenciana: un modelo para el subdesarrollo. Revista de treball (2), 85-103.
Ybarra, J. (ed,), (1998). Economía sumergida: el estado de la cuestión en España. Murcia.
Otros documentos del mismo autor
|
|
[Evaluar este artículo]
|