No es fácil ponerse de acuerdo sobre el inicio de la ciencia-ficción. Hay quienes toman en cuenta a Platón y sus relatos sobre la Atlántida (350 a.C.) y algunos hasta consideran la "Epopeya de Gilgamesh" de los sumerios (alrededor del 2800 a.C.) Pero la ciencia-ficción debe tratar acerca de una sociedad notablemente diferente de la que existía en su época, y esa diferencia debe comportar un cambio en el nivel de la ciencia y la tecnología. De esta manera tenemos que la ciencia-ficción no puede existir sin una conciencia de cómo la ciencia y la tecnología afectan a la sociedad. Esto nos remite a la Revolución Industrial y todo lo anterior puede ser considerado como fantasía, que tiene una historia larga y brillante. Se pueden encontrar ejemplos de fantasía literaria en la "Odisea" de Homero y antes aun en las leyendas de los primeros capítulos de la Biblia. Incluso puede considerarse a la ciencia-ficción como una rama de la literatura fantástica. Y si permitimos que el concepto de ciencia ficción incluya a la fantasía, podríamos llamar "protociencia-ficción" a historias de los días de Virgilio y Ovidio, pasando por las leyendas de Caballeros de la Edad Media y las leyendas góticas de fantasmas de los primeros tiempos de la edad moderna.
Al comienzo del siglo XIX los observadores reflexivos notaron el cambio que tenía lugar como consecuencia de la ciencia y la tecnología y comenzó a existir la ciencia-ficción propiamente dicha: los relatos no trataban solamente de cosas fantásticas sino de lo fantástico que concebiblemente podía llegar a ser posible debido a un avance científico. Hay quienes sugieren que la primera obra de ciencia-ficción es "Frankenstein" de Mary Shelley (1818), pues en esta obra, es ciencia y no magia la que se utiliza para crear una vida artificial. Obras posteriores son consideradas por otros como los primeros relatos de ciencia-ficción, siendo estos algunos de los relatos de Poe y Hawthorne. Quizás la verdadera ciencia-ficción inicia con "Cinco Semanas en Globo", de Julio Verne (1863). Verne escribió sin aderezos góticos (a diferencia de M. Shelley) y fue la primera persona en dedicarse exclusivamente a ello, haciéndose de paso, de fama y fortuna llegando a un vasto público. Verne también intentó tratar meticulosamente el trasfondo científico de sus relatos, imprimiéndoles mucho realismo a pesar de que a veces estaba equivocado (como cuando pensó que era posible lanzar un vehículo al espacio sin matar instantáneamente a todos los tripulantes). Verne no utilizaba nunca la magia y hacía todo lo posible por aferrarse a lo conocido.
Si la ciencia-ficción debía avanzar, debía liberarse de estas cadenas y permitir a la imaginación elevarse. Eso nos lleva al escritor inglés Herbert George Wells, quien inspirado por Verne (como Verne fue inspirado por Poe) escribió un nuevo tipo de libro en 1895: "La Máquina del Tiempo". Fue un éxito tremendo donde no utilizaba la tecnología conocida ni la tecnología contemporánea con mejoras mínimas. Se lanzaba a lo desconocido describiendo algo que era completamente distinto a cualquier cosa existente.
Siguieron otros libros y cuentos cortos. "La Isla del Doctor Moreau" (1896), era una relato sobre una transformación biológica. "El Hombre Invisible" (1897) y "La Guerra de los Mundos" (1898), el primer relato de una invasión extraterrestre y una invasión interplanetaria. Y cuando relató un viaje a la Luna no utilizó cohetes ni cañones, sino un escudo de gravedad.
Estas ideas hicieron a Wells más popular que el maduro Verne, quién señaló que sus cañones sí existían y que eso no sucedía con el escudo de gravedad de Wells, y este era el punto que lo favorecía. Bien puede haber sido el autor de ciencia-ficción más influyente de todos los tiempos.
A medida que transcurría el siglo XX, parecía que no iba a surgir nadie capaz de reemplazar a Verne y a Wells y, de hecho, Julio Verne y H. G. Wells son los dos mejores autores de ciencia-ficción de antes de la década de los veinte. Pero en el mes de abril de 1926 apareció un nuevo fenómeno: una revista dedicada únicamente a la ciencia-ficción.
Hoy en día, este género ha llegado a las masas y tiene muchos autores de primer rango, como Arthur C. Clarke, Anne McCaffrey, Frank Herbert, Ray Bradbury, y Ursula K. LeGuin entre muchos otros. Los responsables de estos son las revistas de ciencia-ficción que comenzaron con el primer número de "Amazing Stories", editado por Hugo Gernsback, de origen luxemburgués. Hay quien objetará esta idea y algunas personas que demandan respetabilidad literaria para la ciencia-ficción acusan a las revistas de reducir el género a un vulgar "pulp" (revistas impresas en papel de madera barato). Algo hay de cierto en esto, pero aquellos arrogantes pretenciosos no toman en cuenta que las revistas de ciencia-ficción crearon el ámbito para que muchos jóvenes desarrollaran y pulieran su talento.
En aquellas épocas, la locura por la revista pulp estaba en su apogeo. Cada quiosco tenía docenas de ellas, de todos los tipos posibles: de amor, de misterio, del oeste, de la selva, de guerra, de horror, de aventuras. Estaban también las 'revistas de primera', que pagaban mucho más que las de pulpa. De todas ellas las revistas de ciencia-ficción eran las más pequeñas, las menos lucrativas, las más especializadas y el segmento peor considerado. Casi nadie consideraba el escribir ciencia-ficción como algo viable. Las revistas de ciencia-ficción veían su futuro en sus propios lectores entusiastas que no les importaba ni la fama ni la riqueza, sólo escribir el material maravilloso que leían y ver su nombre en letras de imprenta en una revista de ciencia-ficción.
Como en un principio este género no era popular, Gensback tuvo que depender de reimpresiones de H. G. Wells y de Julio Verne en los primeros números, hasta que poco a poco nuevos escritores -que a veces eran principiantes e inexpertos- fueron acercándose al género y en consecuencia la revista de ciencia-ficción de la década de los veinte no ofrece demasiada calidad. El más notable ejemplo de una buena historia de aquella década es "The Skylark of Space" de Edward Elmer Smith, publicada por capítulos en Amazing Stories en 1928. El relato de Smith trató por vez primera el tema de los viajes interestelares y. Tenía 'superciencia', 'superarmas' y 'superhéroes'. Era una historia del salvaje Oeste con naves espaciales y una trama que se expandía rápidamente. Estableció la tradición del "space opera", en analogía con las "horse operas" o historias del Oeste.
Rápidamente muchos imitaron a Smith hasta que todo el subgénero comenzó a desplomarse bajo su propio peso. Sin embargo, la sensación -introducida por Smith- de que los seres humanos podían enfrentarse a la vastedad del universo sin temor carácterizó a la ciencia-ficción estadounidense durante una generación.
Fue en la década de los treinta cuando las ideas empezaron a florecer y las mentes de los lectores a ampliarse. La revista más conocida de esta época fue "Astounding Stories", la cual, dirigida por Harry Bates -quien ponía énfasis en la acción-, desbancó a la revista de Gernsback. Astounding Stories tuvo problemas durante la depresión pero al resucitar fue dirigida por F. Orlin Tremaine, que tenía la idea de que en las historias debía haber variaciones de ideas, que significaban el aparecimiento de hechos sorprendentes o variaciones inesperadas sobre un tema conocido. Un ejemplo de aquellas variaciones fue "Sidewise in Time" de Murray Leinster (1934), donde por vez primera se trataba la idea de dos flujos paralelos en el universo donde, se podían tomar diversos caminos llegándose a situaciones diferentes pero todas las posibilidades tenían algún tipo de existencia. Los estudios sobre el cuanto cuarenta años más tarde obligan a reconsiderar esta idea. El predecesor de Tremaine, Harry Bates escribió un electrizante relato llamado "Alas, All Thinking" donde trataba la degeneración evolutiva. A pesar del absoluto dominio de la revista de Tremaine, de vez en cuando aparecían buenos relatos en otras revistas como "Amazing Stories" y "Wonder Stories". A esta última revista (la menos importante de las tres), en 1934, un ingeniero químico llamado Stanley Grauman Wienbaum vendió "A Martian Odyssey". Era una historia mucho menos ambiciosa que las de Smith y sus imitadores pero su estilo claro y realista hacen que este autor sea posiblemente el mejor autor de ciencia-ficción después de Wells. Wienbaum murió de cáncer a los 35 años y nunca sabremos hasta donde podría haber llegado.
El escritor más destacado de Tremaine fue John Wood Campbell, que había estudiado física en el M. I. T. y en Duke. Su primer relato, "When the Atoms Failed", había aparecido en Amazing Stories en 1930 cuando sólo tenía viente años de edad y en los años siguientes obtuvo reputación como escritor de space operas, y comenzó a hacerse una segunda reputación escribiendo otro tipo de relatos. Campbell, bajo el seudónimo de Don A. Stuart escribió relatos más sutiles, con alto estilo literario y contenido psicologico como en "Twilight" (1934) o en "Who Goes There?" (1938).
Por la época de "Who Goes There?" ocurrió otra revolución. Tremain fue promovido a un puesto superior quedando como director de la revista el propio John W. Campbell, que rápidamente cambió el nombre de la revista por el de "Astounding Science Fiction". Como editor de la revista que era líder mundial en ese género, utilizó su poder para remodelar la ciencia-ficción y dirigirla hacia donde pensaba que debería ir. Quería relatos que tuvieran que ver con extrapolaciones reflexivas de la ciencia y la ingeniería y comenzó a buscar escritores capaces de alcanzar un nivel literario más elevado y una mayor fidelidad en su descripción de la ciencia y los científicos. Quería personajes que si eran científicos e ingenieros, pensaran y actuaran como si realmente lo fueran. Fomentó lo que se llama como ciencia-ficción dura, donde el autor no juega con los principios científicos ni los olvida.
Horace Gold, quien ya había escrito cosas buenas durante la era Tremaine bajo un seudónimo, escribió su primer relato de la nueva era que se tituló "A Matter of Form" y ofrece la historia de un hombre a disgusto con su apariencia física. Otro autor de Tremaine que alcanzaría la grandeza fue L. Sprague de Camp, quien sabía mucho sobre ciencia e historia y era muy meticuloso en la precisión en ambos campos. Este autor adquirió más independencia cuando Campbell introdujo una nueva revista llamada "Unknown" (aparecida en marzo de 1939).
En resumen, donde Verne estableció el ámbito, donde Wells agregó ideas, donde Smith agregó un optimismo fantástico, donde Weinbaum sumó la razón, Campbell consiguió añadir respetabilidad científica.
Pero Campbell hizo más que eso, mimó nuevos autores en los que veía promesas dándoles ideas y alentándoles, hasta que se rodeó de una constelación de hábiles escritores jóvenes -la mayoría de los cuales tenían antecedentes científicos- que dominaron en el género durante una generación. Tres de ellos son conocidos como los tres grandes: Robert A. Heinlein, Arthur C. Clarke e Isaac Asimov.
El éxito de Campbell hizo que después de la Segunda Guerra Mundial la ciencia-ficción se expandiera por todo el mundo y el número de escritores y revistas se multiplicara.
Cuándo el público inicial de las revistas de ciencia-ficción envejeció, el cambio fue acelerado por el surgimiento de una nueva faceta de la ciencia ficción, que conquistó a los lectores más jóvenes. Era tan fácil imprimir gráficos como palabras y el nuevo siglo vio el comienzo de tiras cómicas en los diarios. Era inevitable que algúno de los nuevos personajes fuera de ciencia-ficción. Historietas como las de Buck Rogers y Flash Gordon tenían más lectores que las revistas de la década de los treinta.
Cuando las historietas encontraron su camino en las revistas, en "Action Comics" apareció la tira de Superman y pronto se convirtió en el más popular de los temas de ciencia-ficción que se hayan publicado de esa manera.
La faceta visual de la ciencia-ficción no se limitó al mundo sin movimiento de las tiras cómicas. Hubo películas y, casi desde el principio algunas fueron de ciencia-ficción. Al principio fueron tan rudas como las primeras revistas pero hubo intentos de calidad sorprendente para la época, como es el caso de "Metropolis", filmada en Alemania en 1926 (año en que nació la revista de ciencia-ficción), dirigida por Fritz Lang. Más tarde, en 1936, llegó el filme inglés "Things to Come", basado en el libro de H. G. Wells. En 1950 se rodó "Destination Moon", basada en un libro de Robert Heinlein donde el mismo Heinlein trabajó como asesor durante la filmación.
Todos los filmes anteriores no resisten el paso del tiempo y, de hecho, los efectos especiales siempre han limitado la ciencia-ficción no visual. La radio era al principio el medio no impreso más adecuado para la ciencia ficción. Pero la tecnología de efectos especiales avanzó y en 1966 apareció "Viaje Fantástico", con simulaciones espléndidas del interior de un cuerpo humano. Luego, en 1968, llegó "2001, una Odisea del Espacio". Era más que lenta y su final tan oscuro como nunca hubo otro igual. Sin embargo, sus simulaciones del vuelo espacial y la sensación que proporcionaba una computadora gigante eran maravillosos. Se convirtió en el primer éxito auténtico de la historia del cine de la ciencia-ficción.
La televisión -con menos dinero para gastar en un solo programa- no produjo un verdadero programa de ciencia-ficción de calidad hasta 1966 cuando apareció "Star Trek", serie bastante por delante de la serie de Flash Gordon. Este programa aparecía todas las semanas, así que creó una audiencia continuada y, más adelante, entusiasta. Cuando los magnates de la televisión trataron de terminar con ese programa al finalizar el primer año, la enorme protesta fue uno de los fenómenos de la época. Star Trek continúo durante otras tres temporadas y ha dado a luz grandes películas y una nueva serie.
¿Por qué sucedió? Pienso que los autores de Star Trek, en partcular Gene Roddenbery, hicieron todo lo que pudieron para dar interés humano a los capítulos, y otorgar a los personajes distintas personalidades que se distinguieran y se desarrollaran de una semana a otra. ¡Y tenían al Sr. Spock! El Sr. Spock era un miembro de los vulcanos, seres superracionales y nada emotivos (a pesar de que él era medio humano) que mantenían la calma bajo todas las condiciones.
Cuando se celebraron convenciones de Star Trek y miles y miles de "trekkies" asistieron, la mitad o más, eran mujeres. Esto habla del alcance que la ciencia-ficción ha tenido entre el público femenino, cuando en la era de los pulps, el 90% o más de los lectores eran varones y eso se reflejaba en las historias. Si alguna vez se incluían personajes femeninos, eran estereotipos, seres sin identidad -una nulidad con físico atractivo- cuya función era interponerse entre el camino del héroe y solicitar su rescate en los momentos más inconvenientes (como el personaje Dale Arden, de la tira cómica Flash Gordon). Pero ahora, las muchachas estaban preparadas para el próximo fenómeno de la ciencia-ficción: "La Guerra de las Galaxias". Las muchachas eran las primeras de la fila y fueron más pertinaces en verla por segunda vez que los varones.
Hemos asistido a la feminización de la ciencia-ficción. El porcentaje de mujeres entre los lectores de revistas y novelas de ciencia-ficción debe estar cercano al 40%, lo que ha dado una mayor amplitud a lo que se escribe.
Las escritoras se han hecho más importante. Ursula K. LeGuin, Joanna Russ, Joan Vinge, Connie Willis, Octavia Butler y otras están ahora en la cima. Y mujeres como Judy Lynn del Rey, Shawna McCarthy y Betsy Mitchell se están convirtiendo en personas poderosas como directoras de revistas y libros de ciencia-ficción.
Así las cosas, en 1977 apareció "La Guerra de las Galaxias" y se llegó a una cima sorprendente. Los efectos especiales tan avanzados hacían que se pudiera ver lo que hasta el momento la ciencia-ficción sólo había sido capaz de describir. La Guerra de las Galaxias se convirtió rápidamente en una de las películas más populares y más rentables que se hayan hecho e inició una nueva moda en este tipo de éxito estrepitoso. Era más popular que cualquier otra historia impresa, que cualquier tira cómica y que cualquier otra cosa que hubiera aparecido en los medios visuales.
Los libros de ciencia-ficción hoy son bestsellers y el cine y la televisión la consideran un negocio. El campo es demasiado amplio como para que alguien lo domine. Hoy en día hay docenas de "grandes".
Tomado de los escritos "La ciencia-ficción encuentra su voz", "Los cinco grandes de la ciencia-ficción", "El éxito de la ciencia-ficción", "La ciencia-ficción en la actualidad" y "La feminización de la ciencia-ficción" aparecidos en VIAJE A LA CIENCIA, de Isaac Asimov. Tikal Ediciones. México D. F. 1997.