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ISSN: 1597-0223
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Ciencia-ficción, vida e inteligencia artificial Buscando las grandes respuestas por el camino de la imaginación Manuel de la Herrán Gascón (m.herran@redcientifica.com) http://www.manuherran.com © Copyright 1997-2003 Manuel de la Herrán Gascón. © Copyright 1997-2003 REDcientífica. Todos los derechos reservados.
La ciencia-ficción, la vida artificial, y la inteligencia artificial tienen algo en común: buscan respuestas a las grandes preguntas que siempre han planteado los filósofos utilizando analogías entre los elementos "reales" que se pretenden analizar (el universo, la vida y la inteligencia) y otros ficticios, simulados o imaginados. Profundizando en esta vía, el concepto de lo que es real se difumina hasta ponerse en duda, sugiriendo que todo lo que imaginamos posee una existencia tan auténtica como la de todo lo que nos rodea.
¿Son el infinito y el infinitesimal conceptos reales de nuestro universo, o tan solo abstracciones? ¿La velocidad de la luz puede ser análoga a la frecuencia de refresco de la pantalla de un ordenador? ¿Qué diferencia existe entre sumar uno más uno y simular que se suma uno más uno? ¿Acaso no ocurre que es más fácil comenzar una relación de amistad cuando uno se muestra poco interesado en ello? ¿Puede una célula soñar con ser músculo? ¿Puede una hormiga querer ser hormiguero? ¿Los hombres o sus redes de ordenadores pueden ser los elementos que forman una entidad consciente de nivel superior? Estas preguntas aparentemente inconexas se funden en el caldo de la analogía, que podría ser el camino para encontrar su solución.
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A pesar de que la acción de la mayoría de los relatos de la ficción científica se sitúa en el futuro, no se puede definir ésta como una literatura de anticipación en el sentido estricto de predicción del porvenir. En ciencia-ficción, especular con lo que podría suceder si se dieran determinadas condiciones es, entre otras cosas, un modo privilegiado de analizar el presente a la luz de sus posibilidades implícitas. La finalidad básica de la ciencia-ficción es ampliar nuestra perspectiva, ofreciendo una visión más distanciada, más libre de prejuicios circunstanciales, en definitiva, más objetiva. El distanciamiento de la realidad que se obtiene con la ciencia-ficción nada tiene que ver con una "evasión" de la realidad. Al igual que el pintor que se aleja del cuadro para lograr una visión de conjunto, y tal como en la literatura se recurre a la metáfora a la hora de expresar una idea, el alejamiento de la ciencia-ficción produce una disminución de los efectos anestésicos propios de la rutina. Gracias a esto, se consigue un análisis más lúcido y objetivo de la realidad [ Nota 1 ]. La vida artificial nos ayuda a entender la vida... a través de otras vidas posibles |
La Vida Artificial también nos ofrece una "visión privilegiada" de nuestra realidad. No hace falta que las simulaciones por ordenador sean todavía más complejas, para poder tener el derecho a preguntarnos acerca de si nuestro propio mundo no será también una "simulación dentro de un cosmo-ordenador". De hecho, esta pregunta se ha planteado, desde tiempos remotos, de infinidad de maneras. [ Nota 2 ]. Si los ordenadores son capaces de simular universos artificiales poblados por organismos que mediante la reproducción, las mutaciones y la selección natural, evolucionan y se hacen cada vez más inteligentes y conscientes, podríamos interpretar nuestro propio mundo como un "superordenador" donde nosotros mismos somos los "seres artificiales" que lo habitan, siguiendo el curso de evolución que El Programador ha deseado. En el caso de que existiera un creador y una intencionalidad, es decir, si El Programador que nos ha creado lo ha hecho con algún objetivo, no sería extraño que ese mismo programador hubiera implementado mecanismos para que sus "entidades" (nosotros) no escapen a su control. Por ejemplo, podría haber marcado límites a su movimiento (¿la velocidad de la luz? ¿la gravedad?) en su ordenador (nuestro universo) ...¿O tal vez el límite de 300.000 km/seg corresponde con los MHz del ordenador en el que vivimos? [ Nota 3 ]. Pero las limitaciones que el programador fija para controlar a sus entidades pueden no ser suficientes. Algunos programadores de Vida Artificial quedan a menudo gratamente sorprendidos por el inesperado comportamiento de sus pequeñas creaciones, más inteligentes y capaces de lo que cabría esperar en un primer momento. Además, los "bugs" (errores) en programación son probablemente una constante en todos los universos, dimensiones y realidades posibles ;-) así que tal vez el "programador" haya dejado algún hueco por donde podamos colarnos... ...es decir, que es posible que en nuestro mundo existan acciones, comportamientos, o razonamientos con efectos maravillosos, que están ahí, accesibles, pero que aún nadie ha realizado, ya sea por ignorancia, mala suerte, o porque provocan la muerte a quien llega a adquirirlos. Un ejemplo de esto último se encuentra en "Creced y Multiplicaos", de Isaac Asimov. La inteligencia artificial nos describe nuestra inteligencia... y otras posibles |
Pensemos en algunos intentos de la Inteligencia Artificial de obtener programas de comportamiento aparentemente impredecible, sistemas tan complejos que no tengan una explicación con palabras, mucho menos con algoritmos, para los cuales su mejor definición sean ellos mismos. ¿Por qué hacemos eso? ¿Que buscamos en esos programas raros? ¿Estamos esperando que emerja la inteligencia a partir de la complejidad o de la interconexión masiva? ¿Podrá la complejidad producir la conciencia? ¿O sólo tratamos de averiguar si nosotros mismos somos máquinas? Si somos seres artificiales en un ordenador ¿Existirá alguna forma de modificar las leyes que rigen nuestro propio universo? ¿Podremos cambiar las librerías de nuestro sistema operativo? Tal vez si fuéramos capaces de hacer algo tan distinto, de realizar una serie de acciones tan... ¿compleja?... de forma que obtengamos conocimiento que de otra forma hubiera sido imposible obtener, conocimiento que nos esté "prohibido"? Tal vez nuestras mentes conscientes sean capaces de hacer algo imposible para una máquina, pero tal vez sea al revés, por ejemplo, que ciertos sucesos sólo puedan ser detectados por un algoritmo no consciente. Análogamente, la "segunda fundación" de Asimov evitaba el lenguaje porque utilizarlo suponía una limitación. Tal vez la forma de llegar a este conocimiento sea algo mucho más sencillo pero no evidente. ¿Se podrá llegar a él mediante la meditación, la contemplación o con algo así como la fe? La paradoja de la omnipotencia de Dios o el diablo sugiere que tal vez las pequeñas criaturas sí tengamos una auténtica capacidad de control de nuestra propia existencia, como en "La luna quieta" de Javier Negrete, donde el protagonista salva su vida negando su falta de existencia y manteniendo su deseo de vivir. ¿Tal vez el escepticismo científico es precisamente nuestra limitación? ¿Existen sucesos que sólo ocurren cuando se cree por anticipado en ellos? ¿Existirá conocimiento cierto que solo se puede adquirir si se presupone? El poder de la lógica... ¿o su debilidad? |
¿Son realmente las paradojas excepciones a la regla? ¿Por qué a veces expresan tan correctamente cosas que todo el mundo entiende, y en otros casos se dice que sólo parecen profundas porque no tienen sentido? Veamos algunos ejemplos:
Somos los hijos de la evolución... o no Caminos paradójicos para la resolución de problemas |
¿Somos los seres vivos = genes + ambiente, o hay algo más? "El entorno nos inunda de información, nuestros genes nos dan ciertos impulsos, pero no siempre actuamos según esa información, no siempre obedecemos nuestros impulsos innatos. Damos saltos. Sabemos lo que no puede saberse y luego nos pasamos la vida tratando de justificar ese conocimiento. Sé que lo que intento hacer es posible", en Hijos de La mente, de Orson Scott Card (Saga de Ender) En "Las nueve Revelaciones", en el capítulo "Una cuestión de Energía", James Redfield sugiere: "[...] existe otra serie de fenómenos observables, más sutiles, que no se pueden estudiar, o de hecho ni siquiera se puede decir que existan, si el investigador no prescinde de su escepticismo o no lo deja entre paréntesis y prueba cualquier via posible para percibirlos" Podrían existir problemas en los cuales la simple búsqueda de la solución invalide ésta. Problemas que no se resuelven si se pretende resolverlos. En cambio, tal vez se resuelvan por sí mismos ante la inacción, su rechazo, o indirectamente. Esto ocurre por ejemplo, cuando la propia observación, estudio o dedicación al fenómeno invalida los resultados. ¿Existe realmente este tipo de problemas? Por supuesto [ Nota 5 ]. También podría existir "conocimiento evolutivamente prohibido". El hecho de que los individuos que participan en la evolución tengan conciencia del fenómeno de la evolución que opera sobre ellos mismos, afecta sin duda a la propia evolución ¿Tal vez la puede llegar a anular? Por una parte el "conocimiento evolutivamente prohibido" puede ser algo que al ser conocido, limite la capacidad reproductiva del individuo que lo conoce, como los métodos anticonceptivos. Pero no tenemos por qué referirnos siempre a evolución de seres vivos como animales o plantas. También podrían ser ideas (memes de Dawkins) que por su propia naturaleza, a pesar de ser ciertas, no son capaces de reproducirse. Por ejemplo, un "método perfecto y sencillo para no perder nunca jugando al mus" tiene pocas probabilidades de reproducirse en gran medida. Inicialmente el conocimiento se expandiría entre los aficionados, pero cuando fuera conocido por muchos, el juego ya no tendría ningún interés y desaparecería. Cuando jugamos al mus, podemos informar de nuestras propias cartas a nuestro compañero, pero hemos de tener cuidado en hacerlo mediante señas, ocultas al resto de los jugadores. ¿Está alguien jugando al mus con nosotros? ¿Tendrán esta naturaleza los problemas "irresolubles" de la ciencia? Sistemas de referencia últimos |
El método inductivo y la fe cristiana (por ejemplo) tienen en común que son sistemas de referencia que no se pueden deducir de otros. [ Nota 6 ] Las religiones, los sistemas filosóficos, el método científico y los sistemas éticos pueden ser explicados, pero no demostrados. Si se quiere, puede afirmarse que estos sistemas son la consecuencia de la aplicación de unos principios, pero estos principios no pueden ser demostrados por otros. El lenguaje matemático nos ofrece un paralelismo muy apropiado. La tarea del matemático puro consiste en deducir teoremas a partir de hipótesis postuladas o axiomas, sin tener en cuenta la cuestión de si los axiomas que se aceptan son verdaderos o no. La validez de una deducción matemática no depende del significado que pueda estar asociado a los términos contenidos en los postulados, sino en la estructura de sus afirmaciones. Pero existe la imposibilidad de demostrar ciertos axiomas. Por ejemplo, gracias a la obra de Gauss, Bolyai, Lobachevsky y Riemann, se ha demostrado la imposibilidad de deducir de otros axiomas el axioma de las paralelas. Además ¿Cómo vamos a demostrar un axioma si no es con otro axioma? Estos sistemas de referencia no tienen un carácter de incompatibles. El hecho de ser indemostrables les otorga una gran flexibilidad, obteniendo variantes y combinaciones con facilidad. Es posible ser creyente y científico. Es posible creer en un código ético y aplicar otro. Es posible aplicar incesablemente la inducción, y sin embargo, desconfiar de ella. ¿Será posible poner a prueba modelos de referencia utilizando universos en miniatura? ¿Se podría construir un modelo informático de un sistema de referencia que cambie su propio pasado, eliminando la limitación de la irreversibilidad biológica de los sentimientos y que no sea demasiado incompatible con las teorías actuales de la física? Comprometiendo la analogía |
Mediante la ciencia-ficción, la vida artificial y la inteligencia artificial, creamos universos ficticios, realidades simuladas o imaginadas. ¿Puede la nuestra ser una realidad creada, imaginada o controlada por otro ser superior? Es muy común la analogía del cuerpo humano, incluido el cerebro, como hardware junto a la de la mente o el alma o ambas cosas como software. En este caso algo muy parecido a la reencarnación o a la inmortalidad se obtendría copiando el software en un nuevo hardware. Fijemos la etención en una analogía similar a un nivel superior. Supongamos que es cierta la hipótesis de que todo nuestro universo sea un ordenador (hardware); la evolución puede ser entonces un programa (software) que se está ejecutando en él. Pero, ¿para qué? ¿Tiene un objetivo este programa? Si existiera una intencionalidad, la evolución debería ser dirigida por esa intencionalidad, y por tanto el conjunto hardware-software debería mostrar algunos aspectos "forzados" por esta intencionalidad, que se alejan de la "evolución natural" de las cosas. Los signos de intencionalidad, si existieran, deberían encontrarse cosas omnipresentes y extrañas, que no tendrían por qué ser exactamente así: la gravedad, el tiempo, el azar, la propia evolución con sus aparentes saltos de complejidad o la conciencia. En "El Chistoso", de Isaac Asimov, la risa aparece como el mecanismo que alguien ha introducido en los humanos, mediante chistes, para estudiarnos. Una simulación es una simplificación en la que se sustituyen ciertos procesos por funciones de azar que representan de forma basta aquello que se está simplificando y que no se considera relevante para el objeto de estudio. ¿Es el azar cuántico (único azar verdadero detectado en nuestro universo) la función de azar de nuestra propia simulación, el mayor nivel de detalle, por debajo del cual nada existe, de igual forma que en un ordenador nada existe a mayor detalle que el bit? Efectivamente, si hay algo sorprendente en nuestra realidad, algo que está y que perfectamente podría no estar. Algo que en realidad sobra y parece que alguien lo ha tenido que poner ahí. Ese algo es la existencia de seres vivos capaces de sentir placer y dolor, entidades identificadas que realmente gozan o sufren, aman, odian, tienen orgullo, compasión o celos. Cuando realizamos simulaciones de vida por ordenador, podemos asignar a cada agente una variable con un número llamada placer o dolor. Pero no es necesario que la entidad tenga realmente esas sensaciones para que se comporte como si las tuviera. Tal vez podamos construir algún día robots que se comporten como seres humanos, pero ¿podremos hacer que sientan? No importa ahora la respuesta a esta pregunta, la cuestión es: aunque pudiésemos, ¿por qué hacerlo? ¿Por qué lo ha hecho la naturaleza con nosotros? Una cosa es la vida artificial como imitación de los procesos propios de la vida, y otra muy distinta es la recreación de su esencia sensible, a la que evidentemente no hemos llegado. Real y simulado |
Desde el punto de vista reduccionista, podemos pensar que "la recreación de su esencia" no es posible precisamente porque dicha esencia no existe, y la vida no es más que sus procesos. Tal como comentaba cierto día mi amigo Vicent Castellar "¿Qué diferencia existe entre sumar uno más uno y simular que se suma uno más uno?". Ciertamente, es difícil de ver la diferencia. Si el universo fuese, en última instancia, descomponible en unidades mínimas de espacio y tiempo, todo el universo podría considerarse como un gran sistema formal. ¿Que diferencia habría entre el universo real y otro universo copia del primero? ¿Que diferencia habría entre materia e información? ¿No sería lo mismo tener una unidad mínima de materia en cierta posición, que tener "algo" que se comportase como si fuera una unidad mínima de materia, en la misma posición? Lo mismo podemos aplicar a un cuerpo humano, cerebro incluido. ¿Que diferencia habría entre dos cuerpos así? (Además de la obvia: que ambas copias a pesar de ser idénticas, o bien no ocupan el mismo lugar del espacio, o bien no se encuentran en el mismo tiempo) ¿Serían dos personas o una? Otro planteamiento coherente es el solipsismo; pensar que sólo existe uno mismo con sus sensaciones y sentimientos, siendo el resto una ficción, parece improbable pero no es posible demostrar su falsedad. Al menos los sentimientos son reales |
Sin embargo, sí existe una gran diferencia entre "me duele el estómago" y "simular que me duele el estómago". Aquí aparece un componente cuya simulación no puede considerarse equivalente. Hay algo que no se puede simular: el sentir. ¿Tiene el sentimiento un origen evolutivo? Un árbol no tiene capacidad de sentir sensaciones (vamos a suponer esto), y en cambio una rana sí. El placer, el dolor, etc. parecen muy buenos mecanismos de supervivencia, pero realmente no hacen falta si el ser vivo es capaz de comportarse "como si" los tuviera. La rana busca la comida, como el árbol la luz; ambos realizan las acciones correctas gracias a siglos de evolución, aunque la rana sí siente hambre y el árbol no. ¿Por qué ha ocurrido esto con los animales? Los sentimientos probablemente sean mecanismos adicionales y potentes creados por y para los seres más complejos, que se deben enfrentar con problemas muy distintos, por ejemplo, por el hecho de ser móviles. Pero ¿realmente le es más fácil y económico a la naturaleza crear seres que realmente sienten, que seres que actúan como si sintieran? El árbol aprende a nivel de especie, gracias a las mutaciones, recombinación, a la supervivencia de los árboles más fuertes y la muerte de los débiles. La rana también aprende a nivel de especie de igual forma, pero además tiene un aprendizaje a nivel de individuo, del día a día. Los dolores provocados por el frío o el hambre son para la rana las pequeñas "muertes" que producen aprendizaje, así como también lo producen los momentos de placer, como refuerzos positivos. Su cerebro es un generador de acciones al azar, así como una memoria de las acciones correctas y un asignador de sensaciones. La rana es esclava de su cerebro, y el cerebro esclavo del cuerpo. Pero la rana no es ni su cuerpo ni su cerebro. Tal vez sea realmente más fácil generar seres con sentimientos reales que simularlos. Pero a los programadores de vida artificial, al menos por ahora, no nos ocurre eso... más bien al contrario. Al menos, si estamos generando seres vivos con sentimientos, no nos estamos dando cuenta de ello. Esto apoya la tesis de que no hay diferencia entre ambas cosas, al menos a ciertos niveles. Es decir, si a la evolución le ha sido posible crear seres sensibles a partir de seres insensibles, y para nosotros está siendo tan difícil, tal vez sea porque dicha clasificación binaria de seres sea errónea, y sean todos sensibles, o ninguno, o todos en distinto grado. Tal vez el asignar un valor a una variable... que se corresponde con un punto de luz en la pantalla... sea más que un símbolo. Tal vez para quien nos creó (si existe), nuestras vidas y sentimientos no tengan existencia real, y nuestras sensaciones no sean mas que "impulsos eléctricos". En cualquier caso, es sorprendente la existencia de sentimientos, y la posibilidad de que hayan sido creados a propósito no puede ignorarse alegremente. Cuando hablo de la existencia de sentimientos no me refiero sólo a los humanos. En realidad, de los únicos sentimientos de los que tenemos prueba es de los propios de cada uno. Todos los demás podrían ser fingidos. Pero tanto los hombres como los animales dan buenas pruebas de tener sensaciones.
Estas ideas acerca del objetivo que debe perseguir la ciencia-ficción han sido tomadas (prácticamente copiadas) de Carlo Frabetti que las desarrolla en las presentaciones de la "Segunda Selección" y "Quinta Selección" de antologías de ciencia-ficción de la editorial Bruguera (si, aquellos maravillosos libros ahora amarillentos, con el dibujo de un mounstruito en la portada). [ Volver ]
"Misterio en la Isla de Tökland" y "Guía del Autoestopista Galáctico" proponen una realidad creada por otro ser, e implícita o explícitamente, la posibilidad de series de niveles de realidad: un gigante que sueña un mundo, y en ese mundo otro gigante que sueña un mundo, etc. "El show de Truman" exagera la visión de una sociedad de consumidores que hartos de su propia vida, intenta llenarla con el conocimiento de otras, reales o ficticias; desde el punto de vista del protagonista, plantea el mismo tema que "La vida es sueño", "Abre los ojos", y "Matrix": la incapacidad de determinar qué es real. La esfera de "La esfera" proporciona al que ha entrado en ella la capacidad de que sus pensamientos se conviertan en realidad. La realidad es modificada (más bien, creada) con la imaginación. Pesadillas de todo tipo surgen de las atormentadas mentes de los humanos, incapaces de controlar sus deseos y pensamientos. En este caso, el distanciamiento de la realidad ofrece una visión a propósito exagerada de una paradoja actual: la libertad para viajar, para comprar; la enorme oferta cultural; en definitiva la siempre creciente diversidad de opciones que existen en las ciudades, y sin embargo, el escaso aprovechamiento, la indecisión, la saturación por información, la soledad y el hastío que todo esto puede producir.
La serie "Guía del Autoestopista Galáctico", de Douglas Adams, es una de las más divertidas y completas referencias de este tipo. En este caso, la Tierra es un super-ordenador compuesto, entre otras, por piezas vivas, como los animales y el hombre, y no sólo eso, sino que además el ordenador tiene la misión de descubrir el sentido de la vida... ¡y lo consigue! [ Volver ]
Imaginemos que el universo es como la ejecución de un programa de ordenador. Es decir, imaginemos que todo el universo es como una pantalla de ordenador, en la que existen puntos de luz que pueden estar apagados o encendidos. Llamémosles materia y vacío. Supongamos que distintas configuraciones espaciales de materia y vacío producen diferentes compuestos o elementos, con distintas propiedades, que a su vez se agrupan en otros y así sucesivamente. Imaginemos que nosotros mismos somos un conjunto de puntos de luz (o de materia) y que nos movemos por el espacio de la misma forma en que se mueve un gráfico por una pantalla de ordenador: aparecen algunos puntos y desaparecen otros, de forma que se obtiene la sensación de que el objeto completo se desplaza por la pantalla (universo). Pensemos ahora en el programa de ordenador que gracias a un hardware gestiona estos "gráficos". Deberá existir una velocidad máxima a la que estos gráficos (nosotros) puedan desplazarse por la pantalla (universo). En nuestro universo sí existe esa velocidad: la velocidad de la luz. Esta analogía se fundamenta en la suposición de un universo discreto. ¿Entre un instante y otro existen infinitos instantes? ¿Entre un punto y otro existen verdaderamente infinitos puntos? Realmente, es difícil creer que cuando movemos uno de nuestros dedos de una posición a otra, éste pasa por un número infinito de posiciones intermedias, permaneciendo en cada una de ellas un tiempo infinitesimal. A mí me resulta más fácil creer que la materia, para moverse, aparece y desaparece repetidamente, permaneciendo en cada posición un pequeño tiempo determinado, y transladándose cada vez una cierta distancia también discreta, no infinitesimal. No se trata sólo de no ser capaces de dividir la materia indefinidamente (si pidiéramos estar indefinidamente haciéndolo), sino de que esa unidad mínima de materia sólo pueda encontrarse en posiciones discretas e inmutable durante unidades mínimas de tiempo. El filósofo griego Zenón debía pensar lo mismo cuando desarrollo sus paradojas (o aporías), en torno al movimiento, como la de Aquiles que nunca alcanza a la tortuga o la de la flecha. Zenón negó la posibilidad del movimiento de una flecha en vuelo, ya que en cada instante la flecha aparece "congelada". Efectivamente, si la flecha tuviera que recorrer un número infinito de posiciones intermedias, la flecha nunca podría moverse. "Si puede", -dice entonces el matemático-. "Una flecha puede recorrer infinitas posiciones intermedias, con la condición de que únicamente se detenga un tiempo infinitesimal en cada una de las posiciones". Cierto, pero ¿son el infinito y el infinitesimal conceptos reales de nuestro universo, o tan solo abstracciones que describen otros posibles universos que nuestro limitado razonamiento confunde con el nuestro? Pudiera parecer que nuestra física no requiere de estos infinitos e infinitesimales, pero no es así. Suponer un universo discreto en posición y tiempo conlleva algunos problemas desde nuestra lógica. Uno de ellos es el de cuál es la forma y la distribución espacial de estas unidades mínimas de posición. Si existiera una organización en forma de rejilla ¿no debería ser beneficiado el movimiento en diagonal (o penalizado en el caso de permitir 4 direcciones en vez de 8, en una simplificación en 2D)? ¿Existirá alguna organización en tres o N dimensiones donde la media de la distancia recorrida en el movimiento rectilíneo a través de un mismo número de unidades mínimas de espacio sea similar, para distancias relativamente grandes, independientemente de la dirección elegida? ¿Tal vez un desorden aleatorio de colocación de estas unidades mínimas de espacio y sus interconexiones? Tal vez el enfoque sea incorrecto, y no sea necesario seguir ninguna regla, ya que si estamos diseñando el espacio ¿por qué basarnos en él? Partiendo de la hipótesis del universo discreto, se puede llegar a obtener la relación entre la unidad mínima de longitud y la unidad mínima de tiempo (hay quien lo llama tick), para esta interpretación del universo. Veámoslo con un ejemplo. Supongamos que queremos representar en un ordenador el movimiento de un punto en forma de tiro parabólico. Para ello, podríamos programar una serie de acciones como la siguiente:
Las pantallas de ordenador están formadas por puntos luminosos muy pequeños, pero no infinitamente pequeños. Las secuencias de órdenes de borrar y dibujar puntos no se pueden ejecutar a una velocidad infinita. Cuando se decide presentar un punto en pantalla, existirá un tiempo mínimo durante el cual el punto deberá aparecer en la pantalla, que es el intervalo entre dos ordenes de este tipo ejecutadas a la máxima velocidad. Esta pantalla es ahora un sistema que posee una unidad mínima de espacio y de tiempo. El movimiento más rápido que se podrá representar es aquel en el que la pantalla genere posiciones para ese punto a su máxima frecuencia, incapaz de trabajar más rápido. Esta velocidad marcará el límite representable. Las velocidades mayores que esa no se podrán representar en la pantalla, siempre que mantengamos la norma de que un punto que vaya de A a B, ha de recorrer todas las posiciones intermedias que componen el recorrido que lleva de A a B. Podemos llegar a calcular aproximadamente dicha velocidad. Supongamos que ya la hemos calculado y le llamamos c. Un punto que se mueva a la velocidad c recorre un punto en el mínimo tiempo posible. Dicho tiempo será la unidad mínima de tiempo (o tick) del sistema (umt). Es imposible que suceda algo (se muestre un punto) durante un tiempo menor que umt. Por otra parte, el punto constituye la unidad mínima de longitud en el sistema (uml). Resulta que la velocidad máxima representable es: Supongamos que:
Entonces, tenemos
Con lo que, sabiendo la unidad mínima de longitud, en Kilómetros, podríamos obtener la unidad mínima de tiempo, en segundos. Hasta ahora se ha hablado de puntos (materia) como los objetos que se desplazan por la pantalla, y de posiciones (espacio) como cada uno de los posibles lugares en los que puede encontrarse un punto. En la analogía, los puntos pueden ser materia, energía, etc. La pantalla es el espacio de 3 dimensiones (o más) o el espacio-tiempo de n dimensiones. Puede ser posible que dos puntos ocupen la misma posición, y se podrían asignar propiedades a las posiciones en función de su contenido u otros criterios. Pensemos ahora en un punto (materia) desplazándose por la pantalla (espacio). Existe un pequeño tiempo que se pierde desde el momento en que el programa borra un punto hasta que lo vuelve a dibujar. Y ahora pongámonos en el lugar del punto. Desde que nos borran hasta que nos vuelven a dibujar ¡No existimos! Pero esto a los puntos no les importa realmente, ya que durante ese tiempo, ya que no existen, no son capaces de percibir su no-existencia. Con un sistema así, un movimiento lento supondría un menor número de acciones de dibujar y borrar que un movimiento rápido. Como consecuencia de esto, un punto que se mueva lentamente se encontrará representado de forma visible en la pantalla un tiempo mayor que otro que se translade más rápidamente. Por ejemplo, puede que un punto rápido haya sido borrado y dibujado tres veces mientras que un punto lento aún no se ha movido de su sitio, y por tanto ha permanecido todo el tiempo en la pantalla. Ahora, aunque parezca difícil, hagamos el esfuerzo de imaginarnos que somos uno de esos puntos y nos encontramos desplazándonos por el espacio. Podemos suponer que los puntos envejecen únicamente durante el tiempo en que se encuentran dibujados en la pantalla -el resto del tiempo, no existen-, de forma que si dos puntos parten de la misma posición y se mueven a velocidades diferentes, retornando al lugar de partida, se pueden encontrar con la siguiente situación: - Punto lento: ¡Caramba, que joven te veo! ¿Cómo has hecho para mantenerte así, si fuimos creados a la vez? - Punto rápido: ...ya sabes, viajo mucho... Una forma de superar la barrera de la velocidad máxima a la que se puede mover un punto es precisamente modificando la regla que define cómo se debe representar, es decir, haciendo que sea posible moverse por la pantalla sin tener que representar el punto en cada una de las posiciones intermedias por las que pasa, sino por ejemplo, solamente una de cada dos, o incluso únicamente la posición origen y la posición destino. [ Volver ]
Más juegos de palabras: Igualmente sugerentes son las interferencias entre niveles de significación. Por ejemplo, hay un caso en el que ~~A es distinto a A: A = "Esta frase tiene seis palabras" A es falso, luego ~A debería ser cierto. pero al negar A tenemos ~A = "Esta frase no tiene seis palabras" y sin embargo ~A es cierto [...] Había una vez dos monjes que paseaban por el jardín de un monasterio taoísta. De pronto uno de los dos vio en el suelo un caracol que se cruzaba en su camino. Su compañero estaba a punto de aplastarlo sin darse cuenta cuando le contuvo a tiempo. Agachándose, recogió al animal. "Mira, hemos estado a punto de matar este caracol, y este animal representa una vida y, a través de ella, un destino que debe proseguir. Este caracol debe sobrevivir y continuar sus ciclos de reencarnación." Y delicadamente volvió a dejar el caracol entre la hierba. "¡Inconsciente!", exclamó furioso el otro monje. Salvando a este estúpido caracol pones en peligro todas las lechugas que nuestro jardinero cultiva con tanto cuidado. Por salvar no sé qué vida destruyes el trabajo de uno de nuestros hermanos. Los dos discutieron entonces bajo la mirada curiosa de otro monje que por allí pasaba. Como no llegaban a ponerse de acuerdo, el primer monje propuso: "Vamos a contarle este caso al gran sacerdote, el será lo bastante sabio para decidir quien de nosotros dos tiene la razón." Se dirigieron entonces al gran sacerdote, seguidos siempre por el tercer monje, a quien había intrigado el caso. El primer monje contó que había salvado un caracol y por tanto había preservado una vida sagrada, que contenía miles de otras existencias futuras o pasadas. El gran sacerdote lo escuchó, movió la cabeza, y luego dijo: "Has hecho lo que convenía hacer. Has hecho bien". El segundo monje dió un brinco. "¿Cómo? ¿Salvar a un caracol devorador de ensaladas y devastador de verduras es bueno? Al contrario, había que aplastar al caracol y proteger así ese huerto gracias al cual tenemos todos los días buenas cosas para comer. El gran sacerdote escuchó, movió la cabeza y dijo "Es verdad. Es lo que convendría haber hecho. Tienes razón." El tercer monje, que había permanecido en silencio hasta entonces, se adelantó. "¡Pero si sus puntos de vista son diametralmente opuestos! ¿Cómo pueden tener razón los dos?" El gran sacerdote miró largamente al tercer interlocutor. Reflexionó, movió la cabeza y dijo: "Es verdad. También tú tienes razón." Tomado de Bernard Werber. "El día de las hormigas". Ed Plaza & Janes. 1994. [ Volver ]
Otro ejemplo de este tipo de problemas es el siguiente: tratar de encontrar la distribución optima de tiempo de descanso en relación con el tiempo de trabajo de forma que se obtenga el máximo resultado en el trabajo invirtiendo el mínimo tiempo en descansar. Si uno se atosiga a sí mismo experimentando y controlando distintas posibilidades, probablemente no descansará lo suficiente o necesite un tiempo excesivo, dada la carga extra que supone estudiarse a sí mismo durante el descanso. En cambio, si cuando nos sentimos agotados, simplemente paramos un rato a descansar hasta que llegue por si solo el aburrimiento, es muy probable que hayamos dado con la solución óptima al problema. Muy similar a este ejemplo es el hipotético problema de conseguir respirar en ciclos cuya duración sea la más espontánea posible. En este caso, fijar la atención en el problema sólo podría apartarnos de la solución. Como cuando algo nos deslumbra, conduciendo por una carretera: la mejor forma de ver bien aquello en lo que queremos fijar la atención es precisamente no mirarlo directamente. Podría parecer éste un planteamiento absurdo: si no hay que fijar la atención, no se fija. Si no hay que hacer nada, es sencillo: no se hace nada. Pero hay multitud de casos en los que la espontaneidad es un beneficio muy difícil de conseguir. Por ejemplo, cuando nos están fotografiando, o en una entrevista de trabajo. En el mundo de los negocios ocurre algo similar y paradójico: a la hora de comprar o vender es mucho más fácil obtener precios ventajosos cuando en realidad no nos importa demasiado el artículo que compramos ("de todas formas no nos hacía falta"), o el dinero que recibimos por venderlo ("en realidad no estamos muy seguros de querer venderlo"). La paradoja está en que, en estas situaciones (cuando tenemos poco interés en comprar o en vender), aunque gracias a esa actitud, obtengamos facilidades para "objetivamente" estar realizando una transacción en condiciones favorables (a un precio más barato o más caro respectivamente), si "subjetivamente" no queríamos comprar o vender ¿por qué hacerlo? Una paradoja similar es el que se da en el dilema del prisionero a una sola partida, jugado por dos jugadores racionales. Se entiende por jugadores racionales aquellos jugadores inteligentes que entienden perfectamente el juego, suponen al otro jugador también racional, y deciden la acción más ventajosa para ellos mismos con estos supuestos. Con jugadores así se obtienen peores resultados para ambos jugadores, que en el mismo juego jugado por dos jugadores simultáneamente irracionales (no racionales) y que irracionalmente eligen ambos precisamente la opción contraria a la que deberían elegir si fueran racionales. La pareja que actúe irracionalmente obtendrá mayores beneficios que la pareja racional. El máximo beneficio sólo se puede obtener siendo irracional. [ Volver ]
Intentaré explicarlo con un ejemplo. Los informáticos son capaces de crear algoritmos capaces de tomar una imagen de un árbol en un formato llamado mapa de bits, y comprimirla en un archivo informático de menor tamaño, sin perder por ello calidad, gracias a que los programas compresores encuentran regularidades en las imágenes. Pero al comprimir al imagen perdemos el árbol. No hay forma de ver el árbol sin descomprimir la imagen. Al perder regularidad, el objeto ha perdido la entidad de árbol -aunque se trata de algo reversible en este caso-. [ Volver ] Continuación: Ciencia-ficción, vida e inteligencia artificial (y II)
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