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¿Quién soy yo?

Raquel Herrero Sangredo
 
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El yo no existe. O si se prefiere, se puede decir de otra forma: el yo es lo mismo que el Todo.


La propia existencia parece que es algo que no necesita de ningún tipo de demostración, porque a cada uno de nosotros, se nos presenta como algo obvio. Yo existo. Todos tenemos la sensación de existir.

Esa sensación de existencia la produce la mente. La frase de Descartes: "Pienso luego existo", lo que en verdad viene a demostrar no es sólo la propia existencia sino el hecho de que todos nos identificamos con nuestra mente. Yo soy "pienso" o lo que es lo mismo: yo soy la mente.

Por lo tanto para responder "¿quién soy yo?" habría que saber qué es la mente. Realmente es muy difícil definir qué es la mente, pero en todo caso lo que está claro es que la mente siempre está referida a un contenido mental.

Si yo digo "pienso" lo que queda claro es que pienso en algo. No se puede pensar sin pensar en algo. Cuando pienso en algo, yo soy ese algo. Siempre que hay un contenido mental, el yo es ese mismo contenido mental. Por ejemplo si yo digo "tengo frío", yo soy el propio frío. Esto es así porque, como he dicho antes, nos identificamos con lo que pensamos.

Otra característica de la mente es que sólo puede tener en cada instante un único contenido y esto hace que el yo no pueda ser observado a la vez que sucede. O lo que es lo mismo: no puedo observar un pensamiento a la vez que sucede. La mente cambia de objeto con rapidez y a veces se produce la sensación de estar pensando en varias cosas a la vez, pero no es así.

El problema, es que si el yo siempre está referido a algo ajeno a él mismo, ¿dónde está el yo?

La respuesta es tan sencilla como sorprendente: El yo no existe. O si se prefiere, se puede decir de otra forma: el yo es lo mismo que el Todo. En realidad el yo existe como una ilusión. El yo es un concepto ilusorio formado por el conjunto de cosas con las que me identifico.

Se podría poner un ejemplo: Si yo pregunto cuál es la forma del agua, la respuesta sería que ninguna, o desde otro punto de vista podría decir que el agua tiene todas las formas. En realidad el agua toma la forma del recipiente que la contiene. Por sí sola el agua no tiene forma. Lo mismo sucede con el yo. El yo coge la forma del pensamiento de ese momento. El yo por sí solo no existe. El yo es una relación con el entorno.

Nuestra percepción de que tenemos un yo sólido en realidad sólo es una idea ilusoria que surge como consecuencia de toda la actividad mental de nuestra vida. La mente funciona aceptando y rechazando objetos mentales y cada vez que hacemos una elección de aceptación o rechazo le damos un contenido al yo.



© Copyright 2005 Raquel Herrero Sangredo.
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