Ya hemos leído, en los dos artículos anteriores de esta serie, como nuestra Tierra, un planeta modesto en la inmensidad del Cosmos, pero para nosotros imprescindible, se formó hace unos 4600 m.a. como integrante del sistema planetario de una de tantas estrellas de nuestra galaxia, la estrella solar; y como este planeta, debido a unas condiciones favorables, acogió muy pronto a seres vivos, los cuales son como una propiedad inherente al planeta que manifiesta su "actividad vital" tanto geológica como biológica.
En este tercer artículo de la serie, abordaré el pasado reciente de la Tierra, sus últimos 550 m.a., lo que se ha llamado el eón fanerozoico, que por cierto, y como es de suponer, es el pasado que se conoce con más detalle.
Según la escala de los tiempos geológicos, establecida por los geólogos, existen dos eones que comprenden varias eras geológicas cada uno: el eón criptozoico, del que ya he escrito en los dos artículos anteriores y el eón fanerozoico, que trataré en este artículo y que comienza hace unos 550 m.a. Etimológicamente estas palabras significan: criptozoico= animales ocultos y fanerozoico= animales visibles, y aluden al hecho, constatado por el registro fósil, de la apenas existencia de animales en el eón más antiguo (solamente aparecen en sus últimas etapas) y a la existencia, cada vez mas profusa, de estos seres vivos en el eón mas reciente, de manera que son principales protagonistas del registro fósil y, por ende, de la evolución de los seres vivos, desde estos 550 m.a. hasta la fecha actual.
Este eón fanerozoico abarca tres eras: la era paleozoica o primaria, la más prolongada (544 - 245 m.a.), la era mesozoica o secundaria (245 - 65 m.a.) y la era cenozoica (65 m.a.- actualidad) que comprende las dos antiguas eras (ahora periodos) terciaria y cuaternaria. Para más detalles, se puede ver el cuadro del artículo segundo de esta serie.
La deriva continental, a lo largo de este eón, se conoce bastante bien, en base a los datos paleomagnéticos y a las huellas dejadas en el registro geológico, de los choques y separaciones de estas masas continentales.
Como ya sabemos, los rasgos geográficos, climáticos y biológicos de cada continente, sufren continuas alteraciones a medida que cambian su posición y configuración en el globo terráqueo y esto se ha constatado de forma bastante clara en el registro geológico de este eón. La compleja evolución de la Tierra, solamente se interpreta correctamente, si se tiene en cuenta la deriva continental.
A comienzos de la era paleozoica, en el Cámbrico, existía un continente, llamado de Gondwana (antigua región de la India) formado por: África, Suramérica, Australia, La Antártica, India y partes de China. En cambio, Norteamérica y el fragmentado resto de Eurasia estaban aislados. Era época de transgresiones marinas y con relativamente abundantes plataformas continentales. Es este contexto tuvo lugar la llamada explosión cámbrica de la biosfera.
En el Ordovícico, Gondwana se movió hacia el sur y en este continente sobrevino la glaciación ordovícica; en el hemisferio norte apenas existían continentes.
Por aquellas fechas (450 m.a.), un bloque continental, formado por Rusia y el norte de Europa (Báltica) se fue acercando a la antigua Norteamérica (Laurentia) contra la que acabó por chocar entre el Silúrico y el Devónico. Esta colisión generó la orogenia caledoniana y un nuevo continente, Laurussia.
Desde el Devónico (385 m.a.) los continentes comenzaron a aproximarse hacia una pangea, la última hasta la fecha, que se acabó por formar a finales del Pérmico (alrededor de 240 m.a.). Parece ser que Laurrusia tenía, en estas épocas, un clima ecuatorial.
En el Carbonífero (hace unos 300 m.a.), Gondwana derivó hacia el norte, hasta colisionar con Laurrusia, formándose los Apalaches en Norteamérica y la cadena hercínica en Europa, como consecuencia de esta colisión; es la segunda orogenia de la era paleozoica, la orogenia herciniana.; se había comenzado a fraguar la última pangea.
Buena parte de Asia, todavía estaba derivando en el océano Pacífico, y fue en el Pérmico, cuando se completo la formación de la pangea: Siberia chocó con Laurrusia, formando los Urales, con el bloque de Kazajstán y al comienzo del Triásico (225 m.a.) con China. Desde entonces, Laurrusia pasa a llamarse Laurasia y la última pangea ya está formada.
Hay que hacer notar, que durante el Carbonífero (325 - 263 m.a.) los bosques de helechos arborescentes y otros árboles de la época, de zonas ecuatoriales y templadas, de los continentes situados actualmente en el hemisferio norte (Norteamérica, Europa, Rusia, Siberia y China), dieron lugar a los depósitos más importantes de carbón (hulla y antracita). Por otro lado, el continente de Gondwana, sufrió una segunda glaciación (la glaciación de Gondwana), que ha quedado registrada con tillitas en África del sur, Suramérica, India y Australia.
Como consecuencia de la formación de esta última pangea durante el Pérmico y el Triásico (primer periodo de la era mesozoica) el nivel del mar alcanzó niveles muy bajos y las tierras emergidas fueron las mas numerosas de la historia del planeta; las cordilleras, muy elevadas, al atraer las precipitaciones, provocaron la existencia de grandes desiertos en muchas zonas del interior de la pangea. Se formó un gran océano universal, la panthalassa; este océano tenía un entrante que a modo de cuña o de gran golfo, se introducía en el supercontinente desde el este, a nivel del ecuador, en donde estaría situada la actual Iberia, entonces de clima ecuatorial; esta cuña oceánica ha sido denominada el mar de Thetys, precursor del actual Mediterráneo.
Esta pangea, como todos los supercontinentes, ha tenido una vida geológicamente corta, y ya, a finales del Triásico comenzó a fragmentarse. Comienza a formarse el océano Atlántico, primero a nivel del ecuador y luego se abre por el norte y algo más tarde por el sur; comienza la deriva de las Américas hacia el oeste, que ya es evidente en el Cretácico (146 - 65 m.a.), último periodo de la era mesozoica.
Paralelamente, Gondwana, se fragmenta, comenzando la separación por la India, a la que sigue Australia, y quedando la Antártica aislada en el polo sur. Tanto la India como Australia emigran hacia el ecuador, hacia el norte, mientras que África y Suramérica se separan, abriéndose cada vez más el Atlántico sur. Al emigrar los continentes americanos hacia el oeste, la litosfera oceánica del Pacífico subduce bajo éllos y se forman las Montañas Rocosas en Norteamérica y los Andes en Suramérica. El microcontinente de Cimeria (desde Turquía hasta Pakistán) chocó contra Asia. Estamos ya en plena orogenia alpina.
La dispersión de la pangea, cambió de nuevo el clima hacia uno más cálido y húmedo (típico del Jurásico y del Cretácico), al circular más corrientes oceánicas cálidas entre los fragmentos continentales; además fueron épocas de gran actividad de las dorsales oceánicas, como lo demuestra la rápida apertura de los océanos, como el Atlántico, con el consiguiente aporte de nutrientes inorgánicos expulsados por los volcanes de dichas dorsales, que provocaron una explosión de plancton oceánico durante el Jurásico y Cretácico, que luego daría lugar a la mayor parte de los yacimientos petrolíferos de la actualidad, los cuales se formaron, por lo tanto, en estas épocas. Además el océano inundó las plataformas continentales, donde se depositaron abundantes calizas marinas, sobre todo en el Cretácico y la diversidad biológica aumentó no solamente por la dispersión continental y el consiguiente aislamiento geográfico, formador de especies, sino también por la rica flora y fauna marina que se estableció en estas plataformas continentales.
La era cenozoica, nos lleva a la geografía y clima actuales. India acabó por chocar contra Asia y formar así el Himalaya, la última cordillera de la orogenia alpina; Arabia colisionó con Cimeria e Iberia e Italia contra el sur de Europa (Pirineos y Alpes, respectivamente); de esta forma, en la orogenia alpina, se configuran dos grandes zonas de generación de cordilleras montañosas: una este-oeste, de colisión, desde los Pirineos hasta el Himalaya, y otra, subductiva, rodeando el Pacífico, desde Nueva Zelanda hasta Tierra de Fuego en Chile; es en estos dos cinturones orogénicos, donde se producen una gran cantidad de sucesos geológicos de borde de placa, en la actualidad, como terremotos, erupciones volcánicas, formación de pliegues y fallas, formación de rocas endógenas.... Estas zonas constituyen la "tierra inquieta, activa e inestable", a diferencia de los grandes núcleos continentales actuales, de mayor estabilidad y quietud geológica, los escudos, africano, brasileño, canadiense, siberiano...
Respecto al clima durante la era cenozoica, se enfrió a partir de comienzos de la era, quizá como consecuencia de las, cada vez más numerosas, cordilleras formadas en la orogenia alpina y el advenimiento, más tarde, de nuestra glaciación cuaternaria (desde 15 m.a.)
Es a principios del periodo Cámbrico, hace unos 530 m.a., de forma un tanto sorprendente, tal y como lo atestigua el registro fósil, cuando surge una auténtica explosión de la vida animal, la llamada revolución cámbrica; y parece ser que este hecho se produjo en tan solo 5 m.a. En los correspondientes estratos rocosos aparecen hasta 10 nuevos tipos de animales, con la representación, de prácticamente, todos los grupos animales actuales: gusanos, artrópodos (con los extintos trilobites), equinodermos, celentéreos, esponjas, moluscos y cordados, con la diversidad de estructuras animales de la actualidad.
En palabras de F.Anguita, prestigioso geólogo español: "A partir de este esfuerzo creativo, la evolución lo único que ha hecho hasta la fecha, ha sido retocar lo inventado, sin aportar ni un solo diseño nuevo". Este suceso es un claro ejemplo que apoya la teoría saltacionista de S.J.Gould, según la cual, la evolución pasa alternativamente por fases prolongadas de gradualismo y quietud que alternan con fases cortas de grandes transformaciones, y es en estas fases donde aparecen, como a grandes saltos, nuevos tipos de organización y estructuras vivas novedosas. Las causas del desencadenamiento de estas fases aceleradas hay que buscarlas en alteraciones súbitas del ambiente que provocan presiones de selección que motivan esta rápida evolución.
Es probable, que en el caso que nos ocupa, sean las glaciaciones acaecidas tiempo atrás, durante la llamada "Tierra blanca", las que, al desaparecer, hayan provocado este resurgir vital, quizá entre otras causas, por un mayor aporte de nutrientes oceánicos, que revolucionan la vida animal de los océanos (los continentes todavía no habían sido conquistados por los animales); de esta forma se aportan calcio, fósforo y otros elementos con un incremento significativo y por esto aparecen formas animales con profusión de caparazones, conchas y esqueletos de fosfato y carbonato cálcico (moluscos, corales, artrópodos...); las escasas formas animales de etapas anteriores eran de cuerpo blando, sin tales tipos de estructuras calcificadas. Además, el aporte de nuevos nutrientes, habría estimulado la formación de nuevos hábitos alimenticios, apareciendo organismos filtradores, carroñeros, y sobre todo, depredadores.
Ha llegado el momento de escribir sobre estos sucesos que, de forma repetida y con frecuencia impredecible, han sacudido a los seres vivos desde que aparecieron sobre el planeta.
Las extinciones se producen en épocas en las que hay una mortandad más o menos brusca en todos o en una buena parte de los tipos de vida de la época, y en las que, los ecosistemas son completamente reestructurados y aparecen formas de vida más o menos novedosas, adaptadas a las nuevas situaciones ambientales, ya que cambios ambientales más o menos bruscos, provocan tales crisis biológicas.
Se han registrado varias extinciones a lo largo de la historia de los seres vivos: durante la era proterozoica, hubo al menos una extinción, de vida microbiana, la producida como consecuencia del aumento de oxígeno en el ambiente debido a la actividad fotosintética; los nuevos microorganismos surgieron con importantes adaptaciones bioquímicas a los nuevos ambientes oxigenados, como vimos en el primer artículo de esta serie. Hay que hacer notar que las bacterias, por su abundancia, rapidez de reproducción y versatilidad, son muchos más resistentes a los cambios ambientales que los seres vivos complejos y pluricelulares, más diversificados y especializados con respecto a los medios ambientales existentes, y por eso, las extinciones, se refieren, en especial, a estos últimos, ya que tienen una fragilidad evolutiva mayor.
Durante la era paleozoica se produjeron tres extinciones: una, a comienzos del Silúrico (440 m.a.), otra a finales del Devónico (367 m.a.) y otra, la de más envergadura, a finales del Pérmico (245 m.a.), en la transición a la era mesozoica.
Hubo otra extinción importante, en la que desaparecieron los dinosaurios, a finales del Cretácico (65 m.a.) y actualmente, el hombre está provocando otra extinción de seres vivos, y ¿quien sabe? si de su propia especie... Pero de esto hablaré más adelante.
La vida máxima de una especie es, normalmente, de unos 10 m.a. (en los mamíferos de unos 3-5 m.a.) y después desaparecen para dar paso a nuevas especies; pero la intensidad de estas "extinciones normales o de fondo" de especies es baja y gradual a lo largo del tiempo; es en estas épocas de catástrofe cuando se supera claramente esta intensidad en la desaparición de especies, debido a acontecimientos ambientales más bruscos e intensos de lo normal.
Hay que considerar a las extinciones como fuerzas modeladoras de la vida, como sucesos que modulan la evolución, al igual que lo hace la selección natural darwiniana.
Qué sucesos han provocado las principales extinciones masivas? Son sucesos de variado tipo pero todos ellos han provocado cambios ambientales intensos y acelerados que han desencadenado estas crisis biológicas.
La mayor extinción sucedida hasta la fecha, la extinción permo-triásica, provocó una desaparición de más del 90% de las especies oceánicas y más del 70% de las familias de vertebrados terrestres. No están claras sus causas; se han propuesto varias: 1.- un cambio climático (enfriamiento) debido al la glaciación permo-carbonífera y desertización de la pangea. 2.- Una anoxia debida a la oxidación masiva de cadáveres de seres vivos muertos al retirarse los mares de las plataformas continentales (regresiones marinas) 3.- emisiones masivas de productos volcánicos a finales del Pérmico, en Siberia y China que cambiaron el clima. 4.- El impacto de un asteroide, con la consiguiente saturación atmosférica de polvo, oscurecimiento y falta de luz, parada de los procesos fotosintéticos, etc., tal y como, parece ser ocurrió en la extinción de finales del Cretácico.
Cada una de estas causas tienen sus inconvenientes y es probable que esta extinción sea un acontecimiento complejo provocado por varios factores, aunque quizá el impacto del asteroide, como ocurrió en la siguiente extinción, haya sido determinante; lo que ocurre, es que en este caso, no ha sido suficientemente probado que haya ocurrido tal impacto.
La extinción más famosa, aunque no la de mayor envergadura, ha sido la cretácico-terciaria (65 m.a.) que produjo un relevo importante de flora y sobre todo de fauna, tanto oceánica como terrestre. Entre los animales marinos se extinguieron los amonites y los belemnites y entre los terrestres, es famosa la extinción de los dinosaurios, lo que dio la oportunidad a los pequeños mamíferos que convivían con ellos y que sobrevivieron, para ocupar los hábitats y nichos ecológicos que los grandes reptiles dejaron y experimentar una exitosa irradiación evolutiva en el terciario.
¿A que se debió esta extinción? En la década de los 70, el geólogo Walter Álvarez y su padre Luis demostraron que la causa fue el impacto de un gran asteroide, al encontrar concentraciones muy elevadas de iridio en los estratos arcillosos que señalan el tránsito entre las dos eras; este elemento es muy escaso en la corteza terrestre y mucho más frecuente en los meteoritos, lo que prueba este impacto; posteriormente, se encontró sepultado, el cráter producido por dicho impacto, de 50 km de profundidad y 180 km de diámetro en Chicxulub, localidad del Golfo de México; se calculó que el asteroide debió tener unos 10 km de diámetro.
Las consecuencias debieron ser catastróficas: El proyectil, inyectó en la atmósfera miles de millones de toneladas de material suyo y de la corteza terrestre en forma de polvo, cenizas y vapor; produjo una enorme ola de 1 km de altura (tsunami) que inundó gran parte de Norteamérica. El polvo, hollín y humo, enturbiaron la atmósfera, ocultando la luz del sol durante meses, incluso años, y desencadenaron el descenso de temperatura que congeló buena parte del planeta; después, la gran cantidad de CO2 producido e inyectado a la atmósfera, provocó un incremento considerable de las temperaturas y los correspondientes incendios... Estos fuertes contrastes térmicos, junto con el oscurecimiento, colapsaron la mayor parte de los ecosistemas del planeta; murieron los vegetales (productores del ecosistema) y también los animales (consumidores: fitófagos y zoófagos). También, la gran cantidad de azufre liberado provocó intensas lluvias ácidas para rematar la ya gravemente herida Tierra. Perecieron las tres cuartas partes de las especies existentes, incluyendo los dinosaurios, como antes he indicado y tuvieron que transcurrir más de 10 m.a. para que los ecosistemas volvieran a regenerarse.
Ya he indicado en varias ocasiones que los seres vivos son pertinaces, adaptables y expansivos, debido a que su reproducción provoca, por regla general, un número cada vez mayor de descendientes a lo largo de las generaciones sucesivas; cuando el número de individuos de las poblaciones biológicas rebasa un cierto límite, aparecen fenómenos de competencia por el espacio, alimento, luz.... y sobreviene la conquista de nuevos territorios inexplorados en busca de los recursos vitales que ya escasean en los antiguos territorios debido a la superpoblación; de esta manera, los seres vivos, más tarde o más temprano, se expanden y se extienden por el planeta; de todas formas, la capacidad de expansión depende de las características de la especie, de su plasticidad adaptativa, de su capacidad para conquistar nuevos ambientes; hay especies muy ligadas a determinados ambientes, que son incapaces de salir de ellos, si estos ambientes se modifican o se destruyen, la especie puede llegar a extinguirse; son las especies estenóicas; ej: el oso panda, el koala... En cambio, hay otras especies, las eurióicas, que tienen unos límites de tolerancia ecológica más amplios y son capaces de soportar cambios relativamente grandes del ambiente donde viven; ej: la cucaracha, el hombre... Son estas especies, las que tienen un potencial de expansión más considerable.
Llegó un tiempo en la historia de nuestro planeta, en el que ciertos ambientes oceánicos comenzaron a estar superpoblados y determinadas especies de diversos grupos de seres vivos, especies intrépidas y aventureras, más bien eurioicas, exploraron nuevos hábitats y se adentraron en el medio terrestre. Es probable que el tránsito desde las aguas marinas a tierra firme se produjese, en muchas ocasiones, pasando por etapas intermedias de agua dulce (ríos, lagos, pantanos...). Es probable también, que, en aquellas épocas, la concentración de oxígeno en la atmósfera y la capa de ozono, ya fuesen como en la actualidad y esto estimuló esta conquista, por razones que ya he explicado anteriormente.
Varios grandes grupos de organismos pluricelulares realizaron este gran paso con éxito: Los vegetales terrestre o plantas, los hongos, los artrópodos y los vertebrados: Comentaré brevemente cada caso.
Por el registro fósil de que disponemos, las primeras plantas aparecieron sobre la Tierra a comienzos del Silúrico, hace unos 440 m.a. Eran plantas muy primitivas y simples todavía, de porte herbáceo, del grupo de las Psilofitales, parecidas a algas, algo más complejas; a este respecto, se cree, por su semejanza en pigmentos fotosintéticos y sustancias de reserva celular, que derivaron de ciertos grupos de algas verdes que colonizaron los medios terrestres de la época. Con el tiempo, estas plantas se expandieron y diversificaron fácilmente (el medio terrestre estaba a su disposición, vacío e inexplorado) y evolucionaron, dando lugar a una serie de grupos de plantas cada vez más diversos y complejos, y mejor adaptados, como ya veremos.
Parece ser que los hongos colaboraron en la conquista del ambiente terrestre por las plantas ya que aparecen dichos organismos en las raíces de gran número de estas plantas fósiles; les proporcionarían humedad y facilitarían ciertos nutrientes, ayudándoles en esta aventura. No está claro si los primeros hongos terrestres fueron estos socios radiculares de las primitivas plantas o si aparecieron hongos que conquistaron la tierra por su cuenta y de donde procedían; el registro fósil es apenas inexistente; es probable que los primitivos hongos procediesen de determinados grupos de algas ¿quizá algas rojas?.
Con la extensión de las plantas en los ambientes terrestres, surgieron los primeros animales invertebrados terrestres; aunque actualmente, ciertos moluscos, los caracoles de tierra, y gusanos, como las lombrices de tierra y otros, viven en estos ambientes, son los artrópodos, los que mejor se han adaptado a estos ambientes sin agua; y concretamente, determinados artrópodos, como los ciempiés, los milpiés, los escorpiones, las arañas, los ácaros y en especial, los insectos.
Los primeros artrópodos que se arrastraron a tierra firme fueron probablemente criaturas segmentadas, antecesores de los ciempiés y milpiés que poseían un ventajoso sistema de locomoción; al principio se mantendrían cercanos a la costa pero con el tiempo se adentrarían en tierra firme en donde no tendrían rivales y sí gran abundancia de comida: plantas, ya bien entrado el Silúrico; estos organismos se convirtieron en los primeros gigantes terrestres, llegando incluso a los dos metros de longitud; mas adelante, con el crecimiento de los bosques, aparecieron los insectos, que desarrollaron alas para poder volar y alcanzar las hojas de los árboles; los insectos se expandieron fácilmente y desarrollaron formas gigantes como cucarachas y libélulas, abundantes en los bosques del Carbonífero.
Los vertebrados fueron algo más tardíos en llegar a tierra, Los primeros en conseguirlo fueron los anfibios, como las ranas y las salamandras actuales: Los primitivos anfibios aparecieron en el Devónico, hace unos 400 m.a. Eran parecidos a tritones actuales y con una cabeza semejante a la de los primitivos peces, ya que proceden de un grupo de peces óseos, los Crosopterigios, hoy prácticamente extinguidos, que tenían aletas lobuladas, a diferencia de los peces actuales que tienen las aletas radiadas; en aquellos peces, los huesos de estas aletas lobuladas estaban unidos al esqueleto, lo cual permitía que el animal las utilizase de apoyo.
Es probable que algunos de estos peces vivieran en lagunas que se desecaban periódicamente, como ocurre en algunos peces actuales, los peces pulmonados; entonces se veían obligados a vivir en el barro mojado o en agujeros excavados en tierra blanda y fueron adquiriendo unos primitivos pulmones, derivados de la faringe, a la vez que caminaban entre el barro mediante sus aletas lobuladas, que con el tiempo se transformaron en extremidades marchadoras "de tipo quiridio", adquisición de todos los vertebrados terrestres; de esta forma, surgieron los primeros vertebrados terrestres, los primitivos anfibios. Los anfibios irradiaron en los continentes y hasta el Triásico de la era mesozoica, desarrollaron formas muy variadas, algunas de hasta 5 metros de largo; a estos anfibios gigantes típicos de la segunda mitad de la era paleozoica se les ha llamado laberintodontos. A partir del Jurásico, solamente han quedado los anfibios actuales, ranas, sapos, salamandras y tritones.
Como hemos visto, los anfibios fueron los primeros vertebrados en conquistar el medio terrestre y lo hicieron de forma imperfecta todavía.
Uno de los principales problemas que presentan los animales en un ambiente fuera del agua es evitar la pérdida de este preciado líquido, imprescindible para la vida; evitar la desecación; otro problema es adquirir un esqueleto que les sostenga convenientemente en un medio aéreo, sobre todo si no están a ras de suelo (en el agua, no lo necesitan tanto ya que su empuje sostenedor es mayor); un tercer problema es conseguir respirar el oxígeno disuelto en el aire; y un cuarto problema ha sido proteger a los elementos reproductores (gametos, huevos) del ambiente terrestre hostil.
Pues bien, los animales que han pasado a vivir a tierra firme han superado dichos obstáculos de varias formas. Los artrópodos han resuelto los dos primeros problemas adquiriendo un exoesqueleto o caparazón de quitina (sustancia dura) que les recubre y protege, evitando la pérdida de agua; este exoesqueleto, en las zonas móviles del animal como extremidades y piezas bucales, no es continuo, sino que está articulado para permitir la movilidad (artrópodos = pies articulados); pero este caparazón tiene un inconveniente: no permite un excesivo tamaño (por eso los artrópodos no son muy grandes) ya que impide el crecimiento continuo; por eso los artrópodos se desembarazan de el periódicamente cuando crecen y se dice que mudan. El tercer problema, el de la respiración aérea, lo han resuelto mediante un sistema de tubos ramificados por todo el cuerpo, llamados traqueas (respiración traqueal) que llevan el oxígeno directamente a todas las pares del cuerpo, ya que este no es muy grande. En cuanto a la protección de los gametos del aire (los gametos, como todas las células, necesitan agua para sobrevivir) la solución es la fecundación interna, dentro del cuerpo de la hembra, en donde los líquidos de su aparato reproductor, los protegen; de esta forma, previamente a la fecundación, se realiza una cópula, para asegurar la entrada de los espermatozoides en el aparato reproductor de la hembra y que estos no contacten en su trayecto con el aire, pues sería letal para ellos. Los huevos, ya fecundados, si son puestos en el exterior, como ocurre en la mayoría de los casos (animales ovíparos) están protegidos con una cubierta coriácea y resistente que les protege de la desecación, hasta que eclosionan.
En los vertebrados, en concreto en los anfibios, las estrategias de adaptación al medio terrestre no siempre coinciden con los artrópodos. La desecación la evitan impermeabilizando la capa de células mas externa de la piel además de cubrir ésta con estructuras derivadas de ella, que cumplen diversas funciones (protección, defensa, aislante térmico, impermeabilización) tales como escamas, placas o escudos dérmicos en los reptiles, plumas en las aves y pelos en los mamíferos. Los anfibios tienen una piel desnuda, fina y vascularizada pues necesitan respirar a su través (respiración cutánea) para complementar a los todavía poco eficaces pulmones; por eso debe de estar húmeda (esta cubierta por mucosidad) además de ricamente irrigada por capilares sanguíneos; así es que a través de esta delicada piel pierden bastante agua y necesitan vivir en sitios con cierta humedad, o cercanos a charcas, ríos, etc.
Como todos los vertebrados terrestres, los anfibios han desarrollado unos pulmones, sacos con un epitelio alveolar para el intercambio de gases entre el aire y la sangre; estos sacos están humedecidos, encerrados en el cuerpo y comunicados con el exterior mediante unos conductos de entrada y salida del aire (respiración pulmonar). En los anfibios, todavía son poco eficientes.
El problema de su sostén en el aire lo resuelven, como vertebrados que son, mediante un esqueleto interno, formado por unas piezas articuladas y endurecidas por sales de carbonato y fosfato cálcico, los huesos. Estas piezas, como órganos vivos que son, permiten un crecimiento continuado, a la vez que crece el animal y por eso los vertebrados pueden alcanzar grandes tamaños.
La protección de los gametos también la resuelven mediante la fecundación interna y la copulación; en cuanto a los huevos, a lo largo de la evolución, han ideado algunas soluciones. En el caso de los anfibios, los huevos todavía no han conseguido protegerse debidamente del aire y por eso, los anfibios ovíparos, que son la mayoría, ponen sus huevos en el agua (charcas, lagos, ríos) y allí se desarrollan y eclosionan; por lo tanto, los recién nacidos, los renacuajos de las ranas, por ejemplo, son como pequeños peces y sufren una metamorfosis para transformarse en adultos terrestres definitivos.
Hemos visto que los seres vivos, originariamente acuáticos, al colonizar nuevos medios, extraños y hostiles para ellos, como puede ser el medio terrestre, deben adaptarse a ellos, e idear estrategias para resolver los problemas que estos medios presentan; y hemos visto como, con el tiempo, principal arma de la evolución, estos problemas se van a resolver con más o menos éxito.
Ya hemos leído, como las plantas fueron los primeros seres vivos pluricelulares en adentrarse en tierra firme. ¿Cómo han evolucionado y como se han diversificado hasta la actualidad?
Estos vegetales, igual que los animales, se encuentran con problemas semejantes en su adaptación al medio terrestre: Evitar la pérdida de agua, adquirir estructuras esqueléticas, respirar el oxígeno del aire y proteger sus estructuras reproductoras.
Además, las plantas tienen que transportar los nutrientes inorgánicos (agua e iones minerales) que absorben del sustrato, el suelo, a las hojas, que son los órganos fotosintéticos; como hay una cierta distancia entre la raíz, por donde se absorben dichas sustancias y las hojas, que están en las partes altas de la planta, para que sean iluminadas al máximo, las plantas han tenido que idear un sistema de vasos conductores que transporten, a lo largo del tallo y hacia arriba, el agua y iones minerales (savia bruta); son los vasos leñosos del sistema vascular, que es un conjunto de tubos derivados de células especializadas y mas o menos endurecidas; en las hojas se fabrican las biomoléculas orgánicas (monosacáridos, aminoácidos...) a partir de la savia bruta y con el concurso del CO2 del aire que entra por los estomas (orificios regulables) de estos órganos fotosintéticos y se forma la savia elaborada, disolución acuosa que transporta estos nutrientes orgánicos, fabricados en virtud del proceso fotosintético a todas las partes de la planta, a través de otro sistema de vasos del tejido vascular, los vasos liberianos. Pues bien, como en la las algas no existe este sistema transportador de nutrientes, ya que no lo necesitan (están rodeadas de agua con nutrientes), las plantas han tenido que idear este sistema de transporte.
Por otro lado, la pérdida de agua, la evitan impermeabilizando la capa de células expuesta al aire; en este caso se forma el llamado tejido epidérmico: la epidermis, que es esta capa de células, está revestida por sustancias impermeables como la cutina; en las hojas aparecen unos orificios regulables, los estomas, para el intercambio de gases. También las plantas adquieren un tejido esquelético interno más o menos consistente, según tengan porte herbáceo o bien arbustivo o arbóreo. Las células de ciertos tejidos, como los vasos leñosos y las de los tejidos de sostén, se recubren de sustancias duras como la lignina; además la pared de las células vegetales está constituida por una sustancia, la celulosa, resistente y con cierta dureza, que ya de por sí cumple esta función esquelética. De esta manera las plantas se mantienen más o menos erguidas y extendidas para que sus hojas sean iluminadas, ya que su sistema de alimentarse, realizando la fotosíntesis, requiere esta disposición desplegada, "hacia fuera", con órganos fotosintéticos, las hojas, numerosas y extensas.
Las plantas no desarrollan sistemas respiratorios o de intercambio de gases, como los animales; el oxígeno del aire entra por los estomas de las hojas y de los tallos y se difunde a las células del interior de la planta; con el CO2 ocurre los mismo: entra, en la fotosíntesis y sale, en la respiración, a través de los estomas.
Pero no todas las plantas han adquirido una serie de tejidos vegetales eficaces que les proporcionen las adaptaciones vistas hasta ahora. Las plantas más primitivas que se conocen, son las Briofitas (musgos y hepáticas); son algo así como los anfibios en el caso de los animales, ya que tienen ciertos rasgos organizativos que indican una adaptación a la tierra no muy eficaz. De estas plantas, apenas se conservan fósiles y por esos no se sabe muy bien cuando aparecieron en el medio terrestre. Actualmente están bien implantadas en los continentes pero siempre ligadas a medios húmedos o en contacto con el agua. Su aparato vegetativo es bastante primitivo, siempre de porte herbáceo, y no ha conseguido desarrollar un auténtico aparato vascular de transporte de savias; tampoco tienen un tejido esquelético desarrollado. Representan un primer escalón evolutivo en la conquista del medio terrestre por las plantas, todavía con imperfecciones. Sus gametos no han conseguido protegerse del aire debidamente y los gametos masculinos (anterozoides) necesitan nadar en el agua, o bien en gotas de ésta, para llegar al gameto femenino (oosfera) y fecundarlo; así es que necesitan del agua para la reproducción (igual que los anfibios).
El resto de las plantas ya se consideran mejor adaptadas a los continentes y constituyen el gran grupo de las Cormofitas. Estos vegetales tienen ya un aparato vegetativo tipo "cormo". Es un aparato con órganos y tejidos vegetales bien desarrollados: tres tipos de órganos vegetativos, la raíz (anclaje al sustrato) el tallo (elevación de la planta) y las hojas (órganos nutricios, fotosintéticos); en la evolución de estas plantas, surgen los órganos reproductores, las flores. Los tejidos vegetales ya están bien diferenciados, en especial los protectores (epidermis y súber), los esqueléticos y los de transporte de nutrientes, por lo que se les llama plantas vasculares. Estas cormofitas han desarrollado tres tipos de estructuras, las hierbas, los arbustos y los árboles, las primeras de consistencia blanda y de bajo porte, los arbustos y árboles de consistencia dura, leñosa, y de mayor altura, en especial los árboles.
Las plantas vasculares, mejor representadas en el registro fósil, (las Psilofitales mencionadas anteriormente, ya son cormofitas) se han ido adaptando al medio terrestre de forma cada vez más eficaz en una serie de etapas o escalones evolutivos representados por dos grandes grupos, el último de los cuales a su vez está divididos en otros dos grupos:
1.- Las Pteridofitas
2.- Las Espermafitas, divididas a su vez en: 2.1.- Gimnospermas.
2.2.- Angiospermas.
Las Pteridofitas representan las cormofitas más primitivas, el segundo escalón evolutivo (el primero corresponde a las Briofitas). Es un grupo heterogéneo con diferentes tipos de plantas, pero todas ellas sin semillas y sin verdaderas flores. Aquí están los helechos, que sobreviven en la actualidad y que en zonas ecuatoriales presentan porte arbóreo; también sobreviven los equisetos o "colas de caballo", de porte herbáceo. En el pasado, a partir del Devónico, y sobre todo en el Carbónífero y Pérmico, existían extensos bosques, muchos de zonas pantanosas, que han dado lugar al carbón (hulla y antracita), como ya he indicado, formados por helechos arborescentes y otros grupos de Pteridofitas de porte arbóreo como los árboles de tallos articulados.
Todas estas plantas se reproducen sexualmente, mediante ciclos reproductores complejos, con alternancia de dos fases: una fase de plantas formadoras de gametos (gametofitos) cuya estructura no es de "tipo cormo" y recuerda a la de los musgos, y otra fase en donde se forman plantas tipo cormo, formadoras de esporas sexuales (esporofitos). Estas últimas plantas son las mejor adaptadas a la tierra y las que tienen una vida más prolongada. En la evolución de las plantas, los gametofitos tienden a reducirse y a desaparecer y esto ya se nota en algunos grupos de Pteridofitas. Las esporas sexuales, son células con cierta resistencia, que son los agentes dispersores de estas plantas y que permiten su expansión geográfica. El ciclo vital, (escojamos un helecho, por ej.) en esquema es el siguiente:
Helecho adulto (esporofito) esporas sexuales germinación en el sustrato protalo (gametofito) gametos fecundación cigoto o célula huevo embrión nuevo helecho adulto (esporofito).
Los gametos masculinos, los anterozoides, todavía no están protegidos del aire y nadan mediante flagelos (al igual que en los musgos) en el agua, para llegar hasta donde está los gametos femeninos y fecundarlos. Por lo tanto, las plantas gametofíticas, que son las que generan tales gametos, necesitan vivir en ambientes ligados al agua o muy húmedos. Estos gametofitos tienen un corto periodo de vida, ya que son plantas insuficientemente adaptadas a la tierra; forman enseguida gametos y cuando tiene lugar la fecundación, desaparecen, dando paso a las plantas esporofíticas que son las que nosotros vemos.
Las Espermafitas representan el tercer escalón evolutivo en la conquista del medio terrestre. Son plantas esporofíticas, en donde los gametofitos están reducidos al máximo: se reducen a una serie de células microscópicas encerradas en los órganos reproductores esporofíticos de estas plantas, las flores.
Además aparece un órgano, la semilla, mucho más eficaz que las esporas sexuales en la dispersión específica y que las sustituye en esta función; la semilla es una estructura pluricelular (no celular como las espora) que aparece después de la fecundación: El cigoto o célula huevo, desarrolla un embrión de la futura planta y éste, junto con un tejido nutritivo y unas cubiertas protectoras y resistentes derivadas del óvulo (órgano pluricelular donde se encuentra el gameto femenino u oosfera) de la flor, forma la semilla, que se dispersa mucho más eficazmente que las esporas, siendo más resistente y alcanzando mayores distancias. El las espermafitas más evolucionadas, los frutos colaboran en la dispersión de las semillas; estos frutos son estructuras pluricelulares derivadas del ovario (receptáculo de la flor femenina que encierra a los óvulos) que recubren temporal o permanentemente a las semillas y que las ayudan a dispersarse. Así, después de la fecundación, el óvulo se transforma en semilla y el ovario en fruto, y ambas estructuras transportan al embrión más o menos lejos hasta que este, si las condiciones son favorables, desarrolla una nueva planta: la semilla, cae al suelo y germina con unas condiciones adecuadas de humedad y temperatura.
Otra mejora reproductiva de las Espermafitas es el invento de los granos de polen y del tubo polínico que deriva de ellos. Los granos de polen representan las esporas sexuales masculinas de las Pteridofitas. Se forman en las flores masculinas de las plantas esporofíticas y cuando están maduros, salen de estas flores y transportados por el viento o por animales (polinización), llegan a las flores femeninas y contactan con ellas; entonces el grano de polen germina (no olvidemos que es una espora) y desarrolla un tubo, el tubo polínico, que se introduce en la flor femenina hasta que llega donde están los óvulos que albergan a las oosferas o gametos femeninos; por este tubo bajan los gametos masculinos, que en la mayoría de las espermafitas, pierden los flagelos y se llaman células espermáticas; llegan hasta la oosfera y se produce la fecundación.
De esta forma, primero mediante la polinización, y luego mediante el tubo polínico, se asegura que los gametos masculinos estén siempre protegidos del aire y por lo tanto estas plantas, las espermafitas, ya son totalmente independientes de un medio acuático, incluso en la reproducción.
Las flores son los órganos reproductivos de estas plantas; representan conjuntos de hojitas modificadas para la reproducción sexual; hay dos tipos de flores: las masculinas y las femeninas. Ambas pueden presentarse separadas (flores unisexuales) o unidas (flores hermafroditas) en un mismo pie de planta; o también pueden existir plantas unisexuales, masculinas y femeninas, o plantas hermafroditas, generalmente con flores hermafroditas. Las flores han ido evolucionando y se han ido perfeccionando en las espermafitas.
Se distinguen dos grupos de Espermafitas: Las Gimnospermas y las Angiospermas.
Las Gimnospermas representan un grupo heterogéneo, que en realidad abarca diversos grupos bastante diferentes. El carácter común de todas ellas y al que alude el nombre es que los óvulos están protegidos por unas cubiertas que no los encierran; por lo tanto no existen verdaderos frutos. Además presentan ciertos rasgos con cierto primitivismo como polinización a través del viento y flores no muy evolucionadas, generalmente unisexuales. Aparecieron en el Carbonífero y fueron plantas dominantes durante la era mesozoica, con grupos que actualmente ya no existen pues se extinguieron en la crisis de finales del Cretácico. Actualmente están representadas principalmente por el grupo de las coníferas, con inflorescencias en forma de conos unisexuales; son los pinos, abetos, cipreses, cedros, y otros árboles de este tipo.
Las Angiospermas son las Espermafitas más modernas y mejor adaptadas al medio terrestre; aparecieron en el Cretácico y en la era cenozoica han sido y son las plantas dominantes sobre la Tierra. El nombre alude al que las semillas están completamente protegidas por un fruto totalmente cerrado. Son abundantes los tres tipos de portes, arbóreo, arbustivo y herbáceo; presentan flores unisexuales o hermafroditas, agrupadas en inflorescencias o solitarias. La polinización por medio de animales, en especial de insectos (polinización entomógama) se ha extendido bastante en estas plantas y las flores que presentan dicha polinización se han adaptado al animal, volviéndose vistosas, coloreadas y perfumadas, para la atracción de los animales; es un ejemplo de coevolución: las plantas han evolucionado paralelamente a sus insectos polinizadores y se ha establecido una dependencia mutua (mutualismo): la planta es polinizada y el insecto, o bien otro animal (pájaro) se alimenta de los jugos azucarados y nutritivos que segregan las flores, el néctar y de parte del polen.
Actualmente, por el influjo de la especie humana, el estrato arbóreo, cada vez es menos numeroso en el planeta, desapareciendo alarmantemente, las selvas, junglas y bosques, favoreciendo la implantación del estrato arbustivo y en especial del estrato herbáceo, mediante prácticas agrícolas y pastoreo, y estimulando la evolución, mediante selección artificial, de especies cultivadas, como cereales y hortalizas; esto en el mejor de los casos; en muchos casos se fomenta la desertización.
Fue en la era mesozoica donde los reptiles alcanzaron su máximo esplendor, extendiéndose por el medio terrestre, acuático e incluso aéreo, con formas muy diversas y teniendo todos los tamaños.
Los primeros reptiles surgieron a finales del Carboníferos (300 m.a.) a partir de un grupo de anfibios paleozoicos; este tronco de primitivos reptiles, los Cotilosaurios, semejantes a aligatores, dio origen, en una espectacular radiación evolutiva a los demás reptiles durante el Pérmico y sobre todo a lo largo de toda la era mesozoica. A finales del Cretácico, y como consecuencia del impacto del asteroide antes mencionado, la mayor parte de las formas reptilianas, en especial las de mayor tamaño, se extinguieron, y en la era cenozoica solo existen formas, generalmente de mediano y pequeño tamaño, tales como los cocodrilos, las tortugas, los lagartos y las serpientes.
Los reptiles son animales que ya están mejor adaptados al medio terrestre que los anfibios. Sus pulmones ya son más grandes y autosuficientes, por lo que no es necesaria la respiración cutánea y por lo tanto, la piel está debidamente impermeabilizada y cubierta por escamas, escudos o placas a modo de coraza defensiva, en este último caso. Y lo que es más importante, con los reptiles se inventó el llamado huevo amniótico (las aves y mamíferos posteriores también lo presentan): los cigotos fecundados o huevos (las mayor parte de los reptiles son ovíparos) están ya adaptados a estar en un medio terrestre pues el embrión que se desarrolla dentro, está protegido por una envoltura, el amnios, que en su interior tiene un líquido salino, el líquido amniótico, que rodea al embrión y de esta manera, éste no se deseca; además el huevo está protegido por una cáscara dura, protectora pero transpirable.
El nombre de reptil alude a que estos animales reptan por el suelo al caminar, es decir arrastran el vientre, ya que las extremidades, que salen lateralmente del cuerpo, no pueden levantar éste del sustrato; solamente los actuales cocodrilos pueden hacerlo en determinadas circunstancias; en el pasado, en cambio, hubo reptiles que si podían levantar el cuerpo, ya que sus extremidades podían situarse verticalmente debajo del cuerpo; esta innovación en la locomoción (ambulación, en lugar de reptación) surgió en los reptiles mamiferoides del Pérmico, en muchos grupos de dinosaurios y actualmente la conservan las aves y los mamíferos.
Los reptiles actuales son poiquilotermos o de sangre fría, a diferencia de las aves y mamíferos que son homeotermos o de sangre caliente. Los primeros no son capaces de mantener una temperatura constante en su interior y los segundos si; por lo tanto, aves y mamíferos son más independientes de las oscilaciones térmicas del ambiente; pero la homeotermia requiere un mayor gasto metabólico del organismo y por lo tanto un mayor y más constante aporte alimenticio; tienen un metabolismo más acelerado y por lo general, son más activos. En el pasado, algunos reptiles, si alcanzaron la homeotermia, como determinados grupos de dinosaurios, si no todos, los pterosaurios y los reptiles mamiferoides.
Los reptiles primitivos evolucionaron en dos oleadas: En el Pérmico y parte del Triásico dominan los Terápsidos y en el mesozoico dominan los Saurópsidos que incluyen a los Dinosaurios.
Los Terápsidos fueron los "reptiles parecidos a mamíferos". Vivieron durante el Pérmico-Triásico y de ellos surgieron los mamíferos a comienzos del Triásico. Se les llama también Ambulátiles porque ambulaban, como ya indiqué antes. Estos reptiles progresivamente van adquiriendo caracteres de mamífero. Se diferenciaron en reptiles herbívoros y reptiles carnívoros con varios grupos especializados, algunos de los cuales apenas se diferenciaban de los verdaderos mamíferos mesozoicos.
Dentro de los Saurópsidos, dominadores de la era mesozoica, destacaré los grupos más representativos:
Los Plesiosaurios, fueron reptiles marinos, con las cuatro extremidades transformadas en aletas dispuestas para la natación. Tenían un cuello y cola largas, cabeza pequeña y cuerpo robusto. Alcanzaron hasta 15 m. de longitud. Eran carnívoros alimentándose de peces. Se extinguieron a fines del Cretácico.
Los Ictiosaurios, fueron reptiles con una adaptación a la vida marina muy acusada, teniendo el aspecto de un pez, o más bien de un delfín; tenían una aleta dorsal, una caudal y extremidades transformadas en aletas. Vivieron en el mar libre y eran ovovivíparos. También se alimentaban de peces y se extinguieron en el Cretácico.
Los Pterosaurios, fueron reptiles voladores, que tenían alas membranosas sostenidas por un solo dedo en las extremidades anteriores. Los más antiguos proceden de mediados del Triásico y tenían una larga cola. Más modernos fueron los Pterodáctilos, sin cola y con enormes mandíbulas con dientes. En el Cretácico, los Pteranodontes, tenían pico corneo, una cresta occipital y enormes alas de hasta 10 m. de envergadura. Tenían el cuerpo cubierto de una especie de escamas parecidas a pelos y eran homeotermos. Vivían formando grandes colonias en los acantilados costeros y probablemente se alimentaban de peces que capturaban al vuelo. Se extinguieron a fines del Cretácico, quizá al no poder competir con las aves.
Los Dinosaurios, fueron los reptiles más representativos del mesozoico y los dominantes. Eran esencialmente continentales, pero muchos de ellos habitaban los ríos, las lagunas y las regiones pantanosas. Presentaban una tendencia general al bipedismo, es decir a caminar erguidos sobre las extremidades posteriores, lo cual tiene como consecuencia el desarrollo preferente de la cintura pelviana y de la parte posterior del cuerpo, aunque caminaran apoyados en las 4 extremidades. Se cree que muchos de ellos, si no todos, debieron alcanzar la homeotermia, al igual que los mamíferos y las aves. Además, determinados grupos cuidaban a las crías, incubando los huevos, que ponían en nidos y alimentaban a los recién nacidos. Otros, pertenecientes a dinosaurios vegetarianos eran sociales y viajaban en manadas. Surgieron en el Triásico, siendo abundantes en el Jurásico y Cretácico, y a finales de este periodo se extinguieron.
Ejemplos característicos fueron:
Los Saurópodos, los más corpulentos, llegando a alcanzar hasta 30 m. de longitud y un peso de 30 Tm. Tenían largos cuellos y colas y cabeza pequeñas junto a cuerpos grandes y caminaban a cuatro patas. Eran fitófagos y muchos vivían en regiones pantanosas, como los braquisaurios y brontosuirios.
Los Terópodos, eran carnívoros, depredadores, bípedos, con las patas anteriores reducidas y provistas de fuertes garras. Tenían una dentición formidable. Algunos eran muy corpulentos como el alosaurio y el tiranosaurio del Cretácico, que alcanzaron 7 m. de alto, erguidos. Otros fueron más gráciles y atacaban en manadas, como el Velocirraptor. De algunos de éstos Terópodos gráciles y ligeros se cree surgieron las aves.
Los Ornitópodos fueron fitófagos (como todos los grupos de Dinosaurios salvo los Terópodos). Eran bípedos, a veces muy corpulentos, como el iguanodonte, de 5 m. de alto; otros estaban adaptados a la vida acuática de los ríos como los hadrosaurios o dinosaurios de "pico de pato", algunos de los cuales tenían curiosas prominencias en la cabeza como el Parasaurolophus, con una especie de cuerno hueco que le salía de la nariz, con funciones sonoras.
Los Estegosaurios, tenían el cuerpo protegido por grandes placas dorsales y espinas, cabeza muy pequeña y cola muy robusta, erizada de espinas, de función defensiva. Eran cuadrúpedos y corpulentos.
Los Ceratópsidos fueron los dinosaurios cornudos. Tenían una expansión ósea occipital y fuertes cuernos nasales y frontales, como los rinocerontes; eran terrestres y tenían las cuatro patas provistas de pezuñas. Ej: Triceratops.
Los Anquilosaurios, tenían el cuerpo protegido por una auténtica coraza dorsal, y la cola muy robusta, terminada en maza.
Fue una suerte para nuestros antepasados mamíferos que un meteorito de gran tamaño acabara con el imperio de los grandes reptiles: Los mamíferos mesozoicos, del tamaño de ratones y merodeadores nocturnos, malvivían bajo el dominio de los dinosaurios sin oportunidades para prosperar; con la desaparición de los grandes reptiles, estos diminutos animales tuvieron su gran oportunidad; tenían ventajas a su favor, pues habían conseguido una serie de ventajas adaptativas con respecto a los reptiles:
1. Temperatura constante 2. Piel aislada por pelo (más ligeros aunque menos protector que las escamas) 3. Viviparismo: las crías se desarrollan dentro del útero de la madre, librándose de los huevos, que son presa fácil para depredadores. 4. Lactancia (el nombre de mamífero viene de mama, que es el órgano que contiene la leche materna), con lo que las madres protegen a las crías a la vez que las alimentan 5. Cráneo más grande que el cuerpo, en donde cabe un encéfalo más potente. 6. Dientes complejos y especializados que permiten una alimentación más variada. 7. Oído avanzado, por modificación de algunos huesecillos de la mandíbula.
Todas estas mejoras permitieron a los mamíferos realizar una rápida radiación evolutiva una vez que la tierra se recuperó de la catástrofe, ya que estos animales ocuparon los hábitats y nichos ecológicos que habían dejado libres los extintos reptiles.
No me puedo olvidar de las aves, aunque no hablaré mucho de éllas; solo diré que al igual que los mamíferos descienden de reptiles, pero en este caso de un grupo de dinosaurios gráciles y ligeros (se las considera las descendientes de los dinosaurios) que se adaptaron a volar y que aprovecharon también su oportunidad, cuando los grandes reptiles se extinguieron; actualmente son los vertebrados terrestres dominantes, junto con los mamíferos, pero las aves dominan más el espacio aéreo.
Pero volvamos a los mamíferos. De los Mamíferos mesozoicos surgieron dos grupos que han llegado a la actualidad: Los Marsupiales y los Placentados. Además existe actualmente un grupo relicto: los Monotremas.
Los Monotremas (equidna y ornitorrinco) son unos mamíferos primitivos, con rasgos reptilianos, que ponen huevos y que sobreviven en Australia. No se han encontrado fósiles; probablemente derivan de algún grupo diferente de Terápsidos.
Los Marsupiales surgieron en el Cretácico. Actualmente están reducidos a Australia y Sudamérica. Colonizaron fácilmente todos los continentes, ya que estaban todavía algo unidos; al surgir algo más tarde los Placentados, Australia y Sudamérica quedaron aisladas y éstos invadieron el resto de los continentes, compitiendo con ventaja con los Marsupiales y eliminándolos. Posteriormente, a finales de la era terciaria, Sudamérica se unió de nuevo a Norteamérica y Placentados norteamericanos llegaron a América del Sur, estando actualmente los marsupiales sudamericanos casi extinguidos. Por el contrario, en Australia, que ha permanecido aislada, los Marsupiales se han diversificado de manera análoga a como lo han hecho los Placentados en otros lugares. En los Marsupiales, las crías nacen vivas pero en un estado poco avanzado de su desarrollo, completando éste en una bolsa o marsupio en la que maman.
Los Placentados, que tienen placenta, son los actuales mamíferos dominantes. Los más antiguos proceden del Cretácico superior y eran animales parecidos a los Insectívoros, del tamaño de un ratón, con caracteres primitivos en la estructura del cráneo y en la dentición. Estos mamíferos insectívoros primitivos irradiaron rápidamente y ya a comienzos del terciario estaban diferenciados los actuales órdenes de mamíferos. Aunque estos órdenes corresponden a animales terrestres, algunos mamíferos se han adaptado de nuevo al medio acuático como los delfines y ballenas y las focas y morsas. Los representantes primitivos de muchos órdenes de Placentados, no se parecían mucho a sus representantes actuales, sino que eran más pequeños y menos especializados. A lo largo del periodo terciario, algunos miembros de cada orden tendieron a incrementar su tamaño y a diversificarse en tipos cada vez más especializados. Unos cuantos órdenes de estos mamíferos ser han extinguido y de los muchos órdenes que hay actualmente (unos 18) escribiré brevemente del orden Primates, ya que en él nos encontramos.
Los Primates son los Mamíferos en donde está incluido el hombre. Además comprenden a los monos actuales. Proceden de mamíferos primitivos insectívoros y arborícolas. El modo de vida arborícola produjo en los primates importantes cambios como el desarrollo de la mano prensil, con su dedo pulgar oponible; además para calcular con precisión la distancia de las ramas, desarrollaron una visión estereoscópica, con un desplazamiento delantero de los ojos y un achatamiento relativo de la cara.
A lo largo de este artículo hemos leído como a partir de unos 550 m.a., durante el eón fanerozoico, la vida pluricelular ha "explotado" en una especie de "big-bang" vital, estimulada probablemente por las favorables condiciones de un ambiente oxigenado; también hemos asistido a la expansión de los organismos pluricelulares fuera de los océanos y la colonización de la tierra firme, en un alarde de inventiva y recursos evolutivos para superar los, en principio, infranqueables obstáculos de un medio sin agua; también nos hemos percatado de lo frágil que puede ser la biosfera ante los bruscos cambios ambientales y en especial ante las agresiones del cosmos, como los impactos de asteroides, y como a pesar de ello, la vida sigue, incluso mejora y se complica...
En un próximo artículo abordaré la aparición del hombre en nuestro planeta y el inquietante futuro que aguarda a la Tierra y por lo tanto a nosotros.