El siglo XX ha presenciado tres grandes revoluciones en la ciencia causadas por tres grandes desarrollos científicos. Al iniciar el siglo, Max Planck, estudiando los microuniversos, inicia la revolución de la física cuántica; posteriormente, Heisenberg postula el principio de indeterminación y con ellos se da el primer golpe a la visión mecanicista del universo desarrollada por pensadores como Descartes, Newton y Bacon. Posteriormente, Einstein, estudiando el macrouniverso, desarrolla la teoría de la relatividad y da el segundo golpe a la filosofía mecanicista. Recientemente David Peat, a través de la Teoría del Caos, muestra la posibilidad y necesidad del estudio de lo irregular y único, con lo cual se derrumba el mito de que la ciencia solo estudia las regularidades. La teoría cuántica, la teoría de la relatividad y la teoría del caos, han dado nacimiento a un nuevo paradigma científico con profundas implicaciones para la vida cultural de las sociedades de fin de siglo. Estos tres desarrollos representan una refutación contundente a la idea de que el universo es una máquina, que el mundo natural es un mundo muerto y que el ser humano está separado de su ambiente.
La ciencia y la educación se han basado en los supuestos mecanicistas de la filosofía del siglo XVII y XVIII, dando por resultado una ciencia fragmentada, positivista, reduccionista y materialista que ha llevado a los seres humanos actuales a ser depredadores de su misma especie y ha convertido a la educación en un entrenamiento de la conciencia para que actúe dentro de la rutina mecánicamente. Con el desarrollo de los nuevos paradigmas de la ciencia estamos viviendo un profundo cambio de época que se expresa en todos los campos de la experiencia humana. Esto quedó de manifiesto en el año de 1986 cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) realizó, a través de la UNESCO, el simposio "La ciencia y las fronteras del conocimiento". A este encuentro asistieron eminentes científicos de todo el mundo, entre ellos algunos premios Nobel. El objetivo del evento fue analizar la situación de la ciencia en el momento actual; el resultado fue una declaración final conjunta avalada por la UNESCO, la cual ha pasado a ser histórica y se le conoce como "La declaración de Venecia". Esta declaración es sumamente importante, especialmente para las ciencias sociales, que representan el conjunto de disciplinas más rezagadas. Esta declaración afirma:
1. Que nos encontramos en una profunda revolución en el campo de la ciencia, generada en gran parte por el desarrollo de la física y la biología. Existe una significativa brecha entre la nueva ciencia surgida del estudio de los sistemas naturales y los valores que siguen prevaleciendo en la filosofía, las ciencias sociales y la vida en las modernas sociedades, estos valores están basados en un determinismo mecanicista y en el positivismo. Esta discrepancia es un profundo peligro para la sobrevivencia de la vida sobre la tierra.
2. El conocimiento científico actual ha alcanzado el punto donde puede empezar a integrarse con otras formas de conocimiento. En este sentido y reconociendo las diferencias entre ciencia y tradición se ve que éstas pueden ser complementarias más que contradictorias. Este nuevo y rico intercambio entre ciencia y las diferentes tradiciones del mundo, abre la puerta a una nueva visión de humanidad, y a una nueva racionalidad que será la base de una nueva perspectiva científca. 3. No se intenta establecer sistemas cerrados que contengan una nueva utopía, se reconoce la necesidad urgente de una investigación transdiciplinaria a través de un intercambio dinámico entre las ciencias naturales, las ciencias sociales, arte y tradición. Esto sugiere que el modelo transdiciplinario es inherente a nuestro cerebro a través de una interacción dinámica de los dos hemisferios. Integrar la investigación de la naturaleza y de la imaginación, del universo y del hombre, nos dará una mejor visión de la realidad para enfrentar los retos de nuestro tiempo.
4. La manera convencional de enseñar la ciencia a través de una presentación lineal, enmascara la separación entre la ciencia de frontera y las visiones obsoletas del mundo. Existe la angustiosa necesidad por nuevos métodos educativos que surjan de lo más nuevo del progreso científico, este desarrollo educativo estará en armonía con las grandes tradiciones culturales. Aplicar esta visión es esencial. La UNESCO es la organización apropiada para promover estas ideas. 5.El reto de nuestro tiempo -el riesgo de la destrucción de nuestras especies, el impacto de los nuevos descubrimientos, las implicaciones de la genética, etc.-arrojan una nueva luz sobre la responsabilidad de la comunidad científca sobre el uso del conocimiento que ellos producen. Aunque los científicos no deberían preocuparse del uso que se dará a sus descubrimientos no deberían quedarse pasivos cuando sus descubrimientos son usados en una mala dirección. La visión de la magnitud de los retos nos obliga a que, de un lado, la nueva ciencia tenga información fluida y confiable para el público en general y por otro, establecer mecanismos multi y transdiciplinarios para guiar la toma de decisiones.
6.Se espera que la UNESCO considere este simposio como el punto de partida e inicie una reflexión encaminada a desarrollar un espíritu transdiciplinario y universal. Esta declaración de Venecia, avalada por la UNESCO representa el nuevo espíritu científico y educativo que es necesario implementar en las mentalidades de fin de siglo. La ciencia de frontera representa una alternativa para superar los complejos problemas que hoy vivimos, nos invita a replantearnos nuestro lugar en el planeta y en el universo, a integrar nuestra vida en un orden ético universal. La nueva ciencia abre una nueva visión de la humanidad.
Centro Universitario de Los Altos (México)